lunes, 29 de junio de 2020

El Gobierno de España respira pese a Esquerra Republicana de Cataluña


Se habla todo el tiempo de si el Gobierno de coalición va a recuperar la mayoría de la investidura, o si va a seguir con la geometría variable, a la que no tuvo más remedio que recurrir cuando Esquerra Republicana de Cataluña decidió votar que no a la cuarta prórroga del estado de alarma, mezclando la salud de millones de personas con mesa de negociación.

En realidad, la cuestión no es si el gobierno de coalición recupera la mayoría de investidura, sino si ERC recupera la cordura, si es que alguna vez la tuvo en una línea histórica coherente.

Tres veces ha perdido los papeles ERC desde que comenzó el procés. La primera el día del twit de las treinta monedas de Rufián que impidió un acuerdo Rajoy-Puigdemont, Urkullu mediante, para evitar el 155 si el entonces president de la Generalitat reculaba en su intención de avanzar hacia una declaración de independencia (sin ninguna validez jurídica ni democrática) y convocaba elecciones en Cataluña. La segunda el día que los republicanos decidieron romper la mayoría de la moción de censura a Rajoy, renegando de unos presupuestos progresistas previamente pactados por PSOE y Unidas Podemos. La tercera, ya con el gobierno de coalición en plena gestión de la pandemia, pasarse al no en la cuarta prórroga del estado de alarma, sumando fuerzas con Vox y dando alas a la amenaza del PP de votar también que no para hacer saltar por los aires lo avanzado en protección de la salud comunitaria.

Tres momentos críticos en los que ERC eligió “cuanto peor, mejor” contra su retórica de aumentar la base transversal republicana del derecho a decidir. Tres momentos históricos en los que se miraron el ombligo en un electoralismo de corto alcance, arriesgando más sufrimiento del pueblo catalán y del resto de pueblos y naciones del estado español. Tres actos electivos que ignoraron los contextos europeos y globales con actitudes pueblerinas.

En la nueva normalidad, dados los antecedentes, lo normal para un gobierno de coalición progresista de izquierdas, que reconoce la plurinacionalidad del estado español, es no fiarse de ERC. Es imposible fiarse de una fuerza política que juega en momentos trascendentes al todo/nada sin importarle que su intransigencia contextual alimente el discurso y la base electoral neofascista. ¿Acaso creen que alcanzarán sus legítimos objetivos democráticos con un gobierno del PP y Vox?

Mientras ERC sigue confinada en Cataluña, con los convergentes a su derecha fragmentados a la greña, el gobierno de coalición de España respira. Los vientos de Europa, aun en la forma de brisas o ventolinas, ya no son los de la austeridad. Merkel apoya a la ministra Calviño para presidir el eurogrupo. El empresariado español, los autónomos y las PYMES, junto con los sindicatos, llegan a acuerdos entre sí y con el gobierno que los escribe en el BOE. Ciudadanos, que ha leído o le han leído la carta de intereses del capital europeo en tiempos de pandemia, se sale de la foto ultra y se vuelve una fuerza considerada y pactista con un gobierno al que hasta antier acusaba de ser el conjunto de todo mal. El PNV (recordemos que días antes de la moción de censura a Rajoy había pactado los PGE) aprieta el brazo del gobierno pero no el cuello, tiene la vista larga y quiere las fábricas de la reindustrialización en Euskadi.

El Gobierno de España respira por pulmones, por branquias, por respiración cutánea o de las tres formas a la vez. Si lees la prensa de siempre, oyes la cadenas de radio de PRISA y de siempre, o ves sus teledirigidos telediarios de siempre te parecerá que el gobierno se ahoga. Pero no, respira y respira más después de que PP y Vox hayan querido derrocarlo los días más duros de la pandemia y hayan fracasado estrepitosamente.

