martes, 31 de diciembre de 2024

El niño del coro

Ambiente flamenco en Santiago este sábado.

Os voy a contar porqué me hace mucha ilusión publicar de vez en cuando en la sección de opinión de lavozdelsur.es. Este medio digital tiene sus raíces más profundas en Jerez de la Frontera, donde nació. Yo viví varios años en Jerez de la Frontera, justo los últimos años de colegio y los primeros de instituto. Se dice que uno es de donde estudia el bachillerato. Ahora sería la secundaria. Entre unas cosas y otras tengo mi corazón partío y repartío por toda Andalucía, pero en Jerez tengo el bachillerato.

Nací en Granada, mis padres se conocieron en el Albayzín, soy de Granada. Todas las navidades pongo en casa villancicos flamencos. Los que más pongo son los villancicos que canta Jerez. Jerez de la Frontera. Afortunadamente por razones de trabajo, cuando yo era un niño, mi familia recaló en ese pueblo auténtico que lleva en sus genes la esencia cultural mestiza de Andalucía. Esencia que Jerez siente, conserva y promueve gracias a la fuerza expresiva del pueblo gitano andaluz.

Hice octavo de EGB en el colegio público Carmen Benitez. En Jerez lo saben, pero para quien no lo sepa les diré que el colegio estaba en el corazón del barrio de Santiago. No es bueno comparar porque Andalucía es la matria del flamenco, pero es justo decir que Santiago, y Jerez entero, en cuestión de flamenquería gitana, está fuera de concurso. El antiguo BUP lo hice en el Padre Luis Coloma, el COU y Químicas en Granada.

En ese edificio neoclásico de principios del siglo XX, el Carmen Benitez, y en ese barrio jerezano habitado por familias gitanas, el niño que era no era consciente de que estaba construyendo una identidad que, años después ya en Granada, se le revelaría como propia al volver a visitar la casa del flamenco que estaba en su memoria.

Fue en Santiago, vivíamos en la calle Juan de Torres, donde mi madre me preguntó imperativa que qué iba a estudiar. Un negado para la música, no digamos ya para el cante, como yo era, ya se sabía por entonces de memoria la tabla periódica de los elementos. Le dije que química. Mi padre al lado se quedó ojiplático pidiéndole a mi madre que me preguntará que a dónde iba yo a ir con eso en Andalucía. Años después cuando me acuerdo de ese hecho anecdótico pongo en casa el tema Química de Diego Carrasco. Disfruto con su ritmazo, soniquete y compás santiaguero, recreando aquella escena en la cocina de casa.

También fue en Santiago, en el colegio público Carmen Benítez donde me echaron del coro. Un maestro de música retaquillo y pelirrojo preparaba el coro del colegio para la gira navideña. El coro del Carmen Benitez no tenía rival. Me apunté al coro, como me apunté al baloncesto o a escribir redacciones. Llevábamos tres días de ensayos cuando Don Carmelo, nos ordenó y dijo: hoy vamos a hacer una pruebas de sonido. Vamos a empezar cantando esto, no me acuerdo el tema, cuando yo baje la mano, todo el mundo se calla ipso facto.

Y así a la tercera vez me quedé solo. El maestro, aún vivía el dictador, no se andó con miramientos. Me miró fijamente y me dijo: vete de aquí y no vuelvas más. No recuerdo frustración alguna. Llegué a mi casa y en la misma cocina en que le dije a mi madre que iba a estudiar química le conté lo sucedido. Mi madre, que me conocía como si me hubiese parido, me dijo: ¿que te han echao del coro? Normal, tu dedícate a otra cosa que tienes el mismo oído que tu padre. Ahí terminó el disgusto.

Muchos años después, recuerdo estas anécdotas y otras, las recuerdo con más emoción cuando escucho los villancicos que Jerez ha llevado al altar de la historia de Andalucía. Las recuerdo escuchando las maravillas que hace Luis de Perikín con su gente en Así canta Jerez por Navidad y pienso, con alegría, que, en ese coro de Santiago, quién sabe, podían estar La Macanita o José Mercé, y que yo, claro, como dijo acertadamente mi madre, no estaba hecho para destrozar la belleza flamenca y gitana del coro de voces de Santiago.

