viernes, 29 de junio de 2018

Te queda mucha Andalucía que zapatear, Monedero


Tardaron muy poco los liderazgos estatales de Podemos, surgidos en Madrid, con aquel emocionante impulso inicial previo que se coló por las grietas que el 15M hizo visibles en el régimen del 78, en chocar con la realidad plurinacional de España.
Bastó pasar de las elecciones europeas de 2015 al acelerado ciclo electoral propio para comprobar que era imprescindible introducir la perspectiva política territorial en una España que, para ser democrática, no puede ser impuesta como UNA.
La inteligencia individual que caracteriza a esos liderazgos a los que me refiero, con Pablo Iglesias indiscutiblemente al frente, ha sido sostenida por lo que podríamos llamar inteligencia colectiva de las bases de Podemos, como se ha demostrado en los distintos y múltiples procesos electivos y decisorios. Tanto por arriba, como por abajo, la cuestión de la plurinacionalidad de España en Podemos ha sido, no solo compartida, sino cada vez mejor defendida.
Sin embargo, están tardando un poco más esos liderazgos en introducir la variable andaluza en esa España plurinacional, la única variable que puede generar un proyecto democrático común ante Europa y el mundo. Se nota cuando vienen a Andalucía. Le pasó a Monedero el otro día, como refleja la entrevista que le hizo el periodista Raúl Solís y que se ha publicado en lavozdesur.es con el titular Podemos Andalucía puede profundizar mucho más en términos democráticos. No lo digo por lo que dijo, sino más bien por lo que no dijo.
Le puede pasar a Echenique cuando llegue este próximo 1 de julio a Sevilla con la excusa de hablar de municipalismo en convocatoria realizada a espaldas de la dirección andaluza. En sí, ya este último hecho es una falta de respeto a Andalucía. Se parece, a la inversa, a las formas en que Díaz y Sánchez se relacionaban antes de que la primera fuese derrotada en aquellas primarias del ave fénit.
Recuerdo que aquí en Andalucía las bases de Podemos han apoyado masivamente el proyecto de Podemos en España encabezado por Pablo Iglesias, como afirma Monedero, al tiempo que han apoyado masivamente, al menos en tres ocasiones, el proyecto de Podemos Andalucía encabezado por Teresa Rodríguez. Todo un síntoma de inteligencia colectiva que habría de ser tenido en cuenta para forzar la cooperación y la lealtad de los órganos centrales respecto de la dirección andaluza. Por ser más claro, las opciones defendidas desde afuera para Andalucía se han estrellado aquí tres veces contra los proyectos defendidos por Teresa Rodríguez. Entre ellas, la de un Podemos Andalucía y no un Podemos en Andalucía.
Las declaraciones de Monedero, y no me refiero al titular, denotan una incomprensión profunda de lo andaluz. No se puede ganar, mucho menos desde posiciones de izquierdas o progresistas, España sin Andalucía, y, tal y como comprendió el PSOE de la transición, no se puede tratar a Andalucía como si fuese España, porque de ser, es justo al revés, España es Andalucía.
Andalucía es sujeto político autoconstituido desde el 4 de diciembre de 1977 y nacionalidad histórica constitucionalmente reconocida desde el 28 de febrero de 1980. Andalucía es, por sí, como la que más. Es la irrupción del pueblo andaluz en el proceso constituyente lo que define el actual Estado de las Autonomías frente a las pretensiones centralistas con concesiones a Cataluña, Galicia y Euskadi.
Lo que subyace en las formas y fondo con que Monedero interviene en Andalucía es una concepción de Andalucía como propiedad de España, consciente o no. Monedero debería saber que España, no digamos ya culturalmente, no es nada sin Andalucía. Esto es lo que sabemos aquí, y esto es lo que entiendo que pone en valor la estrategia Adelante Andalucía para catapultar un proyecto autóctono y ganador. Un proyecto que multiplique en el momento actual de fuerte contradicción institucional entre el PSOE de Díaz y el PSOE de Sánchez
Adelante Andalucía es un proyecto político propio, no partidista, partidario de Andalucía, la única nación (o comunidad política, como prefieran) que construye su autonomía sobre la demanda de justicia y equidad universal. No para ser más que las demás, sino para ser como la que más. No olvidemos esta esencial diferencia respecto de los nacionalismos español, catalán y vasco.
Lo esencial de lo andaluz es el mestizaje, como lo demuestra nuestra más universal manifestación cultural, el flamenco. Pero lo esencial de lo político andaluz es la demanda de justicia social y equidad. ¿Tiene algo que temer Podemos de esas dos esencias? Está claro que contra la centralización del poder que promueve el neoliberalismo para liquidar la democracia y dominar a los agentes territorializados, se están planteando dos alternativas. La totalitaria de los nuestros primero, Trump o Salvini como ejemplos, o la democrática que demanda soberanías propias y compartidas libremente pactadas; o sea, el federalismo.
Otra cosa son las batallitas internas que ningún bien hacen a la gente, al cambio en España y en Andalucía que sólo busquen el ‘quítate tu para ponerme yo’. Andalucía será aliada del cambio si se respeta su soberanía, si eso no ocurre desde Podemos, el espacio andaluz lo mantendrá el PSOE de Díaz o Sánchez o, aun peor, el españolismo de Ciudadanos y el PP.
Andalucía es generosa, solidaria y cooperativa, lo debería saber Juan Carlos Monedero, por eso nos gustaría que la llevase en el corazón. No, no se trata de montar un partido ajeno a Podemos, eso no se ve por ningún sitio, sería una catástrofe para el cambio en Andalucía y en España. Preferimos una Andalucía en Monedero que un Monedero en Andalucía.