Entre tanto en Cataluña, la derecha independentista y nacionalista (el espacio postconvergente otrora pujolista) discute fragmentada formas y liderazgos, observados con preocupación por un empresariado productivo catalán harto del bucle procesista. ERC sigue confinada en el procés, con su líder máximo encarcelado escribiendo artículos como si el virus no estuviese ahí, como si nada hubiese ocurrido en el mundo, como si por arte de birlibirloque, magia potagia, estuviésemos otra vez en el día de la investidura de Pedro Sánchez. Como si Trump y el neofascimo no existiesen.

El Gobierno de coalición respira, aunque haya muchas voces empeñadas en hacernos creer que está a punto de asfixiarse. Respira y ha insuflado aire a todo el país desde que comenzó su andadura en enero. Pactó con organizaciones empresariales y sindicales una fuerte subida del SMI, acordó el Proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, la llamada ley del solo sí es sí, después, la derogación del despido por bajas médicas justificadas. Ya, pandemia mediante, además de todas las medidas de escudo social y sostenimiento de empresas englobadas en ERTEs, subsidios, ayudas financieras, protección frente a cortes de suministro y desahucios, aprobó el Ingreso Mínimo Vital con el sí de todas las fuerzas políticas y la abstención de Vox. Saliendo del estado de alarma en junio, aprobó la transferencia directa a las comunidades autónomas de un fondo covid-19 por valor de 16.000 millones de euros, así como el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el Proyecto de Ley de Protección Integral a la Infancia y a la Adolescencia, un proyecto que bloquea cualquier intención de implantación del pin parental.

Solo en seis meses, pandemia mediante, este gobierno ha sido más progresista que las dos legislaturas de Zapatero. España respira además con un gobierno que respira y negocia en Europa con alianzas fuertes con Francia, Italia o Portugal. Por eso resulta sarcástico que ERC ignore las fuentes de oxígeno de la respiración, que algunos sectores de la izquierda desacrediten acciones que pretenden moderar y modular propuestas ahora, para ampliar la base de aceptación del pacto de reconstrucción que fortalecerá las posiciones de España en Europa, y permitirá después superar por fin los PGE de Montoro y tener tres años más de legislatura por delante para seguir consolidando avances democráticos.

El pacto de investidura está vivo, el Gobierno respira pese a Esquerra Republicana de Cataluña, que sigue confinada en el callejón sin salida del procés unilateral.

martes, 16 de junio de 2020

Cuidar o descuidar, esa es la cuestión


El 16 de marzo, recién decretado el estado de alarma, comenzaba con Virus e ideología, una cuestión de vida o muerte una serie de 18 artículos que termina con éste a modo de conclusiones abiertas.

Virus viene del latín, significa veneno. El veneno es un vial hacia la muerte. Cuidar viene del latín cogitare, significa pensar. El virus parece haber despertado el sueño de la razón para pensar los cuidados. Los cuidados son vida.

Hemos aprendido durante el confinamiento, porque así lo demuestra la ciencia, que si no cuidamos el planeta, si destruimos las condiciones de posibilidad sobre las que los ecosistemas han constituido su fortaleza resiliente durante millones de años, la probabilidad de emergencias sanitarias por saltos interespecies de agentes virales se multiplica exponencialmente. El actual modelo productivo construye muros para el hambre al tiempo que destruye las barreras naturales que protegen la vida de la intemperie. La humana podría ser una especie más de las que desaparecen a diario por causa de la transgresión de los límites biofísicos dentro de los cuales ocurren los ciclos de la vida.

Hemos aprendido que las catástrofes sanitarias pueden tener simultaneidad planetaria dada la velocidad e intensidad de los desplazamientos globales de la especie humana. Debemos certificar que en la naturaleza de toda catástrofe emergente está la incógnita del cuándo. Contra la incertidumbre solo puede luchar el principio ecologista de precaución. La pre-caución es el cuidado antes del los cuidados, una especie de seguro de vida.

