domingo, 31 de octubre de 2021

Los límites actuales a los engaños del PSOE


Felipe González ganó sus primeras elecciones en1982 con un programa y un discurso socialista. 202 diputados de 350 demostraron que España tenía ambición de democracia. Desde entonces, con el lema de OTAN de entrada NO como paradigma de oratoria engañosa, hasta ahora, que se intenta sustituir “derogaremos la reforma laboral por son necesarios “cambios equilibrados” en la legislación laboral como dice la ministra de Economía, Nadia Calviño, por “consiste en la superación de la reforma laboral del PP” como dice la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, o por “modernizar las normas laborales” como ha dicho el mismísimo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha pasado mucho tiempo.

El PSOE cuando ha gobernado en solitario, o con apoyos externos de los partidos nacionalistas conservadores vasco o catalán, ha reducido los derechos laborales que quedaron plasmados en el primer estatuto de los trabajadores de la democracia. No obstante, el ataque más brutal que desequilibró por completo las relaciones entre capital y trabajo fue la reforma laboral del primer gobierno de Mariano Rajoy. Una legislación impuesta sin negociación alguna, sin consenso, que favorecía exclusivamente los intereses empresariales, de la que el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, dijo en Bruselas que “será extremadamente agresiva”. Tan agresiva que creó en España la figura del trabajador pobre.

El PSOE siempre ha concurrido a las elecciones prometiendo derechos económicos, laborales o sociales para las mayorías, pero ha gobernado maquillando su perfil de izquierdas con avances en derechos, sin dejar de ser importantes, que no afectaban de manera determinante a las condiciones estructurales que incentivan, aumentan y perpetúan la desigualdad social.

A partir de la crisis de 2008 y la debacle económica de 2010, el PSOE de Zapatero se pliega definitivamente al neoliberalismo. Pacta con el PP la reforma del artículo 135 de la CE, meses antes de su caída electoral ante una derecha con raíces corruptas, como han certificado ya las sentencias de la Gürtel y de las obras de Génova, degradando la Constitución social para salvar a la banca y hundir a la gente. La ley mordaza de Rajoy es la condición necesaria para reprimir las movilizaciones consecuencia de la destrucción del futuro de varias generaciones de españoles.

Desde 2011, con la repolitización que supone el 15M, el PSOE ya no puede mentir. No puede, sin coste electoral, presentarse a las elecciones con promesas de izquierdas y gobernar con leyes de derechas. Los tiempos han cambiado. No es un cambio coyuntural, es un cambio de época anunciado por la crisis de 2008, remachado por el declive del neoliberalismo y la hegemonía mundial de los EE.UU de América, revelado por la pandemia y acentuado por todos los epifenómenos consecuencia de la crisis ecológica planetaria y la lucha feroz por el control de las materias primas.

Cuatro cosas han permitido al PSOE aparentar ser de izquierdas y gobernar con claves económicas de derechas. La primera tras la gran victoria electoral de Felipe González, es que España salía del franquismo, en un mundo sin derechos, sin sanidad universal, sin protección por desempleo, sin escuelas públicas distribuidas geográficamente y con los barrios degradados con las calles sin asfaltar, cualquier avance era percibido como un salto impresionante hacia el bienestar y la modernidad. Lo era de verdad.

La segunda, es que el PSOE gozaba del apoyo externo americano y alemán. La tercera es que potentes medios de comunicación como El País o la Cadena SER, en el plano privado, y RTVE o Canal Sur, en el plano público estaban al servicio de sus intereses partidarios, maquillando los engaños del donde dije digo digo Diego.

La cuarta, la ola de crédito fácil que se manifestó con el España va bien de Aznar o la Andalucía imparable de Chaves, y llevó en volandas al primer gobierno de Zapatero, permitiendo ocultar retrocesos salariales, daños urbanísticos, destrucción ambiental, corrupción y degradación de los servicios públicos, con el celofán brillante del consumo desmedido a crédito. Todo eso es lo que hace crack en 2008 y se hunde en 2010.

