lunes, 31 de octubre de 2022

Otra nueva oportunidad de Pedro Sánchez


La cuestión territorial en España es como el dinosaurio del cuento de Augusto Monteroso. Cuando el 15M despertó del no nos representan, del no somos mercancía en manos de banqueros, el dinosaurio seguía allí. Quien quisiera sostenerse con empuje de ruptura con el 78 y su bipartidismo habría de aceptar sin más remedio la plurinacionalidad de España. Hubo de incluirse en el análisis de época la clave territorial junto con el empuje feminista, el ecologismo sin fronteras, la clase obrera, llamada trabajadora con las fábricas en China, estrujada por el capital, y los poderes del estado controlados por el triunvirato del franquismo, la banca alemana y los fondos de inversión residenciados en Wall Street.

Tras la dimisión, por fin, de Carlos Lesmes, ya expresidente del Consejo General del Poder Judicial, el PSOE y el PP rememoraban el bipartidismo para renovar el órgano de gobierno de la judicatura con funcionamiento inconstitucional caducado por casi cuatro años. El acuerdo estaba hecho a falta de fecha y hora para anunciarlo. Entonces un WhatsApp de Isabel Díaz Ayuso,sincronizado con un titular inmundo y una arenga en la radio copera de los santos obispos, lo desbarataron y señalaron que Feijóo rompía también España al pactar con quienes negociaban con ERC reformar el delito de sedición.

El sustituto de Pablo Casado, después de que éste fuese desalojado con urgencia de la presidencia del partido por osar intentar cortarle las alas a Isabel Díaz Ayuso, utilizando un feo asunto de compra masiva de mascarillas, consultó al único apoyo con fuerza real, el presidente andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla. El andaluz le dijo que lo que él viese, vamos, que se quitó de en medio con la bandera andaluza entre las piernas, dejando al gallego más solo que la virgen de la Soledad.

En palabras del gallego el acuerdo bipartidista ha quedado congelado hasta que haya un nuevo PSOE, es decir hasta que el actual gobierno de coalición pierda las elecciones. La forma de la ruptura ha servido para recordar la naturaleza genética anticonstitucional de la derecha española. Feijóo ha caído en el agujero negro de Madrid. El PP seguirá entre el Palacio de Oriente y el Alcázar de Toledo. Un señor de Galicia, que llegó a Madrid bajo los epítetos de moderado y hombre de estado, huele a alcanfor y se achanta para no oler a cadáver en el mismísimo mes que empieza con fiesta de difuntos.

Las posiciones de la prensa madrileña, tanto la progresista, si quiera en apariencia, como la de derechas, siguen condicionando para mal la política en España. Una alianza progresista, federal y plurinacional debería abordar eso y achicar el espacio de influencia de la capital. España no es Madrid. A ver si RTVE asume el reto. Importantes columnistas de medios progresista, incluso de izquierdas, ya preparaban, y empujaban, la posibilidad de un Feijóo que se entendiese con la derecha vasca y catalana, que, como Juan Manuel Morteno Bonilla achicase el espacio de Vox en beneficio de un moderado PP, para que todo volviese a un bipartidismo, ya fuese imperfecto, con una izquierda anti Otan, pacifista, republicana y plurinacional reducida, otra vez, a escombros. Victoria Rosell y Podemos pagaban el pato con el visto bueno de cierta izquierda de cartel. Lástima, era un mal cálculo.

Pedro Sánchez, que como confesó a Jordi Évole, también ha sufrido la amenaza de la terna formada por el franquismo incrustado en el estado, los fondos extranjeros y el poder mediático, vuelve a tener una oportunidad histórica para avanzar democratizando España o quedar al albur de la derecha reaccionaria que ha parado los pies a Núñez Feijóo. Se dan las condiciones para liquidar un delito extemporáneo e inexistente en la UE como el de sedición, y para reformar la ley orgánica del poder judicial para que no pueda existir minoría de bloqueo en la elección de sus miembros.  Europa no tendrá ningún inconveniente, al contrario.

La composición del Congreso emana de los resultados electorales, o sea del pueblo, no hay nada que impida en el articulado de la CE que los diez integrantes del CGPJ de extracción parlamentaria puedan ser elegidos, como propone Podemos, por mayoría reforzada, la mitad mas uno de los votos a propuesta de cinco grupos parlamentarios. Si Pedro Sánchez quisiese, a Feijóo y a Ayuso se les acabaría el cuento de Monterroso con el que han decidido continuar el próximo ciclo electoral, el dinosaurio es Cataluña, la frase España se rompe. El presidente Sánchez puede optar entre más democracia o el continuismo del viejo PSOE con el que se ha vuelto a ver este finde en Sevilla. Los partidos que forman la coalición de gobierno y los que ayudan a su estabilidad representan la España democrática con futuro, la diversa y plurinacional. Nunca lo tuvo Sánchez tan fácil para arrinconar al PP en la ultraderecha.

