Lo cierto es que con solo un vistazo a los datos a ojos de dron, se comprueba que una tras otra vez desde los años noventa los barrios populares se abstienen de votar mucho más que los barrios adinerados. Un solo partido en Granada es culpable de este abstencionismo tozudo, el PSOE que gana apelando a la izquierda y gobierna temeroso de la derecha abandonando a sus votantes. Por eso el desencanto popular, por eso a veces el voto resignado y melancólico.
En las elecciones municipales de 2015, en pleno fervor de Podemos, la abstención alcanzó en los barrios del Norte, Zaidín y Chana porcentajes más de diez puntos superiores (me quedo corto) a los de zonas como Fígares, Recogidas o Ronda, tradicionales feudos del Partido Popular, ahora fraccionados entre tres con Vox y Ciudadanos.
En ocasiones, según los colegios electorales, la abstención dramática es más de 20 puntos superior en zonas con población en riesgo de exclusión o excluida respecto de zonas de población adinerada para las que el futuro no supone incertidumbre económica. Hay una relación directa entre nivel de renta y abstención. La gente adinerada, rica y muy rica han entendido a la perfección para que sirve el voto. Para salvar sus intereses de clase o ideológicos (suele ser un pack).
Esta es la razón por la que tengamos en Granada una derecha recalcitrante que ha gobernado la ciudad durante trece años contra los intereses de la propia ciudad. Lo volverá a intentar, y muy probablemente a conseguir, el 26 de mayo a toque de corneta, redoble de tambores y paso militar.
Las arcas municipales están en quiebra. Este hecho solo tiene un culpable, el Partido Popular cuyo último alcalde dejó el bastón de mando a golpe de investigación policial, judicial, detención e imputación. Desde el sarcófago de la Avenida de la Constitución hasta el dispendio del LAC, desde el entorpecimiento de años al desarrollo del metro hasta la tala masiva de arbolado, desde la privatización de EMASAGRA, la joya de la corona municipal con una de las mejores aguas del mundo, hasta la de INAGRA con su dispendio ineficiente, desde las colocaciones en EMUCESA hasta las colocaciones en la TG7, el tiempo, la deuda y sus intereses bancarios han corrido en contra de los intereses de la mayoría de las granadinas y los granadinos. Incluso en contra de los intereses de sus propios votantes que padecen igual altos índices de enfermedad y mortalidad por causas asociadas a la vieja boina de contaminación atmosférica granadina a la que nunca han hecho frente ni los unos ni los otros.
Puesto que las arcas municipales están en quiebra, toda rimbombante promesa de nueva obra megalómana para el día después del 26 de mayo, es una solemne mentira. Lo primero es expulsar del consistorio la política para amiguetes y ricos, acabar con el despilfarro y actuar con verdadera justicia fiscal. Quien más extrae gracias al enorme patrimonio cultural de la ciudad, más debe poner, porque lo que es de todas y todos no puede estar al servicio de los pocos que se lucran precarizando el empleo, generando residuos y saturando los espacios vitales.
De modo que como plantea Antonio Cambril, el independiente que encabeza la candidatura de Podemos IU Adelante Granada, lo primero es lo primero y lo segundo viene después. Sanear las cuentas municipales es la prioridad absoluta. Ayuntamientos del cambio como Cádiz, Barcelona, Valencia o Madrid lo hicieron en tiempo récord a pesar de Montoro y de Montero. Se puede.
Lo segundo es la vida de las gentes que vivimos la ciudad. Esas ciudades que cito y otras están reduciendo las dificultades de acceso a la vivienda, garantizando el agua y la energía eléctrica, mejorando el transporte público, peatonalizando, reverdeciendo y descontaminado el aire, generando su propia energía renovable, reduciendo la pobreza energética, reduciendo el precio del transporte público, garantizando el acceso al dentista y la salud bucodental con servicios de salud municipales, ofreciendo renta mínima para evitar la exclusión social, mejorando la asistencia domiciliaria, remunicipalizando los servicios, democratizando el acceso a la cultura, democratizando la democracia con presupuestos participativos, y así. En definitiva haciendo a su ciudadanía más feliz al reducir la incertidumbre por lo que pueda ocurrir en el futuro, al despertar o al día siguiente en tiempos de precariedad laboral.
Esas ciudades demuestran a diario que sí que se puede.
Para que se pueda también en Granada los barrios del Norte, Zaidín y Chana, además de otros concienciados, populares, dignos y llenos de vida, tiene que dar un paso adelante y votar como si les fuese la vida en ello. Porque en verdad, nos va la vida en ellos, en los barrios.