Publicado en La Voz del Sur

domingo, 29 de diciembre de 2024

Aterrizaje turbulento en 2025

 Foto: Dani Gago

Acaba 2024, el año en que occidente ha consolidado el régimen de guerra. El régimen de guerra es el artificio con el que la política imperial de los EEUU hace frente al “peligro” chino. Durante el primer cuarto del siglo XXI China se ha consolidado como la gran potencia de la economía real. Para ello no ha necesitado un ejercito imperial. La capacidad tecnológica y productiva del gigante asiático es imparable. Al capitalismo de los BRICS no lo han parado ni los EEUU de Joe Biden ni lo van a parar los EEUU de Donald Trump.

El régimen de guerra trata de dominar la mente de las poblaciones con gobiernos sometidos a los intereses de los capitalistas estadounidenses. Como ha expresado mejor que nadie Javier Miley, la batalla cultural es clave. Al tiempo, dando una nueva vuelta de tuerca camino de la destrucción de lo que queda de estado social en la UE, y en otros países con elites alineadas con la Sexta Flota, sustenta el crecimiento económico sobre el aumento del gasto militar. Lo que se llama keynesianismo militar pero con cargo al adelgazamiento de políticas sociales, sanitarias y educativas. El fuerte déficit de los EEUU está anclado a la economía de guerra.

Los limites de los modelos productivistas, tanto del capitalismo neoliberal como del modelo estatal Chino son ecológicos y sociales. El crecimiento se basa en la apropiación del tiempo geológico, extractivismo, del tiempo de trabajo, explotación, y del tiempo de las mujeres, reproducción social. El régimen de guerra es una nueva huida hacia delante del capitalismo occidental en su modo neoliberal. Al régimen de guerra no solo le estorba la democracia, le estorba toda función del estado que no tenga que ver con la coerción. Los ricos occidentales, tipo Elon Musk, lo quieren todo todo el tiempo.

El neoliberalismo es un producto evolutivo del capitalismo que ha conseguido extirpar la capacidad de los estados de definir las políticas monetarias y económicas. Ha logrado el consentimiento de sectores muy amplios de población, que es víctima, mediante la batalla cultural dada en un ejército de medios de comunicación de su propiedad. Así ha revelado los límites de la democracia liberal (burguesa). Ante el choque del crecimiento permanente contra los límites planetarios –escasez de materias primas y crisis biofísica planetaria–, y para evitar la acumulación de conflictos capital/trabajo, huyó hacia la economía especulativa financiera y entregó la fábrica a China.  Así engendró la crisis de 2008. Ahora huye con la economía de guerra en un intento desesperado de retorno al control total de recursos, producción y mercados mundiales. Eso es la guerra proxy de Ucrania y el belicismo genocida de Israel en Oriente Medio.

Alineada con el discurso trumpista, la ultraderecha crece camino de sustituir a los partidos conservadores. Todo movimiento de resistencia a la ultraderecha que no se oponga al régimen de guerra está condenado al fracaso. La ultraderecha italiana y húngara acaban de asaltar, tras las elecciones europeas, el muro del convenio entre la socialdemocracia liberal y el conservadurismo surgido después de la segunda guerra mundial. La Comisión Europea, dirigida por la alemana Ursula Von der Leyen, ha integrado el fascismo en su equipo directivo con la connivencia de lo que queda de socialdemocracia liberal, a cuyo frente está el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Enmanuel Macron se despeña en Francia, el gobierno de Olaf Scholz está descompuesto en Alemania. Fuera de la Unión, el laborismo inglés, entregado al otanismo y la bolsa de Wall Street, gobierna de milagro gracias al sistema electoral del Reino Unido. Entregada al pasado de la democracia liberal europea, cómplice de la destrucción de lo que se ha venido llamando estado del bienestar, la socialdemocracia se precipita en la fractura entre lo que dice y lo que hace. El PSOE español no es menos partícipe del alineamiento con el régimen de guerra. Si aguanta es por el legado de la coalición con Unidas Podemos en la pasada legislatura y por el soporte in extremis de la España periférica y el feminismo que resistieron las embestidas del PP y Vox en las elecciones del 23J de 2023.

