viernes, 4 de febrero de 2022

Titánica Yolanda


La reforma laboral, producto estrella del gobierno de coalición, ha salido adelante de chiripa. El esfuerzo que ha realizado la vicepresidenta tercera del gobierno y ministra de Trabajo ha sido titánico. Las posiciones iniciales de los agentes sociales, patronal y sindicatos estaban muy enfrentadas, algo lógico tras tocar fondo los derechos laborales con la agresiva reforma laboral de Rajoy, después de cuatro decenios, desde el primer Estatuto de los Trabajadores de la etapa democrática, de retrocesos ocultados por la economía del crédito.

Una labor de orfebre consiguió un acuerdo a tres bandas en el que nadie creía, que encajaba con los requerimientos europeos para que los fondos fluyeran, a pesar de los obuses enemigos de la derecha ultramontana y de las zancadillas procedentes del interior del gobierno, tiene un mérito histórico. Un milagro ha evitado que se fuese al traste.

No nos engañemos, depositar el futuro de las políticas del gobierno de coalición a la suerte de una votación no parece fiable. Por lo que hoy sabemos, y eso cuadra con las palabras de agradecimiento que la ministra Díaz dirigió al PNV, la reforma podía haber salido adelante sin el acuerdo, finalmente fallido, con UPN. No es raro deducir que fue el propio PSOE quien lo obstaculizó tras creer que tenía amarrados los votos navarros. Lo de Murcia con Ciudadanos, pero de mayor gravedad.

Inevitable acordarse del tamayazo que inauguró el trumpismo hispano. Dos infiltrados en las listas del PSOE madrileño trucaron la voluntad popular en el legislativo madrileño dando paso, repetición electoral mediante, al PP de Esperanza Aguirre, precursor del trumpismo de Ayuso, la cual inauguró su carrera política llevando el Twitter del perrito Pecas. Dos diputados de UPN, cuyo partido había pactado dar apoyo a la reforma laboral, cambiaron su voto. Un gol en propia meta del PP salvó el match.

El espectáculo deteriora la política, el deterioro siempre afecta más al campo progresista. Se ha demostrado que no hay mayoría alternativa posible a la de una España diversa y plurinacional. El milagro debería provocar una revelación. Esta lectura debe hacerla el PSOE. También ERC tiene una enorme responsabilidad, quizá  la que más. Mientras ERC no sea fiable, en este caso desoyendo las mayorías sindicales catalanas, habrá riesgo de que vuelvan las treinta monedas de Rufián.

También el sindicalismo de clase estatal ha de tener en cuenta que el país democrático plurinacional es el que pasa por entenderse con los gobiernos y espacios autonómicos en las que hay ecosistemas políticos y sindicales diferenciados. Tender puentes de colaboración en Euskadi, parece imprescindible. Por su parte las fuerzas verdaderamente democráticas deben entender, como el PNV, En Común o Unidas Podemos, que negociar es perder y ganar. Que acordar es un todos ganamos. Es el esfuerzo titánico que ha hecho la ministra Yolanda Díaz comprendiendo el contexto histórico, como lo han entendido la CEOE, UGT y CC.OO.

Publicado en La Última Hora