martes, 14 de agosto de 2018

Al terror ahora lo llaman orden y seguridad


Todo fascismo llama seguridad a la construcción de terror. Sólo un gobierno que se tome en serio este asunto, actuando sobre las carencias sociales sobre las que nace y crece el huevo de la serpiente, puede frenar su crecimiento. El fascismo está aquí otra vez porque la socialdemocracia se entregó al neoliberalismo permitiendo, y actuando, desde dentro y fuera del poder que desapareciese toda seguridad vital. Llevamos años con el futuro robado. Millones de familias viven sobre el temblor de la incertidumbre ante el mañana. Y sí, nos gustaría que, quienes dicen ser de izquierdas y tienen ahora el poder del Estado, abandonasen la retórica del espectáculo para hacer que de verdad nos sintamos seguros.
Nos sentiríamos seguros sabiendo que en España no quedan, o no pueden quedar, militares para escribir manifiestos defendiendo a un dictador con cientos de miles de crímenes a sus espaldas, crímenes amparados y avalados por Hitler y Mussolini. Nos sentiríamos seguros sabiendo que en España ningún niño o niña que nazca tendrá que pasar jamás penurias debido a su condición de nacimiento. Nos sentiríamos seguros sabiendo que ninguna persona o familia se sentirá jamás desprotegida por el Estado teniendo garantizado los mínimos vitales, sanitarios, educativos y culturales para una vida digna.
Nos sentiríamos seguros si estuviésemos seguros de que al jubilarnos podremos vivir dignamente hasta la muerte. Seguros nos sentiríamos si cualquier joven pudiese estar seguro de que el Estado no lo abandonaría a su suerte o a la emigración. Nos sentiríamos seguros si al enfermar supiésemos que un sistema sanitario nos trataría igual que a todo el mundo con independencia de si podemos pagar o no. Nos sentiríamos seguros si el acceso a la educación superior y la cultura no entendiesen de clases sociales o estatus políticos.
Nos sentiríamos seguros si queriendo trabajar pudiésemos hacerlo en ausencia de explotación horaria y con un salario justo. Nos sentiríamos seguros si las mujeres pudieran sentirse libres y seguras. Nos sentiríamos seguros si tuviésemos una justicia que no dependiese ni de las particulares ideologías ni de las particulares economías.
Nos sentiríamos seguros si supiésemos que nunca careceríamos de un hogar. Seguros estaríamos si la corrupción fuera anécdota y no substancia de gobiernos. Si al respirar supiésemos que el aire es limpio estaríamos bastante seguros. Nos sentiríamos seguros sabiendo que la calle de nuestros vecindarios están sanas y vivas sin que el cáncer del consumo se acumule sobre los millones de metros cuadrados de megasuperficies comerciales en manos de cuatro gatos con exceso de capital y poder.
Y estaríamos aún más seguros sabiendo que las barreras que garantizan nuestra seguridad están situadas en la protección de las diferencias, la pluralidad, la creatividad artística, los animales y la naturaleza. Pero el fascismo que ha despertado por boca de los nuevos viejos que son Casado y Rivera quiere que nuestra seguridad dependa de que haya o no un mantero en la calle principal, un negro saltando una valla cuajada de bisturíes, una africana aplastada en el fondo de un cascarón de madera en el Mediterráneo, un niño muerto sobre la arena de un mar de Europa o, disculpen las molestias, un catalán que cuelgue un lazo amarillo de la solapa.

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES

martes, 7 de agosto de 2018

Apunte para una idea ecologista del concepto pueblo


Desvincular democracia de territorio es justo los que busca el neoliberalismo para liquidar el Estado social. Bien con las armas de guerra, bien con las armas económicas. Así, el neoliberalismo sería un estadio del capitalismo avanzado que tras desvincular la economía de la naturaleza creciendo contra sus límites pretende desvincularse también de cualquier límite democrático.