Con esta coyuntura aterrizamos en 2025. La incertidumbre sobre lo que quiere hacer o podrá hacer el gobierno de Donal Trump está viva. Ha prometido acabar con la guerra de Ucrania. El nuevo presidente del imperio quiere hacer negocios al tiempo que dejar a las elites políticas y económicas europeas a los pies de los misiles rusos y los coches chinos. Los pueblos europeos son víctimas del régimen de guerra y de la actuación de sus elites políticas como capataces para defender los intereses del capital americano. No es casual que el actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sea el expresidente de Holanda (Países Bajos), un paraíso fiscal intra europeo para fondos buitre con oficina en Wall Street. Un tipo que en la crisis de 2008 llamaba PIGS (cerdos) a Portugal, Irlanda, Grecia y España, pide ahora, en crudo sin sutilezas, cambiar políticas sociales y jubilaciones decentes por inversión en guerra.

Muy pocos focos de resistencia política existen en al Unión Europea capaces de confrontar con el régimen de guerra. En Francia, la Francia Insumisa, en España, Podemos y los soberanismos de izquierdas gallego, vasco, y catalán. Todo movimiento de resistencia a la ultraderecha que no se oponga al régimen de guerra está condenado al fracaso. Con presupuestos o sin presupuestos, no habrá elecciones en 2025, ni PSOE, ni PNV, ni Junts se lo pueden permitir. El riesgo de una mayoría absoluta PP/Vox es manifiesto.

Mientras llega la sentencia del Constitucional que obligue a los jueces a aplicar la ley de amnistía, el partido de los jueces está haciendo el principal trabajo de desgaste de Pedro Sánchez. La alta judicatura rompió los límites del estado de derecho actuando contra Podemos y el independentismo. Con ese entrenamiento en el golpismo de baja intensidad, hay jueces que se sienten impunes para seguir levantando el brazo derecho contra la democracia. El “pacto de estado” para la renovación del CGPJ entre el PSOE y el PP funcionará como rémora antidemocrática en los años venideros.

El PP, Junts y PNV se coordinan para empujar políticas fiscales y económicas de derechas que permitan mantener el pacto entre elites sobre el que ha girado el bipartidismo de régimen. Pero en tanto Vox esté por encima del diez por ciento y Ayuso domine Madrid DF, con Trump como presidente de los EEUU, esto no será fácil. No parece por tanto que la estrategia de aproximación vaya a servir a PNV y Junts para ser futuros pilares periféricos de un gobierno del PP, aunque ahora sirva para sus pataletas de negociación con Sánchez o de ataque a Podemos por no plegarse a lo que ellos digan. Por su parte, el PSOE se aferra a su papel de soporte espiritual de la monarquía parlamentaria. Ese papel ya es el de un farsante, por eso insiste en autodenominarse de izquierdas. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Todo movimiento de resistencia a la ultraderecha que no se oponga al régimen de guerra está condenado al fracaso. Por eso no cabe defender el malmenorismo para vivir doblegado al PSOE. Todo soberanismo que no se sitúe en el marco de la geopolítca mundial tendrá un campo de actuación limitado y un horizonte poco halagüeño. En España, un país complejo y diverso, toda estrategia política que no reconozca e integre a las distintas identidades territoriales que definen a pueblos culturales y políticos trabajará, aún sin quererlo, para el régimen de guerra. Si, como dice Iván Redondo, la derecha solo gobernará articulando una España Plural, y la izquierda articulando un proyecto plurinacional, para lo primero el impedimento es Vox, y para lo segundo el estorbo lo representa la farsa del PSOE.

Publicado en Diario Red

 

 

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Elogio del pueblo andaluz

Estudiantes palestinos se solidarizan con el pueblo andaluz en la manifestación del 4 de diciembre de 1977 en Sevilla.

