4. El ejemplo de Syriza y algo más
En Grecia la coalición Syriza, se quedó sólo a tres puntos porcentuales de conseguir la mayoría. Su relato político se trabó sobre dos líneas maestras, la oposición frontal a las políticas de la Troika y la denuncia radical de los agentes del neoliberalismo en Grecia simbolizados por el último gobierno de coalición Pasok-Nueva Democracia). Esto se traducía en un programa alternativo a los recortes y la privatización del Estado griego con la amenaza de ruptura con el Euro si no se renegociaba la deuda y se procedía a una sustancial quita de la llamada deuda ilegítima. Tal fue el miedo en la banca alemana que toda la artillería mediática internacional y los medios griegos en manos de las finanzas se esforzaron en devolver ese miedo al conjunto del electorado griego amenazando con la expulsión de Grecia de la Unión europea. Este ataque in extremis impidió, por muy poco, el triunfo de la izquierda radical griega, una coalición de partidos que incluía a ex socialistas del PASOK insurrectos con la sumisión de su partido a las imposiciones de la troika.
Un relato que señalaba con toda claridad a los culpables y que planteaba un modelo alternativo que amenazaba al corazón financiero de Europa con la exportación de la deuda griega a la banca alemana. La reversión de todas las reformas reaccionarias de carácter laboral, la estatalización de los servicios públicos esenciales, la creación de una banca pública, la propuesta de una fiscalidad justa que garantice las pensiones, el desempleo, la alimentación y la vivienda a toda la población griega.
Syriza no ganó porque todo el poder neoliberal europeo, representado por la derecha de Nueva Democracia se dedicó a centrar la decisión de voto sobre el miedo a romper con Europa.
Syriza presentó un programa de izquierda radical coherente, mantuvo un discurso electoral contundente y así atrajo a un bloque social que encontró en la unidad de la izquierda una vía política a la indignación de la plaza de Sintagma. El gran perjudicado, el PASOK, ahora bajo mínimos en las encuestas a la espera del siguiente salto de Syriza para gobernar Grecia (quedan tres años aproximadamente). El actual gobierno de ND apoyado por el hundido PASOK, está en una situación crítica, si mañana hubiese elecciones la hegemonía de la comprensión de lo que pasa sobre la base de la tradición de izquierdas daría la victoria a Syriza.
En Francia, la situación social no tiene el grado de dramatismo que en Grecia, Portugal o España. No lo tenía cuando el Partido Socialista francés, liderado por un Hollande ganador de las primarias se impuso al UMP (Unión por un Movimiento Popular) de Sarkozy. Por eso, porque la cara más ácida del capitalismo y la troika no se había manifestado aún en Francia, Hollande ganó la mayoría absoluta en segunda vuelta, en alianza con Los Verdes, virando hacia la izquierda y recortando el espacio del Frente de Izquierdas de Jean Luc Melenchón que convocaba masas en las plazas. El triunfo fue tan contundente que el PS puede gobernar sólo, sin el apoyo de Verdes ni del Frente de Izquierdas.
Los resultados franceses no han supuesto un reequilibrio de fuerzas en Europa entre izquierda y derecha. Hollande no tiene aliados ni en el sur ni en el norte para plantear una oposición con visos de ganar a Merkel en relación a las políticas del BCE y el modelo de Europa, la pinza entre la propia situación financiera de Francia y un modelo que la hace dependiente de Alemania, le sitúa sin capacidad de gestión de reformas económicas de carácter social. Hollande, como Zapatero hizo, visibiliza su posición progresista con políticas de derechos civiles como el matrimonio homosexual y, a un tiempo, pacta con el empresariado francés reformas laborales de carácter neoliberal. Sea por que la socialdemocracia francesa está imbuida de su linea liberal económica, sea porque, al igual que el resto de partidos socialdemocratas no hace un análisis de fondo de las causas de la crisis, Hollande está perdiendo la calle en línea con la caída de apoyo del resto de partidos socialdemocrátas europeos.
Por su parte el PD de Bersani en Italia, en coalición con otras fuerzas políticas como Izquierda, Ecología y Libertad, llegó a las elecciones aupado por un masivo e impecable proceso de primarias. Tres millones de personas participaron en el mismo. Tras él, las encuestas le daban una mayoría suficiente para gobernar Italia. La pérdida de apoyo electoral durante la campaña electoral puede explicarse por varios factores, el más determinante es la falta de “radicalidad” en sus propuestas. Bersani pasó de simbolizar el cambio a simbolizar la continuidad del gobierno tecnócrata de Monti impuesto por la troika con ligeros cambios formales. En estas posiciones su potencial electorado más a la izquierda se desplazó hacia la política espectáculo de Grillo que supo aprovechar la irrupción de Berlusconi en su favor, disputándose ambos los grandes titulares de los medios. Bersani no entendió que, en las actuales circunstancias, el triunfo político de una opción de izquierdas no se juega en el centro. El electorado de mentalidad progresisita no está para medias tintas cuando está viendo día sí y día también como se las gasta el neoliberalismo dentro y fuera de las fronteras nacionales.
