sábado, 24 de noviembre de 2018

¡Qué alegría la esperanza!


Ayer la lluvia que nutrió durante toda la semana nuestra tierra se hizo emoción y memoria, futuro y alianza entre mayores y jóvenes en el acto central que Adelante Andalucía celebró en Granada.

Ayer gentes movilizadas, granadinas y andaluzas de corazón, llenamos el recinto Manuel de Falla del Palacio de Congresos de Granada y una sala aneja para el streaming a gente que no tuvo sitio dentro.

La comitiva con Teresa y Antonio al frente llegaba de Almería, donde el sol nace generoso, cargada de sal, luz y esperanza. En Motril primero y luego aquílos esperábamos guardando miles de abrazos hermanos para fundirlos con ellos.

Convocar en el Palacio de Congresos de Granada es una osadía, sólo lo hacían hasta ahora partidos con una inmensa red de sueldos, cargos y favores. La osadía se hizo reto, y el reto se hizo nombre, GRANADA, la más sultana de todas las andaluzas, llenóde pueblo el palacio vedado al pueblo.

Qué alegría recordar aquella primera vez que escuché la verdiblanca en Jerez de la Frontera contando, tal vez, con quince o dieciséis años. Qué alegría cantar a coro con la gente la versión de Patricia Lázaro. Qué alegría ver y sentir cómo todas y todos los intervinientes, terminaban sus discursos con un exultante ¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!

Qué Alegría Teresa Rodríguez, llena de vida, qué alegría Carmen Lizárraga, llena de sueños, qué alegría Antonio Maíllo, lleno de esperanza, qué alegría Chus Fernández, lleno de proyectos, qué alegría Ana Villaverde, llena de fuerza, qué alegría Ángel de la Cruz, lleno de Andalucía.

¡Qué alegría la esperanza!

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Forjar la esperanza


El lunes por la tarde, en una desbordada de asistentes facultad de Ciencias Políticas de Granada, Carmen Lizarraga, cabeza de lista de Adelante Andalucía por Granada, hizo un "elogio de la esperanza". La esperanza como fuerza motor de todo lo mejor que tiene la humanidad. Lo contrapuso con un "reproche al miedo". El miedo como paralizante, el miedo como inductor del conformismo.

El resto de participantes, Alberto Garzón, Íñigo Errejón, Antonio Maillo y Teresa Rodríguez, brillantes como siempre y como Carmen, instigaron a construir una alianza intergeneracional para construir el futuro. Una alianza en una Andalucía que es mucho mejor que la indolencia que nos gobierna y muchísimo mejor que quienes vienen a esparcir el odio y la corrupción que les sobra.

Yo me acordaba de la primera vez que voté, recién cumplidos los 18 años, fue el 28 de febrero de 1980. Quedamos tempranito un puñado de colegas en el barrio del Zaidín. Mi memoria de aquella mañana soleada es fotográfica. En el muslo de mi pantalón vaquero gastado lucía una pequeña bandera andaluza.

Mi madre que pertenece a una generación que vivió el yugo y el desprecio de las y los andaluces durante la dictadura franquista, mientras se utilizaba nuestra cultura, lo andaluz, las más de las veces caricaturalizándola, para llenar el vacío cultural de aquella España oscura, me preguntó "¿dónde vas niño tan temprano?, a votar respondí, rápida respondió "niño, no te equivoques".

Aquella alianza intergeneracional forjó la esperanza de un pueblo que ganó para sí y para España.

Ha pasado mucho tiempo, contamos con un gobierno andaluz bloqueado que mantiene Andalucía entregada y dócil a intereses externos porque solo tiene intereses de supervivencia de un partido que no es socialista sino susanista. Esa sumisión y dependencia ha provocado que tengamos los peores indicadores sociales y económicos de Europa.

No nos lo merecemos, mi madre no se lo merece. Por eso yo también clamo por una nueva alianza intergeneracional que fragüe este próximo dos de diciembre de 2018.

En la foto estoy a la derecha de Íñigo Errejón. Él sostiene la bandera de Andalucía y yo tengo la mano abierta. Mi mano abierta es memoria y es esperanza, es recuerdo de mi madre, es recuerdo de José Luis Serrano que en los actos de Podemos de las elecciones andaluzas de 2015 levantaba la mano abierta, y es recuerdo del mejor andalucismo político y cultural, el de izquierdas que defiende Primavera Andaluza y que es ahora, no podría ser de otra manera, feminista y ecoandalucista.

Como repite Pilar González Modino en esta alianza andaluza: ¡Vámonos que nos vamos! Estamos forjando la esperanza, cuando Andalucía la forja, su fuerza es telúrica. Ocurrió dos veces, hagamos que vuelva a ocurrir.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Andalucía viral, a propósito de Rosalía


Hace tiempo que me dan impulsos para escribir algo sobre Rosalía. Hasta hoy no había cuajado ninguno, había que atreverse. Hoy me atrevo.

Aviso, soy apasionado del flamenco, pero no un entendido. Por supuesto admiro a las y los artistas flamencos. En el plano de la crítica, a personas como Paco Sánchez Mújica, director de este medio, con la sabiduría para escribir sobre flamenco artículos como el que puso aquí hace unos días titulado Rosalía y 11 discos que sí son flamenco, o entrevistas como la que le hizo a Rosalía y publicó en CTXT en mayo de 2017 con el titular de boca de Rosalía “No espero gustarle a todo el mundo”.

