El fascismo español, de naturaleza franquista, el de viva la muerte muera la inteligencia, gusta de mensajes simples para conseguir sus perverso objetivo. Objetivo que no es otro que la propiedad completa de España, sus recursos y su productividad, en manos de una oligarquía que, en el siglo XXI, aspira a ser sierva (ya los es) de fondos de capital que no entienden de personas, territorios ni patrias. Para el neofascismo español la patria es aquello que puede entregar a fondos de inversión extranjeros a cambio de que sus representantes por unas migajas sean considerados parte de esa clase privilegiada. Como la familia Aznar antes, los nuevos neofascistas aspiran a ser considerados lugartenientes de la mafia capitalista mundial.
Los hashtag, fake news, bulos, mentiras y falseamiento de la verdad que estamos viendo estos días contra Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y todo el Gobierno de coalición son la prolongación en la superficie del hedor de las cloacas. Han abierto las compuertas de las alcantarillas para volcar inmundicias en el mundo digital ahora que estamos confinados defendiendo el primero de los bienes comunes, la salud y la vida, para forzar que nuestra imagen de la realidad esté distorsionada.
A esta operación sin precedentes se han sumado tertulianos y próceres del periodismo de medios tan relevantes como los pertenecientes al grupo Prisa. Estos medios han decidido utilizar el dolor de esta crisis, el actual y el que sin duda vendrá, para volver a intentar su contemporáneo anhelo de poder, que el PSOE acabe formando un gobierno de concentración con el PP. Es puro interés, como años atrás, de los verdaderos propietarios de las grandes cadenas de televisión y de los periódicos con ediciones de papel, para que esta colosal crisis socioeconómica que enfrentaremos acabe sirviendo para mantener y hacer crecer la desigualdad, capturando en sus bolsillos el gran potencial de cambio de los 200.000 millones anunciado por el Gobierno como fuerza de choque monetaria para salvar a la gente y la economía sin que nadie se quede atrás como ocurrió a partir de 2008.
Por eso no debemos olvidar que el PP es un partido que se ha financiado ilegalmente y que ha tenido en su interior tramas demostradas y juzgadas que han obtenido ingentes comisiones por construir escuelas y hospitales, por privatizar y deteriorar con recortes servicios públicos, con el sistema sanitario a la cabeza como estamos viendo estos trágicos días.
El PP y sobre todo Vox están calentando el ambiente mediante la propaganda en las redes sociales para que el virus del neofascismo encuentre hábitat social propicio. El objetivo no es otro que el de que una vez que superemos colectivamente esta pandemia España enferme socialmente (como una vez ocurrió en Alemania) y nos convirtamos en zombies de intereses ajenos a las personas, a nuestras pymes, a nuestras y nuestros autónomos, a nuestros agricultores, a nuestros trabajadores y trabajadores públicos, del sistema sanitario, la educación, los servicios sociales, las emergencias y los cuerpos y fuerzas de seguridad, en definitiva ajenos a los intereses del verdadero país que somos.
Al neofascismo español en su guerra contra el Gobierno de coalición, mientras éste junto con la población la libra contra el Covid-19, no le importa la gente, le importa el día después porque como el vampiro huele la sangre, ha olfateado los 200.000 millones de euros y los quieren llevar a los exclusivos bolsillos de sus amiguetes. Por eso han puesto las redes digitales en estado de alarma.