lunes, 10 de enero de 2022

Bulos, macrogranjas y elecciones en Castilla y León

Para las fuerzas del mal a las que la democracia estorba, en tiempos de límites planetarios visibles, el combate contra el feminismo, la ecología y los poderes territoriales es estratégico. El feminismo une la democracia a la vida, el ecologismo la une al territorio, el federalismo vincula el poder de la gente con la tierra donde vive.

Antes del 15M la institucionalidad española funcionaba alejada de los problemas de la gente. El celofán brillante del consumo y el crédito ocultaba el bloqueo de los poderes políticos a las demandas ciudadanas ante actuaciones concretas de los poderes económicos. Ni el latrocinio de lo público, ni los daños ambientales ni los urbanísticos, tenían coste electoral. La ecología era green washing. Los cauces de reivindicación se habían desplazado a la constitución de plataformas ciudadanas, luchas de causa sin conexión ideológica. Con el sindicalismo debilitado in extremis, el ecologismo ciudadano irrumpía sin etiqueta en multitud de conflictos. Quijotes contra molinos.

Cuando el capitalismo especulativo quedó con los pies colgando sobre la economía real llegó la crisis de 2008. En 2011, el 15M vulcanizó el malestar e inició una repolitización contrapartidista, adanista e ideológicamente blanda, que acabaría convirtiendo las causas de lucha en la lucha de causas. Podemos tradujo la repolitización en proyecto político.

Pero la crisis sistémica de la democracia española no solo era una crisis de inutilidad institucional para solventar los problemas de la gente, era una crisis de fondo de organización territorial. Una crisis de concentración del poder. La cuestión catalana es la manifestación más significativa de los déficit democráticos del estado español por causa de una evolución centralista de la interpretación y aplicación del modelo autonómico.

La derecha española tiene un proyecto de España basado en la concentración total del poder. La España progresista no se aglutina en torno a un proyecto alternativo, entre otras cosas por la negativa del PSOE a asumir la necesidad de un nueva configuración territorial del poder en España. Sus vínculos con poderes económicos y financieros a los que interesa concentrar sus interlocuciones y tejemanejes se lo impiden. Los movimientos de la España vaciada, los agravios interprovinciales en comunidades de gran tamaño, como la andaluza, son una válvula de escape ante la ausencia de proyecto alternativo al de Madrid es España. Un proyecto que no puede ser más que de reparto plurinacional del poder, y de desconcentración y descentralización democrática del mismo dentro de naciones, nacionalidades o autonomías hacia las provincias, las comarcas y los municipios.

Las elecciones en Castilla y León, a pesar de que las encuestas fabricadas por los poderes de la derecha indican que está cantado que PP y Vox se repartirán el gobierno, son un melón cerrado. Las reacciones del bipartidismo al bulo fabricado contra Alberto Garzón, a partir de unas declaraciones a The Guardian relativas al daño ambiental de la ganadería intensiva, las macrogranjas, y la mala calidad alimentaria de la carne fabricada, ha puesto de manifiesto el nerviosismo tanto del PP como del PSOE.

Días antes dirigentes del PP acusaban a las candidaturas provinciales de la España vaciada, que se presentan en Soria, Salamanca, Palencia y Burgos, de ser marcas blancas del PSOE. Por su parte Pablo Casado las acusa de querer destruir España en cantones; el España se rompe contra las demandas provinciales. Por su parte el PSOE se alinea con PP y Vox al desacreditar al ministro de Consumo de Unidas Podemos, sin advertir a sus ministerios y sus líderes territoriales en Castilla y León, Castilla la Mancha, Aragón, Asturias y Extremadura que las palabras de Garzón responden a las estrategias de sostenibilidad verde europeas asumidas por el gobierno de España.

