lunes, 10 de junio de 2019

Ha nacido el ‘susanchismo’


Desde que Pedro Sánchez, aún presidente del gobierno en funciones, tras las elecciones generales del 28 de abril y las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, fuese a ver al presidente de Francia, Emmanuel Macron, han proliferado en Ferraz las miasmas del susanismo. Justo antes de reunirse con Macron la tarde del 27 de mayo, la mañana del mismo día, el vencedor Pedro Sánchez se reunía sigilosamente con la expresidenta andaluza, la perdedora Susana Díaz. ¿Coincidencia?

Tranquilizada, y quien sabe si esperanzada la expresidenta andaluza con cuatro palabritas finas del secretario general, éste se fue a su ejecutiva y después a ver a Macron para tratar asuntos europeos. Todo el mismo día. Asuntos europeos de un lado, que tendrán que ver también con una alianza franco-española para que Alemania afloje en materia de austericidio, y asuntos internos para que “los liberales” europeos aprieten a Rivera para que deje pasar a Sánchez como el PSOE dejó pasar a Rajoy. Así se consumaría, una vez más, aquello lampedusiano de que que todo cambie para que todo siga igual.

El susanismo, una mutación degradada del felipismo, en un ambiente favorable, con el PSOE vencedor de las elecciones generales y Sánchez presionado por los poderes verdaderos, ha inoculado un gen regresivo en el sanchismo y así ha nacido el ‘susanchismo’. Desde el 27 de mayo en Ferraz se incuba la nueva forma del rotavirus típico de la gripe del PSOE. El susanchismo es como el susanismo sin folclore españolista (de momento) y con pretenciosas aspiraciones de felipismo.

Durante la primera semana de este mes de junio los síntomas susanchistas en Ferraz son más que evidentes con tendencia a cuidados intensivos. Hasta el mismo Pedro Sánchez pide explícitamente a Casado y Rivera, a PP y Ciudadanos, hasta antier para Sánchez parte del trío de Colón, que sendos o uno lo dejen pasar a la presidencia de la XIII legislatura con sus 123 diputados y diputadas, cinco menos que los del Rajoy de la XII legislatura al que el PSOE susanista dejó pasar a la presidencia cantando el rap de “no dan los números”. Pide eso y afirma, como cuando también antier afirmaba que “somos la izquierda”, que “o gobierno del PSOE o gobierno del PSOE”. Ahí es ná.

Pero los números son los que son. Como lo fueron cuando la época de fulgor susanista. Se comprobó en la moción de censura que sacó a Rajoy de Moncloa hace ahora un año. Así que o Pedro Sánchez llega a presidente entregado a algunas de las derechas del trío de Colón, traicionando bien pronto el “con Rivera no” que le coreaban las bases socialistas la noche del 28 de abril, o acuerda proyecto y gobierno con los más de tres millones setecientos mil “votos inútiles” de Unidas Podemos, según la propia calificación que el PSOE les asignó en campaña electoral, atendiendo al otro cántico que sus bases agitaron la misma noche del 28 de abril: “sí se puede”.

Si el susanchismo cuaja y se extiende, todo habrá cambiado y todo seguirá igual. La derecha española seguirá siendo ultramontana y acabará reunificada por acuerdos propios o por imposición de las urnas. El PSOE será dual como siempre, de izquierdas en campaña y de derechas a las órdenes del capital gobernando las políticas económicas, con sus dosis más o menos fuertes de green o violet washing.

Para que no cuaje, o para que si cuaja sea por el menor tiempo posible no caben las concesiones. La posición firme y cooperativa de Unidas Podemos es el antígeno del susanchismo, por consiguiente el antígeno de que a España llegue el modelo de gobierno reaccionario que el susanismo legó a Andalucía.

Con Ribera No era un con Unidas Podemos Sí. Eso es lo que significan los coros alternativos de las bases socialistas la noche del 28 de abril, la mezcla del no a rivera con el sí se puede. Eso es lo que ha ratificado la encuesta del CIS como la opción mayoritaria preferida del electorado español, un 45% preferimos un gobierno de coalición, a pesar, otras vez, de la artillería mediática para torcer la voluntad popular expresada en las urnas. Sin él, como estamos viendo estos días en las acciones de Pedro Sánchez y su entorno próximo, y como sabemos a ciencia cierta por el pasado del PSOE, cualquier acuerdo de investidura es papel mojado.

Tenemos una oportunidad. Por primera vez en la historia de la democracia española a nivel de gobierno de España, se puede demostrar, como el título del famoso ensayo de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, que el voto verdaderamente útil es el que fue a Unidas Podemos. Nunca como ahora 42 diputados y diputadas, aupadas por el 49,9% de los votos que fueron al PSOE aguantando la pertinaz y severa llamada al voto útil por la amenaza de Vox, fueron tan útiles para gobernar en beneficio de las mayorías en España y por una Europa democrática, ecologista y feminista, alejada de las extremas derechas.

Si Sánchez se empeña en traicionar su ‘voto útil’, los lemas de sus bases y a la casi mitad del electorado español, negando el proyecto de gobierno y la coalición con Unidas Podemos, habrá elecciones y ya no podrá apelar al “somos la izquierda” ni al voto útil ni al miedo a Vox que estará cogobernando y apoyando gobiernos del PP y Ciudadanos. Tampoco tendrá las mismas posibilidades de ganar en las provincias menos pobladas, como ocurrió el 28A, porque la derecha volverá a reconcentrar el voto a la vista de los efectos de su dispersión.

Ha nacido el susanchismo, su éxito fatídico o su halagüeño fracaso depende de la eficacia del antígeno que se prepare. No se ha llegado hasta aquí para sucumbir otra vez al bipartidismo ni para que el gen del felipismo mute una vez más, ahora como susanchismo. Para eso el 15M, el 8M, Stop Desahucios, los pensionistas, las mareas o la Juventud por el Clima, por ejemplo, no han sembrado la esperanza.