Tendríamos por tanto que utilizar la analogía con la pandemia que vivimos para hacer caso a la ciencia que ha constatado el calentamiento global y su avance implacable, advirtiendo de las consecuencias del cambio climático y los efectos de ruptura sobre los equilibrios ecosistémicos y los procesos socieoeconómicos. El peligro es de muerte a una escala planetaria tal que dejaría por comparación los efectos de la pandemia vírica en una minucia.

La pandemia de la covid-19 será un mal trago, al lado de los virulentos fenómenos meteorológicos y la destrucción de la productividad alimentaria generalizada que afectaría simultáneamente a la población y la economía mundial. No existirán UCIs individuales ni lugares refugio comunes para protegernos de lo que se avecina si no se actúa ya de manera contundente. No hay vida extraterritorial para la especie humana, solo cabe, como la emergencia sanitaria ha demostrado, la intervención urgentísima de los estados para frenar y reducir la concentración de CO2 atmosférica. La línea divisoria entre lo reversible y lo irreversible está, según los mejores estudios científicos en 450 ppm de dióxido de carbono en el aire, estamos ahora en el entorno de 415 ppm.

Hemos aprendido de repente que el progreso civilizatorio siempre está en combate con el retroceso hacia el estado de barbarie. Palmas o cacerolazos. Política o antipolítica. Búsqueda de la verdad o enaltecimiento de las fake news. Duda o intolerancia. Cuidar, cuidarnos, o descuidarnos. Pensar o ignorar. Vida o virus. Democracia o barbarie. Precaución o incertidumbre.

El virus de la covid-19 es la firma en el certificado de que la crisis económica global, arrastrada desde el crack de 2008, es producto de la ruptura de los vínculos con la naturaleza y la destrucción, debilitamiento en el mejor de los casos, del estado social. El capital puso la fábrica en China. La economía especulativa endeudó los estados y arrojó a los fondos buitre los derechos de vivienda, salud, servicios educativos, residencias o dependencia, para que los dejasen en los huesos. Antes, las familias más poderosas del mundo occidental, las más ricas, habían preparado minuciosamente el asalto a los bienes comunes, naturales o servicios públicos, extirpando de los estados la política monetaria, la banca pública, el control sobre sectores estratégicos como la energía, el agua o las comunicaciones. El virus ha hecho visibles las consecuencias asesinas de la destrucción neoliberal del estado.

El proceso de desmantelamiento del estado social en España gozó de capataces políticos de la categoría de Felipe González o José María Aznar. Hoy convertidos en sombras esperpénticas de lo que fueron. Su rabia por el desvelamiento vírico de la verdad de su legado deja al descubierto su condición subalterna de esclavistas sin escrúpulos. La gran lección de la tragedia es que ante lo inesperado no cabe salvación individual. Quienes se han dedicado a la amenaza, el ruido, el odio y la discordia han sido derrotados.

Hay que resaltar que la derrota del lenguaje y la acción destructiva contra el gobierno de coalición ha llegado de manos de la política democrática. El gobierno de coalición ha reaccionado con rapidez negociando, no sin dificultades, con una multiplicidad de actores e intereses de carácter sanitario, político, social y económico. Ha hecho política a velocidad de vértigo, al tiempo que enfrentaba la crisis sanitaria en un ambiente mundial agresivo para la adquisición del material sanitario del que todos los estados carecía. Ha logrado acuerdos notorios con agentes sociales y empresariado de intereses contrapuestos, apoyos de opciones políticas enfrentadas entre sí y connivencias negociadoras en Europa con gobiernos de países no necesariamente de carácter progresista. Como prueba definitiva está la aprobación del Ingreso Mínimo Vital sin votos en contra de los 350 del hemiciclo (297 Sí, 52 abstenciones). En realidad el gobierno ha hecho una demostración de acción política democrática como hacía años no veíamos. Lo ha hecho además en contextos mediáticos muy agresivos y con menos de cien días de vida.

