martes, 7 de febrero de 2023

De izquierdas en Davos, de derechas aquí


Ningún avance progresista del gobierno de coalición se ha conseguido sin presionar al PSOE dentro y fuera del gobierno. Ni uno sin ganar la alianza de las fuerzas de la España plurinacional. Solo cuando se dejó de hacer fue necesario que ocurriera una chamba, la reforma laboral. La ley del solo sí es sí se aprobó con 201 votos a favor, frente a PP y Vox que votaron en contra. Que Pedro Sánchez ordene a su partido reformar en el Congreso la ley cinco meses después, a unos meses de las elecciones municipales y autonómicas, alineándose con la judicatura retrógrada, los grandes medios que emiten desde el centro del reino, y la parte de la sociedad que no lo va a votar aunque se vista de arzobispo es una infamia contra el movimiento feminista. Además un error que puede dar al traste con cualquier expectativa de repetición del gobierno de coalición. El PP echa se afana en ello.

Pilar Llop, ministra de Justicia, cuyo catedrático asesor, Francisco Javier Álvarez, mantenía en 2022, contra la propuesta de ley, que con ella “queda prohibido acercarse a la propia pareja por la noche, mientras ésta se encuentra dormida, abrazarla y acariciarla,” ha sostenido en la Ser que “tenemos unos jueces extraordinarios. Es fácil probar que hay violencia e intimidación. Basta una heridita.” Hay ministerios más simples que el asa de un cubo, hay jueces que brindan por su victoria.

A Sánchez se le volverá en contra su alianza con el coro de los grillos que cantan a la luna. La ley del solo sí es sí es la mejor de la legislatura, la de más raíz democrática. Tumbar su sentido de protección de las mujeres poniendo en el centro el consentimiento y no la resistencia, en alianza directa con PP y Vox, pone en grave riesgo su futuro electoral. El presidente se ha tendido una trampa; podría llegar a la presidencia de la Unión Europea con gran respaldo, podría presidir la Internacional Socialista y recuperar la credibilidad del socialismo. Queda bajo sospecha.

Dice el Tratado sobre la estupidez humana de Carlo M. Cipolla que perfecto estúpido es quien queriendo hacer daño a los demás se hace daño a sí mismo. Es el PSOE con su acción contra Igualdad. Lo que uno espera de la izquierda partidaria, intelectual o con columna de opinión, no es la ceguera equidistante ni el buen rollito, no es el “vamos a ceder” para que el PSOE nos quiera, no es que se pregunte porqué no se arreglan dentro del gobierno, no es que hablen de “problemas de comunicación”, no es que alimenten la crítica contra quienes luchan, al par que ensalzan a quienes sonríen para que no los persigan en la Sexta. Lo que uno espera es que tome partido, porque si no tendremos gobierno derechas dispuesto a todo.

Pedro Sánchez aparentó ser muy de izquierdas en Davos, pero en el día a día hay que sacarle las medidas progresistas con sacacorchos. Frena la ley de vivienda, liquidar la ley mordaza para que un policía no te impute o te multe sin más prueba que su palabra, la ley de protección animal para que los perros de caza sigan pudiéndose tratar como vida de usar y matar, impide limitar la subida de las hipotecas convertidas, junto con el precio de los alimentos en el principal problema de las familias. Lo hace mientras busca a su izquierda un espacio dócil con reducida capacidad de empuje. De izquierdas en Davos de derechas aquí.