La actitud del PP abre espacio a Vox, la del PSOE entrega espacio de combate electoral a las candidaturas de la España vaciada, muy sensibles con el daño que produce la ganadería industrial, y a Unidas Podemos cuya convicción ecologista es fuerte. El resultado de las elecciones en Castilla y León nos dirá en qué proporción se reconfiguran los espacios electorales en una comunidad de nueve provincias y amplio territorio. Cualitativamente podemos pensar, como sabe el PP y y debería saber el PSOE, que se verá afectado el bipartidismo.

La actitud del PSOE al usar una fake contra Garzón torpedea la percepción de ser visto como alternativa que cure los males de la España vaciada. Las plataformas provinciales saben el gravísimo problema económico, social y ambiental que provocan las macrogranjas, luchar contra ellas es una de sus banderas. Que el PSOE no lo haya visto y decida hacer política basura con el asunto es, además de repugnante, de una torpeza inaudita.

PP y Vox están temerosos de las candidaturas provinciales, el PSOE en Babia dejando espacio para ellas y para Unidas Podemos. A lo mejor no está tan cantado el resultado de las elecciones del 13 de febrero en Castilla y León. El feminismo, la ecología y la demanda de reparto territorial del poder, en el marco de la defensa de derechos y de lo público, tendrán muchas cosas que decir para enfrentar la invasión mediática de las mentiras.

viernes, 7 de enero de 2022

Energía nuclear verde, una imposibilidad científica


En un momento propicio, a la vista de los precios de la energía eléctrica en toda Europa, y de fuertes tensiones geoestratégicas entre Rusia y China con los EE.UU en profunda crisis de legitimidad democrática mundial, el lobby pronuclear que no es otro que el bancario de los fondos de inversión, aprovechan el terreno abonado en Francia por la ultraderecha para vincular energía nuclear y soberanía energética. Para que sea más creíble buscan alianzas extraterritoriales, e inducen al presidente francés Enmuel Macron y al Consejo de Europa a introducir en el pack verde el gas natural como fuente energética de transición al modelo renovable.

Si la Unión Europea cae en esta trampa del capital las consecuencias serán gravísimas. Para empezar, internamente se darían argumentos a Polonia y otros países para demandar no limitar los fondos next generation a la transición energética renovable en virtud de la defensa de su propia soberanía energética. La lucha de Europa contra el cambio climático, y su dinamización industrial y tecnológica territorializada que supone este green new dealse iría al traste.

Hay más, el baluarte que da credibilidad en el mundo a la UE es la democracia, tanto la energía nuclear como las tecnologías fósiles ponen en riesgo el propio sistema democrático. Son tecnologías con una alta capacidad de concentración de la producción y el poder tecnológico, que requieren grandes inversiones y que muchas veces están en manos de poderes ajenos a los propios estados.

El objetivo es renuclearizar Europa de forma acelerada. Los defensores de un nuevo boom nuclear afirman que la construcción de nuevas centrales contribuirá a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el 40% de las emisiones de CO2 se deben al transporte, sector en el que no podría competir la energía nuclear. Lo que se esconde tras la energía nuclear no es más que un modelo energético especulativo que pretende, con dinero público, enriquecer indiscriminadamente a las empresas eléctricas y a la gran banca, propietaria de ellas y de las grandes constructoras, futuras adjudicatarias de las obras. Las centrales nucleares actuales nacieron amortizadas, se construyeron con fondos públicos y con prestamos con interés subvencionado. El modelo de mercado eléctrico europeo permite a los propietarios precios muy por encima de sus costes, el pool eléctrico está diseñado para favorecer a las nucleares.

En la naturaleza de la energía nuclear está el poder antidemocrático. La energía nuclear permite una alta centralización en la producción y distribución, por lo que es una herramienta de control político y económico. La sola iniciativa privada nunca hubiese construido una nuclear, necesita dinero de las arcas públicas, mucho dinero. Por eso la pretensión, una vez más, de utilizar fondos europeos, que deben ir dirigidos al sector de las renovables, para rehabilitar las nucleares, empezando por las francesas.