Esos tiempos no van a volver. Aunque el franquismo sigue incrustado en las instituciones, es visible en la prensa y campa a sus anchas en las calles, la España de ahora que nace cívicamente con el 15M y se manifiesta políticamente con la irrupción  electoral de Podemos ya no es la España de 1982. El PSOE no es el partido del capital alemán ni del gobierno de los EE.UU. La prensa, mayoritariamente, le hace la puñeta a diario, y la economía del crédito y la especulación a la que se apuntó con alegría no está ni se le espera. Estos son los verdaderos motivos por los que el PSOE ya no puede engañar masivamente a su electorado. Desde 2014 hasta ahora la mentiras del PSOE no tiene amortiguadores.

Los motivos descritos son los mismos motivos por los que Pedro Sánchez tuvo que asumir el discurso de Podemos para ganar a la vieja guardia susanista. Son los motivos por los que cada vez que la parte del gobierno del PSOE intenta frenar un avance que limite o reduzca la desigualdad estructural, le sale mal. Ahí están los ejemplos de las tensiones reactivas que ha manifestado con las subidas del SMI, las trabas a la implantación y desarrollo del Ingreso Mínimo Vital, las dudas sobre los ERTEs al principio de la pandemia, la resistencia a recuperar cierta dignidad en las pensiones y a no prolongar la edad de jubilación, el torpedeo de las leyes que avanzan en derechos feministas o trans, la defensa de los intereses de los fondos buitre y de los grandes tenedores en materia de vivienda, retrasando el acuerdo con su socio de gobierno en base a lo pactado, el freno a limitar los beneficios del oligopolio eléctrico, o, aventurando lo que va a ocurrir que motiva este artículo, la intención de no derogar la reforma laboral camuflándola con maquillaje retórico.

El PSOE ya no puede engañar, cuando ha engañado en esta nueva época ha reducido su peso electoral, el ejemplo de Andalucía es elocuente. Si Pedro Sánchez quiere pasar a la historia como Susana Díaz no tiene más que seguir el camino cargando sobre sus espaldas con Felipe González.

jueves, 14 de octubre de 2021

Despejar Vox de la ecuación andaluza


El pueblo andaluz se constituyó en la transición sobre las demandas de democracia, justicia social e igualdad territorial. Esos fueron los factores que aglutinaron una mayoría transversal en las impresionantes manifestaciones del 4 de diciembre de 1977, cuando en el estado se pergeñaba una constitución que solo reconocía como históricas las nacionalidades gallega, catalana y vasca. El pueblo andaluz redactó en la calle el artículo 151 de la CE de 1978, demandó su aplicación a través de los primeros municipios con plenos electos democráticamente en 1979, y venció a las fuerzas reaccionarias, UCD y Alianza Popular (germen franquista del actual Partido Popular), que decían “Andaluz este no es tu referéndum” ante el 28 de febrero de 1980. Así consiguió tener una autonomía plena como la catalana y la gallega, la vasca tiene un estatuto foral más avanzado reconocido en la CE.

Vox quiere liquidar la autonomía andaluza. Vox quiere enterrar nuestro patrimonio constitucional, nuestro estatuto con categoría de constitución andaluza. Si Vox influye en el gobierno andaluz, si Vox participa del gobierno andaluz, Andalucía será subalterna de las clases económicas especulativas y rentistas con residencia fundacional en Madrid, pasaremos de estar colonizados como pueblo y sin influencia relevante en la política de estado como estamos ahora, a pertenecer a una suerte de servidumbre voluntaria. Andalucía esclava.

Lo que se esconde en la bandera que lucen como pulsera las dirigencias de Vox es la precariedad de las y los trabajadores de la hostelería, la destrucción ambiental y territorial de nuestros campos y costas, la reducción de las mujeres andaluzas a mercancía dependiente del dominio de los hombres, el ataque a la diversidad sexual, de género, racial o de clase. Vox piensa Andalucía como colonia cuya identidad cultural ha de ser un esperpento para dibujar la españolidad, igual que hizo el régimen de Franco.

