Los resultados de las elecciones europeas ha dibujado el estado electoral izquierda no independentista. Tres representantes en el parlamento europeo para la coalición Sumar, y dos para Podemos, indican un punto de inflexión en la hegemonía del espacio. Descuenten al PSOE del calificativo izquierda, Pedro Sánchez es zurdo solo por comparación con las fuerzas a su derecha. Sumar es un muerto viviente y Podemos un muerto redivivo. No es que lo diga la gente de Podemos, es que lo dice el mismo clamor mediático y tertuliano que hasta hace un mes lo daba por muerto.
Pedro Sánchez ha demostrado ser un maestro de las cuatro palabritas finas. Si sigue con las cartas pronto podrá publicar en Planeta, prologado por Antonio García Ferreras, un compendio de misivas titulado Epistolario de supervivencia. La primera nos cogió por sorpresa. Incautos, algunos creímos que el presidente del Manual de resistencia tenía humanidad. La segunda trajo la chanza. La intención bipartidista del ecosistema mediático con sede en Madrid DF, con la ayuda del juez Peinado, convirtió la campaña electoral en Begoña sí o Begoña no. Eso permitió a Sánchez deslizar sobrevolar por encima de los tanques apostados en el jardín de Borrell y de la ignominia del genocidio contra el pueblo palestino.
Las elecciones europeas han debilitado a la socialdemócratas, liberales y Verdes. El grupo Socialistas y Demócratas ha perdido diecinueve escaños de los ciento treinta y cinco que tenía, los liberales veintinueve de ciento ocho, y el grupo Verdes/ALE, el más damnificado, veintiuno de setenta y cuatro. Fiel reflejo del entreguismo del gobierno Alemán, formado por esas tres fuerzas políticas, al imperio americano y la infamia sionista.
Verdes/Alianza Libre Europea incluye a partidos ecologistas y a partidos de corte soberanista, como ERC, Bildu o BNG, o de corte territorial como Compromís o Els Comuns. El batacazo electoral de este grupo, que en tiempos de guerra, genocidio y grave calentamiento global tiene importantes componentes que han traicionado al pacifismo y la ecología política, debería hacer pensar a los partidos nacionalistas de izquierdas del estado español en abandonar su compañía y unirse al grupo de la izquierda europea, The Left, en el que se integra Podemos.
Cuando la guerra entra por la puerta, la justicia social, la territorial y la ambiental saltan por la ventana. El consenso bélico ha arrojado al pacto verde europeo a las aguas del mar del norte. Alemania, con la Unión Europea, arrodillada ante el complejo militar industrial y fósil estadounidense, no chistó con el reventón de los Nord Stream. Con este escenario, la izquierda que ha fracasado en Sumar parece empeñada en el erre que erre de la unidad, un debate cómodo que, a más de dos años vista de un nuevo ciclo electoral, no tiene sentido ni táctico ni estratégico. Un debate que es cortina de humo para abordar lo importante, la oposición al régimen de guerra y la arquitectura de cimientos y ferralla para sostener un cambio cultural republicano y plurinacional.