Sólo me une con Rubalcaba la condición de químico. Me apasionaron la química orgánica y la bioquímica, y la termodinámica química. A él no sé, ayer en Granada no tuvimos la oportunidad de saberlo.
Ayer un grupo de personas de la Plataforma Stop Desahucios, activistas del 15M, llevaron la protesta hasta el extremo de impedir una conferencia que iba a impartir Alfredo Pérez Rubalcaba sobre química y política en la Facultad de Ciencias de Granada, sede universitaria, con motivo del centenario de los estudios de químicas en la Universidad de Granada.
Lo lamento. Conociendo la pose soberbia que el rector ha tenido en otras ocasiones, es muy probable que sus palabras no contribuyesen a amainar la protesta y finalmente desarrollar el acto. Pero esto no me impide decir que llegar al límite de impedir una conferencia pública, la dé quien la dé (salvo que sean apologías del fascismo o contra los derechos humanos,) deslegitima la razón de la protesta. Y mucho más cuando esto ocurre enmarcado en el lugar que debe ser tutela implacable de la libertad de expresión y pensamiento, en el seno de la universidad.
No estoy criminalizando la protesta, ni quienes la ejercen, no estoy banalizando la causa de la misma, me parece que la causa (agua, luz, comida y casa) es justísima. Pero el hecho de que una causa sea justa no implica el todo vale, se esté en mayoría o se esté en minoría. La libertad de expresión es un derecho sagrado y no puede ejercerse contextualizadamente según la ley del más fuerte.
Quienes acusamos al poder político bipartidista de mantener una democracia secuestrada por los poderes financieros, quienes queremos ser radicalmente democráticos, hemos de saber que con la libertad de expresión no se juega, limitarla por la vía de hecho es alimentar las actuales propuestas del PP para elevar a ley la limitación de las libertades civiles.
Enfrentarnos a la ley mordaza y a las políticas asesinas del Partido Popular es nuestra misión, y esa misión requiere de más astucia que bravatas. A bravatas no vamos a ganar.
Hoy mismo entra en el congreso la ley mordaza del PP, hoy mismo en el diario de más tirada de mi ciudad, en la radio más oída de mi ciudad, en la prensa y medios estatales, en las redes sociales, y aquí mismo, las dos noticias se mezclan. La confusión está servida alimentando el marco conceptual de la represión. Lo lamento, lo lamento mucho.
Defiendo la libertad de expresión ahora y la defendimos cuando la mismísima UGR en febrero del 2010 por presiones nacionalcatólicas locales, y con la mano interfecta de su actual rector, censuró la exposición de Fernando Bayona Circus Christi. Lo llevamos a la fiscalía del TSJA. No cabe duda, nuestro compromiso con la libertad de expresión es radical y no admitimos las servidumbres voluntarias.
Y lo peor, lo pero es que esta acción de Stop Desahucios no sólo no hacen bien a la causa que defendemos, ni el boicot completo de actos públicos de “otros”, ni dar zapatazos encima de una mesa en sede parlamentaria, lo pero es que lo que hace es mucho, muchísimo daño. Para mí, estas formas no representan a una nueva izquierda, representan los más viejos tics totalitarios.
Este tipo de actitudes que no se autolimitan convierten a las víctimas en verdugos y a los verdugos en víctimas. Yo no comulgo con la trayectoria política de Rubalcaba, ni con la inmensa mayoría de las acciones de los gobiernos en los que participó, pero como ya dije en su momento cuando se expulsó a Beatriz Talegón de una manifestación del 15M, este tipo de actitudes nos recuerdan directamente el fascismo político. Ya imagino una vez más las carcajadas de placer de la caverna mediática, esa que gusta de llevar a Gordillos a sus platós como piezas cazadas para exposición y escarnio público entre su público.
Y para terminar, un poco de termodinámica química sociopolítica.
