lunes, 23 de marzo de 2020

El mundo digital en estado de alarma por el virus neofascista


No sé si está ocurriendo en el resto de países europeos que se enfrenta a la misma crisis sanitaria que España. Ni siquiera sé si el neofascismo italiano representado en la exitosa Liga de Salvini se está comportando como el neofascismo español. Resulta espeluznante que mientras la buena gente, la que empatiza contra la enfermedad confinada o convaleciente en hospitales, da muestras soberbias de civismo, cooperación, solidaridad y fraternidad, grupos de fanáticos, organizados o no, en torno a los partidos de la derecha y ultraderecha, substancialmente PP y Vox, alentados por algunos de sus líderes y por algunos de sus gobernantes, hayan decidido inundar las redes sociales y los WhatsApp de mentiras sin argumentos para hacer política neofascista contra un Gobierno que se ha encontrado con el mayor problema de la sociedad española desde el golpe de Estado de 23 de febrero de 1980.

El fascismo español, de naturaleza franquista, el de viva la muerte muera la inteligencia, gusta de mensajes simples para conseguir sus perverso objetivo. Objetivo que no es otro que la propiedad completa de España, sus recursos y su productividad, en manos de una oligarquía que, en el siglo XXI, aspira a ser sierva (ya los es) de fondos de capital que no entienden de personas, territorios ni patrias. Para el neofascismo español la patria es aquello que puede entregar a fondos de inversión extranjeros a cambio de que sus representantes por unas migajas sean considerados parte de esa clase privilegiada. Como la familia Aznar antes, los nuevos neofascistas aspiran a ser considerados lugartenientes de la mafia capitalista mundial.

Los hashtag, fake news, bulos, mentiras y falseamiento de la verdad que estamos viendo estos días contra Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y todo el Gobierno de coalición son la prolongación en la superficie del hedor de las cloacas. Han abierto las compuertas de las alcantarillas para volcar inmundicias en el mundo digital ahora que estamos confinados defendiendo el primero de los bienes comunes, la salud y la vida, para forzar que nuestra imagen de la realidad esté distorsionada.

A esta operación sin precedentes se han sumado tertulianos y próceres del periodismo de medios tan relevantes como los pertenecientes al grupo Prisa. Estos medios han decidido utilizar el dolor de esta crisis, el actual y el que sin duda vendrá, para volver a intentar su contemporáneo anhelo de poder, que el PSOE acabe formando un gobierno de concentración con el PP. Es puro interés, como años atrás, de los verdaderos propietarios de las grandes cadenas de televisión y de los periódicos con ediciones de papel, para que esta colosal crisis socioeconómica que enfrentaremos acabe sirviendo para mantener y hacer crecer la desigualdad, capturando en sus bolsillos el gran potencial de cambio de los 200.000 millones anunciado por el Gobierno como fuerza de choque monetaria para salvar a la gente y la economía sin que nadie se quede atrás como ocurrió a partir de 2008.

Por eso no debemos olvidar que el PP es un partido que se ha financiado ilegalmente y que ha tenido en su interior tramas demostradas y juzgadas que han obtenido ingentes comisiones por construir escuelas y hospitales, por privatizar y deteriorar con recortes servicios públicos, con el sistema sanitario a la cabeza como estamos viendo estos trágicos días.

El PP y sobre todo Vox están calentando el ambiente mediante la propaganda en las redes sociales para que el virus del neofascismo encuentre hábitat social propicio. El objetivo no es otro que el de que una vez que superemos colectivamente esta pandemia España enferme socialmente (como una vez ocurrió en Alemania) y nos convirtamos en zombies de intereses ajenos a las personas, a nuestras pymes, a nuestras y nuestros autónomos, a nuestros agricultores, a nuestros trabajadores y trabajadores públicos, del sistema sanitario, la educación, los servicios sociales, las emergencias y los cuerpos y fuerzas de seguridad, en definitiva ajenos a los intereses del verdadero país que somos.