El concepto de pueblo andaluz solo existe en los marcos del progresismo, la izquierda y el andalucismo. Esos marcos suman hoy al feminismo y al ecologismo. Esos marcos podrían sumar hoy a un empresariado de raíz andaluza, agraria o urbana, con intereses en Andalucía y en riesgo de pasar a ser meros capataces de intereses extraños a nuestra tierra, Vox también está contra ellos aunque muchos no lo sepan.

Vox entró en la política española por Andalucía. Durante treinta y siete años el PSOE abonó nuestra tierra para que creciese un nacionalismo español extremo; el PSOE anuló simbólica y culturalmente a Andalucía en el Estado con los mantras de “Andalucía imparable” y “La tercera modernización de Andalucía”. Los detonantes de la entrada de Vox por Andalucía fueron el alineamiento político del susanismo con las derechas en el tema de la demanda del derecho a decidir en Cataluña, y la aplicación acrítica por los gobiernos de Susana Díaz de las políticas dictadas por los gobiernos de Rajoy, una vez que el PP vence al PSOE de Zapatero tras pactar juntos la reforma neoliberal y centralista del artículo 135 de la CE.

Sacar a Vox de la ecuación andaluza es muy importante a la vista de lo que está ocurriendo en Hungría, Polonia o Eslovenia con gobiernos de extrema derecha, que se apropian de todos los poderes del estado, liquidando poco a poco la democracia y poniendo en riesgo la Unión Europea que, no lo olvidemos, es un producto institucional antifascista que nace tras la segunda guerra mundial. Sentimos el hedor del neofascismo en las instituciones de esos países, en las calles de Italia de manera furibunda, y en las calles de España con los comportamientos agresivos y violentos contra manifestaciones sociales, personas LGTBI, racializadas, o mujeres e inmigrantes.

Sacar a Vox de la ecuación andaluza, uno de sus principales nutrientes junto con Madrid, debilitaría este movimiento trumpista reduciendo el riesgo de involución antidemocrática y de destrucción de nuestra autonomía. El PP y Ciudadanos han gobernado estos años con el apoyo externo de Vox. Las condiciones que Vox quiere imponer al presidente andaluz para aprobar los presupuestos de 2022 son extremas y se sitúan enfrente de las razones por las que el pueblo andaluz se constituyó.

El PSOE quiere ayudar al presidente andaluz, negociando los presupuestos con el argumento de evitar que Vox se apodere de la política andaluza. La oferta de negociación presupuestaria podría ampliarse a un espectro más amplio con la intención de aislar por completo a la extrema derecha. El espacio de cambio por la izquierda federalista, ecologista y feminista, puede ofrecer al gobierno andaluz una negociación, dado el momento histórico (salida de la pandemia y fondos europeos canalizados por el gobierno de España), que incluyese el compromiso de no pactar con Vox y no gobernar con Vox cualquiera que fuese el resultado de las elecciones que deberán celebrarse a finales de 2022. Si eso fuese posible Vox quedaría completamente recluido, protegiendo a la democracia andaluza, española y europea; si no fuese posible al menos se habría intentado.

Publicado en La Voz del Sur el 14 de octubre de 2021

domingo, 10 de octubre de 2021

Juanma: Tú en Sevilla, yo en Madrid


Ferraz desde Madrid empuja un movimiento tectónico en Andalucía. La idea emergió el veintinueve de julio, pasó de puntillas por los titulares y fue ignorada en los análisis políticos de prime time. Luego llegó septiembre. Pedro Sánchezpretende que el PSOE de Andalucía le apruebe los presupuestos de 2022 al gobierno andaluz del PP-Ciudadanos. El viernes uno de octubre el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, se reunió con el secretario general del PSOE-A, Juan Espadas. Sendos dejaron la puerta abierta a un posible pacto presupuestario que permitiría anular la influencia de Vox en la acción de gobierno. Un papel con ocho puntos para negociar le pasó Espadas a Moreno.