Cumpliendo de manera generalizada las restricciones impuestas durante el estado de alarma nos hemos cuidado mutuamente. El personal sanitario nos ha cuidado en condiciones extremas. Otros cientos de miles de profesionales nos han cuidado trabajando en sectores imprescindibles o esenciales, desde la alimentación, las comunicaciones, el transporte, la seguridad, el agua o la energía para mantener las constantes vitales de la sociedad. La juventud ha tenido desde el principio un comportamiento ejemplar, ha vivido el confinamiento como una obligación para cuidar a los otros cuidándose a sí misma. Si las consignas de rebelión lanzadas por la ultraderecha hubiesen calado en la población juvenil no habría habido fuerzas de seguridad del estado capaces de controlar el incumplimiento. Ha habido una alianza de cuidados intergeneracional, consiguientemente hay un sustrato social capaz de pensar y empujar un futuro de los cuidados.

El feminismo y el ecologismo nos proponen poner la vida en el centro. Cuidarnos como sociedad con la economía de los cuidados y cuidarnos como especie cuidando el planeta con la economía ecológica. El federalismo nos propone la cooperación y el pacto democrático entre identidades culturales, políticas o territoriales; la distribución normativa de las soberanías bajo el principio de la justicia social y la igualdad. Feminismo, ecologismo y federalismo tienen una sinergia alumbrada con la vieja luz de la fraternidad.

lunes, 8 de junio de 2020

Andalucía, el pacto de reconstrucción y la nueva ventana de oportunidad

Obra de José Piñar
Hace cuatro semanas, el 13 de mayo, escribía en este medio un articulo titulado “La nueva ventana de  oportunidad”La hipótesis que formulaba es que debido a la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la covid-19 y su consiguiente crisis socioeconómica, todos los intereses sociales, ya de clase, ya sectoriales privados o públicos, ya empresariales cualquiera que fuese el tamaño de la empresa, habían vuelto la mirada al estado a la búsqueda de amparo; la transversalidad de esta demanda de protección alcanzaba esta vez también a sectores financieros con intereses importantes en la economía productiva temerosos de que una ola de quiebras de deudores los alcanzase como un tsunami. La conjunción S.O.S. enviados al estado desde todos los lugares de la sociedad indica, cuanto menos, un cambio de paradigma para la interpretación de lo que ocurre que nada tiene que ver con el paradigma neoliberal (sálvese el que pueda) y mucho con el paradigma de la ecología política (la resiliencia de un sistema se soporta sobre un conjunto de relaciones complejas de interdependencia).

Esta histórica confluencia en la demanda de protección del estado, reproducida en la práctica totalidad de los países de la UE, irrumpe, sin poder culpabilizar a ningún agente social o económico, el culpable es un agente biológico, un virus, después de decenios desde los años ochenta del siglo pasado en los que la doctrina neoliberal se instala en el corazón del poder político mediante los triunfos electorales de Margaret Thatcher (1983) y Ronald Reagan (1984). Un neoliberalismo que ha gangrenado las relaciones geopolíticas y destruido o limitado las democracias al promover la concentración del poder político para extirparlo con facilidad de los estados y los territorios institucionales, desviándolo hacia agentes externos no democráticos como la OCDE, el FMI o el BCE. En ese proceso los países europeos (salvo Alemania) fueron perdiendo soberanía monetaria al depositarla en el BCE, soberanía financiera con la reducción del peso de las bancas públicas (en España hasta el extremo), al tiempo que se imponían condiciones leoninas de límite de deuda que han impedido que los estados, sobre todo los del sur, canalizasen inversiones para salir de la espiral de recortes, deuda y más recortes con más deuda.

El virus lo ha cambiado todo. Quienes hasta hace unos meses eran enemigos o, en el mejor de los casos, adversarios con intereses contrapuestos, han devenido aliados coyunturales en su reclamación de políticas de estado que los salve de un futuro incierto.

A parte de la evolución de las posiciones alemanas desde el inicio de la crisis sanitaria en relación a la manera de financiar el gran desembolso sanitario y la posterior reconstrucción socioeconómica, enmarcadas en los movimientos tectónicos globales que está provocando el declive del imperio cultural americano bajo la batuta de Donald Trump y la definitiva emergencia de China como estabilizador tampón del metabolismo económico y político mundial, hemos de fijarnos en España en las acciones concretas de partidos, sindicatos, empresarios y otros grupos de interés.