En términos económicos, la consideración de la energía nuclear de fisión como la energía más barata se ha construido sobre una falacia, sobre una operación de ingeniería económica y financiera. Sumando, al costo de construcción, operación, mantenimiento y desmantelamiento de una nuclear, la gestión medianamente segura de los residuos nucleares, aunque se opere con residuos a cien años, y la construcción de los almacenamientos geológicos en profundidad –AGP-, las cuentas no salen. Incluyamos lo que una aseguradora cobraría por garantizar la cobertura de los daños provocados por un accidente nuclear. El balance en contra resultará abrumador y definitivo.

Los problemas derivados de la industria nuclear son los mismos desde decenios. La eliminación de los residuos altamente radioactivos no está solucionada. La idea de que la energía contenida en los núcleos atómicos es prácticamente ilimitada se traduce en la impresión de que disponemos de recursos ilimitados. Pero esto no es cierto, el combustible nuclear también es agotable. El veto a Irán para que construya centra-les nucleares pone de manifiesto la relación entre programas de desarrollo nuclear y armas nucleares. Por no hablar de la inseguridad añadida al ser las industrias nucleares potenciales objetivos bélicos o terroristas.

No es generador de energía, no es soberano, quién depende tecnológicamente del exterior para el mantenimiento de su producción, o para el enriquecimiento de uranio. Esta premisa solo la cumple Francia en la UE. El actual gobierno francés pretende romper el consenso ciudadano antinuclear en un intento de basar su fuerza en el control estratégico de la energía. La energía nuclear no produce riqueza colectiva, produce sólo beneficio empresarial. El territorio que la acoge es, simplemente, un contenedor de riesgos.

El viento y el sol son recursos distribuidos por todo el planeta, de los que se dice que no son constantes, pues están sometidos a los avatares climáticos y a los ciclos naturales. En este sentido, tampoco es constante la generación nuclear o térmica, pues las nucleares no pueden parar cuando su energía nos es requerida, están obligadas a man-tener su producción 24 horas, todos los días, aunque nadie la compre. Esto ocurre a diario. La acumulación de la energía solar o eólica es posible por diversas tecnologíasincluida la fabricación de hidrógeno, un gas cuya combustión o utilización en la pila de combustible produce agua.

Energías renovables, eficiencia energética y sostenibilidad son las recetas racionales que contribuyen al bien común, lo demás son artificios de grupos de poder. En un futuro energético renovable España tendría mucho que decir en la UE y el mundo. Imaginemos un avance tecnológico e industrial en la fabricación de todos los elementos relacionados con estas tecnologías energéticas. ¿Vamos a dejar también que la fábrica sea China?

El mito nuclear no termina con la fisión. La energía nuclear de fusión, proceso que reproduce una reacción similar a la que ocurre en el núcleo del sol, tiene, en términos económicos, un significado similar al expresado para la fisión: elimina el problema del riesgo de la radioactividad y de los residuos radioactivos, lo que no es poco, pero contabilizando los años y las inversiones necesarias para su, aún dudoso, desarrollo comercial, no salen los números. Y, lo que es peor, una vez conseguida, el control de la tecnología y la producción estaría concentrado en unos pocos grupos financieros que tendrían a los países, poblaciones y gobiernos atrapados con el chantaje de su dependencia.

Si la nuclear resultase tan barata y abundante como se dice, además de no requerir subvenciones como se pide, el riesgo de consumir tanta energía acumulada en los núcleos atómicos y liberarla en forma de calor, teniendo en cuenta la irreversibilidad de los procesos naturales –segundo principio de la termodinámica-, incrementaría los problemas del calentamiento terrestre provocado por los gases de efecto invernadero.Es lo que se llama contaminación por energía, el efecto calórico práctico del aumento de la entropía. El uso masivo de la energía nuclear provocaría la conversión del planeta en una sala de calderas, lo contrario de lo que han hecho los ecosistemas natura-les durante millones de años. Considerar la energía nuclear como verde es anticientífico, antiecológico y antidemocrático.

miércoles, 5 de enero de 2022

Energía, democracia y territorio


Si el agua es la sangre de la tierra, la energía es el nervio de la vida. Vuelve a Europa, desde Francia, el debate nuclear, desde otros lugares la demanda de subvenciones a las tecnologías nuclear y del gas. Esperemos que por poco tiempo.

