martes, 28 de enero de 2025

La desorientación de Junts

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras — Alberto Ortega / Europa Press

La alianza de Junts con el PP para, junto con Vox, tumbar el RDL que subía las pensiones y el SMI, prorrogaba los descuentos en el transporte público, mantenía la prohibición de los desahucios sin alternativa habitacional, el corte de suministros de agua y luz a familias en situación de exclusión, contenía las ayudas por la DANA y 9.675 millones como entregas a cuenta para las comunidades autónomas, tenía como objetivo demostrar al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que puede hacer lo mismo en una moción de censura que invista a Alberto Núñez Feijóo con el compromiso de convocar inmediatamente elecciones.

Si el PSOE ha jugado con fuego llevando un RDL ómnibus tan relevante sin garantías de que salga adelante, Junts se ha comportado como un pirómano. El PNV se ha dado cuenta, lo ha dicho el lendakari, Inmanol Pradales, con suma claridad en los Foros de Vanguardia celebrados en Barcelona con presencia en primera fila de la cúpula de Junts. El proceder de la derecha nacionalista alimenta en Cataluña al PSC del presidente de Salvador Illa y su discurso, que tanto disgusta a Carles Puigdemont, de “vuelta a la normalidad”. Y en el estado alimenta al ayusismo y la ultraderecha.

El procés ha creado desorientación en Junts, acostumbrados los postconvergentes a tener el poder de la Generalitat, relegados a la diputación de Girona, parecieran incapaces de evaluar las consecuencias para su propia causa de los movimientos tectónicos que se están produciendo en el mundo y en Europa, alimentados por el triunfo de Donald Trump y el empuje del trumpismo en las democracias liberales europeas.

Si para los neofascismos los derechos de las mujeres, de la inmigración, de los colectivos LGTBI+, de la clase trabajadora, de los animales, de las generaciones futuras o el derecho a un medio ambiente adecuado son basura woke, como los califica Javier Milei, el derecho de los pueblos al autogobierno, a la soberanía y a la autodeterminación son casus beli. Ese es el mundo al que se enfrentan las democracias y que parecen ignorar los soberanismos que solo miran su ombligo.

Un mundo para el que la diversidad o la biodiversidad no cuentan, mucho menos va a contar el reconocimiento del derecho de los pueblos que se consideran nación a constituir y empoderar sus propias instituciones. Si los soberanismos, independentismos y nacionalismos, no introducen en su análisis la variable neofascista que inunda los tiempos que corren, si juegan en corto, el próximo gobierno de España será del PP y Vox con mayoría muy absoluta.

En la práctica Junts deberá elegir entre hacer manitas con quienes operan desde la capital del reino contra las demandas de soberanía, igualdad territorial y derechos, enfrentando a unos pueblos con otros, o trabajar con perspectiva histórica para forzar al PSOE a unirse en la defensa de un estado republicano democrático plurinacional. Si ignora el contexto actual, como está haciendo, perderá el apoyo de la burguesía catalana a la que representa, y ésta buscará, como está haciendo con Salvador Illa, otras vías de defensa de sus interés.

Frente al proyecto unificador, centralista y antidemocrático de la ultraderecha y el ayusismo que ha impregnado al PP de Feijóo, solo cabe potenciar un bloque histórico que promueva una alianza plurinacional por la democracia republicana entre los pueblos del estado. El independentismo catalán anda desorientado tras el fin procés, tanto el de Junts como, en menor medida, el de ERC. Se trata de hacer política territorial plurinacional superando el ámbito del territorio catalán y de otros territorios. Es pedir mucho, pero más vale un por si acaso que un quién lo iba a pensar.

Publicado en Diario Red

lunes, 20 de enero de 2025

Charnegos

Eduard Sola, premiado por el mejor guion por 'Casa en flames'.

Los dos acontecimientos estelares de la entrega de los premios Gaudí de la Acadèmia del Cinema Català han resultado un elogio de lo charnego. Calificación despectiva con la que en los años sesenta y setenta del siglo pasado la clase burguesa catalana señalaba a la población emigrante de Andalucía y Extremadura que llegaba a Cataluña para buscarse la vida huyendo del hambre y de la desigualdad territorial impuesta por el franquismo. El desprecio, como ahora respecto de la emigración de otras partes del mundo, esa actitud de desprecio se inoculaba en parte de la clase trabajadora de raíz catalana para mantener a la clase trabajdora enfrentada entre sí y no con los patrones.

