lunes, 16 de junio de 2014

Ganemos porque Podemos


Guanyem_Barcelona_Ada_Colau
Hechos probados
Las elecciones europeas del pasado 25 de mayo han provocado una convulsión política que ni el bipartidismo, ni casi nadie, podía sospechar. Es indudable que ha sido el fenómeno Podemos el que ha proporcionado la energía de cizalla suficiente para romper el plano del desencanto y la antipolítica sobre el que los grandes poderes económicos dictan las normas.

El empujón de la calle ha sido tan fuerte que ha precipitado la caída de la clave de bóveda de la herencia franquista, el nudo que ataba oligarquía, iglesia y ejército se ha deshecho. Los costureros de la transición que dio el fruto de la Constitución del 78 se apresuran a sustituirlo, pero el hilo ya no será tan fuerte. Las personas menores de 54 años no votaron aquel consenso tutelado por sables y sotanas, forzado por la calle, y aprovechado por los poderes económicos para abrir las fronteras de la economía endogámica española.
Un símil químico
En una disolución salina sobresaturada basta la introducción de un germen cristalino ordenado para que los elementos comunes del entorno se unan adoptando la misma forma.
Como en la disolución, la sociedad española está sobresaturada de indignación, ha bastado un cristalito organizado para orientar la decisión de 1.200.000 personas que le eran afines sin saber que lo eran entre sí. Un proceso cuya velocidad de reacción depende de la concentración de indignación (muy alta) y de una potencia del número de grupos que se autoorganizan (círculos). Un proceso que terminará cuando ya no queden elementos de indignación desorientada en la disolución. Un proceso al que todavía no vemos su capacidad máxima de aglutinar apoyos.
Las virtudes
La facilidad para la participación masiva, la transparencia, las primarias abiertas y ciudadanas, y la capacidad de liderazgo de Pablo Iglesias y su equipo de proximidad son los elementos formales que soportan el éxito.
Pero de ellos, el pilar más poderosos simbólicamente, el hecho diferencial de Podemos respecto de experiencias anteriores, que las ha habido, es justo el que está siendo más criticado por los elementos del régimen, por su prensa consorte, y por los partidos y opciones que ven reducido su espacio electoral, en algún caso hasta posiciones de marginalidad. Es el poderosísimo liderazgo de Pablo Iglesias. Es tan poderosos, que no requiere de aparatos que lo halaguen o sustenten, es un liderazgo ejercido a cuerpo limpio, un liderazgo que arriesga en los momentos más determinantes. Un liderazgo otorgado, no un liderazgo construido.
Los riesgos
Consecuencia de este movimiento virtuoso de masas que está logrando canalizar la repolitización subyacente que inició el 15M, consecuencia de sus virtudes, se proyectan los riesgos. Riesgos sobre los que los temerosos escudriñan para maximizar cualquier atisbo de controversia. Juan Carlos Monedero lo expresó con precisión cirujana, es preciso gestionar la tensión entre participación y eficacia. La condición necesaria para gestionar un problema es ser consciente de su existencia. El núcleo promotor de Podemos no se conforma con estar, afirman insistentemente que han venido para ganar, no para ser una fuerza testimonial. El gran reto de Podemos es, será, gestionar con credibilidad y confianza esta tensión ineludible. Votar presencial y digitalmente, sin mediaciones delegadas, sobre toda cuestión relevante será la herramienta que relaje las tensiones, sobre todo si la votación viene precedida de debate, puesta en común y, como no, de un liderazgo que se moje y no esconda la cabeza ante los conflictos.
Para ganar hay que ser eficaces, para ganar no hay que traicionar los principios, para ganar hay que organizarse, para ganar hay que reproducir en todas las escalas territoriales e institucionales el modelo que tan buenos resultados ha dado en las europeas, enmarcándolo en las pulsiones y necesidades populares de cada nivel, en elementos de confrontación con los viejos poderes, en las identidades culturales y populares.