La globalización es pura libertad de capitales. Libre circulación de mercancías y capital en propiedad de un puñado de transnacionales, y reclusión dentro de muros y fronteras de las poblaciones mediante el fortalecimiento del Estado policial.

De este modo, las consecuencias directas del neoliberalismo son las demandas democráticas de soberanía por un lado, y el repliegue fronterizo fascista por el otro. Esta es la polarización de los tiempos que ya están aquí. Así, la forma más radical de defender la democracia en la actualidad es la de construir vínculos de proximidad entre entidades político/culturales autoreconocidas y reconocibles, ya municipales, ya comarcales, ya nacionales/regionales con Estado o sin Estado.

Quienes arguyen contra las demandas de soberanía de los pueblos y ciudades que no quieren más fronteras dicen la verdad, no quieren fronteras para la fuerza bélica del capital, pero las adoran, como se está demostrando estos días para liquidar la democracia. Ese es el sentido del discurso fascistoide de Ribera & Casado cuando hablan de reforzar y proteger las fronteras externas. Son iguales que Trump, que el sionismo del estado israelí o que Salvini. Nos quieren recluidos y desvinculados, nos quieren en la dialéctica dentro/fuera en lugar de en la dialéctica fascismo/democracia.

La noción de la ecología más próxima a la noción pueblo que se me ocurre es la de ecosistema. Así un pueblo político/cultural no sería un conjunto mayor o menor de personas que han nacido o viven en un lugar y comparten costumbre y cultura (con lengua o sin lengua propia), si no, al igual que un ecosistema, un conjunto de relaciones que lo autosustentan y que permiten los intercambios de materia, energía y (en el caso de pueblo) cultura con el medio ambiente externo.

De este modo podríamos concebir la noción de pueblo no como la de algo que se sostiene sobre fronteras, si no, como en la naturaleza, la que se sostiene sobre vínculos de supervivencia, de solidaridad. Por tanto, la soberanía no habría de construirse sobre reforzamiento alguno de fronteras, si no sobre el afianzamiento de los vínculos teniendo en cuenta los límites biofísicos (en la naturaleza solo biofísicos o, si se quiere, quimicofísicos) y las imposiciones de equidad de la justicia democrática.


viernes, 3 de agosto de 2018

¿Para cuándo la activación de la bilateralidad entre el Gobierno de España y Andalucía?