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jueves, 21 de junio de 2018

El primer problema serio de Susana Díaz con Pedro Sánchez


El recién estrenado presidente Pedro Sánchez acaba de lanzar, queriendo o sin querer, calculado o no, acordado con la ministra Montero o no, un misil político contra la estrategia de la presidenta andaluza Susana Díaz. Una estrategia que Díaz había diseñado en Andalucía pensando en el Gobierno de Mariano Rajoy para llegar a las elecciones autonómicas enarbolando su habitual ‘Andalucía soy yo’.
Para ello su exconsejera de Hacienda y ahora ministra, María Jesús Montero, le había servido en bandeja de plata un logro de primer nivel, un acuerdo con PP, Podemos e IU de una propuesta de reforma de financiación autonómica, muy trabajada por la economista Carmen Lizárraga, parlamentaria de Podemos Andalucía, y con la idea de presentarlo ante el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) del que sólo se había desmarcado el españolismo anti-autonómico de Ciudadanos. Este órgano fue creado por ley en 1980 para la negociación multilateral en materia financiera y fiscal de todas las autonomías con el Gobierno central. Su último acuerdo caducó en 2014 y el gobierno del PP se resistía a convocarlo, con el ministro Montoro al frente. Esta negativa permitía a Díaz y su consejera Montero enarbolar la bandera de la defensa de Andalucía contra la derecha representada por el Partido Popular.
El acuerdo andaluz exigía la convocatoria urgente del CPFF para llevar una propuesta votada a favor por 101 de los 109 parlamentarios y parlamentarias andaluces. La propuesta propone, entre otras cosas, aumentar la financiación en 16.000 millones de euros de los cuales 4.000 serían para Andalucía.
Las declaraciones de Sánchez, anunciando que la reforma de la financiación autonómica no se abordará en estos dos años de legislatura, que pretende culminar, disparan las alarmas en San Telmo. La bandera de Andalucía, a la que se había agarrado Díaz tras su derrota frente a Sánchez, ha sufrido el primer girón. La oposición que había firmado el acuerdo no ha tardado es levantar públicamente la contradicción y exigir a Díaz que exija a Sánchez lo que antes exigía a Rajoy. El cambio de Montoro por Montero no puede quedar en un cambio de letra para Andalucía.
Díaz está obligada a reclamar a Sánchez la convocatoria del CPFF para abordar la reforma de la financiación autonómica. El nuevo consejero de Hacienda, Ramírez de Arellano, ya ha hecho declaraciones en este sentido. Susana Díaz tiene el primer problema gordo con Sánchez, Andalucía también.
Es posible que el presidente del Gobierno rectifique o intente compensar en algún sentido. Urge, porque el movimiento que ha hecho en el terreno de juego político, posiblemente para intentar desplazar el balón de Cataluña desde la reclamación de votar hasta la mejora en su financiación en una negociación bilateral, puede afectarle a él electoralmente. Ha abierto un espacio de juego a la oposición andaluza que pactó la propuesta con el PSOE de Andalucía por un lado, y a Ciudadanos por otro, pues andará vigilante con los guiños que Sánchez pueda hacer al Gobierno catalán para acusarlo de trato desigual. Si Sánchez olvida Andalucía Andalucía puede olvidar al PSOE. Sí Andalucía olvida al PSOE, Sánchez puede olvidarse de ganar las elecciones de 2020. Defender una España federal es defender la multilateralidad.