Alemania sabe ya definitivamente que apretar con más deuda y condiciones de recortes antisociales a los países del sur más perjudicados por la pandemia, junto con Francia, supone el fuerte debilitamiento de su economía, de su mercado natural europeo, en un contexto de guerra de posiciones mundial. Por eso Merkel y Macron se estrecharon la mano para situar en el horizonte inmediato de inversiones 700.000 millones de euros, 140.000 para España, el 60% de transferencia directa y el resto con cargo a prestamos del conjunto de la Unión. Nada que ver con la manera en que se abordó la crisis de 2008.

En España, mientras PP y Vox berrean bravuconadas, Ciudadanos, el partido de Ana Patricia Botín y otros intereses del IBEX35, se aviene a colaborar con el gobierno de coalición; al tiempo que el gran empresariado, las PYMES y las organizaciones de autónomos firman acuerdo tras acuerdo con ministerios y sindicatos; el PNV estabiliza el sistema haciendo valer los intereses de Euskadi con diplomacia vaticana y los actores políticos periféricos a la ciudad estado de Madrid reducen, salvo torpeza concreta y puntual (ERC, Compromís), la entropía de su discurso político para sentarse en la mesa del pacto de reconstrucción a ver que pueden llevarse para su tierra.

El preacuerdo europeo y los movimientos situacionales de agentes políticos, sindicales y empresariales españoles son pruebas de que hay inteligencias sectoriales y de clase e inteligencias territoriales que están ya posicionándose para seguir la pista del dinero. En todas partes menos en Andalucía que nadie parece ver los hechos que describo.

Hay más, de todos los hechos que insinúan en España por donde va a soplar el aire de la nueva política europea, el hasta ahora más convincente que prueba la existencia de una nueva ventana de oportunidad es el manifiesto publicado el 20 de mayo con el título Por una recuperación económica sostenible. Un manifiesto impulsado y formado por una miscelánea de personas entre las que están Ana P. Botín, otras vinculadas a grandes empresas y al IBEX35, altos cargos sindicales, PYMES, investigadoras, científicos y científicas, economistas, representantes de partidos políticos desde Podemos al PP y otras de muy diversa procedencia, inquietudes e intereses.

No es un manifiesto típicamente ecologista, tampoco feminista ni de izquierdas, aunque también lo es. En este caso es lo de menos con la que está cayendo porque se desprenden del mismo aires progresistas verdes, de lucha contra el cambio climático, para la reindustrialización de Europa, el fortalecimiento del sector sanitario y la salud pública, la economía digital y del conocimiento. La iniciativa se apoya en el Pacto Verde Europeo como estrategia de crecimiento basado en tres pilares: digitalización, descarbonización y resiliencia, entendiendo que la competitividad y el medio ambiente van de la mano, porque si no hay sostenibilidad ambiental no hay sostenibilidad económica o social.

Deducimos por tanto que los nuevos dineros de fabricación europea, sean transferencia directa o créditos a nombre de la Comisión y avalados por el BCE, van a tener condicionalidades muy distintas a las del MEDE y los obligados memorandums con sus trágicos, inútiles y venenosos recortes. La condicionalidad será definida a partir del marco Green Recovery Alliance (Alianza para una Recuperación Verde).

La cuestión será que España coja el dinero y no corra hacia atrás enterrándolo otra vez en turismo y ladrillo bajo leyes de bonito nombre como las que está promulgando el gobierno andaluz. Si el gobierno español de coalición tira por la vía de la transición energética, la agroecología, la digitaización, la cultura, la lucha contra el cambio climático y la reindustrialización verde apalancada sobre buenas leyes laborales y para la igualdad de género, y justicia fiscal, entonces Casado y Vox ya pueden seguir con sus burradas trumpistas que las mayorías favorecidas por estas políticas ecosociales los ignorarán. Y parece que eso es lo que va a hacer.