Una mañana de agosto, hace unos años, sentado en la cocina de mi suegra con mi portátil, ella se asoma a la ventana y dice “vaya taró que hace hoy”. Ojiplático la curiosidad me llevó a Google. Taró, palabra de origen fenicio que define una niebla espesa proveniente del mar que no acaba de levantar durante el día. Tres mil años de historia hablaban se expresaban en una cocina almeriense.

La cultura andaluza, cuyo idioma habla con una impecable diversidad de acentos, es una aleación que contiene componentes históricos de todo el arco mediterráneo desde Sidón hasta Tartesos, pasando por Grecia, Roma, el mundo árabe, el norte africano, la negritud, el pueblo gitano y, como en el flamenco, a modo de los cantes de ida y vuelta, los pueblos latinoamericanos.

El pueblo cultural histórico andaluz existe sin necesidad de traductores al idioma castellano. Un pueblo autorreconocido y reconocible universalmente por sus formas expresivas, a cuya vanguardia están el flamenco y la huella cultural de Al-Andalus, así como por habitar el lugar en el que se dio el primer renacimiento europeo, sin el cual Europa no sería, en la historia del pensamiento y la ciencia, lo que es.

El 4 de diciembre es el Día Nacional de Andalucía, el día del pueblo andaluz. Ese día, un luminosos domingo de 1977, dos millones de andaluces y andaluzas salimos a las calles de las capitales de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla, también de Madrid, Bilbao y, sobre todo, de Barcelona –más de doscientas mil almas de la diáspora de la emigración en Cataluña–, bajo el lema  “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía.” No fue una manifestación más. Fue el día en el que pueblo cultural andaluz se constituyó como pueblo político. La incipiente España plurinacional renacía tras la dictadura franquista.

Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, a petición de Alejandro Rojas Marcos, líder histórico de andalucismo de la transición, declaró el 4D como Día de la Bandera de Andalucía. No es poco, frente a la farsa andalucista del PSOE que ha gobernado durante cuarenta años Andalucía sin reconocer ese día como el día más importante de nuestra historia política.

El Día de la Bandera de Andalucía no celebramos “el día en el que el pueblo andaluz, por encima de ideas e ideologías, se unió en la calle para reclamar autonomía e igualdad”, como afirma el presidente andaluz. El 4D celebramos el día en que nos constituimos como pueblo político, reclamando que queríamos ser como el que más. El 4D el andalucismo de izquierdas de la transición, asumido mayoritariamente por un pueblo andaluz oprimido y condenado a una economía de supervivencia y emigración, obtiene su más importante logro. Celebrar los logros es mantener viva la esperanza.

El pacto de las elites de la transición cuya forma visible fueron los pactos de la Moncloa, firmados el 15 de octubre de 1977, mes y medio antes de que el pueblo andaluz desbordara las calles, tenía tres elementos centrales. La monarquía sería la forma constitucional indiscutible, el soporte para que todo cambiase pero todo siguiese igual. La crisis del momento, alimentada por la primera crisis ecosistémica capitalista, la crisis del petróleo de 1973, se cargaría a las espaldas de la clase trabajadora. Y tres, la territorialidad del estado, que se iba a escribir negro sobre blanco en la CE de 1978, estaría formada por tres nacionalidades, a las que se les llamaba históricas (Galicia, Euskadi y Cataluña), y el resto serían regiones administrativas para la gestión descentralizada de las competencias del estado.

De las tres condiciones del acuerdo entre elites para la transición de la dictadura a la democracia, dos se cumplen. La tercera la rompe el pueblo andaluz el 4 de diciembre de 1977 primero reclamando ser como la que más, y después, ejerciendo el derecho a decidir, consecuencia de ese momento histórico, el 28 de febrero de 1980 en las urnas.

El pueblo andaluz merece el elogio del resto de pueblos del estado que pudieron lograr después una capacidad de autogobierno como la del pueblo andaluz, gracias a que nuestra fuerza política rompió uno de los candados que impuso el régimen franquista en la transición, un candado centralista que dejaba sin soberanía política a todo el estado menos a Galicia, País Vasco y Cataluña.

