martes, 31 de julio de 2018

El patriarcado judicial español se llama nacionalcatolicismo


En la raíz nacionalcatólica de la justicia española está su imponente sesgo patriarcal. La connivencia ideológica de demasiados sermones y demasiadas sentencias que atentan contra los derechos de las mujeres, estén protegidos por leyes o no, es en España demasiado aplastante. La justicia española pareciera que es la tesorera del franquismo en lo que a las mujeres se refiere, pero no sólo. Si no se percibe esto es imposible actuar en defensa de la razón democrática, en defensa de los derechos de las mujeres.
El Estado español parece intervenido por el pilar ideológico nacionalcatólico que sustenta el particular patriarcado español. El asunto, grave, no es ni circunstancial ni superficial. Son demasiadas sentencias contra las mujeres, son demasiados sermones judiciales justificándolas. Consiguientemente no se puede afrontar con exclusivas medidas educativas a los jueces y fiscales, ni mucho menos sólo con modificaciones restrictivas de leyes y penas por determinados delitos.
No es con cursillos y retórica legal como se saldrá de esta situación. Sabido es que muchos jueces hacen lo que les parece y siempre encuentran un argumento para justificar lo que han decidido hacer. Los espeluznantes ejemplo recientes como el de la manada lo demuestran.
A menos que se democratice la forma de acceso a la carrera judicial y la forma en que actúa el poder judicial, a menos que cada juez o jueza sienta que existe un control democrático con consecuencias sobre su carrera o salario, en sus dilaciones, acelerones, actos de escamoteo, trato desigual, ignorancia de preceptos o procedimientos legales y resoluciones, no habrá forma de que esto cambie.
No es, insistiré, una cuestión de formación en perspectiva de género, que también, no se trata de ensanchar penas. No es la pintura del edificio del poder judicial lo que hay que cambiar, son sus cimientos y sus estructuras de poder bunkerizadas desde hace decenios.
Hay una conexión fuerte entre la sentencia de la manada, la de Juana Rivas y la de tantas otras sentencias y actuaciones judiciales, incluidos los procesos a titiriteros, sindicalistas, músicos, actores, cantantes, raperos, periodistas, jóvenes vascos, independentistas catalanes y, en general, delincuentes pobres.
Esa conexión ideológica en España se llama nacionalcatolicismo. Es la forma particular del patriarcado judicial español. Es esa ideología extendida en el mundo de la judicatura y la fiscalía, aunque lo nieguen, que trata con dureza a los débiles y con consideración a los fuertes. Es la causa de que el trato judicial sea exquisito con todo lo que tenga que ver con el núcleo duro del poder en España.
Eso que algunos y algunas están llamando Brigada Aranzadi es algo más que una brigada, es un sistema dispuesto a impedir el progreso y a dificultar la aplicación de los derechos humanos en España. Las sentencias sañudas como la de Juana Rivas no pueden comprenderse exclusivamente como un caso aislado de un juez especialmente insensible, claramente beligerante con el feminismo, y con una trayectoria de sentencias extrañas; es un problema relacionado con la intensa adscripción ideológica ultra de la judicatura y la fiscalía españolas.
El machismo quiere desviar el centro del debate sobre la infamia cometida contra Juan Rivas a aspectos de asesoría jurídica y legalidad vigente, hacia la necesidad de cursillos a jueces. Es una trampa. El asunto es una cuestión esencialmente política. El asunto es que la justicia española hoy se ensaña contra Juana Rivas, antesdeayer desprecia a la chica víctima de la manada y antes comprende, exonera, dilata o no abre causas contra una infinidad de infamias que se están cometiendo contra lo público o contra la humanidad por el guante blanco.
No, no es una nueva capa de pintura lo que se necesita en la justicia y el poder judicial español. Es preciso que, como para el ejercicio de la medicina ocurre con el MIR, cualquier estudiante de derecho pueda llegar a ser juez en igualdad de oportunidades que los ricos, los poderosos o los pertenecientes a familias de ralea judicial.
Es preciso que sobre el poder judicial, y éste sobre los jueces, se ejerza un verdadero control democrático social que impida actuaciones como las de los jueces de la manada o de Juana Rivas o que actuaciones de ese tipo tengan consecuencias sobre su carrera profesional. El juez de Juana Rivas no debería jamás volver a juzgar asuntos de mujeres, eso como mínimo.

