martes, 13 de agosto de 2013

Agua, luz, comida y casa

Para quienes todavía creen que lo mismo da que da lo mismo ahí queda una nueva propuesta política que tiene visos de adquirir rango legal en Andalucía, el gobierno andaluz evalúa la posibilidad de pagar agua y luz a las familias más necesitadas. Una medida que tiene, una vez más, la marca IU en su envoltorio.
Cuando los líderes de IU afirman que el gobierno andaluz es un gobierno de resistencia, están afirmando una realidad que se traduce en decretos de fuerte profundidad social. Ni el gobierno central, que ni está ni se le espera, ni ningún gobierno autonómico está actuando con la decisión del andaluz para contener la exclusión social y la marginación fruto de la desigualdad galopante que sufre Andalucía.


Ya hemos dicho en otros lugares que la crisis afecta aquí de modo diferencial por causa de la centralidad, mayor que en otros sitios, de un modelo productivo basado en el ladrillo, el turismo insostenible (ojo con la cortina de humo de las buenas cifras veraniegas, ojo porque no estaría de más introducir factores geopolíticos del norte de África en este análisis) y la agricultura intensiva a las órdenes de un modelo impuesto por Bruselas, mal negociado siempre por los distintos gobiernos y aceptado en su fondo por las organizaciones agrarias.

Todo eso se desmoronó dejando un paisaje para después de la batalla con más de un 37% de paro y más de un 60% de paro juvenil. Si hay motivos para hablar de la herencia recibida son estos y no otros. Una herencia de 30 años de gobiernos socialistas acostumbrados a usar la Junta de Andalucía como una “administración gestora” de ayudas y subvenciones, y legitimadora (vía creación de la administración paralela) del poder del partido, y no como un “instrumento político” con capacidad de análisis, previsión, y respuesta estratégica. La piel que muestra la catástrofe es la del desempoderamiento de Andalucía, una mezcla de pérdida de conciencia de pueblo y conciencia de clase, que difuminó el significado de la palabra izquierda con una manta de olvidó popular.

Sólo por los decretos sobre la función social de la vivienda, contra la exclusión social y ahora el previsto para el mantenimiento vital –luz, agua, comida y casa– merece la pena apoyar la participación en el gobierno de Izquierda Unida. El pueblo andaluz lo intuyó el 25 de marzo de 2012 y definió un resultado electoral que lo propiciara. No comprender esto, creer que para la izquierda la estrategia correcta es la del todo o nada, la llevaría a la nada para gozo del capital y su derecha consorte.

Ya, ya, ya sabemos que los recortes existen, que las nóminas del empleo público han caído en picado, que los despidos se han producido en el sector público como nunca hasta ahora en la historia del autogobierno, ya lo sabemos, pero en mucho menor grado que en otras comunidades y nunca con convicción ideológica. Y por eso es necesario un gobierno de resistencia institucional y de ofensiva política amparada en el parlamento (órgano de representación legítima del pueblo andaluz) que ponga en el horizonte la construcción de una nueva economía andaluza dedicada en cuerpo y alma a acabar con la desigualdad y el desempleo.

Sin más soberanía será imposible, Andalucía no puede esperar sin acción propia a que la derecha deje de gobernar España para encontrar una centralidad más favorable. Nada indica que esto será así en un futuro próximo. De hecho las encuestas marcan, con la caída del PSOE a nivel de Estado, la imposibilidad de un gobierno central parecido al andaluz. Más al contrario, el silencio vasco, la ofensiva separatista catalana y una UpyD, que práctica el populismo de derechas junto al centralismo de una grande y libre, que recoge concentradamente en la comunidad madrileña la caída del PP, señalan que no habrá salida política justa para Andalucía si no se hace dueña de su futuro.

Agua, luz, comida y casa, primero, escuelas gratis, medicina y hospital, después, hasta ahí la resistencia. Y entre tanto una lucha sin cuartel por nuestra soberanía fiscal y presupuestaria, financiera, productiva, alimentaria, energética, cultural, territorial y ambiental.

“En mi hambre mando yo”, dijo aquel jornalero andaluz cuando un cacique quiso comprarle el voto, el futuro. Es la metáfora perfecta.

@marioortega
http://www.paralelo36andalucia.com/agua-luz-comida-y-casa/