En Portugal las elecciones de junio de 2011, al igual que ocurrió con el PSOE el 20N, se llevaron por delante la mayoría del Partido Socialista de Sócrates y entregaron una mayoría absoluta al centro derecha (Partido Social Demócrata) de Passos Coelho. Como en Grecia, o España, el acatamiento sumiso de las políticas impuestas por la troika derribó al partido socialista. Está probado que cuando un partido actúa contra sus principios (por los que el electorado lo vota) acatando los principios del contrario, se produce un desplazamiento hacia la moneda que no es falsa. Máxime cuando la izquierda, que puede recoger el desgaste socialdemócrata liberal, no se presentaba unida. En esas elecciones Comunistas y Verdes, por un lado, y el Bloque de Izquierdas por otro perdieron conjuntamente seis puntos respecto de las elecciones anteriores, centrando su campaña contra el Partido Socialista.
De todo lo anterior me gustaría extraer las siguientes conclusiones:
1. Las formas políticas organizadas, los partidos políticos con soporte ideológico de izquierdas y estrategia de largo alcance, tienen en sus manos la única posibilidad de derrotar a la derecha en las urnas y cambiar el modelo institucional y económico imperante en la Unión Europea, sobre la base de la unidad y la cooperación política.
2. El ciudadanismo antipolítico, que se ocupa prioritariamente del cómo y del contra, ignora la complejidad social y la diversidad de intereses, y simplifica el porqué, qué y para qué, cuyas formas son variadas según el Estado, y van desde posiciones de derecha extrema hasta populismos virtuales, ocupa el hueco que abre la caída de la socialdemocracia cuando la izquierda no actúa con anticipación, renovando sus discurso contra la derecha, generando procesos unitarios y visibilizando la democracia radical con procesos de primarias abiertas transparentes y de construcción de programas y objetivos participados por la sociedad civil.
3. Ahora, contra la derecha, no hay victoria electoral ocupando el centro político, un espacio que se ha achicado a la vista del daño social masivo que invade el sur de Europa y de la sustitución del capital de la estrategia de negociación por la de imposición.
4. La presión social y política para este cambio real en Europa sólo puede venir de los países del sur de Europa, Italia, España, Portugal y Grecia, dado que las consecuencias de la crisis provocada por el capitalismo y alimentada por la troika son más dramáticas que en el norte.
5. Los procesos cooperativos de la izquierda han de tener en el horizonte la unidad estratégica a nivel europeo con el resto de partidos y coaliciones de izquierdas de otros estados, regiones o naciones, sin descartar a la socialdemocracia y consiguientemente su base electoral, que compartan la construcción de una Europa política cuya centralidad del poder se fije en el Parlamento Europeo y no en la Comisión, y el cambio de la función y control político democrático del Banco Central Europeo y demás instituciones económicas.
5. El enemigo no son los partidos socialdemócratas, el enemigo es la derecha que representa en estado puro al neoliberalismo y la troika. La insistencia en la igualdad PP-PSOE, cosa por otro lado falsa, alimenta a la derecha extrema como UPyD y confunde al potencial electorado de izquierdas que hasta hace poco se decantaba por el PSOE y ahora está huérfano de opción.
6. No somos el 99% ni lo seremos nunca, sólo podemos aspirar a ser mayoría. No es poca aspiración.
7. Sin comprensión de las raíces profundas de la crisis, podremos cambiar gobiernos con las urnas, mantener a los mismos o experimentar novedades, pero todo estará abocado al fracaso si creemos que esta crisis es una cuestión de malos y buenos y que todo volverá a las andadas con tal de aplicar políticas de crecimiento.
8. Las redes sociales son un excelente marco para el individualismo, el espectáculo y la saturación de mensajes. Al igual que el capitalismo huyó hacia la virtualidad financiera por choque con los límites biofísicos, la democracia huye hacia la virtualidad de las redes por choque con una realidad mediática hostil en manos del capital. Las redes sociales facilitan y generan masa indignada, limitan el compromiso y producen la ilusión óptica de que somos una mayoría que coopera por el bien común. Como contrapartida la información independiente del poder real circula a la misma velocidad que el dinero en las bolsas.
9. En España los recortes no vienen de cualquier sitio, vienen todos de la centralidad del poder financiero europeo que ha forzado la conversión de la deuda bancaria y crediticia en deuda pública a la propia banca privada, y ha impuesto el objetivo del déficit y las reformas en las constituciones para garantizar su pago en detrimento de los derechos sociales y económicos. Los recortes los impone el gobierno del Estado y los gestionan las comunidades autónomas y los municipios en el marco de una legalidad concreta que solo puede ser cambiada democráticamente.
Y 10. Para derrotar a la derecha en las urnas (el enemigo) es necesaria la unidad de las organizaciones políticas de izquierdas (sobre un análisis de mínimos compartido), con un proceso democrático de elaboración programática participado por la sociedad civil progresista y de izquierdas organizada, y con primarias abiertas a la ciudadanía (para intentar ganar la hegemonía social implicando políticamente al máximo número de personas posible).
Si no hay sorpresas, las elecciones europeas son el momento de una acción unitaria concertada en todo el sur de Europa.
Imaginaos que toda la izquierda del sur de Europa concurriera el próximo año con el objetivo estratégico de derrotar a la derecha y la troika presentando un nuevo proyecto de Europa justo e igualitario. Ya veo la sinergia de los pueblos del sur y el miedo en el centro del poder capitalista.
@marioortega