¿Entonces por qué pongo en el título de esta artículo el nombre de Andalucía? Para que se den cuenta que con el actual gobierno de Moreno y Marín que ha colocado a Vox como jefe de la mesa de reconstrucción, Andalucía no tiene horizonte de futuro para salir de nuestra desigualdad estructural, nuestro alto paro, bajos salarios, alta precariedad, fugas de capital humano bien formado, rala industrialización e indigestión bulímica de turismo, ladrillo, hormigón y alquitrán. A lo que pueden sumar una oposición que se da la espalda, mirando en corto, sin iniciativa política como la que merecen los tiempos y cuyos aparentes aliados en el gobierno de España no tienen noticias de que aquí alguien esté desplegando las velas para recoger si quiera una brizna de viento europeo.

miércoles, 3 de junio de 2020

Última prórroga e Ingreso Mínimo Vital, un Gobierno fuerte


Este miércoles se aprobará en el Congreso la sexta prórroga del estado de alarma. Cuando ocurra, con amplios apoyos parlamentarios, salvo los votos voxeros y del PP, que llevan días fuera de la civilidad, y otros, como el diputado de Compromís, que confunde protección de la salud con qué hay de lo mío lo mismo que confundió álgebra con geometría al no saber que Más Madrid es menos España y consiguientemente menos País Valenciá.

Por encima del ruido de la prensa de derechas echada al monte, de los espacios televisivos repletos de ideología fake news, y de tertulias de radios conformadas por pseudoanalistas y autodenominados periodistas paniaguaos, que lo mismo no alcanzan ni el millón de euros patrimonial, lo evidente es que la última prorroga del estado de alarma se va a aprobar con una mayoría mayor que la mayoría de  investidura de Pedro Sánchez que dio lugar al actual Gobierno de coalición.

Las curvas de contagios, de positivos, de ingresos en UCI y de muertes están aplastadas, como gráfica y manualmente explicaba el doctor Fernando Simón que había que hacer para controlar la pandemia y evitar el desbordamiento del sistema sanitario, limitando así las muertes. Se ha hecho con las medidas gubernamentales tomadas durante el estado de alarma y con la colaboración mayoritaria de la ciudadanía española. Una ciudadanía que, fuera del virus del odio que algunos han propalado por WhatsApp, Twitter, cacerolas vacías de habichuelas golpeadas con cucharas de plata y manifestaciones motorizadas, se ha mostrado como la ciudadanía de un país civilizado, más civilizado en los barrios populares que en los barrios donde habitan los mercedes.

Entramos en la última prórroga con las curvas aplastadas gracias a la ciencia, a un Gobierno que ha tripulado el huracán Covid-19 llevando dentro del barco de la política parlamentaria unos cuantos camarotes infectados de intolerancia, ignorancia, y fascismo. No todo lo ha hecho bien, pero lo esencial y lo imprescindible sí, y eso es lo importante.

Con dudas y tensiones internas iniciales, pero con la determinación de una buena parte del Gobierno, se estableció, al contrario de lo que se hizo en la crisis del 2008, y muy al contrario de lo que hizo el primer Gobierno de Rajoy desde el 20 de noviembre de 2011 en sus primeros cien días, un plan de choque contra los despidos, las quiebras empresariales, el hundimiento de las y los autónomos, los cortes de suministro de servicios básicos, sumado a la ampliación y mantenimiento de las prestaciones sociales. Al mismo tiempo se negociaba con seriedad, convicción y argumentos en la Unión Europea para que, esta vez Europa no tomase el camino de la autodestrucción. No lo va a tomar, las noticias son alentadoras.