Publicado en La Voz del Sur y La Última Hora Noticias

jueves, 27 de octubre de 2022

Por Victoria Rosell, jueza en el CGPJ


Si hay un cuerpo del estado en el que los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad para el acceso a la función pública quedan sesgados indefectiblemente por las cuestiones de clase y las cuestiones ideológicas, ese cuerpo es la judicatura.

Cuando uno va al médico, el perfil medio de quien te atiende, tras muchos años de acceso por MIR y de alta precariedad, es mujer, progresista, procedente de una amplia franja de clase trabajadora urbana o rural. Si uno tiene que vérselas con la justicia en cualquiera de sus frentes, el perfil medio de quien ostenta la amplia potestad de decidir es varón, con ideología conservadora tirando a muy conservadora, toques patriarcales y cierta pose de estar por encima del bien y del mal. También hay altas dosis de consanguineidad. Cuanto más alta es la posición en el escalafón judicial, más se agudizan los rasgos del perfil medio.

El perfil personal de Victoria Rosell se parece más al perfil medio de quienes nos atienden en la sanidad pública que al perfil medio de quienes ostentan el poder de aplicar, o mejor interpretar, las leyes que deben ser igual para todas y todos. Victoria Rosell llegó a la política con Podemos, el partido que vino a curar los males incrustados en el régimen del 78. La cura no se ha conseguido, pero ciertas vacunas, y no poco importantes, sí que se han ido poniendo. Rosell es feminista y va en serio con el feminismo, Rosell es de izquierdas y va muy en serio con la defensa de intereses amplios que primen los de quienes están más desfavorecidos.

Quienes hablan de que hay que despolitizar la justicia, los órganos de poder judiciales, en realidad de lo que hablan es de que quieren que sigan siendo órganos compuestos por amplias mayorías reaccionarias. Son las mayorías que ha impuesto el PP con la connivencia del PSOE desde los orígenes del régimen del 78, en el que la justicia franquista quedó incrustada vía sagas familiares, del Opus Dei o de grupos económicos de interés.

Para que España tenga una justicia que se parezca a la ciudadanía media y cuide más, en aplicación de las leyes, los intereses de esa ciudadanía, se necesita que juezas como Victoria Rosell lleguen, no solo a lo más alto de los estamentos jurídicos, también a lo más alto de los gobiernos, por supuesto a lo más alto del los órganos de gobierno de los jueces. Por eso es tan importante que quienes defiende los intereses del 99% de la ciudadanía española, igualdad, justicia, paz, y necesidades educativas, sanitarias, asistenciales y de vida cubiertas, tengan claro que no se puede ceder ante quienes están acostumbrados a hablar de justicia con la boca pequeña.

Hubo una izquierda que en 2016, antes y después de la repetición electoral, cuando el PSOE no quiso asumir los resultados de 2015, propuso dejar pasar Pedro Sánchez y con Ciudadanos. El esfuerzo impugnador del 15M hubiese quedado así al albur de los de siempre. Hubo entre junio de 2019 y noviembre de 2019 quienes desde la izquierda dudaron o abogaron por dejar pasar al PSOE para que gobernase en solitario con el presidente durmiendo a pierna suelta. La fuerza electoral de lo que representaba y representa Podemos hubiese quedado diluida con la aspiración futura de obtener despachos lánguidos adjuntos a los del PSOE. La tenacidad del núcleo dirigente de Podemos con Pablo Iglesias en el liderazgo impidió que la izquierda del 78 se añorase a sí misma, llegando al gobierno y forzándolo, a la vanguardia de Europa, a afrontar las graves y sucesivas crisis recientes con políticas para las mayorías.

Los nombres importan, la elección siempre es una cuestión de nombres, los nombres tiene procedencias, trayectorias, currículums. Quienes pretenden no hablar de nombres tienen una baraja con sus nombres escondida en la manga. Que Podemos haya cerrado filas con el nombre de Victoria Rosell es una gran noticia, que ella esté dispuesta a asumir la alta responsabilidad de ser miembro del CGPJ lo es aún más. La justicia española para avanzar y democratizarse, limitar su espectro reaccionario, necesita nombres como el de Victoria Rosell en su máximo órgano de gobierno. No cedan, Victoria Rosell debe de ser miembro del Consejo General del Poder Judicial porque representa algo muy importante, representa la democracia. Política viene de polis, el lugar de las y los ciudadanos, y como dejó escrito Voltaire, debemos devolverle su viejo significado, en la judicatura también.

