viernes, 8 de noviembre de 2013

Malos tiempos, peores augurios


malos tiempos
Según datos sindicales los trabajadores públicos andaluces han perdido desde 2010 el 35% de su masa salarial. Añadamos que durante 2012 el empleo público autonómico perdió más de 6.500 personas (una de las tasas más altas de todas las comunidades autónomas), entre ellas 4.500 docentes interinos de educación, de los que se han recuperado 850. Añadamos el empeoramiento de las condiciones laborales en el sector público. Añadamos, en general, que el desempleo estacionalizado y desestacionalizado sigue subiendo en Andalucía más que en el resto de territorios del Estado. Y añadamos ese 30% de población ya por debajo del índice de pobreza.

Con estos alarmantes datos vemos como el ala derecha del gobierno andaluz tiene especial afán en fotografiarse y oír al alto empresariado andaluz, ese que ni siquiera cuando el turismo crece de modo espectacular apuesta por la generación de empleo. La primera fue la presidenta Susana Díaz que, sin haberse reunido todavía con los sindicatos ni sus plataformas sociales, dijo al alto empresariado que tranquis, que no habrá ni más carga impositiva ni reformas que impliquen limitaciones de sus tradicionales privilegios. Después (ayer) ha sido la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, quien en pleno momento presupuestario se deja querer por la CEA para que le susurren que mejor bajar la presión fiscal.
Una Andalucía sin recursos fiscales propios, dócil ante el gobierno central y con un gobierno que guiña sólo hacia la derecha tras la irrupción de la nueva presidenta, es una Andalucía primero catatónica y después muerta. El ala izquierda del gobierno andaluz se apunta a la catatonia con el argumento veraz de que aquí no se privatizan servicios públicos y se mantienen los derechos en materia de sanidad y educación. Pero nada más, ni siquiera la dependencia u otras políticas sociales están aguantando o son suficientes dada la altísima tasa de pobreza que ya tenemos. De momento la pérdida de márgenes de calidad en salud y educación se compensa, primero por la voluntad de servicio de los empleados públicos y segundo por el incremento del “amor” de la población hacia estos servicios a la vista del temor a perderlos a causa de su privatización.
Un gobierno andaluz que niega en los presupuestos comenzar a recuperar las retribuciones y el empleo público, un gobierno incapaz de establecer cargas fiscales sobre los sectores que hacen pujante negocio en Andalucía (energético, combustibles, banca, oligopolios comerciales, telefonía, agroquímicos, comida industrial fast food, campos de golf, turismo,…), dejando sólo empleo precario, escasísimas reinversiones en actividad productiva, emisiones, efluentes y residuos contaminantes, riesgos para la salud, presión sobre el territorio natural y agrario, y apropiación abusiva de ganancia, un gobierno andaluz que no imponen condiciones de contratación pública e incentivos a empresas y servicios que valoren el incremento en el empleo, la ecología, la proximidad y la igualdad de género, un gobierno andaluz así sólo indica que está esperando “tiempos mejores” y que “otros” gobiernen España, sólo indica resignación.
Se aproxima un nuevo 4D, esa fecha que durante los años del reparto de fondos externos y crédito fácil fue vaciada de todo su contenido simbólico. Esa fecha, hoy, escondida en un lugar recóndito de la memoria colectiva andaluza, esa fecha que indicó el “somos” y el “iguales” y el “libres”. Esa fecha olvidada por quienes más frutos de poder recogieron de ella, por el “socialismo” andaluz, el ala derecha de nuestro gobierno, y ninguneada durante todos estos años por su ala izquierda, la misma que lleva un demasiado a menudo poco candente sol ecologista en su logo.
Entre tanto, y siguiendo con la tradición reciente, los primeros depositarán sus esperanzas electorales en el asalto del gobierno central, previo sutil trabajo interno para desmontar a Rubalcaba y la vieja guardia, en algo que, si no se remedia, parece ya un quítate tu para ponerme yo vestido de “renovación del discurso”. Y los segundos seguirán con sus tradicionales fiestas de la banderita IU, o PCE, en las movilizaciones callejeras, ya las convoquen los sindicatos, ya las convoquen ellos.
Siento el desencanto. Malos tiempos, peores augurios. Ojalá me equivoque.
@marioortega