Vivimos tiempos en los que la derecha Española que gobierna Andalucía intenta resignificar al andalucismo como un apéndice de nacionalismo españolista afincado en Madrid. La operación intenta adormecer el carácter reivindicativo del pueblo andaluz en interés propio y, a un tiempo, instigarlo con el “a por ellos” para usarlo como ariete contra los intereses de otros pueblos.

Por eso, la construcción del andalucismo para el siglo XXI debe ser una prioridad absoluta de la izquierda andaluza, por eso celebramos hoy el gran logro de las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977, porque celebrar los logros es avivar la esperanza para que tres mil años de historia cultural sigan hablando orgullosos en las cocinas de nuestras madres.

Publicado en La Voz del Sur

domingo, 1 de diciembre de 2024

La ordinalidad perjudica a Andalucía

Asociación Andalucía y Democracia con motivo del 4D de 2024

Para despegar económica, social y culturalmente, Andalucía necesita un nuevo andalucismo político que sea capaz de romper el modelo de financiación ideado por las élites del norte y de Madrid basado en la ordinalidad. Ese andalucismo sólo será posible con la implicación activa de la intelectualidad académica y cultural andaluza. Conviene recordarlo una vez más con motivo de la conmemoración del 4 de diciembre, Día Nacional de Andalucía, fecha en la que el pueblo andaluz se constituyó en las calles como actor político de primer orden.

Lo primero es hacer crecer el andalucismo como ideología de defensa de los intereses del pueblo andaluz. Para ello, hacemos un llamamiento a la intelectualidad andaluza, al mundo académico, a los referentes artísticos y culturales y al periodismo de raíz andaluza, para que se impliquen masivamente en la defensa de Andalucía. Es imprescindible cultivar la conciencia cultural y política del pueblo andaluz tal como hicieron sus antecesores en la transición.

Los debates de la izquierda andaluza basados en la mera unidad electoral no son productivos, como se ha demostrado sobradamente. El debate sobre unidad no ha tenido en cuenta los problemas reales que aquejan al pueblo andaluz y están basados sobre todo en intereses partidistas. Tampoco lo es creer que el nacionalismo andaluz solo puede ser representado por partidos o coaliciones de ámbito exclusivamente andaluz. La cuestión estratégica para la izquierda andaluza es pensar, abonar y hacer crecer el andalucismo para el siglo XXI.

En el mismo sentido, el debate del andalucismo no puede ser sobre si éste es auténtico o no si defiende un proyecto sin conexión orgánica con aspiración de estado o que marque sus límites en el territorio andaluz. La forma orgánica o electoral con la que se defiendan los intereses del pueblo andaluz es parte de la cuestión táctica y del debate interno sobre la organización de partidos, coaliciones o proyectos electorales. Nada tiene que ver con el trabajo analítico e ideológico que recupere la capacidad de autodefensa y reivindicación del pueblo andaluz.

La segunda necesidad es impulsar un consenso que defienda los intereses del pueblo andaluz contra el principio de ordinalidad. Los nacionalismos soberanistas, tanto de izquierdas como de derechas, buscan imponer el principio de ordinalidad, basado en las balanzas fiscales, en las aportaciones que hacen las comunidades autónomas al estado, dirigidas a la solidaridad interterritorial. El sistema pretende que una comunidad autónoma mantenga la misma posición en la inversión per cápita del estado que ocupa en el orden de recaudación de impuestos estatales. De este modo, las comunidades autónomas que son contribuyentes netas nunca quedarán por detrás de las que tienen menor recaudación.

Sabemos que la ordinalidad potenciará la desigualdad territorial y no abordará el verdadero problema del déficit de financiación de las comunidades autónomas, que no es otro que una estructura fiscal que favorece a las grandes empresas, a la banca y a las rentas altas. Es mentira que en España paga más quien más tiene. Como hemos dicho en textos anteriores, la inmensa mayoría de las grandes empresas, incluidas las del sector turístico junto con la banca, tienen sus sedes sociales fuera de Andalucía. Más del 50% están en Madrid. Por lo tanto, Andalucía debe rechazar soberanismos desequilibradores que firman pactos contrarios a los intereses de Andalucía, fraguados entre las elites políticas madrileña, vasca o catalana, con el aval del bipartidismo.