La Cataluña de hoy no puede entenderse sin la sangre del sur. Sin el millón de andaluces que irrigaron con la sangre de su vida, trabajando en los empleos más duros, el crecimiento del capital catalán. Eso es lo que hemos visto en los Gaudí. Hay una conexión entre la historia que se cuenta en El 47 y el discurso emocionado de Eduard Sola al recibir el premio al mejor guion por Casa en flames. Casi dos millones de andaluces y extremeños emigraron fuera y dentro del territorio español a zonas donde el franquismo había decidido establecer la industria que sustentaba el desarrollismo que permitió el tresillo, el seiscientos y el telefunken. En esas zonas lucharon por su dignidad y la dignidad de todos y todas, andaluces o no.

Imaginen un mundo al revés. Si la SEAT en vez de instalarse en Martorell se hubiese instalado en Linares. A lo mejor en Andalucía hoy estarían los cineastas “polacos” reivindicando ese término y la valentía de sus abuelos catalanes para salir de su tierra a buscarse la vida. Un millón de andaluces y andaluzas recalaron en Cataluña. Sus nietos y nietas son hoy culturalmente catalanes. Es lo que hemos visto en los premiso Gaudí con El 47, premiada como mejor película, y en el discurso de Eduard Sola, premiado por el mejor guion por Casa en flames.

Esto dijo resumidamente Eduard Sola: “Mi familia está lejos de ser la familia de Casa en llamas. Nos gustaría tener una casa en la Costa Brava y un barquito para salir a navegar, pero no lo tenemos. En casa somos orgullosamente charnegos. Mis abuelos, todos, vinieron de Andalucía. El abuelo Eduardo era analfabeto y yo me dedico a escribir. Podría entender este Gaudí como una venganza por todas estas miradas de superioridad que en tres generaciones hemos tenido que soportar los que venimos de abajo de todo. Pero no lo haré. Si mi abuelo era analfabeto y yo me dedico a escribir es porque ha pasado una cosa y esa cosa se llama progreso, y el progreso es, indudablemente, un éxito colectivo. Si estoy aquí delante recogiendo un Gaudí no es gracias solo a mí, sino a la escuela pública, a los movimientos cívicos, a las casas de acogida, a las plazas donde he crecido y a las decenas de personas que me han acompañado. Enviemos a la mierda a los xenófobos, a los que se aprovechan de los otros, sigamos, por favor, acogiendo a los de fuera con los brazos abiertos, veremos como de aquí a unos años escribirán grandes historias catalanas”.

Emociona que las y los nietos de la emigración andaluza y extremeña, que hablan catalán como su propia lengua, reivindiquen la memoria de sus abuelos y sus padres, de sus abuelas y sus madres. El orgullo del catalanismo de raíces charnegas es trascendente porque rompe con el etnicismo, va contra el racismo y lanza un mensaje para el hoy. Sería magnífico que las y los catalanes auténticamente progresistas hicieran algún gesto de agradecimiento a estos charnegos y charnegas que dieron todo a Cataluña y lucharon por los derechos de la clase trabajadora. Lo único que han hecho es aportar. Si esto se reconoce, será más fácil un futuro político plurinacional en común en tiempos de ultraderecha despiadada.

Publicado en La Voz del Sur

viernes, 17 de enero de 2025

La decisión de María Jesús Montero

María Jesús Montero, anunciando su candidatura para dirigir el PSOE de Andalucía.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha instado a María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, a ser la oposición del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Los datos persistentes de las encuestas indicaban que el PSOE andaluz no remontaba, iba a menos. La culpa no es solo del liderazgo de Juan Espadas, también de la carencia de un proyecto renovado que saque a Andalucía del letargo.

La operación con apariencia de alcurnia pretende parecerse a la operación Salvador Illa en Cataluña. Pero el papel de Cataluña y Andalucía en el contexto de actual es muy distinto. Cataluña pinta para sí en la política de Estado, Andalucía no. Andalucía pinta para Madrid y las tácticas de poder del bipartidismo monárquico.