El artículo 183 del Estatut de Cataluña es literalmente idéntico al artículo 220 de Estatuto de Andalucía. Los dos artículos crean y regulan la Comisión Bilateral entre el Estado y el Gobierno de las respectivas comunidades Autónomas.
El miércoles se reunió la comisión bilateral Estado-Generalitat, hacía siete años desde su última cita, en julio de 2011. Tras la reunión que intentaba deshelar las relaciones Generalita–Gobierno de España, la noticia de alcance es la absoluta falta de acuerdo (aparente) en relación al derecho a decidir que demanda el 80% del electorado catalán y en relación a la situación los presos catalanes en virtud de sus encarcelamientos jurídico/político.
Los temas tratados fueron muchos más: inversiones del Estado, fiscalidad, transferencias, infraestructuras, asuntos en el Tribunal Constitucional que bloquean la autonomía catalana, creación de todas las subcomisiones previstas en las competencias que el artículo 183 determina y que alcanzan la práctica totalidad de los temas que conciernen a la ciudadanía catalana.
El artículo 220 del Estatuto de Andalucía es el mismo que artículo 183 del Estatut catalán. La comisión bilateral Gobierno de España – Gobierno de Andalucía igualmente no se reúne desde septiembre de 2011. Tampoco ha sido demandada nunca desde entonces por los sucesivos gobiernos de la Junta de Andalucía, ni de Griñán ni de Díaz.
Es verdad que la etapa Rajoy ha sido una etapa negra en la que se ha tratado de acumular poder en el gobierno central para entregarlo a la Europa neoliberal o al capital que domina la economía global, especulativa o no. Se promulgaban leyes centralizantes enarbolando el patriotismo de bandera para entregar la soberanía de las comunidades autónomas al neoliberalismo europeo capitaneado por Merkel o al capitalismo global representado en el FMI de Lagarde.
La centralización del poder de la etapa Rajoy perseguía ahondar en el expolio de servicios públicos, de rentas de trabajo y de recursos financieros públicos entregando el dinero de la patria al poder del dinero sin patria. Esa es ahora la verdadera y única intención de los patriotas españoles Rivera & Casado.
Los problemas visibles de la ciudadanía andaluza son el paro, la precariedad laboral, la nueva emigración de decenas de miles de jóvenes cualificados y la pobreza extendida, todo ello aderezado con el deterioro galopante de los servicios públicos, desde la sanidad y la educación pasando por los servicios sociales y la dependencia, hasta el transporte público o los problemas ambientales con incidencia en la salud y el territorio. La cuantificación de los indicadores de estos problemas sitúan a Andalucía como uno de los territorios con más desigualdad y desequlibrios de Europa.
Ante esta situación, el gobierno de la Junta de Andalucía se ha conformado durante la etapa Rajoy, al que ha sostenido a través de la posición de la presidenta Díaz contraria a sacarlo de la Moncloa hasta que la sentencia Gürtel lo hizo inevitable, con ser una oficina del gobierno central sin presentar batalla política real para mejorar la vida de las y los andaluces durante todos estos años de calvario.
Más al contrario, el PSOE andaluz y la presidenta Díaz se convirtieron en baluarte defensivo contra las legítimas demandas soberanistas de Catalúña después de que en 2010 el Constitucional liquidara de facto el Estatut que había sido consensuado en el Parlament, aprobado en el Congreso y refrendado por el pueblo catalán.
Sólo en los últimos meses tras lograr un acuerdo de propuesta de financiación con todos los grupos políticos menos Ciudadanos, en el que tuvo mucho que ver Podemos Andalucía, planteó la exigencia de convocar al órgano multilateral Consejo de Política Fiscal y Financiera para abordar un cambio en el modelo de financiación del que Andalucía podría mejorar en 4.500 millones de euros.
Este acuerdo y esta exigencia, con Sánchez en Moncloa y la exconsejera de Hacienda de la Junta, María Jesús Montero, ahora ministra de Hacienda del gobierno de España, ha decaído hasta extremos rotundos. La presidenta Díaz se reunió con el presidente Sánchez y volvió a Andalucia con promesas vagas y unas manos vacía llamadas 500 millones de euros que, en realidad, ya estaban comprometidos desde el Gobierno Rajoy. Miseria para Andalucía a cambio de una subordinación institucional a la que quieren llamar lealtad una y otra vez.
En Moncloa ya no está Rajoy, Sánchez comienza a hablar bilateralmente con Cataluña. ¿Por qué no se exige ya la activación de la Comisión Bilateral que establece nuestro Estatuto? ¿Acaso los problemas de la ciudadanía andaluza son menores que los de la catalana? Infraestructuras pendientes, inversiones pendientes, defensa de intereses del campo andaluz ante Europa y el mundo, legislación estatal que mantiene al mundo del trabajo andaluz en paro, en precario o en la pobreza, infraestructuras energéticas, impuesto al sol y balance neto, recursos ante el TC, déficit de financiación, deuda del la hacienda pública estatal por incumplimiento histórico de la Disposición Adicional Tercera del Estatuto y un largo etcétera de razones para que un gobierno andaluz decida de verdad defender la vida y la felicidad de la ciudadanía andaluza.
Necesitamos un gobierno andaluz que se plantee como objetivo sacarnos de la condición de sirvienta de España, tierra de expolio de capital, recursos humanos y materiales. Para ello debe dejar de ser un departamento del gobierno central al servicio de intereses ajenos y plantar cara políticamente para que Andalucía sea como la que más.

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES