Ha terminado la campaña electoral
andaluza. Es la primera vez que se celebran elecciones separadas de las
generales en Andalucía. Ese hecho histórico, una vieja reivindicación del
andalucismo, no ha contribuido ha centrar el debate en Andalucía, tampoco ha
contribuido a poner Andalucía en el centro.
Las causas centrales de esta
campaña de bajísimo perfil andaluz son dos, una es por ceguera y la otra
consecuencia de la ceguera. El bipartidismo es esencialmente español, y como
Andalucía no ha existido para el PP y el PSOE al menos durante los últimos diez
y seis años, para sendos es imposible reconocer las claves de la crisis
diferencial andaluza. La misma pringue les cierra los párpados. Uno no quiere
reconocer su implicación en los pilares con aluminosis del pasado y el otro
quiere reforzar los mismos cimientos del desarrollismo destructor.
El click de voto mayoritario se
va a producir sobre una cuestión tan simple como "hay que echarlos" o
"que no entren". Ninguno de los dos partidos del bipartidismo ha
ofrecido salidas para la generación urgente de empleo en Andalucía, el
principal problema de la sociedad andaluza. El PSOE porque se encuentra
atrapado en su pasado y el PP porque sabe que sus políticas no serán las de la
inversión, si no las de la tijera.
El primero porque vive en la
ilusión de que se acabe el ciclo de la crisis y de nuevo haya dinero para
repartir, y el segundo porque tiene obediencia debida a los magnates de una
banca en quiebra que están acabando con los equilibrios democráticos.
El pueblo andaluz votará dividido
entre el temor y el temblor cobijado por la capa de la resignación.
Es cierto que el caso de los ERES
ha sido convenientemente amplificado, pero también es cierto que en contextos
anteriores de apariencia de riqueza la corrupción no ha sido causa de declive
de partidos en el gobierno. Cuando hay migajas las redes clientelares del poder
funcionan a la perfección. Se vota por lo inmediato, por mañana. Futuro es una
palabra distante e imprecisa.
No ha habido debate, Arenas no
quiso y se la jugó, ha preferido mantener su cara de señorito andaluz a una
distancia prudencial por si recibía un golpe en el mentón de sus arrogantes
declaraciones. Griñán ha mantenido su habitual sosería, tal es así que no ha
querido compañía de Guerra, y solo ha tirado de González este viernes final,
creo que por temor a que su vacuidad luzca aún más.
Que por qué no hablo de sus
propuestas para Andalucía, las de sendos, pues porque no las ha habido. Por los
demás, espero que UPyD, vanguardia de la carcundia y ejemplo de la hipocresía,
no entre en el parlamento andaluz.
Lo dicho, una campaña con mucha
pena y poca gloria.
Por lo demás ya sabéis mi
opción.