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES

viernes, 27 de julio de 2018

Centralismo echeniquista frente a la inteligencia colectiva andaluza


El debate nominal sobre Adelante Andalucía no es baladí, esconde un diálogo clave sobre quién manda aquí y sobre si Andalucía toma una posición de vanguardia o subalterna en los grandes debates del Estado. Si es subalterna ya sabemos lo que nos toca, seguir con los diferenciales de paro, pobreca, precariedad y desigualdad más altos.
El hecho de que el debate trascienda Andalucía y esté presente en todos los medios de comunicación, andaluces y españoles, y que al opositor al nombre, Pablo Echenique, responsable de organización de Podemos, se le pregunte constantemente estos días sobre cómo va el desacuerdo con Teresa Rodríguez, en vez de ser malo, es muy bueno.
Habrá que agradecerle a Echenique su falta de conocimiento sobre la forma en que el ecosistema político y cultural andaluz vota según las decisiones afecten a todo lo español o al todo andaluz. No creo que Echenique dude de la lealtad andaluza para intentar provocar un cambio de calado en Andalucía, imprescindible para que su opción crezca o gane en España. La voluntad de poder es algo inherente en política.
La voluntad de poder del centralismo echeniquista va a ser vencida por el poder de la voluntad de Andalucía, simbolizado en las tres clarísimas victorias internas que Teresa Rodríguez ha logrado aquí contra todo ismo que se le haya puesto por delante. Teresa Rodríguez ha puesto siempre por delante a Andalucía.
Salvo insistencia en la torpeza centralista, Adelante Andalucía será la marca de referencia de un proyecto de cambio andaluz, el tamaño de las siglas que la acompañen es absolutamente irrelevante. Como se está demostrando en numerosos procesos electorales recientes, la existencia de un sustrato electoral concreto que empuja el cambio, bien generacionalmente, bien porque las causas estructurales del malestar social se están manteniendo no ya con el gobierno Díaz, que ha convertido el Gobierno de la Junta en una oficina del Ejecutivo central, sino también con el Gobierno de Pedro Sánchez, que tras la fase espectáculo se muestra incapaz de abordar reformas de fondo y de desencasquillar el conflicto con Cataluña.
Adelante Andalucía es una marca populista andaluza, en el mejor de los sentidos de esa doble adjetivación. Es una marca innovadora, transversal, representativa de un sentir andaluz e inclusiva, además soportada por liderazgos personales de simbología fuerte en Podemos Andalucía, en la izquierda andaluza y en el andalucismo.
Es mucho más potente que las denominaciones partidistas que, por cierto, envejecen a la misma velocidad en que estamos viviendo la política de los acontecimientos. Adelante Andalucía simboliza así el poder de la voluntad andaluza contra la voluntad de poder ajeno a la que está sometida nuestra tierra. ¡Adelante Andalucía!

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES

martes, 24 de julio de 2018

Andalucía tiene que cantar como María Jiménez: ¡Se acabó!


