Las futuras elecciones andaluzas, que el presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, dice que convocará al agotar la legislatura, o que las hará coincidir con las generales si Pedro Sánchez las adelanta para el Estado, están dando que hablar en múltiples medios de comunicación y redes sociales sobre la unidad o no unidad de la izquierda andaluza. El factor común de esos dimes y diretes es que Podemos es la mala de la película y que Podemos Andalucía está siendo dirigido desde Madrid.
El manifiesto “Andalucía se levanta” que pedía la unidad de la izquierda en Andalucía, hecho público durante el mes de agosto, al que se adhirieron, a título personal, personas relevantes de la dirección de Podemos Andalucía, entre ellas su secretaria general, Raquel Martínez, el parlamentario por Córdoba y coportavoz de Podemos Andalucía, José Manuel Jurado, y Diego Cañamero, militante de la CUT y de la ejecutiva de Podemos Andalucía, expuso el hecho de que había diferencias estratégicas entre la dirección política estatal de Podemos y la dirección andaluza.
Resulta evidente, como así ha sido desde los orígenes de Podemos, que las decisiones relevantes que afectan a cada territorio del Estado se toman consultando a la militancia de ese territorio. Resulta evidente que son las bases militantes en cada territorio las que decidirán en primarias las candidaturas a la presidencia de la Junta y las de cada una de las ocho provincias. Esto está en cuestión por mucho que se difame con lo contrario.
La cuestión de fondo sobre la unidad de la izquierda no es la democracia interna de Podemos o de Podemos Andalucía. La cuestión de fondo es cómo abordar el siguiente ciclo político, si subordinados a quienes actúan prácticamente igual que el PSOE adaptándose en cada momento a los límites que éste impone, o presentando un proyecto de ruptura con esos límites. Esto es lo que habrá de dirimir democráticamente la militancia de Podemos Andalucía.
El PSOE ha tardado dos años en reconocer el genocidio del pueblo palestino, cuando la infamia israelí ha sobrepasado todas las retinas. El PSOE ha asumido la Europa del rearme sin pestañear, el PSOE actúa discursiva y legislativamente sin ninguna ambición social, feminista, ecologista, pacifista o en materia de derechos humanos de la inmigración. El PSOE no ha trabajado durante esta legislatura ni un solo avance en derechos de ningún tipo, ni de vivienda, ni de salud ni de educación.
El PSOE aún no se ha tomado en serio la derogación de la ley mordaza. El PSOE pactó la renovación del CGPJ con el Partido Popular, manteniendo las cúpulas judiciales en el ámbito de la derecha y la ultraderecha. El PSOE busca pactos con el PP en materia de oligopolio eléctrico o de banca. El PSOE cede ante el independentismo catalán en materia de ordinalidad o de inmigración, apuntando en la dirección de ahondar en la justicia territorial o el desprecio a los derechos de quienes se juegan la vida buscando un futuro digno.
Todo en el PSOE es una operación de camuflaje para disolver, como ha hecho siempre, el empuje de las movilizaciones que demandan justicia, paz y derechos. Con el genocidio también. El grupo que comparte gobierno con Pedro Sánchez, Sumar, en el que se encuentra Izquierda Unida, lleva toda esta legislatura actuando de colorante de ese disolvente de la fuerza de la izquierda que es el PSOE.
La última demostración de esto, son las declaraciones de Ernesto Alba, secretario general del Partido Comunista de Andalucía, al formalizar su candidatura para las primarias de Izquierda Unida de cara a las elecciones andaluzas. Alba definió al actual gobierno de España como el más progresista de la historia reciente, citando entre las medidas conseguidas el ingreso mínimo vital, la reforma laboral, la subida del salario mínimo y la gestión de la pandemia, todas ellas conseguidas, no por el gobierno actual, sino por el anterior en el que Podemos tuvo un papel disruptivo relevante.
Manifiestamente Sumar, IU y, en Andalucía, Por Andalucía, con su llamamiento insistente a la unidad de la izquierda, solo pretenden actuar de colorante rojo del disolvente en cuyo envase pone PSOE. Es lo que hicieron cuando querían permitir que el PSOE gobernase en minoría con Ciudadanos allá por 2015, es lo que hicieron dentro del gobierno con Podemos cuando se alinearon con las tesis de que Podemos hacía ruido, es lo que hicieron cuando sugerían que Irene Montero tenía que ceder al empuje de las togas y la progresía mediática para destruir la ley del solo sí es sí.
Con todos los respetos a las posiciones de cada quien, si el análisis para la unidad que se hace es exclusivamente matemático según la fórmula D´Hont, entonces lo mejor es que el disolvente y el colorante hagan coalición electoral, así a lo mejor logran algún escaño más para enfrentar a la derecha y la ultraderecha. Es lo que están proponiendo los líderes de IU en Asturias. Siempre será mejor eso, que intentar diluir a Podemos y a Podemos Andalucía para anular el potencial de cambio avalado por su valentía, su honestidad y su inteligencia política.