La gramática
El lenguaje de la política propiedad de los mandarines de los partidos se había alejado tanto del lenguaje de la calle que la calle creó el suyo propio. El lenguaje de los partidos de tradición endogámica se ha hecho inmiscible con el lenguaje popular.
Al igual que el neoliberalismo ha triunfado reprogramando la función semántica de las palabras emancipadoras, eliminando su fondo etimológico, la comunicación de podemos ha actuado recogiendo el sentir popular y dotándo de significado a palabras a las que el poder tiene miedo.
Pero no sólo se ha volteado el vínculo lingüístico entre política y pueblo, también se ha deshecho la forma tradicional con la que los partidos trababan las alianzas. Ya no valen los acuerdos entre cúpulas y siglas, las puertas y las ventanas de Podemos son tan grandes que han construido una casa sin paredes. El gran problema de las organizaciones políticas conocidas hasta ahora, es que no encuentran puerta a la que tocar, las personas que representan esas organizaciones han de entrar a cuerpo en las asambleas, a cuerpo y a título individual. El cristal que conforma Podemos no siente afinidad por las formas organizadas hasta ahora conocidas y viceversa.
Territorialidad
Aún así, en virtud de la pretendida eficacia, Podemos no debe parecer lo que no es, un invento de Madrid. El cristal germinal ha surgido allí, y esto no es más que una casualidad. La existencia en la Universidad Complutense de un grupo de personas cuya inteligencia política ha sido puesta al servicio del bien común es como mucho circunstancial. Podía haber ocurrido en otro sitio, pero ha ocurrido en Madrid. No le conozco a Podemos, en su programa o textos, atisbo alguno de centralismo o de incomprensión de la pluralidad Nacional del estado, más al contrario, el derecho a decidir es bandera de podemos. ¿Podía ser de otra manera en un movimiento cuya bandera principal es la democracia radical?
Los vínculo entre democracia y territorio y entre democracia e institucionalidad serán igualmente determinantes. El principio de subsidiariedad defendido por la ecología política podría ser un elemento de orientación organizativa, programática y electiva. Se avecinan procesos electorales municipales y autonómicos, por este orden.
Una vez demostrada la potencia electoral en el espacio europeo, qué mejor que consolidarla de abajo arriba, del municipio a la autonomía, de la autonomía al Estado.
Ganemos
La propuesta que surge en Barcelona, Guanyem Barcelona, resume un buen número de virtudes de las que hemos descrito en Podemos, y posee uno de los valores determinantes, el liderazgo que el pueblo, la gente, otorga sin mediación a Ada Colau.
Además, todo indica que los actores políticos catalanes cuyas propuestas de forma y fondo se parecen más a este movimiento, ICV o la CUT, al contrario que en otros lugares, no han iniciado procesos de “rectificación” de errores pasados ni lanzado órdagos orgánicos de negociación a puerta cerrada.
Tanto a ICV como a la CUT se las ve pacientes, prudentes, lo que nos permite presuponer que con alta probabilidad tendrán la inteligencia suficiente para apoyar un proyecto como este capaz de dar un vuelco a la alcaldía de Barcelona. Nada más y nada menos.
De otro lado, por lo que veo en las redes, en Podemos también se ve este proyecto como un reflejo de sus posiciones formales, de método, y como una continuación a nivel municipal de la fuerza de su modelo.
Ganemos Barcelona es el primer intento visible de dar continuidad a lo ocurrido el 25 de mayo.
Ojalá lo sepan ver los temerosos de poder, los ciegos de espíritu, y los guardianes de las esencias. Ojalá cosas parecidas se construyan en los pueblos y ciudades.
Ganar la hegemonía por la izquierda, convertirnos en actores del empoderamiento popular, ahora es posible.
Ganemos porque Podemos

Publicado en Paralelo 36 Andalucía
@marioortega