Entramos como venimos, a velocidad de vértigo, en un nuevo ciclo electoral que abrirá Andalucía con elecciones anticipadas o sin elecciones anticipadas. La crisis de régimen destapada por el 15M se ha saldado en el terreno del cuerpo electoral con una repolitización de las generaciones que no sufrieron las consecuencias directas del franquismo. En el terreno de lo político, con la liquidación en primarias internas de los referentes simbólicos del bipartidismo, Díaz por el PSOE con la victoria del Sánchez del ‘No es no’ y Rajoy, con la victoria de Casado y su ‘pacto de perdedores’.
La crisis del régimen democrático español del 78 está provocada por una crisis de calado, la crisis del capitalismo global y su estrategia neoliberal de destrucción del poder democrático de los Estados. Es una crisis ecológica que se manifiesta en disfunciones estructurales y problemas metabólicos severos. El crecimiento del sistema productivo real frenado por la escasez, especulación y subida de precios de materias primas, así como por la destrucción sistemática de las condiciones de posibilidad de la vida sobre el planeta, se trasladó a la economía financiera usurpando el futuro de las mayorías.
Los límites materiales del crecimiento de la economía productiva desplazaron el capital a la economía de la ficción financiera. Es el motivo del estallido de la crisis en 2007. A partir de ahí, en una nueva huida hacia adelante, los poderes financieros que tienen nombres y apellidos, pusieron sus objetivos de crecimiento en la extracción de plusvalía de los derechos sociales y laborales y en la privatización y control de los servicios públicos. El objetivo a liquidar es la democracia y para ello nada mejor que centralizar el poder.
Las reformas laborales, la tímida de Zapatero y la dura de Mariano Rajoy, expoliaron rentas del trabajo para convertirlas en rentas del capital, empobreciendo masivamente a la población. A un tiempo los servicios públicos que resisten, políticas de igualdad, dependencia, salud, ciencia, universidades y educación sufrieron recortes con el fin de salvar y pagar la deuda de la banca.
Los ayuntamientos han sido intervenidos y chantajeados con la promulgación de entramados legales que les impiden actuar con autonomía financiera, al igual que las comunidades autónomas. Las comunicaciones, la electricidad y los combustibles en manos de empresas públicas con beneficios ya habían sido privatizadas por el bipartidismo bastante antes antes de 2007, en el siglo pasado. Lo que quedaba de banca pública en las cajas de ahorro fue liquidado a partir de 2007 en un proceso acelerado de privatización del sistema bancario español sin precedentes, con la excusa de salvarlos de la quiebra y así salvar a una sociedad que vivía trágicamente el paro, la emigración y los desahucios envueltos en el papel estraza de la pobreza sobrevenida.
Todo lo descrito se ha hecho desde el poder central, centralizado y centralista. Un poder que electoralmente se construye dando más valor al voto de provincias con baja densidad de población que al de provincias con media o alta densidad de población. Un sistema que otorga más peso a la España vacía que a la España poblada. Un sistema hecho a propósito para que la España progresista de los derechos y la felicidad quede permanentemente frenada por la España de las banderas y los balcones.
Todo este desastre bien conocido ha sido posible en España porque en 2011, vivo el bipartidismo, la alternativa al Zapatero que reformó el artículo 135 de la Constitución Española era exclusivamente Rajoy. Aquella mayoría absoluta real de la derecha se ha mantenido de manera ficticia hasta la promulgación de la durísima sentencia Gürtel que ha forzado al PSOE, ya de Sánchez, a desligarse de la corrupción sistemática del Partido Popular.

Nueva fase electoral

En la nueva fase que abrirá electoralmente Andalucía vamos a vivir una distensión sobre los recortes permitida por la Alemania de Merkel que tiene que acumular alianzas ante la confrontación directa con el Trump de América (EE.UU) primero, la Teresa May del bréxit o el fascismo transparente de Salvini. Esa distensión ya se ha iniciado elevando el techo de déficit para 2019 y cediendo ante las demandas de los ayuntamientos de poder reinvertir sus superávit de caja. Sobre esa distensión es sobre la que el PSOE va a intentar construir su proyecto electoral para 2020.
Sin embargo, el daño ocasionado a la sociedad española por la etapa Rajoy y por la pasividad del PSOE, que no quiso tras las elecciones generales de diciembre de 2015 entenderse con Podemos para formar un gobierno conjunto de cambio y prefirió guiñar el ojo derecho a Ciudadanos, no se va a reparar con la distensión presupuestaria. Son precisas reformas legislativas estructurales que recuperen y avancen derechos democráticos, laborales, sociales y ambientales.
Tras la toma de posesión de Sánchez y su gobierno en un ambiente de política espectáculo no parece que Sánchez pueda o quiera caminar la senda de la consolidación de una España verdaderamente democrática. Ante la inmoderación de la derecha de Rivera y Casado, me temo que Sánchez nos querrá hacer confundir temor, timidez o claramente atadura a los poderes fácticos con moderación, en un momento en el que lo que se necesita es audacia.
Si la fase que inaugurara el 15M ha sido una fase de repolitización que ha tenido que ser amortiguada por los poderes fácticos con la traslación de un Ciutadans catalán a un Ciudadanos español, está nueva fase que abre Andalucía va a ser la fase de la reideologización. Ciudadanos y el PP ya la han comenzado reforzando los tradicionales elementos simbólicos de una España que no admite la pluralidad porque la visión unilateral y centralista es la que permite al capital sostener y avanzar en su batalla contra la democracia.
España no puede ser democrática, no puede avanzar por la senda democrática si todo el poder se concentra en un punto. Si la crisis ha sido dura, más dura ha sido en Andalucía, nuestra dependencia de las decisiones neoliberales tomadas por los gobiernos centrales ya del PSOE, ya del PP; es la causa de nuestros diferenciales de paro y desigualdad. Si en algún lugar se necesitan cambios estructurales ese es Andalucía.
A la vista de como se están configurando las opciones electorales para las próximas autonómicas, adelantadas o no, se percibe que Ciudadanos y el Partido Popular van a poner delante a España, no a las y los españoles, como proyecto andaluz contra las demandas catalanas de soberanía y en defensa de las élites nacionalistas españolas que controlan las concesiones del BOE, importándoles bien poco las necesidades de las y los andaluces.
En este escenario por la derecha, el proyecto de Susana Díaz parece pasar por aprovechar la ligera distensión presupuestaria de la que hemos hablado para crear la ilusión óptica de que Andalucía mejora mientras mantiene a la Junta de Andalucía como una oficina al servicio del gobierno central.
En esta fase es absolutamente imprescindible la presentación a las elecciones de un proyecto transversal y democrático, republicano y andaluz federalizante y federalizable, que demande soberanía propia para articular un futuro mejor para las y los andaluces, un proyecto que ponga por adelante a Andalucía para romper con la dependencia externa que nos condena a ser periferia de Europa sin capacidad de influencia en las decisiones que nos afectan. No estamos hablando de fronteras, hablamos de romper con los límites políticos que constriñen a Andalucía a ser la sirvienta de España.
Bien estaría que cantásemos como María Jiménez: ¡Se acabó!