Al neofascismo español en su guerra contra el Gobierno de coalición, mientras éste junto con la población la libra contra el Covid-19, no le importa la gente, le importa el día después porque como el vampiro huele la sangre, ha olfateado los 200.000 millones de euros y los quieren llevar a los exclusivos bolsillos de sus amiguetes. Por eso han puesto las redes digitales en estado de alarma.

lunes, 16 de marzo de 2020

Virus e ideología, una cuestión de vida o muerte


La vida no tiene ideología, los virus tampoco. La palabra virus viene del latín, significó originalmente veneno. No todos los virus son veneno. Los virus son vida porque son capaces de reproducirse para que siga viviendo la concreta especie vírica. Los virus son partícipes de la evolución de la vida en la tierra, son a veces intercambiadores transversales, interespecies, de material genético. La lucha de la vida por la vida también necesita de los virus para mantener activo, en forma, el sistema inmunológico animal.

Los virus no tienen moral, la vida tampoco. Los virus están para lo bueno y para lo malo. La naturaleza es un conjunto de relaciones que nada tienen que ver con la moral. La moral es, entre los miles de millones de formas de vida, una cuestión humana. La moral es el conjunto de juicios de valor, qué es bueno y qué es malo, que no necesitan argumentación. Cada moral es producto de una ideología. La ideología necesita hechos para interpretar los hechos y comprender el mundo. Si no los tiene los inventa, son las religiones. La ideología requiere argumentos. Toda ideología es un relato del pasado (verdad o mentira) y una propuesta de futuro. El relato del pasado de la vida está grabado en el ADN, la grabación es una propuesta de futuro. La vida no tiene ideología, las sociedades humanas son ideológicas.

La vida no tiene ideología pero hay ideologías de la vida como hay ideologías de la muerte.Los virus que atacan, atacan por igual a los negros que a los blancos, a las mujeres que a los hombres, a los ricos que a los pobres, a quienes limpian oficinas y a quienes dan las órdenes del precio del dinero, a quien atiende en el súper con contrato precario que a quien nunca supo lo que significa la precariedad. La bioquímica de los virus no tiene ni moral ni ideología, no distingue la desigualdad ni las diferencias que nos definen a diario, nuestra condición individual dentro del sistema de relaciones económicas y sociales en el que nos movemos. La vida no tiene ideología pero hay ideologías que son vida e ideologías que son muerte.

La vida no tiene ideología pero la acción política es hija de la ideología. Hay políticas que protegen la vida y políticas que promocionan la muerte. Defender el estado democrático es defender la vida, pedir que quede raquítico como institución exclusivamente coercitiva es promocionar la muerte. Defender la inversión en ciencia básica y aplicada, el carácter público y de propiedad común de patentes sanitarias, es defender la vida, recortar en ciencia y conocimiento (cultura), despreciarla, como ha hecho Pablo Casado, permitir que nuestros cerebros emigren y mantener condiciones laborales y de investigación indignas a las y los investigadores es fomentar la muerte. Destruir la sanidad pública, como la educación pública, mediante recortes y privatizaciones es alimentar la ideología de la muerte, reforzar la salud, la educación y los cuidados públicos, junto con la educación en valores comunes, es defender la vida. Pedir el pin parental es ponerse de parte de la muerte, educar en la cooperación, el reconocimiento mutuo, la tolerancia, la libertad sexual de la mujeres, contra la homofobia y la xenofobia es amar a vida contra la muerte.

De repente, el Covid-19. De repente, la revelación: nuestra vida depende de la vida de los demás. De repente una emergencia en la que el estado de alarma nos pide que seamos más estado y menos yo, más cooperantes y menos competidores, más solidarios y solidarias y menos egoístas, más sociedad y menos individualidad. De repente, en nuestra soledad, nuestro aislamiento, nos damos cuenta que nos necesitamos, que necesitamos tanto a la cajera del supermercado como a la médico. Que la lucha por la vida es la lucha por el reconocimiento mutuo y la igualdad.

Prefiero este gobierno de coalición con sus debates, sus aciertos, errores y diferencias, que gobiernos como el de Donald Trump o Boris Johnson o Bolsonaro dispuestos a dejar enfermar y morir a la población en virtud de la ideología fascioneoliberal de la muerte. Por supuesto mucho mejor que un gobierno de los herederos de aquel de los hilillos del Prestige, al que remolcaron aguas adentro de alta mar para que se hundiera en aguas internacionales creyendo que así acabarían con el problema de la inminente marea negra de chapapote. Un gobierno que habría estado apoyado por quienes solo quieren el poder del estado para liquidar la salud, la educación pública y toda institución que vele por el bien común.