Los impuestos se fijan en función de las rentas y de los beneficios empresariales y se pagan en los territorios donde las personas residen o las empresas tienen su sede social. Por lo tanto, la ordinalidad beneficia a los territorios donde se concentra la mayor parte de las empresas, por lo que es contraria a la solidaridad interterritorial y a la igualdad de derechos de las personas sea cual sea el territorio en el que residan. Tampoco tiene que ver con la necesidad de reducir las manifiestas desigualdades territoriales. La ordinalidad solo favorece a los ricos y perjudica a los pueblos del estado, independientemente de su grado de conciencia soberanista. La ordinalidad no es de izquierdas y beneficia sobremanera a Madrid.

Ese modelo hace que, como respuesta malintencionada, broten discursos anticatalanistas y antisoberanistas que aprovecha electoralmente la extrema derecha. Esto hace retroceder las posiciones del republicanismo plurinacional. Por eso, la izquierda andaluza está obligada a poner el andalucismo político en el frontispicio de su lucha y propugnar un pacto entre los pueblos basado en el republicanismo federal y plurinacional. Un pacto que profundice en la protección y desarrollo de todo tipo de derechos sociales, de género y de defensa del medio ambiente. La izquierda andaluza debe interponerse entre el “España nos roba” y el “a por ellos”.

La realidad política andaluza está marcada también por la pervivencia del bipartidismo y por la incapacidad del andalucismo político, cuya desorientación ideológica ha contribuido a impedir el crecimiento de la conciencia política del pueblo andaluz. Eso ocurre pese a los logros históricos del 28 de febrero de 1980, resultado a su vez de las movilizaciones del 4 de diciembre de 1977.

Para el crecimiento de la conciencia andalucista es precisa la implicación de la intelectualidad académica y cultural andaluza en el análisis, proyección y divulgación de las causas históricas y coyunturales que sostienen la desigualdad de Andalucía respecto de los territorios más ricos del estado, como son Madrid, Euskadi, Navarra o Cataluña. Es preciso alimentar la decencia intelectual para romper la dependencia del centralismo de estado y madrileño, con su actuación extractiva de capital ambiental, humano, cultural y económico andaluz.

En este movimiento de decencia intelectual deben participar, como decíamos al principio, la intelectualidad, la producción académica universitaria, los profesionales de la enseñanza, los medios de comunicación, el periodismo, los artistas y, claro que sí, el mundo empresarial arraigado en Andalucía que no quiera ser eternamente subalterno del capitalismo centralista ni del capitalismo usurero global. Esto último es imprescindible para que despegue un modelo productivo propio, que reduzca la dependencia de Andalucía de sectores tan insostenibles como son el turismo de masas, la construcción de segundas residencias o la agricultura intensiva.

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Mario Ortega Rodríguez, presidente de la asociación Andalucía y Democracia; Pilar Cuevas López, vicepresidenta; Salvador Soler García, secretario, abogado Stop Desahucios y derechos humanos; Antonia Agudo González, abogada; Iván Casero Montes, ingeniero y agroecólogo; Adelina Sánchez Espinosa, profesora Universidad de Granada, coordinadora Erasmus Mundus Estudios de Género; Rubén Pérez Trujillano, jurista profesor de la UGR; Carmen Reina López, arquitecta; José Bejarano López, periodista, miembro de la Asociación de la Prensa de Sevilla; Elisa Cabrerizo Medina, médica forense del comité investigación restos Valle de los Caídos; Manuel Machuca González, escritor y farmacéutico; Blanca Parrilla Muñoz, maestra y antropóloga; Francisco Garrido Peña, profesor de la Universidad de Jaén; Marcos García Mariscal, abogado laboralista, Manuel Rodríguez Alcázar, técnico municipal; Francisco Calvo Miralles, ingeniero industrial; Juan Manuel Sanz Marín, empresario; Antonio Aguilera Nieves, economista; Raúl Solís Galván, periodista; Belén Bravo Rodríguez, Arquitecta, profesora de urbanismo en la Escuela de Arquitectura de la UGR.

Publicado en La Voz del Sur