Hace más de una semana del apagón que dejó a la península ibérica sin luz. Así llamamos el común de los mortales a la electricidad desde que Thomas Edison inventara la bombilla. Y todavía no se ha dado, ni por el gobierno, ni por las eléctricas, ni por Red Eléctrica Española una explicación sobre las causas del cero eléctrico. Vivimos, tras el apagón otro apagón, el de la verdad. Siendo bien pensados podemos esperar que cuando conozcamos la verdad oficial, ésta será la verdad real.
Siendo mal pensados, dice el refrán piensa mal y acertarás, el retraso en la entrega de información veraz que están protagonizando las grandes empresas eléctricas, alimenta la sospecha de manipulación de la verdad para proteger sus espaldas, pedir más dinero público en inversiones que deberían ejecutar con sus desorbitados beneficios y presionar al gobierno, para que no apague las nucleares y ponga trabas a las renovables como hizo el gobierno de Rajoy.
Pasé más de diez años enseñando, y aprendiendo, sobre energías renovables. Conozco desde los noventa la historia de los ataques a su fiabilidad tecnológica, a su debilidad meteorológica, a su inadaptación a los ciclos diarios y estacionales, a su carestía y a su capacidad de lucha contra el cambio climático. A pesar de todas las patrañas que se han dicho históricamente contra las renovables, vestidas de expertismo científico e ingenieril, éstas se han impuesto en todos los campos. Desde el 1 de enero al 28 de abril las renovables han aportado a red en casi doscientas ocasiones lo que estaban aportando el día del apagón.
Las energías renovables son totalmente fiables electrónicamente, reducen al máximo las interacciones mecánicas, la electricidad no es solo una onda, también, desde el premio nobel De Broglie en 1929, avalado por Einstein, es un fluido de corpúsculos, los electrones. Las renovables son las únicas que en su conjunto están distribuidas equitativamente por todo el planeta. Superada la economía de escala, son las más baratas de fabricar e implantar. Son las que tiran del precio de la electricidad a la baja en el artificioso pool (mercado) eléctrico español. Y son, sobre todo la fotovoltaica, las que pueden hacer productores y autoconsumidores a familias, comunidades y pymes, poniéndo en riesgo así el monopolío de la producción eléctrica.
Detrás de culpabilizar a las renovables del apagón hay un claro intento de frenar su capacidad demostrada de implantación distribuida y difusa. En un país enchufado al sol y el viento es difícil de explicar a la población por qué la electricidad es tan cara. Es tan cara porque está en manos de un oligopolio capaz de vaciar pantanos en época de sequía para eriquecerse en momentos calurosos de máxima demanda, o capaz de dejar abandonadas durante años las infraestructuras eléctricas en multitud de barrios olvidados sin importarle el sufrimiento de cientos de miles de familias.
Es tan cara porque su precio depende de un modelo “legal” que hace que la energía más costosa, la del gas en ciclo combinado, marque el precio de todas las demás. De este modo a Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP o Repsol, todas servidoras de las puertas giratorias del bipartidismo y las derechas vasca y catalana, les interesa que siempre entre a cubrir la demanda una porción de gas, pues si toda se cubriese con renovables sus espeluznantes beneficios decaerían.
Para seguir la pista del dinero que ganan los dueños del capital con participaciones en el IBEX 35, hay que seguir la pista de las dos únicas cosas que anclan la economía sobre el mundo real, la energía, la materia y sus flujos. Si España depende del gas, del fuel o del uranio enriquecido para la producción energética, será un país con la soberanía completamente entregada a intereses externos. Atemos cabos. Donald Trump quiere que consumamos mucho más gas estadounidense, Francia quiere que nos enganchemos a su combustible nuclear, su uranio enriquecido (España no tiene ni tendrá es capacidad reservada en exclusiva a países con bomba atómica).
Si a estos dos intereses extranjeros, sumamos el interés del oligopolio eléctrico en ganar dinero a espuertas con algoritmos que “controlan” el mix energético, podemos pensar mal. Pensar que la defensa del gas por ciclo combinado y la nuclear, como energía estabilizadora de la onda herziana con sus generadores sícronos, la primera, o como garantista de suministro, la segunda, por su permanente estado de funcionamiento, aunque no sea necesaria, tiene únicamente interés geoestratégico para potencias extranjeras o económico para el oligopolio español. Pero hay más. China es una potencia en fabricación de paneles solares fotovoltáicos, máquinas eólicas y sistemas de producción de hidrógeno verde. Atacar a las renovables a escala global es alimentar la guerra comercial contra China, uno de los objetivos centrales del gobierno de Donald Trump.
Piensa mal y acertarás. Un refrán cuyo recuerdo provoca el apagón de la verdad, sobrevenido tras el apagón del 28 de abril de 2015. No sabemos todavía si el apagón fue consecuencia de un fallo tecnológico o un error humano, o de las dos cosas a la vez. No sabemos si fue fruto de una manipulación del precio de la energía, cortando la entrada al sistema de importantes instalaciones fotovoltáicas para mantener el precio caro, que se les fue de las manos por un fallo tecnológico o un error humano o las dos cosas a la vez. No lo sabemos además porque tanto REE como el oligopolio eléctrico parecen no querer dar la información precisa, ni siquiera al gobierno de Pedro Sánchez. Una información que seguramente poseen nítidamente, pero nos visten de complejidad.
Sin certezas sobre la causa, una semana después del apagón, sí sabemos que nos quieren engatusar con el gas que daña el clima y el riesgo atómico. Sí sabemos que un país que defiende su soberanía debe defender su soberanía energética. Si sabemos que el sistema energético español, para dar seguridad a nuestras vidas y nuestras economías, debería ser nacionalizado o, como mínimo, contar con una empresa completamente pública de energía que domine los mercados de la generación, la distribución y la comercialización. Si sabemos que esto es defender los intereses de la gente, la única patria para la que debería servir la palabra España.
Publicado en Diario Red