La vida no tiene ideología, la política sí. De nosotros depende que sea una cuestión de vida y no una cuestión de muerte.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Trazos de memoria personal de la Ley de bioclimatización de los coles andaluces

Siento una gran alegría porque la Ley de bioclimatización para los colegios andaluces va a salir adelante por unanimidad. La presentó Podemos Andalucía en la pasada legislatura, llevaron el asunto con decisión la entonces parlamentaria Libertad Benítez Gálvez y su compañero jurista Francisco Javier Fernández y la ha empujado en esta legislatura Adelante Andalucía por medio del tesón del parlamentario Jose Ignacio García Sánchez. Pero nada hubiese sido posible sin la carta a la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, de los niños y niñas del CEIP Pablo VI de Sevilla y sin la convicción, reivindicación y apoyo de las Ampas, el colectivo Escuelas de Calor, y la participación de multitud de colectivos, colegios profesionales y organizaciones sindicales.

En los primeros días de junio de 2017, con un calor sofocante, se hizo viral la carta de los niños y las niñas de la clase de sexto C del CEIP Pablo VI de Sevilla en la que con una simpatía y elegancia extrema se quejaban del calor en el cole y reivindicaban soluciones. Es la carta de la imagen.


Al leerla decidí escribir un breve para intentar poner en el centro del problema su raíz, el calentamiento global debido al cambio climático, sus afecciones socialmente inesperadas y un enfoque de medidas paliativas que a su vez supongan luchar contra el mismo y no incrementar nuestra factura energética. En el artículo que más abajo se reproduce pedía una ley, dotada presupuestariamente, de acondicionamiento bioclimático y renovable en los centros educativos públicos andaluces. Del artículo tuvo conocimiento el grupo parlamentario de Podemos Andalucía en la pasada legislatura, me pidieron que hiciera un borrador de la ley.

Estos días se cumplen dos años y nueve meses de la carta viral. A partir del primer borrador, se desató un proceso democrático de participación y empuje (AMPAs, Escuelas de Calor, sindicatos, colegios profesionales…) que terminó por mejorar la ley hasta el punto de que el informe favorable de los letrados del parlamento andaluz la calificó de “muy novedosa”.

La Ley para la mejora de las condiciones térmicas y ambientales de los centros escolares mediante técnicas bioclimáticas y el uso de energías renovables, ha sido respaldada finalmente, además de por el grupo parlamentario impulsor por el resto de grupos parlamentarios, todos. Un hito particularmente relevante en esta legislatura.

El calor extremo en las aulas de Sevilla detonó el asunto pero el bioclimatismo y las energías renovables pueden acometer cualquier problema de confort térmico (calor, refrescamiento, humedad, ventilación…) protegiendo la salud humana y la del planeta al mismo tiempo.

Enlace al artículo publicado en Paralelo 36 Andalucía el 5 de junio de 2017

lunes, 9 de marzo de 2020

Si te preguntan, responde


Nunca había tenido el Gobierno de España una ministra feminista que sufriera los ataques machistas de sus adversarios políticos con tanta virulencia como los que está sufriendo Irene Montero. No es preciso que recuerde ninguno porque se mueven con soltura por redes sociales y por grupos de guasap de todo tipo. Ataques que llegan rotundos de los partidos de derechas, de sus portavoces o voces femeninas más destacadas, pero también de sectores del socialismo o de medios de comunicación de apariencia progresista que siempre cerraron filas entorno a Leire Pajín o Bibiana Aidó, por ejemplo.

Irene Montero, Leire Pajín y Bibiana Aidó coinciden en su llegada a los ministerios en su juventud. Esa juventud que desde una perspectiva machista es una zona de combate contra el feminismo más favorable, al tiempo que es el lugar en el que hay que frenar el avance feminista que dibuja el futuro. Son mujeres símbolo y por eso hay que destruir su reputación política cuanto antes, despreciar e ignorar su formación, situarlas en el lugar de lo sexuado, acusarlas de falta de experiencia o, lo de siempre y peor, acusarlas de que están ahí por ser quienes son respecto de sus parejas.