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES

viernes, 6 de julio de 2018

El qué, el cómo y con quién de Podemos Andalucía


Raro sería que las personas inscritas en Podemos Andalucía no compartiesen las propuestas para mejorar la vida de las y los andaluces, ya venga de Podemos Andalucía, de Podemos en Andalucía, o de Podemos en Australia. Raro sería dilucidar entre quienes hacen ahínco en defender Podemos en Andalucía y quienes lo hacen en demandar más soberanía de Podemos Andalucía por la bondad de su programa de gobierno. Desde luego habrá matices, incluso prioridades electivas, pero en lo fundamental la pulsión de cambio que representa el movimiento de Podemos, se llame como se llame y esté donde esté, se construye sobre la democracia, los derechos humanos, y contra quienes quieren, y en eso están, destruirla.
Raro sería que una opción defendiese las renovables y otra la energía nuclear, raro sería que una opción quisiese privatizar servicios públicos y la otra recuperar lo público. Raro sería que alguna de las dos opciones, la de Teresa Rodríguez o la de Isabel Franco, quisiese para Andalucía un modelo económico susanista y neoliberal, ese modelo que insiste en la desigualdad estructural e injusto en lo social, lo ambiental y en igualdad de género. No es raro, es imposible.
No, no se trata en este proceso de primarias para las elecciones autonómicas andaluzas de dilucidar entre el programa de la candidata Teresa Rodríguez y el de la candidata Isabel Franco. Se trata de ver quien decide no el qué, sino el cómo y el quién. Es clave porque el cómo y el quién decide sobre Andalucía. El quién es nuestra más trágica debilidad desde que ganamos la plena autonomía. El cuándo nunca llega porque el voto andaluz se ha usado en Madrid para negociar cosas de fuera de Andalucía.
No, no se trata desde luego de ver quién tiene la bandera andaluza más grande, si no de ver quien representa lo que la bandera significa con más determinación, con más libertad frente a decisiones externas y con más audacia. Imaginaos que la ley permitiese que la comunidad de propietarios pudiese entrar en vuestro cuarto de baño, no sólo a reparar la bajante general, sino además a cambiar el color de los azulejos o comprar el champú a su antojo sin tener en cuenta las características capilares de vuestra familia.
Eso es lo que las y los andaluces debemos dejar ya de consentir. Lo que nos afecta y quienes nos representan debe ser elegido aquí y desde los distintos “aquís” de aquí. Es lo que en estas primarias se está decidiendo en Podemos Andalucía, si las candidaturas las van a hacer desde la central a su antojo y querencias, en virtud de equilibrios de poder de otros lugares o las hacemos aquí, según nuestras prioridades. Si el programa va a ser federal dentro de un proyecto plurinacional o va a ser federal con Andalucía sirvienta de España.
En un momento en que las elecciones autonómicas están a la vuelta de la esquina, si no ya saliendo del portal de al lado, dilapidar el proyecto de Podemos Andalucía representado por Teresa Rodríguez, debilitando lo que defiende, Adelante Andalucía, y consiguientemente su liderazgo, es liquidar por lustros la posibilidad de cambio en Andalucía. O sea despedir a Podemos de lograr un proyecto hegemónico de España. A ver cómo se comporta esta vez la inteligencia colectiva.

PUBLICADO EN LAVOZDELSUR.ES