Publicado en La Última Hora Noticias y La Voz del Sur

martes, 25 de octubre de 2022

Por un poder andaluz


El coloquio entre Alejandro Rojas Marcos y Juan Manuel Moreno Bonilla con motivo de la presentación del libro de José Luis VillarPor un poder andaluz, sobre la historia del Partido Andalucista, hasta 1984 Partido Socialista de Andalucía, ha dado que hablar. En cuanto termine estas letras salgo a comprarlo.

El personaje político Alejandro Rojas Marcos, dirigente egregio del Andalucismo de partido desde la transición hasta su retirada de la política a finales de 2004, seguirá dando que hablar cada vez que haga una nueva presentación del libro. Elegir, y conseguir sin esfuerzo, que sea el presidente andaluz, heredero de las derechas de UCD y Alianza Popular, que decían “Andaluz, este no es tu referéndum” y pedían la abstención en la campaña del 28F de 1980, el que acompaña la presentación en la Casa de la Alegría, Dar al Farah, de Blas Infante demuestra, interesada o no, una gran visión política por ambas partes.

Las cortes constituyentes de la transición, resultado de las elecciones generales preconstitucionales de junio de 1977, no contaban con ningún diputado andalucista. El PSA de Rojas Marcos concurrió a las mismas en alianza con el PSP de Enrique Tierno Galván y la Federación de Partidos Socialistas. El PSA no obtuvo ningún escaño. Esas cortes preparaban una constitución en la que las únicas nacionalidades con instituciones propias iban a ser Cataluña, Euskadi y Galicia junto con la foralidad Navarra, el resto eran regiones con cierta descentralización administrativa.

En Andalucía se daban por aquel entonces las condiciones culturales y políticas para que un movimiento andalucista transversal se interpusiera en los planes exclusivos para las llamadas nacionalidades históricas. Andalucía era, y es, un pueblo cultural histórico impregnado de acentos y manifestaciones expresivas y simbólicas enraizadas en su historia europea, mediterránea, africana y latinoamericana. Andalucía tenía conciencia de pueblo expoliado y relegado a la subalternidad en el interior de España. Andalucía no solo exportaba mano de obra barata, producción agraria barata y capital ambiental barato, también manifestaciones culturales con fuerte identidad: flamenco, rock andaluz, cantautores, pop andaluz, poesía, teatro y cine, haciendo, por un lado, que la cultura española se identificase con la andaluza en el mundo y, por otro, que la percepción de Andalucía en otros territorios de la península como entidad diferente fuese nítida.

En estas condiciones, el PSA liderado por Alejandro Rojas Marcos, sin representación en el Congreso, tampoco Blas Infante fue nunca diputado, consigue impugnar el acuerdo territorial que relegaba a Andalucía a ser como las demás. Consiguió movilizar el sentimiento andaluz de agravio en favor de una autonomía como las que más. Tanto dentro como fuera de Andalucía, el andalucismo en Cataluña también estuvo a la vanguardia de las demandas de autogobierno para Andalucía. Tal fue la fuerza andalucista popular que obligó al resto de partidos progresistas o de izquierdas, centralistas, a pugnar por situarse al frente de la reivindicación de autonomía para Andalucía. Las grandes movilizaciones populares del 4 de diciembre de 1977 determinan la inclusión en la CE de 1978 del artículo 151. Dos años, dos meses y veinticuatro días después, el 28 de febrero de 1980, en Andalucía suenan las campanas de la historia. Si el PSA y Alejandro Rojas Marcos tienen legado reconocible, es este, haber sido movilizadores indiscutibles e imprescindibles para que Andalucía se convirtiese en pueblo político con instituciones propias. Si eso no es histórico que venga Moreno Bonilla y lo diga. No lo hizo en la presentación de Por un poder andaluz, al contrario, lo reivindicó en un intento de lavado del pecado original de la derecha para con Andalucía.

