Tras nueve años de gobierno caciquil del Partido Popular, Granada, esa ciudad que es lo que aún no es, se ha convertido en una poblado donde la cultura con mayúsculas es despreciada por la ignorancia y la superstición. Dos categorías alimentadas por los listillos concejiles de la derecha con su alcalde a la cabeza.
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- Andalucía es nación en la España plurinacional
- La ordinalidad perjudica a Andalucía
miércoles, 30 de mayo de 2012
miércoles, 16 de mayo de 2012
Gobierno andaluz de izquierdas, error de inicio. Rectifiquen pronto.
Lo primero un poquito de memoria. Esta vez no es difícil. No hace tanto:
1. Un pacto nocturno y alevoso, cambió el artículo 135 de la Constitución para limitar el déficit público de acuerdo con imposiciones del eje roto Merkel/Zarkozy. Este último trabajo de ZP ha permitido al Gobierno de Rajoy imponer sus propios criterios sobre distribución de déficit público entre Estado y Comunidades Autónomas. En el fondo de esta distribución está destruir los indicadores del estado del bienestar relacionados con la salud, la educación pública y los servicios sociales. Que por cierto ya estaban muy por debajo de la media de la UE-16. Esta Ley de estabilidad presupuestaria obliga a la comunidad andaluz a rehacer sus presupuestos restringiéndolos en 2.500.000.000 (si, dos mil quinientos millones de euros).
lunes, 14 de mayo de 2012
Sobre la ciudad
Vivimos en un mundo urbanizado. Pudiera decirse que allá por donde un ejemplar de la especie humana se pasea, un halo de urbanismo recorre el espacio como una sombra. El entono urbano por excelencia es la ciudad, aunque hoy día no haya lugar sobre la tierra, desde el Everest hasta el mar (y más al fondo), donde no se observen señales de “civilización”. La ciudad es un producto de nuestra capacidad técnica. La primera función de la técnica consistió en facilitar las duras tareas de la vida cotidiana, de la caza y de la guerra. «La técnica es lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al sujeto», adaptación que se realiza no solo para vivir, si no para vivir bien.
Para leer el texto completo o descargártelo en PDF tienes que pinchar AQUÍ.
viernes, 11 de mayo de 2012
El mecanismo del botijo
El botijo es un instrumento técnico casi perfecto. Data su invención de épocas remotas, épocas neolíticas, donde el genio creativo humano ya estaba conformado como en la actualidad.
Usado en toda la geografía mediterránea durante milenios, el botijo, también llamado pipo, pipote, piporro, búcaro, barrila, piche –y a saber con qué denominaciones más se nombra en nuestra vasta geografía–, es además un objeto bello. Su belleza procede de su arquitectura oblonda, forma que, por su parecido a la esfera, tiene el carácter simbólico de la perfección. Esta característica geométrica le confiere la mayor capacidad de volumen contenida en la mínima superficie externa. Por otro lado, la redondez aerodinámica de su cerámica porosa es lo que hace posible la magia de su artificio.
Usado en toda la geografía mediterránea durante milenios, el botijo, también llamado pipo, pipote, piporro, búcaro, barrila, piche –y a saber con qué denominaciones más se nombra en nuestra vasta geografía–, es además un objeto bello. Su belleza procede de su arquitectura oblonda, forma que, por su parecido a la esfera, tiene el carácter simbólico de la perfección. Esta característica geométrica le confiere la mayor capacidad de volumen contenida en la mínima superficie externa. Por otro lado, la redondez aerodinámica de su cerámica porosa es lo que hace posible la magia de su artificio.
Tenía, y tiene, el botijo la función de refrescar agua hasta un punto de temperatura agradable al paladar y la garganta, aproximadamente a quince grados centígrados. Curiosamente su poder refrigerante es mayor cuanto más calor hace en el ambiente en el que se encuentra.
Consiste el mecanismo del botijo en que el aire lo acaricie llevándose la humedad que lo envuelve. El barro poroso que lo constituye permite la reposición del robo amablemente, y el agua lamina el cuerpo del pipo para que la brisa continúe su despaciosa tarea. Se dice que el barro suda. Refrigeración evaporativa le llaman a esto las gentes de ciencia porque por cada gramo de agua evaporada, se retiran del agua contenida quinientas calorías. El proceso ocurre sin que se note, basta con colocar la vasija en lugar oreado y a la sombra.
Por el contrario, el frigorífico moderno, al lado del búcaro, es un instrumento imperfecto e ineficiente. El agua, que no es insípida, como decían los libros de mi colegio, no sabe igual a cinco grados que a quince. El helor no es frescor, la garganta se duele con la travesía del líquido elemento. Lo que el botijo hace gratis, la compañía eléctrica lo cobra al inyectar kilowatios en el compresor que zumba en nuestras casas. Además, los kilovatios que consumimos en la actualidad no son inocuos, pues provienen, en su mayoría, de centrales térmicas contaminantes.