Los inviernos son primaveras, las primaveras veranos, los veranos saharianos y los otoños secos. Que nos lo digan en Andalucía. El clima ya ha cambiado. Las causas son antrópicas, humanas, que tiene que ver con el funcionamiento del modelo capitalista. Un modelo extractivo de recursos limitados cuyos residuos, -calor, basuras, contaminación y destrucción de sistemas agropecuarios y naturales- modifica las condiciones biofísicas de los ecosistemas, incluidos los humanos, estrechando los límites de la vida, reduciendo su capacidad de reproducción. El gran meteorito de la extinción humana es la depredación capitalista.

Se puede negar por ignorancia, por ser parte interesada o simplemente sicario del mal. La confrontación entre democracia y capitalismo se agudiza en tiempos de cambio climático. En la naturaleza de las energías renovables está su potencial democrático, se reparten territorialmente por todo el planeta. El sol, su primera derivada el viento y sus segundas y terceras derivadas relacionadas con el agua, más el calor interno terrestre, tienen constitución global federal. Ni los combustibles fósiles, ni mucho menos la nuclear, albergan potencial democrático, en su naturaleza está la concentración y centralización del poder.

Se pretende desideologizar el debate sobre el modelo energético, diciendo que la energía no es ni de izquierdas ni de derechas. Esto es lo que está ocurriendo en Francia, el país más nuclearizado de Europa. Ni de izquierdas ni de derechas es de derechas, las pruebas son abrumadoras. La concentración y centralización del poder es un vector antidemocrático, por ello los grupos financieros que buscan beneficio rápido a costa de vidas, territorio y medio ambiente, prefieren la nuclear y los fósiles. Ya tienen el grifo del dinero en pocas manos, quieren en exclusiva el grifo de la energía.

El debate sobre la nuclear como modelo de soberanía energética y el gas como modelo de transición a las renovables ha vuelto a Europa. Los intereses van a llenar las teles de falsedades. Hay grupos financieros y bancarios presionando por la nuclear en Francia y buscando alianzas en otros países de la UE al sumar el gas, para que sendas tecnologías se incluyan en la taxonomía de finanzas verdes de la UE. El objetivo es  acceder a las subvenciones para la transición energética. No serán tan baratas como dicen cuando son incapaces de competir con las renovables a poco que se incluyan en sus costes los de reparación de los daños externos que producen.

El precio de la energía eléctrica en Francia es estos días similar al de España. Los precios están desatados en toda Europa. Luego la cuestión no es más nuclear y más gas, la cuestión es cambiar las reglas del juego del mercado eléctrico para que la formación de precios no sea especulativa, crear empresas públicas de producción y comercialización energética y fomentar las renovables, la producción de hidrógeno renovable y las tecnologías de ahorro y eficiencia energética en los sectores domésticos y productivos.

La nuclear y el gas lo defienden en España, un país de sol y viento, Vox, el PP y Ciudadanos, su patria es el dinero, son la derecha. La transición hacia las renovables con la clave del hidrógeno como vector energético, lo defiende el arco progresista, la patria es la gente y el medio en el que vivimos, llamémosle izquierda. Sí, la cuestión de la energía es una cuestión de izquierdas o derechas, de democracia o desigualdad, de poder concentrado o poder distribuido.

Nota a pie de página: Cerrar todas las nucleares de España, con una potencia instalada de 7.400 MW, podría hacerse instalando diez mil aerogeneradores con potencia de 2,5 MW (la potencia media de las máquinas eólicas instaladas en España. Imaginemos que los aerogeneradores se fabricasen en Andalucía. Imaginemos que los paneles fotovoltaicos y la tecnología electrónica también.

Publicado en La Voz del Sur