En los sistemas naturales los procesos químicos o bioquímicos ocurren poniendo en juego una determinada cantidad de energía. Cuando absorben energía, generan nuevos ordenes internos con más energía química acumulada (la entropía disminuye). Cuando ceden energía, los órdenes internos se degradan hacia posiciones con menor complejidad, aumenta el desorden (la entropía).
Visto todo, todo, en su conjunto, la segunda ley de la termodinámica (insalvable) nos dice que la entropía del universo siempre aumenta. O dicho de otro modo, en un sistema cerrado que no intercambia ni materia ni energía, los procesos no pueden tener nunca eficiencia 100%, son irreversibles.
El último gobierno ZP, en el marco de la crisis sistémica global, era un emisor de energía hacia la sociedad. La olla social se calentaba y se calentaba.
La irrupción de la crisis real, que negó y negó, en 2007 tras ganar unas elecciones prometiendo el pleno empleo, hizo de la sociedad un volcán que taponado por el negacionismo del gobierno. El paro comenzó a aumentar, el crack bancario se hizo visible. En mayo 2010 ZP acomete los primeros recortes duros. No dan resultados en términos de empleo, más al contrario, todo iba a peor, la crisis de la deuda privada bancaria emergió con toda su fuerza y se comenzó a inyectar dinero a mansalva en la banca, ya se estaba haciendo en las cajas, la prima de riesgo subía y subía, la burbuja inmobiliaria ya había reventado. Toda esta cantidad de energía acumulada a presión en la olla social provocó el reventón que se visibilizó el 15 de mayo de 2011.
Mucha energía se puso en juego, toda la que se acumula en un volcán a punto de estallar. Llegado el punto de ruptura, el punto de ebullición social, la energía social se desbordó por todos los rincones (hasta un 80% de apoyo público tuvo el 15M). Esta degradación entrópica, este estado caótico, estado de confusión, desorientación e incertidumbre, fue un estado de máximo entrópico, de máximo desorden.
Ya vimos los eternos debates, la aparición de reventadores, disertadores, desequilibrados, el debate sobre las ocurrencias, el debate sobre el debate, el intento de invención de todo, de reinicio, la expulsión y abominación de las formas organizadas (de todas), ni partidos, ni sindicatos, ni asociaciones, ni contactos con las instituciones eran válidos, nada servía, todo estaba por reinventar.
En este contexto de protesta, indignación, caos de las ideas y buenas intenciones, salió triunfante la derecha que actualmente gobierna, muy triunfante. Y fue así, porque era una estructura organizada que había tomado todos los intersticios que producen orden interaccionando en el reactor químico social, de la calle (prensa papel, televisiones y radios). De modo que un reagrupamiento social se manifestó el 20N de 2011 entorno a los millones de cristalitos organizados que había plantado la derecha tradicional (PP). El orden cristalino llama al orden a las moléculas del entorno. En química es conocido el hecho de que una “semilla” microscópica de átomos o moléculas perfectamente ordenadas induce en el entorno el crecimiento de estructuras de perfecta geometría.
La expulsión del seno del 15M de formas ya organizadas amigas de sus causas, y la negación inicial de organizarse, en el sentido clásico de esta palabra en la política -reconocimiento común de intereses colectivos, articulación ideológica, organización y liderazgos y propuestas de acción concretas-, laminó la emergencia rápida de una alternativa ideológica poderosa contra la derecha. Como nada valía, la derecha entró a saco.
Sólo se salvó la PAH, emergió gracias a la concentración de la protesta en una causa compartida, gracias al indiscutible liderazgo de Ada Colau, se salvó porque la gente con problemas y la gente con conciencia decidió actuar organizadamente, decidió enfrentarse a la política con política.
Ideología, organización, detección del enemigo, acción y respeto por los derechos civiles y humanos, no queda otra. Si no, la química atómica de los poderes facciosos vencerá a la bioquímica de los sentimientos de humanidad.
Nos jugamos mucho. Que no tengamos que decir ¡al suelo que vienen los nuestros!
@marioortega