viernes, 23 de marzo de 2012

Una campaña con mucha pena y poca gloria


Ha terminado la campaña electoral andaluza. Es la primera vez que se celebran elecciones separadas de las generales en Andalucía. Ese hecho histórico, una vieja reivindicación del andalucismo, no ha contribuido ha centrar el debate en Andalucía, tampoco ha contribuido a poner Andalucía en el centro.

Las causas centrales de esta campaña de bajísimo perfil andaluz son dos, una es por ceguera y la otra consecuencia de la ceguera. El bipartidismo es esencialmente español, y como Andalucía no ha existido para el PP y el PSOE al menos durante los últimos diez y seis años, para sendos es imposible reconocer las claves de la crisis diferencial andaluza. La misma pringue les cierra los párpados. Uno no quiere reconocer su implicación en los pilares con aluminosis del pasado y el otro quiere reforzar los mismos cimientos del desarrollismo destructor.


El click de voto mayoritario se va a producir sobre una cuestión tan simple como "hay que echarlos" o "que no entren". Ninguno de los dos partidos del bipartidismo ha ofrecido salidas para la generación urgente de empleo en Andalucía, el principal problema de la sociedad andaluza. El PSOE porque se encuentra atrapado en su pasado y el PP porque sabe que sus políticas no serán las de la inversión, si no las de la tijera.

El primero porque vive en la ilusión de que se acabe el ciclo de la crisis y de nuevo haya dinero para repartir, y el segundo porque tiene obediencia debida a los magnates de una banca en quiebra que están acabando con los equilibrios democráticos.

El pueblo andaluz votará dividido entre el temor y el temblor cobijado por la capa de la resignación.

Es cierto que el caso de los ERES ha sido convenientemente amplificado, pero también es cierto que en contextos anteriores de apariencia de riqueza la corrupción no ha sido causa de declive de partidos en el gobierno. Cuando hay migajas las redes clientelares del poder funcionan a la perfección. Se vota por lo inmediato, por mañana. Futuro es una palabra distante e imprecisa.

No ha habido debate, Arenas no quiso y se la jugó, ha preferido mantener su cara de señorito andaluz a una distancia prudencial por si recibía un golpe en el mentón de sus arrogantes declaraciones. Griñán ha mantenido su habitual sosería, tal es así que no ha querido compañía de Guerra, y solo ha tirado de González este viernes final, creo que por temor a que su vacuidad luzca aún más.

Que por qué no hablo de sus propuestas para Andalucía, las de sendos, pues porque no las ha habido. Por los demás, espero que UPyD, vanguardia de la carcundia y ejemplo de la hipocresía, no entre en el parlamento andaluz.

Lo dicho, una campaña con mucha pena y poca gloria.
Por lo demás ya sabéis mi opción.