viernes, 10 de enero de 2025

María Jesús Montero, ¿baronía o federalismo?

MARIA JESUS MONTERO
Francisco J. Olmo / Europa Press

El PSOE bajo la dirección estratégica de Pedro Sánchez está reestructurando su oferta electoral territorial de cara al nuevo ciclo electoral que se abrirá con alta probabilidad en 2026. No hay política sin territorio. No hay poder político sin territorio, pregúntenselo a Donald Trump. En el Estado español toda política está condicionada por la diversidad territorial. La tensión entre los poderes económicos, judiciales, mediáticos y políticos que operan en Madrid y los intereses de comunidades políticas constituidas o no institucionalmente, o de sectores económicos o sociales enraizados en las periferias, es permanente.

Pronto, en el Estado de las autonomías, sin cámara territorial fruto de la CE del 78, aparecieron en la prensa los términos barón o baronesa para designar a las presidencias de las distintas comunidades autónomas. El concepto medieval alude por un lado a la persona que ostenta la gestión del poder en un territorio concreto, baronía, y por otro, a su obligada obediencia al rey. La baronía la otorga el rey, el cual tutela la gestión que ejecuta el barón, o la baronesa.

Desde Madrid DF (expresivo hallazgo de Enric Juliana para designar el lugar donde se concentran los grandes poderes del Estado), los términos barón o baronía se usan con enfoques despectivos o conflictivos. La idea que se quiere trasladar desde el centralismo monárquico bipartidista es que el poder territorial es un estorbo para el ejercicio de las políticas de Estado. En realidad el estorbo para la auténtica democracia es siempre la concentración de todo el poder en un punto.

A pesar del esfuerzo homogeinizador para imponer una visión de España monótona, nadie ha podido acabar con la diversidad cultural y plurinacional del Estado. Ni siquiera durante el tiempo en que gobernó directamente el fascismo asesino franquista. Las realidades culturales históricas pueden ocultarse pero no extirparse. Por ello, tanto el PP como el PSOE no tienen más remedio que aceptar y gestionar la existencia de voces territoriales.

Tanto el PSOE como el PP se ven obligados a adaptar territorialmente sus estrategias de Estado a sus condicionantes autonómicos si quieren tener posibilidades de gobernar España. Eso es lo que está haciendo Pedro Sánchez. Esa es el fondo de la designación de María Jesús Montero como secretaria general del PSOE andaluz. Esa es la clave de la convivencia en el PP de Isabel Díaz Ayuso con Juan Manuel Moreno Bonilla, o de Emiliano García Page con Salvador Illa en el PSOE. Baronías toleradas.

España es una realidad impuesta desde el centro que no puede ser gobernada sin las periferias salvo liquidando la democracia, el proyecto de Vox y Ayuso; ni sin la atención a su diversidad cultural y política territorial, la necesidad que aceptan sin quererla los partidos monárquicos, PP y PSOE. Por ello, una nueva izquierda que aspire a gobernar superando el bipartidismo solo podrá hacerlo con la articulación orgánica interna de un proyecto verdaderamente federal. Es el momento de activar esa propuesta. Es el momento de pasar de la epifanía extraterritorialidad del 15M, radiada desde Madrid, a la asunción orgánica de la complejidad territorial. Además, como en la naturaleza, la complejidad es una condición para la resiliencia.

Publicado en Diario Red