Lo que ha ocurrido esta semana con la ministra Irene Montero, una mujer altamente cualificada, una política de garra capaz de hacer sombra, de hecho se la hace, a cualquier hombre, es exactamente eso. La carcundia, la derecha y también cierta parte del antiguo socialismo quieren destruir su valor simbólico porque así quieren frenar el nuevo y determinante avance feminista por la igualdad y por el bien de toda la sociedad, incluidos los hombres, que supone la ley de libertad sexual de las mujeres. Una ley hecha por mujeres con alta formación académica y jurídica que la inmensísima mayoría del movimiento feminista apoya sin fisuras.

Ha sido una lástima que la misma ministra que filtró un documento falso desde su gabinete ministerial, cuando Sánchez albergaba todavía la posibilidad de no formar gobierno con Iglesias, forzar la repetición electoral para debilitar lo suficiente a Ciudadanos, liquidar a Unidas Podemos para gobernar en solitario o con el ya olvidado Albert Rivera, sea la misma que filtró un documento de crítica y corrección del proyecto de ley en cuestión procedente del ministerio de justicia y de su propia vicepresidencia para debilitar la posición de la ministra de igualdad ante el consejo de ministros que debía aprobar la ley antes del 8 de marzo. Es una práctica tipo viejo PSOE, ese que no consiente que ningún avance en derechos se haga sin su protagonismo y sin sus condiciones de freno de mano para no ir rápido.

Esperemos que se corrija este desavío con diálogo entre los socios de gobierno, pero también con la determinación suficiente para seguir aplicando el programa de gobierno pactado. Para otra cosa no debe estar el gobierno de coalición, para otra cosa ya estaban el PSOE en solitario, las derechas o los socios minoritarios a los que el PSOE gustaba de dar codazos a diario y patadas en el culo en sus pactos de comunidades autónomas como la andaluza.

Mi hija tenía nueve añillos y me pidió que los sábados llevase a parte de su equipo deportivo en el coche porque no cabían todas en un solo vehículo. La tarde antes del primer partido se me acercó muy seria y me dijo: “Papá, mañana me vas a llevar a mí y a mis compañeras de equipo al partido, tú no digas nada, nos llevas y ya está”. Dijo esto y se fue tan pancha después de que yo le dijera que yo solo conduciría y estaría callado. Se me quedó la cara pensativa. La niña no quería injerencias y, como ocurre a esa edad hasta que se hacen mayores, no quería ser identificada por lo que es o dejase de ser su padre. Lo más curioso del asunto es que volvió al rato y, también seria me dijo: “Bueno, papá, si te preguntan respondes”.

Pues eso, primero callar mientras se fraguaba la ley, y una vez que sale a la luz, surgen los ataques y todo el mundo pregunta, responder es lo que han hecho las portavocías, las vicepresidencias y multitud de hombres y mujeres concernidos por la importancia de que esta ley salga cuanto antes y se anuncie en un momento tan importante días antes de este ocho de marzo.

domingo, 1 de marzo de 2020

Rompamos el silencio. ¡Andalucía como la que más!


Manifiesto promovido por la asociación Andalucía y Democracia

Hace diez años que se manifestó de forma explícita la crisis del capitalismo global. Una crisis fruto de la desconexión entre la economía real, asentada sobre estados, territorios y flujos de materia y energía concretos, y la economía financiera dedicada a la especulación sobre valores futuros imaginarios. Una crisis metabólica del capitalismo que ya no encuentra salida de crecimiento sin chocar contra la finitud de las reservas de materias primas -escasez y agotamiento-, y contra los límites biofísicos de la vida sobre el planeta -calentamiento global y cambio climático-.

El modelo ideológico bajo el que actualmente se mueve el sistema capitalista, el neoliberalismo, prescribe que la única manera de continuar en la dinámica de crecimiento y acumulación de capital en pocas manos es desterritorializar, concentrar y dominar el poder político. Está en el centro de la estrategia neoliberal destruir lo que de democracia y soberanías territoriales hay en el mundo, colonizando por completo los estados y los poderes institucionales, reduciéndolos a meros instrumentos de domino y coerción de las poblaciones que se revelen al reclamar derechos y un medio ambiente saludable. Esto supone un ataque rotundo contra la seguridad vital y la seguridad ambiental de la especie humana y el planeta.