Beber agua en un búcaro de barro supone un acto simbólico, una apuesta por la calidad, una demostración de que hay ingenios humanos que no han sido superados por ninguna tecnología actual ni en la sencillez de su belleza, ni en la eficiencia con la que cumplen su función, ni en la calidad del producto que suministran. Beber agua refrescada en barro nos transporta a un universo sin sofisticación, más natural y humano, menos apresurado.
Muchos actos sencillos suman a favor de cambiar nuestro modo de vida. Frente al agua obligada en el plástico de su botella, instalemos este verano un pipo en casa. Muchos Kwh innecesarios dejarán de consumirse, no es por lo que valen, no es porque no podamos pagarlos, no es porque supongan una elevada contribución a paliar el cambio climático, que también. Es porque la suma de pequeñas conductas y voluntades nos irá afirmando en un modo distinto de relacionarnos con nuestro entorno.
Por cierto, el patio andaluz, elemento de refrigeración interior procedente de culturas mesopotámicas, utiliza, para su función climática, el mecanismo del botijo.
Consiste el mecanismo del botijo en que el aire lo acaricie llevándose la humedad que lo envuelve. El barro poroso que lo constituye permite la reposición del robo amablemente, y el agua lamina el cuerpo del pipo para que la brisa continúe su despaciosa tarea. Se dice que el barro suda. Refrigeración evaporativa le llaman a esto las gentes de ciencia porque por cada gramo de agua evaporada, se retiran del agua contenida quinientas calorías. El proceso ocurre sin que se note, basta con colocar la vasija en lugar oreado y a la sombra.
Por el contrario, el frigorífico moderno, al lado del búcaro, es un instrumento imperfecto e ineficiente. El agua, que no es insípida, como decían los libros de mi colegio, no sabe igual a cinco grados que a quince. El helor no es frescor, la garganta se duele con la travesía del líquido elemento. Lo que el botijo hace gratis, la compañía eléctrica lo cobra al inyectar kilowatios en el compresor que zumba en nuestras casas. Además, los kilovatios que consumimos en la actualidad no son inocuos, pues provienen, en su mayoría, de centrales térmicas contaminantes.
Beber agua en un búcaro de barro supone un acto simbólico, una apuesta por la calidad, una demostración de que hay ingenios humanos que no han sido superados por ninguna tecnología actual ni en la sencillez de su belleza, ni en la eficiencia con la que cumplen su función, ni en la calidad del producto que suministran. Beber agua refrescada en barro nos transporta a un universo sin sofisticación, más natural y humano, menos apresurado.
Muchos actos sencillos suman a favor de cambiar nuestro modo de vida. Frente al agua obligada en el plástico de su botella, instalemos este verano un pipo en casa. Muchos Kwh innecesarios dejarán de consumirse, no es por lo que valen, no es porque no podamos pagarlos, no es porque supongan una elevada contribución a paliar el cambio climático, que también. Es porque la suma de pequeñas conductas y voluntades nos irá afirmando en un modo distinto de relacionarnos con nuestro entorno.
Por cierto, el patio andaluz, elemento de refrigeración interior procedente de culturas mesopotámicas, utiliza, para su función climática, el mecanismo del botijo.
Publicado en IDEAL de Granada el 23 de mayo de 2004
miércoles, 9 de mayo de 2012
¿Crecimiento? ¿Qué crecimiento?
La izquierda, la socialdemocracia, y particularmente la ecología tiene un problema con las palabras. Una vez tras otra cuando se acuñan novedades políticas por medio de una terminología concreta, ésta cae en el marco neoliberal y pierde de inmediato su significado, pasando las más de la veces a significar lo contrario. Otras son palabras que le son ajenas a su discurso ideológico. Pero hay una, una omnipresente palabra que vale tanto para un roto como para un descosido, igual sirve a la socialdemocracia y la izquierda como a la derecha liberal o neocoms.
lunes, 7 de mayo de 2012
Al gobierno de izquierdas andaluz: ¡Tiren el Algarrobico!
Uno de los símbolos más relevantes del modelo que ha marcado la crisis diferencial andaluza es el ilegal Algarrobico. Un mastodonte que ha transgredido la línea que delimita el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Hay más símbolos: la malaya marbellí de Málaga, el Parque Nevada en Granada, Boliden en Sevilla, el caso ballena en Cádiz, las naves de Colecor en Córdoba, los fosfoyesos en Huelva, o el tranvía encerrado en Jaén. Cito uno por provincia, pero son más. Me quedo con el Algarrobico porque
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