Que Pedro Sánchez apoya la operación de gran coalición con el PSOE offshore del gobierno andaluz es evidente, un movimiento de ese calado no se hace sin el visto bueno del presidente del gobierno de España y secretario general incuestionable. En la inauguración del I Foro Urbano de España, celebrado en Sevilla el pasado cinco de octubre, en presencia de Juan Espadas se dirigió a Juanma Moreno: “tienes todo lo que se necesita para que Andalucía lidere el cambio de modelo productivo en el país”. En realidad bajo esa retórica, conociendo la función reactiva que están ejerciendo los ministerios del PSOE en el gobierno de España frente a la función tractora en materia social, feminista, fiscal y ecologista de los ministerios de Unidas Podemos, se esconde el mensaje: si pactas con Espadas los presupuestos, el dinero te llegará con un plus de abundancia y sin condiciones. El anzuelo está echado, el cebo es gordo y el PSOE andaluz, el mismo de antes reconvertido a sanchista, está capacitado para la pesca.

El PSOE-A ya facilitó el trámite parlamentario de la nueva ley de suelo de Andalucía, absteniéndose, para demostrarle al presidente andaluz que podía reducir con sus actos la presión que le ejerce Vox; una ley marcada por retrocesos en protección ambiental, patrimonial y territorial, con la excusa de facilitar la recuperación postpandémica. Los argumentos de fondo para vestir el acuerdo presupuestario con el PP andaluz serán, de un lado, la necesidad de salir del momento crítico provocado por la pandemia con estabilidad gubernamental, una especie de todos a una, y de otro, la protección de la sociedad andaluza de la amenaza real que supone la influencia de Vox contra todo tipo de libertades democráticas y contra Andalucía misma. Eso será lo que se dirá, pero bajo la superficie se esconden motivos menos confesables: la recuperación del bipartidismo allí donde se pueda, en esto ya está ayudando Illa desde Cataluña, dejar en Andalucía fuera del tablero a Unidas Podemos y, esto es dudoso que el PSOE-A pueda conseguirlo con esta estrategia de gran coalición, recuperar voto de Ciudadanos y los 400.000 votos que están se dejaron en las autonómicas de 2018 respecto de las generales de 2019.

El acuerdo presupuestario reforzará a Juan Manuel Moreno Bonilla, debilitará extremadamente a Ciudadanos, aislará a Vox de la política activa, eliminará del escenario unas elecciones anticipadas que en nada benefician al PSOE y permitirá a Pedro Sánchez hacer visible en España y en Europa que hay una derecha civilizada y democrática en Andalucía frente a una derecha ultramontana y sin perspectiva de estado en Madrid. El asunto tiene calado europeo visto lo que ocurre cuando las extremas derechas llegan al poder, como en Hungría o Polonia. Es como si se pusiese a Andalucía al servicio de intereses de estado para debilitar a Vox, Pablo Casado y Ayuso, consiguientemente a la ultraderecha europea, a cambio de que aquí sigamos con la subalternidad y dependencia del exterior sin cambio real del modelo productivo, ni de la forma de invertir el dinero público mejorando de manera efectiva los servicios públicos.

Sin embargo, desde el punto de vista político para el espacio de la izquierda progresista, con sus adjetivos, la definición de una posición ante esta alianza es altamente compleja. El impacto político de un acuerdo presupuestario PP/PSOE en Andalucía en los equilibrios de fuerzas dependerá de la lectura que del mismo haga la población en general y no de la que hagan quienes, conociendo bien al PSOE andaluz, saben que es más un freno que un motor para avances estructurales en materia económica que reduzcan la desigualdad en Andalucía y la desigualdad de Andalucía respecto de otros territorios del estado. No es la primera vez que se ha entregado la fuerza de Andalucía a cambio de nada para el pueblo andaluz.

Resumiendo, es como si Pedro Sánchez le estuviese diciendo a Moreno Bonilla: tú en Sevilla y yo en Madrid dejándome querer en Europa.

Publicado en La Voz del Sur el 10 de octubre de 2021