La trayectoria política de PSA, después PA, tuvo aciertos y errores, algunos muy gordos. Sin más, el progresivo abandono de posiciones de izquierdas, la concentración de los esfuerzos políticos en el occidente andaluz, una forma de centralismo sevillano, no podemos olvidar el canje de la alcaldía de Granada por la de Sevilla tras las primeras elecciones municipales constitucionales de 1979, que lastró irreversiblemente la fuerza del andalucismo en el oriente andaluz, o la última deriva del andalucismo hacia las concejalías de urbanismo cuando su poder ya no era ni siquiera testimonial.

Intuyo que la lectura de la serie de textos de Por un poder andaluz de José Luis Villar va a ser imprescindible para conocer en profundidad el origen, legado y evolución del andalucismo moderno. Si Blas Infante y su legado representa sin duda el andalucismo histórico, el tamiz de la historia moderna del andalucismo deja en Andalucía, nada más y nada, menos que el logro de nuestras instituciones políticas por primera vez en la historia, si no tenemos en cuenta Al-Andalus donde la Europa medieval vivió su primer renacimiento.

Por supuesto yo también hago la crítica al presidente del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, partiendo de que abrazar la bandera andaluza no significa nada si no se defiende la descentralización y desconcentración de poder de Madrid y de Sevilla, si no se lucha contra la colonización y expolio de Andalucía, si no se promueve una actividad empresarial autóctona y respetuosa con nuestro medio y los derechos sociales y de género, si se prefiere los toros y la caza en Canal Sur a la ciencia, la educación y la educación en igualdad, contra el machismo, la homofobia o la xenofobia. Si se bajan impuestos a los ricos y se dilapida la capacidad fiscal propia, haciendo a Andalucía mucho más dependiente de decisiones externas, o sí se usa la bandera para acometer contra el gobierno central solo para defender la patria del capital.

Si la bandera andaluza es algo no es precisamente las políticas que defiende el partido de Moreno Bonilla. Los textos históricos andalucistas desde la Constitución Federal de Antequera de 1883 hasta los de la Asamblea de Ronda en 1918 o la de Córdoba en 1919 son textos claramente progresistas de izquierdas. En cualquier caso el presidente andaluz, por interés electoral, por creérselo o por verse atrapado en el discurso emocional de Alejandro Rojas Marcos, o por todo a la vez en cualquier grado, expresó su andalucismo, recordó que la noche de su gran victoria electoral no salió a celebrarlo con la bandera de España, que era la que le había legado cuatro años antes la última presidenta del PSOE, Susana Díaz, sino con la de Andalucía, se afirmó andalucista y llegó a decir que con mucha probabilidad podría declarar el 4 de diciembre Día de la Bandera de Andalucía. Ojalá así sea y la familia de Manuel José García Caparrós vea satisfechas todas sus demandas.

Tras la presentación, cabe exigirle al presidente andaluz que lleve el andalucismo por bandera y lo demuestre. Que no regale los recursos andaluces a fondos extranjeros, que promueva un cambio de modelo productivo que enraíce población, genere empleo,  liquide las desigualdades de género y territoriales y reduzca el daño ambiental. A lo mejor al exigirle que busque la soberanía de nuestra tierra, política, alimentaria, energética, productiva, algunos se ven desnudos en sus exigencias al comprobar que son los primeros que nunca se aplicaron esa exigencia o que no comprenden el sentido de la existencia de un auténtico pueblo cultural y político andaluz.

Lo importante del gesto del presidente la Junta de Andalucía, es que puede servir para que una parte del empresariado con raíz andaluza tome conciencia de que un andalucismo de derechas le beneficia frente a los intereses de los peces gordos extranjeros de los que son subalternos, muchos con domicilio en la Castellana madrileña, y que una parte de las izquierdas se den cuenta de una vez por todas que las luchas no son solo de clase, de género o ambientales, que también son territoriales, que unos pueblos tienen posiciones privilegiadas de dominio y otros están condenados a la colonización. Aprendamos y espabilemos, por un poder andaluz.

Publicado en La Voz del Sur y La Última Hora

martes, 11 de octubre de 2022

Cataluña se mueve


Desde 2014 la política española está condicionada por dos fuerzas tensoras. La del producto organizado del 15M, Podemos, y la del nacionalismo catalán devenido en independentismo. Sendas fuerzas se alimentaron del malestar creado por la salida neoliberal de la crisis de 2008. El catalanismo además tuvo un acelerante consecuencia de la sentencia del Tribunal Constitucional de julio de 2010, que cercenó el Estatut de 2006, aprobado por las Cortes catalanas, por el Congreso de España y refrendado por el pueblo catalán.