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lunes, 4 de junio de 2018

Ni se puede gobernar contra Cataluña ni se puede ganar sin Andalucía


Con el éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez, la tercera y cuarta economía de la eurozona, Italia y España, que sumadas tienen un PIB ligeramente inferior al de Alemania y superior al de Francia, van a formar gobiernos que tienen en la política monetaria que promulga el BCE, dirigido por el capitalismo alemán, una limitación fáctica a sus compromisos electorales. Son gobiernos que no son del agrado de Merkel.
Los diferenciará una cuestión fundamental, uno es europeista, el español, y el otro euroescéptico, el italiano. Si Merkel no afloja la cuerda del límite de deuda y el Banco Central Europeo no facilita políticas que reduzcan la desigualdad, la confrontación con Alemania desde el sur se hará inevitable y será poderosa, poniendo en cuestión al mismísimo euro y debilitando la economía alemana a extremos imprevisibles en un momento en que Donald Trump recupera políticas proteccionistas poniendo por delante su potencia militar en el mundo.
En este contexto europeo y mundial llega a España un gobierno al que lo más feroz de la derecha española (representada por PP y Ciudadanos) ha llamado Frankestein, por nacer del apoyo parlamentario a la moción de censura de Pedro Sánchez de siete fuerzas políticas con representación parlamentaria: PSOE, UP —que a su vez lo componen Podemos, IU, En marea y En común Podem—, Compromís, ERC, PDCAT, PNV y Bildu.
Lejos de ser una debilidad que los 84 diputados del PSOE puedan gobernar en un hemiciclo de 350 escaños, la fortaleza está en lo que une a estos diputados con los otros que han apoyado la moción de censura, que no es otra cosa que la necesidad imperiosa de superar la etapa de Mariano Rajoy, demandada por el electorado del PSOE, Unidos Podemos y Compromís por motivos más sociales que territoriales, y por el electorado del resto de partidos nacionalistas catalanes y vascos por motivos más territoriales que sociales.
La fortaleza de un gobierno en solitario de Sánchez se mantendrá mientras vaya olvidando, con acción política y Boletín Oficial del Estado (BOE), su pasado de flirteo con Ciudadanos, con el artículo 155 y con la modificación del 135 de la Constitución Española. Puede hacerlo porque ganó las primarias contra Susana Díaz prometiendo todo esto. Si esto ocurre, Pedro Sánchez podrá mantener el Gobierno, agotar lo que queda de legislatura resistiendo la agresividad implacable con la que van actuar el Partido Popular y Ciudadanos.
Lo más difícil no será agotar la legislatura, sino mantener al menos el espacio electoral con que ahora cuenta en unas elecciones generales en 2020. Y es que, desde este punto de vista, su principal problema está en Andalucía. Su victoria ha debilitado a la presidenta andaluza Susana Díaz, más de lo que ya estaba.
Su victoria ha liquidado la estrategia de Susana Díaz de ganar en Andalucía amarrada de un lado a la bandera de España contra Cataluña, para limitar el crecimiento de Ciudadanos; y de otro, a la bandera de Andalucía contra el Gobierno de Rajoy para mantener en mínimos al PP andaluz y evitar que nuestra bandera andaluza, cuya propiedad se atribuye, sea enarbolada por Unidos Podemos.
Sánchez y Díaz, irreconciliables, se necesitan más que nunca. El primero para tener una mínima posibilidad de mantener resultados electorales, dado que el crecimiento en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana se torna complicado. La segunda porque la política que Sánchez está obligado a hacer para aguantar el gobierno con la actual configuración del Congreso va contra todo el relato del “a por ellos”, que la presidenta andaluza ha construido desde Andalucía, al igual que Ciudadanos, el socio preferente de Susana Díaz.
En esa contradicción entre el pasado de Díaz y el futuro de Sánchez intentarán ahondar de manera muy beligerante quienes ven en ese hueco la posibilidad de tomar el gobierno andaluz tras las elecciones autonómicas de marzo de 2019, PP y Ciudadanos. Tras la moción de censura perdida por Mariano Rajoy, decía Enric Juliana en un artículo en La Vanguardia que no se puede gobernar España contra Cataluña, a lo que añado que no se pueden ser fuerza electoral en España sin Andalucía.
Con estas premisas, Sánchez y Díaz van a vivir, sin más remedio, un periodo dulce de no agresión. Si Díaz decidiese arrastrar a Sánchez al vacío obstaculizando sus obligados acuerdos con el Frankestein parlamentario, esta vez caerían los dos a la vez llevándose por delante al Partido Socialista Obrero Español. No creo que lo haga, su rápido tuit de felicitación y oferta de apoyo y lealtad a Pedro Sánchez indicó que interiorizaba el cambio de guión. Resulta curioso que las principales alianzas de Sánchez para no dinamitar al PSOE puedan ser Merkel en Alemania y Díaz en España en un juego de equilibrio de intereses. Veremos.

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