miércoles, 16 de octubre de 2024

Antonio Maíllo en La Vanguardia

 Antonio Maíllo y Yolanda Díaz.

En periódico La Vanguardia, el catorce de este mes, el coordinador general de Izquierda Unida desde hace cinco meses, Antonio Maíllo, afirma que “quien no quiera unificar la izquierda, que lo diga. Que se retrate”. La afirmación es el titular. El entrevistador, Asier Martiarena, remacha que Maillo celebra la corrección del rumbo por parte de Sumar tras los resultados de las elecciones europeas del 9-J, pero apela a un reagrupamiento del espacio con “todos dentro”.

Si algo debe caracterizar a la izquierda en sus decisiones tácticas y estratégicas es el ejercicio de la memoria. Sin memoria es imposible no caer en las mismas trampas, en las mismas angustias, en las mismas traiciones, en los mismos desencantos. No dedica Antonio Maíllo ni un solo segundo a reconocer de forma meridiana que fueron IU, PCE y sectores de la coalición y el partido vinculados a CC. OO. quienes impulsaron y cooperaron con la gran mentira de la unidad de la izquierda que ha supuesto Sumar. La estrategia fallida de aniquilación de Podemos y, consiguientemente, de la unidad construida en forma de Unidas Podemos, la destapé en noviembre de 2022 en un artículo con el título Las fotos de Yolanda Díaz y los números del CIS.

La actual vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, junto con el presidente Pedro Sánchez, decidieron reducir Podemos a cenizas. La idea era volver a la situación anterior al 15M de 2011, un PSOE que habla con la mano izquierda y gobierna con la derecha, manteniendo a su izquierda una docilidad militante de biblia comunista, a cambio de alguna que otra prebenda que justifique la colusión contra los intereses de la clase trabajadora.

La idea era muy buena, engañó a mucha gente inocente. Se trataba de destruir la hegemonía política y estratégica de Podemos, entregando Cataluña a Los Comunes bajo el dominio de cuadros de la vieja Iniciativa per Catalunya Verds, el País Valencià a Compromís, Madrid a Más Madrid y Andalucía al PCE bajo la forma de IU. El resto de fuerzas territorializadas que vistieron el santo eran meras comparsas para ocupar el espacio que Podemos tenía en sus territorios. El enemigo de toda esa izquierda de cortos vuelos era Podemos, justo quien la llevó al gobierno de España.

No estamos en tiempo electoral para estar todo el día con la monserga de la unidad. La izquierda que quiere representar el actual coordinador general de IU habría de hacer un ejercicio de constricción. Lo primero es pedir perdón por el daño hecho. Lo demuestra el entreguismo de Sumar y sus ministerios, incluido el de IU, a la farsa de “izquierdas” que es el gobierno de España desde que expulsaron a Podemos.

 Conviene recordar que fue en Andalucía, en coherencia con el reparto territorial planificado por las torpes cabezas de Sumar, donde en las elecciones autonómicas de 2022 se inició la estrategia de demolición de Podemos a las órdenes de Sánchez y Díaz. Así que debería ser desde aquí para todo el Estado, donde Antonio Maíllo reconociese en público la contribución de IU al daño a la izquierda transformadora. Que se retrate primero, que ya vendrán tiempos electorales cuando hayan de venir.

Publicado en LA VOZ DEL SUR

martes, 15 de octubre de 2024

Alberto Garzón en el Palacio Real

Alberto Garzón durante el besamanos. 12 de Octubre 2024

No es una anécdota ni un hecho aislado. No es la manera de despechar las críticas de su propia organización que le obligaron a retractarse de trabajar para el consulting dirigido por el exministro, ex vicesecretario general y ex responsable de organización del PSOE, Pepe Blanco. Alberto Garzón acudiendo, sin necesidad, al besamos borbónico por invitación de la Casa Real, es la representación simbólica de la izquierda que domesticó el régimen del 78.

El pacto de la transición del franquismo a la democracia, aceptado por el PCE y, por supuesto, por el PSOE, suponía la interiorización en la izquierda de tres cuestiones de fondo. La aceptación de la monarquía borbónica reinstalada por el dictador como clave de bóveda del todo atado y bien atado. La aceptación de que la crisis económica de régimen, agravada por la primera crisis del petróleo, la pagase la clase trabajadora. Y, tercero, la aceptación de que la estructura territorial del estado sería la compuesta por las tres nacionalidades cuyos estatutos habían sido aprobado antes del golpe de estado de julio de 1936, Galicia, País Vasco y Cataluña, la comunidad foral de Navarra, quedando relegados el resto de territorios a meras estructuras administrativas, sin capacidad política, dirigidas desde el centralismo gubernamental.

De esas tres vigas maestras del pacto de la transición, la única que se rompe es la territorial. La rompe Andalucía el 4 de diciembre de 1977. Ese día el pueblo cultural andaluz sale masivamente a la calle para constituirse como pueblo político. Fuerza el artículo 151 de la CE, que los padres de la constitución redactan de manera infame, imponiendo unas condiciones de referéndum para que fuese imposible que Andalucía obtuviera el reconocimiento de nacionalidad histórica. La infamia es desbordada en las urnas andaluzas el 28 de febrero de 1980. En el proceso autonómico andaluz, tanto el PSOE como el PCE fueron siempre a rebufo del andalucismo político, liderado entonces por el PSA.

Alberto Garzón en el besamos del Palacio Real representa a la izquierda de una España que es una ficción hecha realidad a fuerza de absolutismo, centralismo y represión territorial. Una España Real que no es la España real. El bipartidismo de régimen que alimenta el ex coordinador general de IU, de regreso en forma de nuevas corruptelas, se ha fortalecido con el apoyo, ora a unos ora a otros, del PNV y la derecha política catalana, y con una izquierda preocupada en exclusiva por su reproducción y supervivencia electoral. Una izquierda regresada, tras el fracaso de Sumar, a la cantinela extemporánea de la unidad.

Salvo que la corrupción sistémica del régimen del 78, representada por la monarquía  y, en esta fase, por  Isabel Díaz Ayuso y su mundo y por el mundo del exministro y ex secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, provoque un anticipo electoral, parece que hay margen temporal para que, sin urgencias tácticas, se aborde un proyecto político que vincule la realidad de la diversidad política, cultural y territorial, con los avances republicanos y democráticos hurtados a los pueblos del estado español en la transición. Desde luego, para un proyecto así, no cabe la hegemonía de una izquierda como la que simboliza Alberto Garzón en el besamos del Palacio Real.

Publicado en Diario Red