El PSOE necesita recuperar fuelle en Andalucía, una comunidad que aporta 61 de los 350 diputados en el Congreso, 13 más que Cataluña, 24 más que Madrid, 28 más que la Comunitat Valenciana, 30 más que Castilla y León, 38 más que Galicia y 40 más que Castilla-La Mancha. Sin Andalucía ni el PSOE ni la izquierda levantarán cabeza frente a un horizonte de fortalecimiento de la ultraderecha que podría gobernar España en alianza con el PP.

La vicepresidenta primera tiene dificilísimo darle la vuelta a las encuestas. La forma en que Moreno Bonilla ejerce el Gobierno andaluz se lo pone muy difícil. El PP andaluz ha absorbido en su beneficio toda la maquinaria de poder institucional que dejó engrasada el PSOE tras casi 40 años de ejercicio ininterrumpido del poder autonómico.

Durante cuatro decenios el PSOE hizo de la Junta de Andalucía una máquina de gestión administrativa dedicada a operar sobre la base de buena parte de la llamada sociedad civil, el empresariado, los medios de comunicación y los sindicatos UGT y CCOO. Juanma maneja la misma maquinaria autonómica con diplomática maestría. Por eso se muestra condescendiente con Montero, porque sabe que el barco solo ha cambiado de tripulación, pero el rumbo y las intenciones son similares. Mantener Andalucía controlada y a su favor.

María Jesús Montero lo tiene casi imposible porque no supone una renovación real del proyecto del PSOE para Andalucía. Pertenece a la vieja guardia socialista y tiene mácula en las políticas económicas y territoriales del PSOE respecto de Andalucía. Estuvo con Susana Díaz, la presidenta más nefasta que haya tenido esta tierra, cuando se puso al frente de la lealtad institucional para aplicar los durísimos recortes que imponía Rajoy.

Estuvo con Susana Díaz cuando pactó con Ciudadanos, despreciando a Podemos, a cambio de deteriorar la fiscalidad andaluza en favor de los ricos y de arrodillar Andalucía ante el españolismo centralista. Estuvo con Susana Díaz cuando se puso a la vanguardia del “a por ellos” enfrentando al pueblo andaluz con el catalán. Ahora con Sánchez tiene el papel de negociar la singularidad catalana al tiempo que ignora la singularidad andaluza. Lo tiene casi imposible sin proyecto andaluz propio.

Sorprende que el PSOE-A, que dice tener 40.000, no tenga proyecto y persona que supongan una auténtica renovación de su propuesta andaluza. Sorprende que en el PSOE andaluz no haya la más mínima capacidad de interpretar las necesidades de Andalucía a la luz de nuestra situación de desigualdad. La decisión de María Jesús Montero debería ser para la izquierda andaluza y andalucista un incentivo para aupar un proyecto de transformación, que no sea subalterno de la socialdemocracia liberal, ni se conforme con ser una pieza irrelevante en un proyecto de Estado. Un proyecto que piense en una habitación propia.

Publicado en La Voz del Sur

martes, 14 de enero de 2025

De la extraterritorialidad a la territorialidad

Donald Trump — BBC

La operación de reconfiguración del capitalismo occidental que aborda Donald Trump trata de anclar la economía especulativa de dominio estadounidense al territorio. Buena parte de los capitalistas de Wall Street necesitan aterrizar la economía para reconducirla hacia la propiedad, la fábrica, y el intercambio de mercancías. Volver a la territorialidad es la manera en que buscan defenderse de China y sus BRICS.

Vuelve el capitalismo occidental con los pies en la tierra. Para ello los capitalistas de los EE.UU. necesitan territorio rico en materias primas, despreciar los límites biofísicos planetarios, expoliar masivamente el tiempo de las mujeres y liquidar cualquier atisbo de democracia trasformando toda relación con sus aliados occidentales en relaciones coloniales de imposición y dependencia. Sus necesidades señalan donde deben estar las prioridades de la lucha política de las izquierdas. Piensa gloal, actúa local.