Este miércoles el Gobierno de coalición va a aprobar la última prórroga del estado de alarma, lo hará con una mayoría reforzada sobre la que invistió a Pedro Sánchez. Esos son los números por mucho que algunos se empeñen en hablar de un Gobierno quemado y débil. Este miércoles el Gobierno va a aprobar la última prórroga del estado de alarma después de haber firmado tres acuerdos con sindicatos y empresarios desde que comenzó su andadura. Este miércoles el Gobierno de coalición va a aprobar la ultima prórroga y anuncia la propuesta más estructural para avanzar en seguridad, bienestar y contra la pobreza procedente de Unidas Podemos, el Ingreso Mínimo Vital, desde que se aprobó la Ley de Dependencia de Zapatero. Propuesta de la que se mofaron primero, para repudiarla después, Ciudadanos y el PP (éste la llegó a llamar paguita en una campaña feroz).

El Ingreso Mínimo Vital que llegará a más de un millón de familias, una cuarta parte andaluzas, será convalidado en el Congreso la semana próxima con una mayoría aplastante. Solo Vox, novios del hambre y la muerte, va a votar en contra*. Ciudadanos, en su huida de la foto facha de Colón dirá que sí. ¿Y el PP? Pablo Casado se debate entre el sí o la abstención, finalmente votará también que sí (demoscopia, el 80% del electorado está a favor), mientras algunos de sus presidentes autonómicos, Moreno Bonilla (Andalucía), Feijó (Galicia) o el de Murcia lampan por gestionarlo para poner los membretes en una medida que no solo no pelearon sino que nunca la desearon.

Con este balance de resultados y a la espera de un mínimo de 140.000 millones de euros de la caja única de la Unión Europea, el voxinglerío puede seguir gritando, y el PP de Casado y Ayuso, con sus marquesas y Teodoros, puede seguir echado al monte. Mientras tanto el Gobierno de España, a lo importante, y todo el mundo menos Vox en la mesa de Reconstrucción. Si eso es debilidad del gobierno que venga Dios y lo vea.

*Finalmente en la votación del día 10 de junio de 2020 PP votó Sí y Vox se abstuvo. 297 votos a favor y 52 abstenciones.

lunes, 1 de junio de 2020

Moreno y Marín montan a Vox una mesa de autopsias


El despiste político de Moreno, presidente, y Marín, vicepresidente del gobierno andaluz, para ver por donde van los vientos de Europa para la reconstrucción económica, se ha demostrado palmario, de palmarla, al convertir la gran idea, copiada del gobierno de España, de montar una mesa de reconstrucción de Andalucía, en una mesa de autopsias. Al regalarle la presidencia a Vox a elegido, entre la vida o la muerte, a los novios de la segunda.

Moreno y Marín ignoran que el dinero fresco que Merkel, con el empuje francés y la demanda italiana, española y portuguesa, va a liberar porque a Alemania le va la vida en ello, no viene para ser enterrado en nuevos planes urbanísticos, recalificación de litorales, acoso a parques naturales y zonas agrícolas en espera de ladrillo, rotondas y alquitrán. Ignoran que ese dinero no vendrá para más de lo mismo.

Basta seguir los acontecimientos políticos/económicos en Europa y España para darse cuenta de que Moreno y Marín viven mirando para atrás y andando de espaldas hacia delante. Se van a dar un porrazo y van a llevar a Andalucía a la catástrofe, incluido al empresariado andaluz o con intereses en la economía productiva andaluza. ¿Hay vida inteligente en el Palacio de San Telmo? No lo parece.

Moreno y Marín no han visto, ocupados como están en exigir al gobierno central correr de fase en fase y tiro por que me toca, que los euros mancomunados del presupuesto europeo serán para sanidad, reindustrialización, modelo productivo verde, lucha contra el cambio climático, transición energética, construcción sostenible y para la rehabilitación, economía tecnológica, del conocimiento, la cultura y cosas así. Inversiones que bien dirigidas y gestionadas en Andalucía contribuirían a sacarnos de la desigualdad estructural a la que parece estar condenada nuestra tierra.

