Uno de los símbolos más relevantes del modelo que ha marcado la crisis diferencial andaluza es el ilegal Algarrobico. Un mastodonte que ha transgredido la línea que delimita el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Hay más símbolos: la malaya marbellí de Málaga, el Parque Nevada en Granada, Boliden en Sevilla, el caso ballena en Cádiz, las naves de Colecor en Córdoba, los fosfoyesos en Huelva, o el tranvía encerrado en Jaén. Cito uno por provincia, pero son más. Me quedo con el Algarrobico porque
ahí está, esperando su demolición, ya con sentencia judicial firme.
Como veis, en la retahíla de casos, se mezclan asuntos de urbanismo y medioambientales con corrupción y justicia precaria (no es extraño que sectores poderosos de la judicatura andaluza hayan manifestado su veto a que las competencia de Justicia estuviesen en manos de IU. Seguiremos con un lastre de “clase” mientras a la carrera judicial solo esté al alcance de las clases privilegiadas.)
Elijo el Algarrobico, porque en ese símbolo se concentra todo lo que no hay que hacer, todo con lo que este nuevo gobierno no debe tener connivencia. Uno de los primeros acuerdos del Consejo de Gobierno andaluz debería ser acometer su demolición. Pongan la pasta y luego reclámenla a quien corresponda, no es mucha.
Manden un mensaje contundente a la sociedad andaluza: nunca más urbanismo delirante, nunca más modelo turístico que regala nuestros recursos naturales al capital y promueve mano de obra barata y precaria, nunca más convenios urbanísticos municipales corruptos, nunca más. Total, es lo que nos ha llevado a unas cifras de paro espeluznantes (el dato objetivo más relevante que afirma la crisis diferencial andaluza.)
¡Tiren el Algarrobico! Háganlo ya, pueden.