En la crisis de 2008 los mercados y la gran banca quebraron consecuencia de la distancia del valor de los productos financieros y el valor real de las cosas. Tras las primeras crisis del petróleo, crisis ecosistémicas de límites, el capitalismo occidental decidió desprenderse de la fábrica y delegarla a China y el sudeste asiático. Se especializaría en mercados de futuros, suprime y artificios bursátiles para que el dinero ganase dinero a fuerza de algoritmos, información privilegiada y clicks. Eso se acabó con la crisis de 2008.

Como ha descrito en este medio Cristina Buhigas en un artículo reciente titulado Los ‘PIGS’ están ahora en el norte, los límites de la economía estadounidense no son financieros. La Reserva Federal fabrica todo el dinero que necesitan sus capitalistas y el estado cuando lo necesitan. La deuda pública estadounidense está al cierre de 2024 en 1,9 billones de dólares (superior al 120% de su PIB, su déficit público es del 6,4%. Así mismo, tanto Reino Unido, como Alemania, Italia o Francia tiene valores de deuda y PIB muy superiores a los aprobados por el parlamento europeo en abril como objetivos para 2025, 60% del PIB y 3% de déficit. Por mucho menos fueron condenados Portugal, Italia, Grecia y España en 2010.

Entregada Europa al régimen de guerra impuesto por las necesidades de la máquina capitalista estadounidense, como explica Manel Pérez en La Vanguardia en un artículo titulado El 5% de Trump: el impuesto imperial: "el dólar y la hegemonía militar son dos vasos comunicantes del mismo mecanismo que gobierna el mundo y su economía. EE.UU. necesita colocar cada año, prácticamente gratis, casi 2 billones de dólares, para mantener la bicicleta en marcha.” Con el régimen de guerra gestionado en Europa por el ex primer ministro neerlandés, actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Donal Trump quiere reducir su deuda y afrontar sus planes expansionistas a costa de deuda europea para comprar armas y combustibles fósiles a los EE.UU.

El comandante en jefe del capitalismo occidental, Donald Trump, para reconducir el crecimiento desde la extraterritorialidad especulativa a la territorialidad, necesita, por un lado, territorios ricos en materias primas, Canada y Groenlandia, control de las rutas comerciales, Canal de Panamá y el Ártico, dominio de las reservas petrolíferas, Venezuela, Oriente Medio y apoyo total al sionismo genocida israelí, y por otro, colocar procónsules en toda Europa y América latina, para lo cual ha delegado en Elon Musk y su capacidad digital de subversión de cualquier atisbo de democracia mediática. Trump no quiere aliados, quiere súbditos. Enric Juliana lo ha dicho en La Vanguardia, Imperio, palabra de 2025.

La política imperial territorial de los EE.UU. coge a Europa con el fascismo cabalgando de nuevo en su interior, habiendo roto toda relación de vecindad con Rusia, y, lo que es peor, con un conjunto de líderes que dirigen los estados de la UE mirándose el obligó y de reojo el de sus socios, sin perspectiva ni capacidad para defender un proyecto común alternativo al régimen imperial de guerra al que el trumpismo apuntala. Si duras fueron las consecuencias de la huida del capitalismo occidental a la esfera extraterritorial de la ficción bursátil, más duro pude ser su aterrizaje en un mundo biofísico hastiado de calentamiento global, daño ambiental y permanente escasez de recursos para sostener los indicadores de crecimiento.

Publicado en Diario Red

viernes, 10 de enero de 2025

María Jesús Montero, ¿baronía o federalismo?

MARIA JESUS MONTERO
Francisco J. Olmo / Europa Press

El PSOE bajo la dirección estratégica de Pedro Sánchez está reestructurando su oferta electoral territorial de cara al nuevo ciclo electoral que se abrirá con alta probabilidad en 2026. No hay política sin territorio. No hay poder político sin territorio, pregúntenselo a Donald Trump. En el Estado español toda política está condicionada por la diversidad territorial. La tensión entre los poderes económicos, judiciales, mediáticos y políticos que operan en Madrid y los intereses de comunidades políticas constituidas o no institucionalmente, o de sectores económicos o sociales enraizados en las periferias, es permanente.

