martes, 19 de diciembre de 2023

La unidad como cárcel

Podemos pasa página. El debate de la unidad es una trampa. La España democrática, si es, es diversa y plurinacional, lo demás es un constructo centralista para dibujar en el BOE las conducciones de extracción de capital y las turbinas de bombeo al IBEX 35. El constructo en ocasiones tiene que negociar con los agentes de las burguesías vasca y catalana para derramar gotas de BOE sobre Euskadi y Cataluña. Lo hizo Aznar en el Majestic y lo hace Sánchez ahora. Pasta el primero y amnistía el segundo. Se intensificará el debate de la pasta. Por ahí quieren ir PSOE y la alianza manifiesta entre PNV y Junts. La demanda financiera soberanista chocará con la desigualdad estructural entre territorios. Reconocer esa desigualdad estructural y trabajar para erradicarla es básico para evitar que el choque construya un nuevo “a por ellos”.

La trampa de la unidad es una trampa de agón. Un juego de agón es a muerte. La izquierda española con raíz en el PCE es experta en el juego agónico de la unidad. La unidad es una palabra bonita. Quien rompe paga. Solo la justifica la ley D´Hont. Toda visión estratégica que se aleje del conformismo con el régimen del 78, es anulada mediante el juego agónico de la unidad. Te metes en la negociación con el anhelo de una unidad justa y democrática y acabas, como en Andalucía y después para las generales del 23J, al borde del precipicio. En ese instante la elección es el suicidio o las condiciones impuestas.

Podemos tenía muy difícil zafarse del debate sobre la obligada unidad de la izquierda. La torpeza táctica del grupo dirigente de Sumar, actuando como carcelero, ha facilitado la fuga temprana al grupo mixto. Explicar al electorado, con costumbre de voto útil, que la unidad no es un fin en sí mismo, que el para qué y el cómo son determinantes, era un harakiri. Cargar con la culpa de no contribuir con la unidad a parar a la ultraderecha era plomo en las alas. Además, asumir, antes del 23J, un rosario de deserciones epistolares a la búsqueda de apartamento en la calle Sumar.

Tras la liberación de Podemos, es imprescindible desconectarse del debate de la unidad para pasar al de una alianza estratégica que de continuidad al bloque plurinacional de dirección de estado; el que en la pasada legislatura forzó a Pedro Sánchez a ser un poco de izquierdas. Esa alianza plurinacional puede coordinarse, como lo hacen del lado de la derecha PNV y Junts, para hacer valer la fuerza de sus diecinueve votos en el congreso, los que suman BNG, Podemos, EH Bildu y ERC.

Además, en determinados temas relacionados con la profundización democrática, el bloque plurinacional podría añadir al PNV y Junts hasta alcanzar los treinta y uno. La legislatura se adentra en la amnistía y debates territoriales que encontrarán la oposición más feroz en la judicatura y los medios de comunicación. No debería ser extraño pedir a PNV y Junts que cooperen con el bloque plurinacional de izquierdas, para forzar al PSOE a lo que no quiere hacer para mantener la substancia del bipartidismo del 78. Renovar el CGPJ sin necesidad de entregarse al PP, democratizar RTVE para que sus enfoques y contenidos salgan de la carcundia españolista, liquidar la ley mordaza, abrir el melón de la de secretos oficiales o afrontar la democratización de las actuaciones de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Por ejemplo.

La unidad es una cárcel. La alianza estratégica plurinacional con horizonte republicano confederal, un camino de liberación que se hace al andar. Antes de las elecciones europeas, vendrán las gallegas y las vascas. Tal vez pueda explorarse, en beneficio del común, algún tipo de relación sinérgica entre la izquierda de estado plurinacional no subalterna del PSOE y las izquierdas soberanistas. Sería un paso en el camino.

Publicado en Diario Red

viernes, 8 de diciembre de 2023

CaixaBank en Andalucía

Imagina que vives en Santander, Bilbao, Barcelona o Madrid. Sales a la calle, vas al supermercado, pasas al lado de una oficina bancaria, miras, y es el Banco de Andalucía. Imposible, ¿verdad? Pues eso pero al revés es lo que pasa en Andalucía, miras, ves y es CaixaBank. El tejido financiero propio y las cajas de ahorro, salvo Unicaja y las rurales, se ha desmantelado en un proceso de fusión y concentración bancaria que ha llevado el capital de origen andaluz a ser manejado por poderes externos. Es solo un ejemplo de la función de Andalucía como colonia interior. La comunidad que por población y territorio podría ser el país dieciséis de la UE, es un territorio sometido a expolio, de capital humano, ambiental y financiero.