Tengo una intuición fuerte. Desde luego he leído las opiniones sobre la cuestión de la "apropiación cultural". Unas no las comparto, otras me han puesto en duda y alguna me ha convencido firmemente de que es imprescindible que las y los artistas flamencos, cualquiera que sea su nivel escénico, reconozcan a quienes les antecedieron y al pueblo fuente, el pueblo andaluz y más concretamente al pueblo gitano andaluz. De eso no tengo duda, otra cosa es, como poco, ignominia.

Digo esto lo mismo que digo que la identidad cultural andaluza no se ha construido nunca sobre títulos de propiedad. De hecho si somos pueblo diferenciado es sobre una historia de siglos de mestizaje. Esa raíz mestiza nos hace culturalmente invasivos.

La intuición fuerte es que Andalucía es viral. Nuestra máxima y más universal expresión cultural, el flamenco, se deja contaminar y contamina. La componente invasiva viral hace que el “producto” flamenco o aflamencado (no uso este adjetivo en despectivo sino para ampliar el espectro de reconocimiento de lo flamenco y salir del debate, que considero inútil, entre lo que es y lo que no es flamenco), cualquiera que sea el grado de combinación musical con otros estilos, tradiciones o tendencias, si tiene calidad, “enferma” emocionalmente rápido a millones de corazones.

Rosalía ya había triunfado, ya era viral antes de que hiciese El mal querer. Mi hija, que lógicamente está en otras esferas de la conversación universal que inauguraron las redes sociales, me la descubrió hace un par de años. No es lo primero que me descubre, de Sevilla, de Granada, de Barcelona o de donde sea. Quedé pasmado. La viralidad cultural que en realidad se llama Andalucía y es el flamenco, intuyo que es la causa profunda, no el marketing, que hace posible que la emoción Rosalía traspase fronteras culturales y generacionales.

Yo la reivindico como nuestra en lugar de juzgar sobre lo que es o no es, lo que es nuestro o de otros o si es flamenco o producto mercantil. Lo cierto es que por donde pasa lo peta.

domingo, 4 de noviembre de 2018

¿España? ¿Cataluña?: ¡Andalucía!


El 2 de diciembre las y los andaluces estamos llamados a votar. Es nuestra democracia, no la democracia española o la catalana, es la nuestra. Por eso interesa que el debate se centre en nuestros problemas, en nuestras cosas y nuestra gente.

Si existe mucho paro en España, un 35% más en Andalucía, si existe precariedad laboral en España en Andalucía es el doble, si existe pobreza en España, casi el doble en Andalucía. Si la sanidad se ha deteriorado en España, más se ha deteriorado en Andalucía. Si las aulas están masificadas, nuestras niñas y niños pasan frío y calor y faltan docentes y maestras, más en Andalucía. Si las mujeres están en peor situación, en peor situación están en Andalucía cuando son kellys, monitoras escolares o trabajadoras de la hostelería. Si las y los jubilados están mal, peor están en Andalucía.

Si la política industrial es escasa, en Andalucía es nula. Si la transición energética o el cambio de modelo productivo o los autónomos importan poco, al gobierno andaluz le importan un cero patatero. Si las ciudades están contaminadas, tienen barrios con pobreza extrema e indices de sostenibilidad bajos, en Andalucía son bajísimos.

Este es el retrato real, por eso las elecciones andaluzas tienen que tener acento andaluz. No de Madrid, de Barcelona o de Bilbao, acento andaluz no solo de boquilla. Este es el retrato real en Andalucía después de cinco años de gobiernos de Susana Díaz aplicando recortes, siendo leal a Montoro, dejando gobernar a Rajoy, impidiendo que Sánchez acordarse con Podemos políticas progresistas, convirtiendo a la Junta de Andalucía en un ente colonial del gobierno central y permitiendo a Ciudadanos taladrar las cuentas públicas para destruir inversiones y servicios sociales. Este es el real retrato de cinco años de la presidenta Díaz dedicada a dar el salto a Madrid, sin plantear ninguna ofensiva seria para defender fuera de Andalucía los derechos de las y los andaluces. El retrato real de una Andalucía cuya presidenta ocultó la bandera andaluza hasta que fue derrotada por su enemigo Pedro Sánchez en unas primarias en las que no fue apoyada por el 30% de la militancia de su propio partido en Andalucía.

En este contexto, alimentada España desde Andalucía por la presidenta Díaz, intentando enfrentar al pueblo andaluz con el pueblo catalán, llegan Casados y Riveras, Juanmas y Teos, Arrimadas y Marines a las elecciones del 2 de diciembre para enseñarnos a pescar o para decirle a Donald Trump que instale la sexta flota en territorio y aguas andaluzas, para que les pongamos cervecitas y tapas a sus soldados cuando descansen un rato antes de bombardear el mundo. Así es como vienen a pescar nuestros votos, utilizando la bandera de España como una red para atrapar pequeñines, y lanzando granadas de odio sobre la existencia siempre pacífica del pueblo andaluz.

Pues no, no debemos consentirlo, no lo consintamos, ante la dicotomía España-Cataluña en la que ganan quienes nos quieren atrapar en un bucle de banderas para que no seamos conscientes de que son culpables de nuestra actual realidad socioeconómica y ambiental, hemos de responder en las urnas con una sola palabra ¡Andalucía!