Pronto, en el Estado de las autonomías, sin cámara territorial fruto de la CE del 78, aparecieron en la prensa los términos barón o baronesa para designar a las presidencias de las distintas comunidades autónomas. El concepto medieval alude por un lado a la persona que ostenta la gestión del poder en un territorio concreto, baronía, y por otro, a su obligada obediencia al rey. La baronía la otorga el rey, el cual tutela la gestión que ejecuta el barón, o la baronesa.

Desde Madrid DF (expresivo hallazgo de Enric Juliana para designar el lugar donde se concentran los grandes poderes del Estado), los términos barón o baronía se usan con enfoques despectivos o conflictivos. La idea que se quiere trasladar desde el centralismo monárquico bipartidista es que el poder territorial es un estorbo para el ejercicio de las políticas de Estado. En realidad el estorbo para la auténtica democracia es siempre la concentración de todo el poder en un punto.

A pesar del esfuerzo homogeinizador para imponer una visión de España monótona, nadie ha podido acabar con la diversidad cultural y plurinacional del Estado. Ni siquiera durante el tiempo en que gobernó directamente el fascismo asesino franquista. Las realidades culturales históricas pueden ocultarse pero no extirparse. Por ello, tanto el PP como el PSOE no tienen más remedio que aceptar y gestionar la existencia de voces territoriales.

Tanto el PSOE como el PP se ven obligados a adaptar territorialmente sus estrategias de Estado a sus condicionantes autonómicos si quieren tener posibilidades de gobernar España. Eso es lo que está haciendo Pedro Sánchez. Esa es el fondo de la designación de María Jesús Montero como secretaria general del PSOE andaluz. Esa es la clave de la convivencia en el PP de Isabel Díaz Ayuso con Juan Manuel Moreno Bonilla, o de Emiliano García Page con Salvador Illa en el PSOE. Baronías toleradas.

España es una realidad impuesta desde el centro que no puede ser gobernada sin las periferias salvo liquidando la democracia, el proyecto de Vox y Ayuso; ni sin la atención a su diversidad cultural y política territorial, la necesidad que aceptan sin quererla los partidos monárquicos, PP y PSOE. Por ello, una nueva izquierda que aspire a gobernar superando el bipartidismo solo podrá hacerlo con la articulación orgánica interna de un proyecto verdaderamente federal. Es el momento de activar esa propuesta. Es el momento de pasar de la epifanía extraterritorialidad del 15M, radiada desde Madrid, a la asunción orgánica de la complejidad territorial. Además, como en la naturaleza, la complejidad es una condición para la resiliencia.

Publicado en Diario Red

sábado, 4 de enero de 2025

La arbonaida es un arma cargada de futuro

Juan Manuel Moreno, en el día de la bandera de Andalucía.

La economía va como un tiro, dijo Pedro Sánchez el verano pasado. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, se enorgullece de las exportaciones agrarias andaluzas, de los impresionantes datos de número de turistas que visitan en Andalucía y de la creación de empleo. Carlos Cuerpo, ministro de Economía, saca pecho, este principio de año, del índice de crecimiento económico de España en el marco europeo y proyecta para 2025 la felicidad crecentista. Para el bipartidismo con poder institucional, uno en España y el otro en Andalucía, esto es jauja y nadamos en la abundancia.

Las familias andaluzas tienen la percepción domesticada por Canal Sur. Todo son albricias a Bonilla y abucheos a Sánchez, todo es Cataluña y España se entendiendo contra Andalucía. Andalucía no existe en Canal Sur si no es para ayudar a Ayuso y sus intereses en el capitalismo castizo y el fondismo buitre global. Se oculta que el PP andaluz no tiene proyecto social para Andalucía. El PP andaluz vive de las mismas albricias bipartidistas del PSOE que gobierna el estado. Sendos viven de los indicadores macroeconómicos de crecimiento,  PIB y déficit público. Indicadores que no dicen nada sobre la vida de la gente común.

El proyecto fiscal del PP andaluz proyecto es bajar impuestos a la fracción de población más rica, como el de Ayuso o el de Trump. Su proyecto económico es la insistencia en el turismo, la construcción y la economía agraria intensiva, cada vez más en manos de fondos ajenos a Andalucía. Con una política así el gobierno andaluz tiene cero credibilidad para exigir, en un imprescindible pacto de estado para la financiación autonómica, lo que a Andalucía corresponde por derecho propio y por el expolio histórico que ha sufrido en emigración, capital y déficit inversor del estado en infraestructuras e industria.