Mientras un porcentaje alto de la clase trabajadora, la clase acomodada, la clase empresarial y agraria, y la clase alta enarbola en Andalucía la bandera rojigualda, adiestrada por el “a por ellos” monárquico, judicial y mediático, su cuenta bancaria está en CaixaBank, Banco Santander, BBVA o Sabadell. Da risa. Bancos con domicilio social fuera de Andalucía. Esto es solo un ejemplo paradigmático de para qué quieren Andalucía los dos partidos de régimen, PSOE y PP, en alianzas ocasionales con PNV o el mundo convergente catalán. Pasa con todas las grandes empresas constructoras, de seguros, de telefonía, de alimentación, hoteleras, turísticas, energéticas o grandes superficies comerciales. En un ranking de las diez primeras por volumen de negocio, solo Unicaja tiene sede social en Andalucía.

Es la razón económica de la desigualdad estructural que sufre Andalucía respecto de otros territorios del estado, principalmente de Madrid, Cataluña y Euskadi. Todos los indicadores sociales muestran a Andalucía en último o penúltimo lugar. Paro, tasa AROPE de pobreza, pobreza infantil, paro juvenil, desigualdad económica, barrios pobres o PIB per cápita arrojan una escala desoladora. Por eso es completamente aberrante que en el parlamento catalán los partidos soberanistas aprueben una demanda de deuda histórica del estado con Cataluña cuantificada en más de 450.000 millones de euros desde los años ochenta. ¿Cuánto se le debe a Andalucía desde que el franquismo decidió poner la SEAT en Martorell? La izquierda plurinacional y soberanista debe salir de ese debate. El internacionalismo no es la ignorancia de la existencia de pueblos políticos, es una llamada a la solidaridad y al pacto entre ellos para evitar que unos sean explotados por otros.

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla del Partido Popular, en lugar de trabajar para ganar soberanía financiera, soberanía industrial, soberanía energética y alimentaria, soberanía política sobre un territorio enorme incomunicado por ferrocarril, se dedica a utilizar la verdiblanca contra otros pueblos de España. Al tiempo reclama igualdad entre “todos los españoles”, la consiente y la potencia en Andalucía.

Moreno Bonilla con traje de niño güeno tiene abandonada la enseñanza pública y la universidad, traspasando unidades a la concertada y creando universidades privadas en manos de intolerancia religiosa o de capital neoliberal. Tiene en estado de absoluta precariedad al Personal Técnico de Integración Social en los centros educativos, destruye y externaliza el sistema sanitario, las listas de espera son de muerte. Engorda de personal partidista todas las instituciones que ha ganado democráticamente. Concentra el poder de decisión en la capital para canalizar el flujo de recursos extraídos de toda Andalucía hacia empresas radicadas fuera de Andalucía. Esto es lo que da pie a que desde otras comunidades autónomas digan que son las que más trabajan y las que más contribuyen al estado. Falso, el negocio extractivo realizado en Andalucía se imputa en forma de PIB, de IAE o de IVA en otros territorios.

El presidente andaluz enarbola la verdiblanca para darle contenido bélico contra las demandas soberanistas de otros pueblos. Instiga contra la ley de amnistía mientras su consejo de gobierno es incapaz de abordar la industrialización de Andalucía, el desarrollo de la agroecología, la investigación y desarrollo tecnológico de las energías renovables, la industria sanitaria, la industria cultural, la articulación del territorio por ferrocarril, la federalización política del poder institucional o la creación de una banca andaluza capaz de inundar otros territorios, como hace CaixaBank.

Este próximo 4 de diciembre, conmemoramos el cuarenta y seis aniversario del 4D de 1977. El día en que el pueblo cultural andaluz se constituye en la calle como pueblo político. Ese es el mayor legado de la generación de la transición. Hagamos memoria y utilicémosla para defender siempre los intereses de Andalucía.

Publicado en Diario Red