No, no parece haber vida inteligente en el gobierno andaluz. Moreno no se atreve a dar un paso por su cuenta saliéndose de la deriva “voxista” de Pablo Casado, Marín con ser vicepresidente y anunciar campañas mundiales de apoyo al turismo andaluz ya tiene ocupación de sobra. ¿Se puede ignorar más la realidad española, europea y mundial?

Más allá del “voxerío” y la falsa esperanza de PP neocoms de que el año que viene ella elecciones en España, más allá de su ceguera autodidacta, lo que se está configurando en España en términos de poder central, poderes territoriales, sindicatos, empresarios y demás organizaciones y movimientos de la sociedad civil, son los nuevos equilibrios de intereses similares o contrapuestos que gestionen las decisiones para dirigir las inversiones de los fondos europeos y propios procedentes de una nueva estructura fiscal, en la que sin duda va a avanzar el gobierno de coalición, con impuesto sobre el patrimonio, con limitación de la ingeniería fiscal de las grandísimas empresas, con tasas digitales europeas, o como sea, para acercarnos a la media de recaudación fiscal europea, alejados siete puntos como estamos.

Basta ver como se está moviendo el PNV, como se está moviendo Ciudadanos, el instrumento político de Ana Patricia Botín, como ha oscilado estos días ERC al percibir el olor del dinero (recuerdo irónicamente a Rufián y sus treinta monedas), como se posiciona el gobierno valenciano, e incluso como se abre en la ciudad Estado de Madrid, el camino hacia una moción de censura que desaloje del poder a Isabel Ayuso y con ello a uno de los principales obstáculos para que Madrid se apunte a la lista de perceptores de dinero europeo dedicado a la economía productiva y no, como es normal en esa ciudad estado, a la economía capitalina buitre especulativa y extractiva de las colonias a las que desde allí el poder invoca provincias españolas.

Moreno y Marín, no ven nada de eso, andan para adelante mirando para atrás. La prueba definitiva de lo que digo es que han puesto a Vox a presidir la mesa de reconstrucción de Andalucía convirtiendo al partido nefando, excisión del PP, en médico forense para la autopsia de la economía andaluza como cadáver yacente. La oposición ha huido de la fría sala marmórea porque no quiere ser testigo de la carroña sobre el cadáver de Andalucía.

Ni el mundo del trabajo, de las universidades, de los público, del empresariado, de las y los autónomos, de la cultura, ni siquiera el mundo de los intereses financieros en la economía productiva en Andalucía se merecen tan escasa visión estratégica del gobierno andaluz. Es deseable que esos mundos intervengan ya de manera real para sacar a Moreno y Marín del panteón de la ignorancia. Ojalá en esos mundos haya grandes reservorios de inteligencia capaces de cambiar la estrategia gubernamental andaluza de cara a crear las condiciones para que un poder andaluz influya en los repartos de estado. Que no solo serán de dinero, sino de dónde va cada cosa y quien la gestiona. Si eso no ocurre, las y los andaluces seguirán condenados a la precariedad y la emigración, y lo que quede de mercado compitiendo a la baja como destino turístico, oferta de apartamentos cuchitril, bares de día, copas de noche y precariedad, mucha precariedad.

La reconstrucción de la economía andaluza no puede estar en manos de los novios de la muerte, de quienes no creyeron nunca en Andalucía, de quienes votaron en contra de la propia mesa para los pactos de reconstrucción. La vida inteligente en Andalucía, empresarial o sindical, de clase o de causa, debe exigir al gobierno, al PP y Ciudadanos, que rectifique, que cambie la mesa de autopsias por una verdadera mesa de reconstrucción. Andalucía no necesita muerte, formol y bronca, necesita inteligencia y decisión. O eso, o la propia sociedad, empresarios, sindicatos y otras organizaciones civiles y empresariales, deberían impulsar una mesa propia que marque el paso de Moreno y Marín y busque la interlocución directa con el gobierno del estado.

O la sociedad andaluza se empodera o el forense Vox certificará la defunción económica de Andalucía flanqueado por los enterradores Moreno y Marín. Dios no lo quiera.