En este contexto hemos de entender el acoso a las democracias en América latina representado por la irrupción de Bolsonaro en Brasil, las movilizaciones en Chile contra políticas neoliberales extremas, lo ocurrido en Bolivia con la destitución mediante golpe de estado de un presidente legítimo; también comprendemos así la irrupción de los populismos reaccionarios proteccionistas, como los que lideran Donald Trump y Boris Johnson, o el éxito relativo de partidos neofascistas europeos sustentado sobre la confrontación entre la identidad del estado-nación y la Unión Europea o la inmigración como amenazas externas.

En España el conflicto democracia/capital destapado con la crisis financiera global derribó en las elecciones generales de noviembre de 2011 la mayoría de gobierno del PSOE, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, previa irrupción del 15M, entregando al Partido Popular liderado por Mariano Rajoy, como única salida visible a ojos del electorado, una aplastante mayoría absoluta. Desde entonces se han mezclado en la vida política española, fruto de la acción de los gobiernos de derechas del Partido Popular, la presión económica y fiscal sobre las clases medias y populares, la degradación de los sistemas de salud, educativo y de dependencia, y los recortes fácticos en derechos laborales y democráticos, con larguísimos procesos judiciales, Gürtel y ERES, que han acabado por condenar firmemente los modus operandi de los dos partidos que sostenían el régimen bipartidista del 78, y con la muy relevante cuestión territorial catalana centrada primero en el derecho a decidir y concentrada después sobre el unilateral procés.

La respuesta a la crisis global en la Unión Europea, liderada por Alemania, tuvo como medida estrella cautelar en España la reforma pactada entre los dos partidos de régimen del artículo 135 de la CE y la consiguiente legislación presupuestaria sobre techo de gasto que condiciona y controla todos los presupuestos de las instituciones españolas cualquiera que sea su nivel territorial y sus particularidades diferenciales. Una pérdida de soberanía política que alcanzaba de lleno a los gobiernos de las comunidades autónomas y los municipios. Una respuesta álgida de la acción política recentralizadora añorada por los viejos poderes económico/ideológicos del estado español para quienes las inversiones y concesiones publicadas en el BOE son su principal medio de obtención de beneficios.

En este texto reconocemos la evidencia de que tras el 15M de 2011, los movimientos ideológicos que están articulando las respuestas colectivas más potentes, funcionando como marcos de comprensión de la realidad, en favor de la igualdad y las demandas de derechos, y defendiendo la democracia frente a las injusticias, los recortes sociales y la amenaza totalitaria, son el feminismo y el ecologismo. Al mismo tiempo, reconocemos la evidencia de que el conflicto político territorial centrado en Cataluña, ha puesto de manifiesto la incapacidad de la derecha española y los sectores más reaccionarios herederos del poder franquista para solventar por vías democráticas pactadas lo que son legítimas demandas de soberanía de identidades culturales o territoriales articuladas sobre el concepto nación.

El reciente gobierno de coalición progresista, si quiere responder a las esperanzas de su electorado y de una mayoría social clara y diversa en todo el territorio español, habrá de dar respuesta democrática a los problemas de la gente mediante la mejora de su vida diaria y la garantía de una vida digna futura, así como abordar en serio una salida democrática a la cuestión territorial catalana que deberá pasar por las urnas. Cumplir con estos objetivos requiere de un cambio de hegemonía discursiva que sustituya a la del conflicto entre banderas. Dicho cambio precisa del empuje de una multiplicidad de actores civiles que trascienda los límites de los partidos políticos.

Dicho lo anterior, si el destrozo de los indicadores de igualdad, desempleo, precariedad, pobreza y emigración con pérdida de población, sobre todo población joven formada, ha sido en España dramático, en Andalucía la suma de recortes liderados por la derecha y asumidos disciplinadamente por los gobiernos socialistas, especialmente los de Susana Díaz, ha cobrado tintes trágicos. Una tragedia social que sumada a la degradación de los servicios públicos y al desierto industrial y bancario legado por los gobiernos del Partido Socialista en una economía muy dependiente del turismo y de un modelo agrario con poco valor añadido económico y social, sumado al daño ambiental, y cuyos precios en origen son impuestos mediante oligopolio de unos pocos, exige una respuesta política andaluza colectiva que alcance la fuerza popular de la que el 4 de diciembre 1977 nos constituyó como pueblo para condicionar en favor de la mayoría social el marco constitucional que se estaba negociando.

