martes, 14 de enero de 2025

De la extraterritorialidad a la territorialidad

Donald Trump — BBC

La operación de reconfiguración del capitalismo occidental que aborda Donald Trump trata de anclar la economía especulativa de dominio estadounidense al territorio. Buena parte de los capitalistas de Wall Street necesitan aterrizar la economía para reconducirla hacia la propiedad, la fábrica, y el intercambio de mercancías. Volver a la territorialidad es la manera en que buscan defenderse de China y sus BRICS.

Vuelve el capitalismo occidental con los pies en la tierra. Para ello los capitalistas de los EE.UU. necesitan territorio rico en materias primas, despreciar los límites biofísicos planetarios, expoliar masivamente el tiempo de las mujeres y liquidar cualquier atisbo de democracia trasformando toda relación con sus aliados occidentales en relaciones coloniales de imposición y dependencia. Sus necesidades señalan donde deben estar las prioridades de la lucha política de las izquierdas. Piensa gloal, actúa local.

En la crisis de 2008 los mercados y la gran banca quebraron consecuencia de la distancia del valor de los productos financieros y el valor real de las cosas. Tras las primeras crisis del petróleo, crisis ecosistémicas de límites, el capitalismo occidental decidió desprenderse de la fábrica y delegarla a China y el sudeste asiático. Se especializaría en mercados de futuros, suprime y artificios bursátiles para que el dinero ganase dinero a fuerza de algoritmos, información privilegiada y clicks. Eso se acabó con la crisis de 2008.

Como ha descrito en este medio Cristina Buhigas en un artículo reciente titulado Los ‘PIGS’ están ahora en el norte, los límites de la economía estadounidense no son financieros. La Reserva Federal fabrica todo el dinero que necesitan sus capitalistas y el estado cuando lo necesitan. La deuda pública estadounidense está al cierre de 2024 en 1,9 billones de dólares (superior al 120% de su PIB, su déficit público es del 6,4%. Así mismo, tanto Reino Unido, como Alemania, Italia o Francia tiene valores de deuda y PIB muy superiores a los aprobados por el parlamento europeo en abril como objetivos para 2025, 60% del PIB y 3% de déficit. Por mucho menos fueron condenados Portugal, Italia, Grecia y España en 2010.

Entregada Europa al régimen de guerra impuesto por las necesidades de la máquina capitalista estadounidense, como explica Manel Pérez en La Vanguardia en un artículo titulado El 5% de Trump: el impuesto imperial: "el dólar y la hegemonía militar son dos vasos comunicantes del mismo mecanismo que gobierna el mundo y su economía. EE.UU. necesita colocar cada año, prácticamente gratis, casi 2 billones de dólares, para mantener la bicicleta en marcha.” Con el régimen de guerra gestionado en Europa por el ex primer ministro neerlandés, actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Donal Trump quiere reducir su deuda y afrontar sus planes expansionistas a costa de deuda europea para comprar armas y combustibles fósiles a los EE.UU.

El comandante en jefe del capitalismo occidental, Donald Trump, para reconducir el crecimiento desde la extraterritorialidad especulativa a la territorialidad, necesita, por un lado, territorios ricos en materias primas, Canada y Groenlandia, control de las rutas comerciales, Canal de Panamá y el Ártico, dominio de las reservas petrolíferas, Venezuela, Oriente Medio y apoyo total al sionismo genocida israelí, y por otro, colocar procónsules en toda Europa y América latina, para lo cual ha delegado en Elon Musk y su capacidad digital de subversión de cualquier atisbo de democracia mediática. Trump no quiere aliados, quiere súbditos. Enric Juliana lo ha dicho en La Vanguardia, Imperio, palabra de 2025.

La política imperial territorial de los EE.UU. coge a Europa con el fascismo cabalgando de nuevo en su interior, habiendo roto toda relación de vecindad con Rusia, y, lo que es peor, con un conjunto de líderes que dirigen los estados de la UE mirándose el obligó y de reojo el de sus socios, sin perspectiva ni capacidad para defender un proyecto común alternativo al régimen imperial de guerra al que el trumpismo apuntala. Si duras fueron las consecuencias de la huida del capitalismo occidental a la esfera extraterritorial de la ficción bursátil, más duro pude ser su aterrizaje en un mundo biofísico hastiado de calentamiento global, daño ambiental y permanente escasez de recursos para sostener los indicadores de crecimiento.

Publicado en Diario Red