Como en la mecánica de Newton, toda fuerza de acción genera una de reacción. El régimen del 78, configurado políticamente de forma bipartidista con las excepciones vasca y catalana, activó su clave de bóveda monárquica para que cloacas policiales, profundidades judiciales y poderes mediáticos actuasen concertadamente contra los tensores que ponían en un brete los incumplimientos de la constitución del 78. El “es muy burdo, pero voy con ello” de 2016 está tan unido al discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017, como la reforma del artículo 135 de la CE de 2011 lo está a la aplicación del 155. Ciudadanos es consecuencia de Podemos y Vox del procés. El primero amortizado, el segundo vive al amparo de neofascismos que crecen en el mundo aprovechando la incertidumbre del futuro envuelta en tambores de guerra.

El PSOE y el PSC se alinearon en los momentos más críticos con las fuerzas reactivas. Lo siguen haciendo cuando se trata de indagar la monarquía o las cloacas. Yolanda Díaz, señalada para ser líder del espacio de cambio, todavía Unidas Podemos, da por amortizados los partidos que lo constituyen echando tierra sobre el brillo de los logros en el gobierno. Ningunear la organicidad que ha logrado las mayores conquistas sociales, laborales, feministas, ecologistas y en derechos para los animales en los últimos tres decenios, incluidas las de su ministerio, resulta extravagante viendo la persistencia de las fuerzas reactivas atacantes de la democracia.

La salida de Junts del gobierno catalán tras el referéndum a las bases convergentes es el final de procés, lo ha dicho Jordi Sánchez. Se pone fin a la alianza independentista transversal. La parte ganadora de Junts deposita su esperanza en el rápido deterioro del gobierno de ERC, con una minoría parlamentaria precaria, y en que Feijóo y Vox sumen en las generales del próximo año para reforzar su argumento de que como España no tiene solución, no hay más solución que irse de España. Son hipótesis inerciales e instintivas. ERC, lo ha dicho Oriol Junqueras, puede gobernar prorrogando los presupuestos sin entregarse al PSC y manteniendo la tensión con el PSOE. Reducida en el escenario la unilateralidad, ni siquiera un gobierno de Feijóo ahondaría en la confrontación política con Cataluña.

La ruptura del bloque independentista en Cataluña deja a ERC las manos libres para negociar con el gobierno de España y con el PSOE de Pedro Sánchez. ERC puede gobernar por la izquierda sin la bola de la derecha catalana atada al tobillo. A su vez, Pedro Sánchez tiene otra oportunidad de oro para plantear una salida democrática que rompa con la historia penal reciente del independentismo catalán, y afronte una solución territorial que pase por el derecho a decidir en Cataluña. Pero Sánchez nunca ha actuado con iniciativa propia, ni en materia de derechos y políticas de redistribución, ni en materia territorial, siempre lo ha hecho forzado por los acontecimientos o la correlación de fuerzas.

La historia reciente nos dice que para ERC las únicas fuerzas fiables son Podemos en el estado, Los Comunes en Cataluña, junto con las nacionalistas vascas, PNV y Bildu. Para que ERC pueda avanzar en su estrategia de ampliar sus espectro electoral, necesita fiabilidad en sus alianzas tácticas y estratégicas fuera y dentro de Cataluña. Dentro con Los Comunes, fuera con los partidos vascos y con un Podemos, que para aguantar y crecer necesita como el agua ampliar su estrategia de bloque de dirección de estado a otros territorios autonómicos. El único camino para forzar al PSOE a trabajar en la izquierda es articular un proyecto político de estado federal/confederal claramente visible. El gran espacio federalista por ocupar está en Andalucía.

En Andalucía abrazar la bandera del andalucismo para ponerla al servicio de los intereses del pueblo andaluz y utilizarla de fuerza activa contra la reacción centralista monárquica debería ser un a prioridad. Quien está usando de manera decidida la bandera de Andalucía es el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, para regalarla a intereses afincados en el Madrid de Isabel Díaz Ayuso.

Vienen las municipales. Mirar la loseta que pisamos como si lo que ocurre en ella no estuviese determinado por lo que ocurre en el mundo, o eludir dar la cara esperando la belleza por venir en campos de margaritas son actitudes de poco vuelo. Nunca se debe dejar de pensar en grande. Las municipales son una oportunidad para ampliar el espacio de reconocimiento de las conquistas echas en el gobierno y construir en cada comunidad autónoma proyectos cooperativos con un modelo federal/confederal en la cabeza. Es la manera de reforzar para el futuro el bloque histórico de dirección de estado que defienda la democracia.

Publicado en La Última Hora y La Voz del Sur