lunes, 29 de junio de 2020

El Gobierno de España respira pese a Esquerra Republicana de Cataluña


Se habla todo el tiempo de si el Gobierno de coalición va a recuperar la mayoría de la investidura, o si va a seguir con la geometría variable, a la que no tuvo más remedio que recurrir cuando Esquerra Republicana de Cataluña decidió votar que no a la cuarta prórroga del estado de alarma, mezclando la salud de millones de personas con mesa de negociación.

En realidad, la cuestión no es si el gobierno de coalición recupera la mayoría de investidura, sino si ERC recupera la cordura, si es que alguna vez la tuvo en una línea histórica coherente.

Tres veces ha perdido los papeles ERC desde que comenzó el procés. La primera el día del twit de las treinta monedas de Rufián que impidió un acuerdo Rajoy-Puigdemont, Urkullu mediante, para evitar el 155 si el entonces president de la Generalitat reculaba en su intención de avanzar hacia una declaración de independencia (sin ninguna validez jurídica ni democrática) y convocaba elecciones en Cataluña. La segunda el día que los republicanos decidieron romper la mayoría de la moción de censura a Rajoy, renegando de unos presupuestos progresistas previamente pactados por PSOE y Unidas Podemos. La tercera, ya con el gobierno de coalición en plena gestión de la pandemia, pasarse al no en la cuarta prórroga del estado de alarma, sumando fuerzas con Vox y dando alas a la amenaza del PP de votar también que no para hacer saltar por los aires lo avanzado en protección de la salud comunitaria.

Tres momentos críticos en los que ERC eligió “cuanto peor, mejor” contra su retórica de aumentar la base transversal republicana del derecho a decidir. Tres momentos históricos en los que se miraron el ombligo en un electoralismo de corto alcance, arriesgando más sufrimiento del pueblo catalán y del resto de pueblos y naciones del estado español. Tres actos electivos que ignoraron los contextos europeos y globales con actitudes pueblerinas.

En la nueva normalidad, dados los antecedentes, lo normal para un gobierno de coalición progresista de izquierdas, que reconoce la plurinacionalidad del estado español, es no fiarse de ERC. Es imposible fiarse de una fuerza política que juega en momentos trascendentes al todo/nada sin importarle que su intransigencia contextual alimente el discurso y la base electoral neofascista. ¿Acaso creen que alcanzarán sus legítimos objetivos democráticos con un gobierno del PP y Vox?

Mientras ERC sigue confinada en Cataluña, con los convergentes a su derecha fragmentados a la greña, el gobierno de coalición de España respira. Los vientos de Europa, aun en la forma de brisas o ventolinas, ya no son los de la austeridad. Merkel apoya a la ministra Calviño para presidir el eurogrupo. El empresariado español, los autónomos y las PYMES, junto con los sindicatos, llegan a acuerdos entre sí y con el gobierno que los escribe en el BOE. Ciudadanos, que ha leído o le han leído la carta de intereses del capital europeo en tiempos de pandemia, se sale de la foto ultra y se vuelve una fuerza considerada y pactista con un gobierno al que hasta antier acusaba de ser el conjunto de todo mal. El PNV (recordemos que días antes de la moción de censura a Rajoy había pactado los PGE) aprieta el brazo del gobierno pero no el cuello, tiene la vista larga y quiere las fábricas de la reindustrialización en Euskadi.

El Gobierno de España respira por pulmones, por branquias, por respiración cutánea o de las tres formas a la vez. Si lees la prensa de siempre, oyes la cadenas de radio de PRISA y de siempre, o ves sus teledirigidos telediarios de siempre te parecerá que el gobierno se ahoga. Pero no, respira y respira más después de que PP y Vox hayan querido derrocarlo los días más duros de la pandemia y hayan fracasado estrepitosamente.

Entre tanto en Cataluña, la derecha independentista y nacionalista (el espacio postconvergente otrora pujolista) discute fragmentada formas y liderazgos, observados con preocupación por un empresariado productivo catalán harto del bucle procesista. ERC sigue confinada en el procés, con su líder máximo encarcelado escribiendo artículos como si el virus no estuviese ahí, como si nada hubiese ocurrido en el mundo, como si por arte de birlibirloque, magia potagia, estuviésemos otra vez en el día de la investidura de Pedro Sánchez. Como si Trump y el neofascimo no existiesen.

El Gobierno de coalición respira, aunque haya muchas voces empeñadas en hacernos creer que está a punto de asfixiarse. Respira y ha insuflado aire a todo el país desde que comenzó su andadura en enero. Pactó con organizaciones empresariales y sindicales una fuerte subida del SMI, acordó el Proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, la llamada ley del solo sí es sí, después, la derogación del despido por bajas médicas justificadas. Ya, pandemia mediante, además de todas las medidas de escudo social y sostenimiento de empresas englobadas en ERTEs, subsidios, ayudas financieras, protección frente a cortes de suministro y desahucios, aprobó el Ingreso Mínimo Vital con el sí de todas las fuerzas políticas y la abstención de Vox. Saliendo del estado de alarma en junio, aprobó la transferencia directa a las comunidades autónomas de un fondo covid-19 por valor de 16.000 millones de euros, así como el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el Proyecto de Ley de Protección Integral a la Infancia y a la Adolescencia, un proyecto que bloquea cualquier intención de implantación del pin parental.

Solo en seis meses, pandemia mediante, este gobierno ha sido más progresista que las dos legislaturas de Zapatero. España respira además con un gobierno que respira y negocia en Europa con alianzas fuertes con Francia, Italia o Portugal. Por eso resulta sarcástico que ERC ignore las fuentes de oxígeno de la respiración, que algunos sectores de la izquierda desacrediten acciones que pretenden moderar y modular propuestas ahora, para ampliar la base de aceptación del pacto de reconstrucción que fortalecerá las posiciones de España en Europa, y permitirá después superar por fin los PGE de Montoro y tener tres años más de legislatura por delante para seguir consolidando avances democráticos.

El pacto de investidura está vivo, el Gobierno respira pese a Esquerra Republicana de Cataluña, que sigue confinada en el callejón sin salida del procés unilateral.