Cuando las familias andaluzas dejen de mirar en Canal Sur y en las calles de los centros de nuestros pueblos y ciudades la fantasía de la iluminación led, y miren sus nóminas, sus cuentas bancarias y los precios de la vida, chocarán con una realidad que no coincide con el espejismo. Cuando las deudas de las tarjetas de crédito digan aquí estoy yo, aflorarán las preocupaciones sobre el coste de la vivienda, de la luz, del agua, del teléfono, de internet, de los alimentos, de los productos de primera necesidad, del comedor escolar, las actividades extraescolares y la cultura. En febrero, donde las tarjetas bancarias han desplazado la cuesta de enero, retornará, si es que se fue tan solo unos días, la realidad de la mala atención sanitaria, la deficiente aplicación de la ley de dependencia, y la visibilidad del deterioro de la educación y la universidad con la entrega de dineros y gestión a las fábricas de ideología ultraconservadora que son los centros concertados.

El desempleo ha bajado en Andalucía una barbaridad, como lo ha hecho en todo el estado, pero mantiene un diferencial del 6% respecto de la media del Estado. Andalucía renquea no solo en el tirón de la creación de empleo, sino que el empleo que crea es de bajo valor añadido. Un empleo para bares y restaurantes, para prestar servicios en hoteles, para la agricultura mal pagada y para el gran comercio. Empleos de bajos salarios que tiran a la baja del salario de todos los demás sectores, incluidos los que requieren alta cualificación.

El sector turístico, del que tanto se enorgullecen nuestros próceres políticos, antes del PSOE y ahora del PP, encarece directa e indirectamente la vivienda, una vivienda inasequible con los bajísimos salarios. Una vivienda, tan cara para el alquiler o la compra, que las familias no pueden afrontarla sin asfixiar su economía de supervivencia. Necesitamos otro modelo turístico que cree valor añadido real y no destruya Andalucía. Por su parte, el sector agrario, solo puede competir a base de explotación de la clase jornalera y la inmigración. Esta no es la economía que se merece Andalucía. Y no vamos a salir de ella si no exigimos lo que nos corresponde.

Andalucía no va a salir de ser la peor situada en los indicadores de empleo, desigualdad, pobreza, indice salarial, desigualdad de género estructural, industrialización, déficit de infraestructuras ferroviarias o flujo de emigración cualificada, si no aborda una estructura fiscal propia que sea justa social y ambientalmente. Si no extrae de los beneficios del sector turístico una fiscalidad de compense los daños ambientales y sociales que crea. Andalucía no va a salir del atraso relativo respecto del resto de territorios del estado plurinacional si no se opone con fuerza a las consecuencias de las balanzas fiscales y la ordinalidad que quieren imponer los soberanismos catalanes, el de derechas y el de izquierdas.

Andalucía no va a salir de su atraso relativo si no reivindica a su gobierno y al gobierno del estado un trato privilegiado para la reindustrialización de todo nuestro territorio, un territorio conectado con África, América Latina y Europa que tiene costa este y costa oeste. Andalucía no va a salir de su atraso relativo si no exige imperativamente que el tren de mercancías y pasajeros articule todas nuestras comarcas conectándolas con el sur, el norte, el este y el oeste. Andalucía no va a salir del atraso histórico sin una apuesta clara por la agroecología, el urbanismo bioclimático y la industria cultural con raíces para ser propietaria de su potencia identitaria universal.

Andalucía no va a salir de su desigualdad interna y externa si la izquierda andaluza no interioriza que nuestra auténtica bandera republicana es la verdiblanca, que el andalucismo es el marco de acción táctica y estratégica. Las banderas no son trapos, la bandera andaluza no tiene lastre negativo del pasado, todo su simbolismo es positivo. Lo usa el presidente andaluz para resignificarla a su favor. El sentido de la verdibalnca que hay que enarbolar no solo es para rendir homenaje a nuestra pasado, si no para convertirla en arma para ganar nuestro futuro. La arbonaida es un arma cargada de futuro.