La celebración de la Toma de Granada por el ejército mercenario de los Reyes Católicos está, ideológicamente, en el mismo nivel simbólico que el mantenimiento del Valle de los Caídos como lugar de culto y peregrinación. La prueba es que después de Cuelgamuros, la Toma es el referente principal del neofascimo, la ultraderecha y la derecha española, como abono del nacionalcatolicismo que la enraíza a su pasado franquista.
El nacionalcatolicismo, que es lo que exalta la celebración de la Toma de Granada, tiene la misma trascendencia histórica que el nazismo. Los dos basan su artefacto ideológico en la superioridad racial y la pureza de sangre, los dos han actuado en sus momentos más extremos exterminando las diferencias, las disidencias y los potenciales culturales de progreso.
El nacionalcatolicismo particularmente contra la ciencia o el conocimiento acumulado; recordemos lo que dijo ante Unamuno el fundador de la legión, Millán Astray, “muera la inteligencia”. Con una pose de legionario ilustraba el principal diario local de Granada su portada del día después. El exterminio nazi programado de judíos y gitanos tiene su antecedente y parangón en la quema de libros y la expulsión de judíos, moriscos y gitanos de Al-Andalus junto con las hogueras de la Santa Inquisición, que quemaban la carne viva de mujeres y gentes libres celebrándolo, también, en las plazas públicas.
Dos son los argumentos del PSOE granadino para mantener la Toma de Granada como día festivo de celebración, que es tradición o costumbre, y que se conmemora la llegada de la modernidad a toda España. La derecha le añade el símbolo de la unidad de España como unidad de destino en lo universal, tal y como la declaraba el franquismo insurrecto que añoraba el imperio.
Los tres argumentos son mentira. Ninguna celebración tiene por qué ser eterna como ninguna costumbre tampoco, sobrarían los ejemplos para justificar esta afirmación, el franquismo prohibió en Granada la celebración de la fiesta de Mariana Pineda porque era simbólicamente republicana y antimonárquica, la ley abolió la costumbre de fumar en los interiores públicos y podría hacerlo en los exteriores frecuentados.
Dos, la modernidad no llegó a la península ibérica con la toma de Granada, el factor determinante para que ocurriese el renacimiento europeo fue Al-Andalus, una pueblo cultural en el que convivían tres religiones que, al menos desde que Córdoba fuese capital del mundo, traspasó ingentes cantidades de cultura griega y mediterránea junto con sus avances científico tecnológicos hacia el resto de Europa. La aguja náutica, el astrolabio o el cuadrante, instrumentos que usó Colón para su viaje iniciático a América, hunden sus raíces en China, Grecia y Egipto, y su conocimiento y aplicaciones fueron introducidos en Europa en los momentos de hegemonía cultural árabe de Al-Andalus.
De modo que el cruce de la cultura andalusí junto con la dominación extractiva del continente americano fueron condiciones necesarias para lo que podríamos llamar el segundo renacimiento europeo, el primero se dio en Al-Andalus. Y tres, España no es un concepto asimilado a un único Estado constitucional hasta la promulgación de la constitución de Cádiz de 1812. Antes España podría haber sido la Hispania romana y sus provincias, Al-Andaluz más un conjunto de reinos del norte o un conjunto de reinos aglutinados entorno a la dominación de los Austrias o los Borbones.
Lamentable el alcalde de Granada del PSOE, bien por miedo al qué dirán de la reacción granadina y abanderada por los principales medios de comunicación locales de raíz madrileña, como los que dan cobertura a Ayuso y Vox, bien por convicción propia, que de todo hay en el partido ese partido, haciendo, otra vez, apología de la celebración de la Toma con apariencia de equidistancia. Una equidistancia imposible entre las posiciones democráticas de quienes defienden que las festividades han de ser integradoras y respetuosas con los derechos humanos, y las posiciones retrógradas e inmovilistas de quienes defienden la inmutabilidad de la Toma con toda su añoranza franquista, belicista, xenófoba y nacionalcatólica.
Cada vez que ha gobernado el PSOE la ciudad de Granada, y ahora la gobierna gracias a la autodestrucción de Ciudadanos y la implosión municipal del PP, ha hecho crecer las raíces de la ultraderecha en Granada, del PP primero y en estos tiempos de Vox. Si alguna vez la izquierda tuviese que negociar gobierno en la ciudad con este partido de régimen, no deberían caber en este tema las medias tintas. La “fiesta” de la Toma hay que abolirla y hacer festivo a lo grande a la Mariana. La primera es atraso antidemocrático, la segunda símbolo de progreso cultural y derechos de ciudadanía, republicanismo y democracia. Las luchas por la libertad, la igualdad y el medio ambiente se ganan en las batallas culturales. Esta batalla es central en Granada, como la eliminación del Valle de los Caídos como símbolo del genocidio franquista lo ha sido a nivel de estado. Toma no Mariana sí.