lunes, 11 de septiembre de 2023

Andalucía es una nación

El jueves 31 de agosto el lehendakari Íñigo Urkullu en un importante artículo publicado en El País, excluía a Andalucía de la condición de nacionalidad histórica. El lehendakari propone un proceso neoconstituyente para la configuración plurinacional del Estado, en el que solo Galicia, Cataluña y Euskadi, con Navarra como comunidad foral, tendrían derecho a participar bilateralmente. La línea divisoria es la misma que quisieron imponer los padres de la CE de 1978. Solo serían nacionalidades históricas aquellas cuyo reconocimiento se hizo en la república antes del golpe de estado de julio del 1936. El trato de privilegio a Euskadi (y Navarra) quedaría justificado por fueros medievales pactados con la monarquía castellana. Monarquía y fascismo no pueden ser elementos de legitimación de ninguna nación, privilegio o bilateralidad.

El martes 4 de septiembre, Pablo Iglesias en Noticias Básicas, comentando la reunión de Bruselas entre Yolanda Díaz y Carles Puigdemont, incluía a Andalucía entre las cuatro naciones históricas que la CE reconoce, las otorgadas Galicia, Euskadi y Cataluña, y la que ganó esa condición en la calle (1977) y en las urnas (1980).

El jueves 7 de septiembre, la asociación Andalucía y Democracia publica un texto en CTXT con el título Andalucía es una nación en la España plurinacional. Un ejercicio de historia democrática del pueblo andaluz para refrescar la memoria y para exponer los hechos y datos que demuestran que Andalucía es una colonia interior, la pagafantas de inversiones, expolios y privilegios de Madrid, Cataluña y Euskadi y, consiguientemente, la que más necesita influencia y soberanía.

El viernes 8 de septiembre, el presidente andaluz propone a los grupos parlamentarios un Pacto en defensa de los intereses de Andalucía. Sólo el digital Fuentes de Andalucía, con el titular Moreno toca a rebato en defensa de los intereses de Andalucía, ata los cabos de la importancia del movimiento de Juan Manuel Moreno Bonilla. Si Ayuso y los medios de la capital del reino no detectan en su radar el desplazamiento al andalucismo del presidente andaluz, es porque están centrados en devolver a Galicia envuelto en papel prensa madrileña a Alberto Núñez Feijóo.

El presidente andaluz, a propuesta del referente histórico andalucista Alejandro Rojas Marcos, declaró el 4 de diciembre día de la bandera de Andalucía. Puede que se agarre al andalucismo para usarlo en beneficio partidista, de empresas externas, de clases ricas terratenientes, para mantener el estatus quo colonial y nuestra condición subalterna respecto de Madrid, Cataluña y Euskadi. Puede que emule lo que en su día hizo el PSOE. Pero también con ese movimiento podría ayudar a un tejido empresarial propio que tanto necesita Andalucía.

Andalucía es un pueblo cultural reconocible. Nueve siglos antes de que España tuviese su primera constitución en 1812, Córdoba, con alcantarillado e iluminación urbana, era capital del mundo, disponía de bibliotecas y centros de estudios. Al-Andalus era un conjunto de ciudades cuando Londres o Berlín eran villas medievales. Habrían de pasar cien años desde que se inició la construcción de la Mezquita para que en Asturias se pusiese la primera piedra de Santa María del Naranco. El primer renacimiento europeo es andalusí. Medina Azahara, la ciudad palaciega, se culmina veinticuatro años antes de que finalice el siglo X. Madrid es andalusí, Mohámed I de Córdoba, emir entre 852-886, ordenó la construcción de una alcazaba en el asentamiento preexistente. El topónimo, su patrón, al-Isidri y su patrona, al-Mudena, son andalusíes. Es historia.

Pero nada de eso debe contar para considerar que Andalucía es una nación. Es solo, nada más y nada menos, parte de la herencia cultural y política de la comunidad que habita la Andalucía del siglo XXI. Un pueblo deviene nación cuando se constituye políticamente. Andalucía lo hizo el 4 de diciembre de 1977, elevando su condición de nación al derecho a poseer instituciones de gobierno propias el 28 de febrero de 1980.

El PSOE hace tiempo que traicionó el andalucismo, las pruebas de la traición son Alfonso Guerra y Felipe González. La izquierda andaluza no ve que nuestra bandera republicana es la verdiblanca. La izquierda andaluza necesita interpretar políticamente la identidad mixta andaluza y española de las y los andaluces, coherente con nuestra condición de pueblo pacífico y mestizo. Esa interpretación debe servir para construir una propuesta andalucista que ambicione el poder en nuestro territorio y la influencia en el poder del estado español, emulando la ambición actual del nacionalismo vasco de izquierdas. Lamentable, cuanto menos, que Yolanda Díaz, Sumar, ignore Andalucía para representar la plurinacionalidad en el Estado.

Si la izquierda de estado y la izquierda andaluza no unen la voluntad de poder al reconocimiento de Andalucía como nación, no se abrirán las puertas para avanzar hacia un estado plurinacional republicano, ninguna suma sumará. Como afirma la asociación Andalucía y Democracia: Con Andalucía, todo. Sin Andalucía, nada.

Publicado en Diario Red