En este contexto es en el que aspiramos a contribuir a que Andalucía rompa el silencio al que los gobiernos andaluces anteriores y el actual gobierno andaluz de derechas la ha condenado, queremos que Andalucía por sí irrumpa en la escena del debate de estado que sin duda se abrirá para abordar la reconfiguración del poder territorial en España. Es la única manera en la que una nueva articulación territorial de calado federal ancle la democracia sobre la territorialidad.

Entendemos que la manera de frenar el avance del populismo reaccionario con tintes fascistas, la manera de defender, consolidar y avanzar en democracia, es articular un nuevo sentido común mayoritario más allá de los limites partidistas, que sitúe en el centro de los objetivos políticos del pueblo andaluz el incremento de nuestra soberanía territorial trabado con las demandas de igualdad, justicia social, vida digna y seguridad futura que defienden tanto el movimiento feminista como el movimiento ecologista, al reclamar respuestas a la crisis orgánica del sistema económico que no dejen a nadie atrás, al tiempo que avancen para la consecución efectiva de la igualdad de género y luchen contra los efectos del cambio climático.

Se trata de fabricar, Andalucía y España lo necesitan, la nueva argamasa política que una desde la territorialidad y la identidad cultural andaluza, desde nuestro pueblo constituido políticamente el 4 de diciembre de 1977 y desde nuestra institucionalidad conseguida democráticamente ejerciendo el derecho a decidir el 28 de febrero de 1980, al mundo laboral urbano y agrario, al tejido empresarial, a las y los trabajadores públicos, al mundo sindical y de las organizaciones civiles, a las asociaciones de productores agrarios y de empresas de energías renovables, al mundo de la cultura y el flamenco, a las y los trabajadores autónomos, las PYMES y el cooperativismo, entre otros muchos espacios de la sociedad civil, para que Andalucía entre en la escena política española con la fuerza que realmente le corresponde, reclamando la ruptura de la concentración centralista del poder en España como condición necesaria para una democracia real que se enfrente a los efectos suicidas del neoliberalismo y lamine el riesgo de involución antidemocrática. Se trata, lo necesitamos, de construir redes de emancipación.

Por eso queremos romper el silencio de Andalucía, como hizo simbólicamente la reciente senadora Pilar González de Modino por designación autonómica a propuesta de Adelante Andalucía, en su toma de posesión, al prometer cumplir la constitución con la expresión del himno andaluz “por Andalucía libre, sí.” Queremos romper el silencio de Andalucía para hablar de feminismo, de ecologismo, de federalismo, de soberanías territoriales, de identidades culturales, de municipios y comarcas con capacidad propia para decidir sobre los que se hace o se demanda en sus respectivas territorialidades.

Queremos romper el silencio para que Andalucía, con todo su universalismo, no sea usada como frontera sur contra la inmigración y contribuya desde sus instituciones a un trato humanitario en el marco de la declaración universal de los derechos humanos, sin criminalizar a la población extranjera que busca una vida digna fuera de sus países, bien huyendo de la pobreza, de la falta de libertades o de la persecución política.

Queremos romper el silencio de Andalucía porque sabemos que es la garantía, en el marco de los debates estatales, de que la igualdad y los derechos sociales y ambientales estén vinculados a las soberanías territoriales en un estado que es de hecho plurinacional. Queremos romper el silencio para gritar ¡Andalucia como la que más!, como afirmaba el catedrático de la Universidad de Granada, José Luis Serrano, andalucista, de izquierdas, ecologista y feminista, pero, sobre todo radicalmente demócrata.

Rompamos el silencio está promovido por Andalucía y Democracia

Firmantes iniciales
Rubén Pérez Trujillano, Carmen Reina López, Antonio Cambril, Antonia Agudo, Manuel Machuca, Manuel González de Molina, Eugenia Gil, Ricardo Marques, Teresa Sanz, Angel del Rio, Joaquin Coca, Eugenia Garrido, Adelina Sánchez, Antonio Aguilera, David Martínez, Lilian Bermejo, Julián Álvarez, Pilar Cuevas, Javier Rodríguez Alcázar, Lola Conde, David Soto, Hector Lagier, Manuel Rodríguez Alcázar, Marcos García Mariscal, Javier Peizoto, Blanca Parrilla, Francisco Garrido, Raúl Solís, Mario Ortega, Pepe Bejarano, Pilar González de Modino…