jueves, 18 de octubre de 2012

Andalucía, ¿por qué el federalismo?


Venimos insistiendo en paralelo 36 en ciertas claves andaluzas de la crisis del capitalismo global, lo cual no nos impide ver que la salida a la crisis ha de ser también europea y global. La cuestión es cómo llegar hasta ahí, cómo imponer por la vía democrática (ganando elecciones) un reparto justo e igualitario (equitativo) de la productividad, de los output del sistema económico (nótese que no mencionaré la palabra crecimiento si no es para denostarla), un modelo que garantice la igualdad de oportunidades y los derechos esenciales socioeconómicos que están siendo destruidos por el neoliberalismo rampante. Pensemos en lo global actuemos en lo local.
No nos cansamos de recordar que el shock financiero global se ceba especialmente en el sur y muy especialmente en Andalucía. El capitalismo especulativo consigue, además de romper el vínculo entre economía real y economía financiera, romper el vínculo entre política y territorio. La izquierda lamentablemente no acaba de verlo.

En Andalucía la tasa de desempleo va camino del 40% de la población activa, las familias sin ingresos camino del millón, la tasa de desempleo juvenil camino del 65%, la tasa diaria de desahucios camino de los 100, 200 personas andaluzas emigran diariamente a la búsqueda de trabajo.
Para frenar esta sangría social, nuestro autogobierno andaluz “de izquierdas” tiene escasos instrumentos legales y financieros de intervención sobre la economía andaluza. Acostumbrado a ser un gobierno de gestión, la gestión ahora choca con las escasez presupuestaria. Inmediatamente antes, en la legislatura anterior, el gobierno socioliberal andaluz permitió laxamente que las cajas de ahorros pasaran a ser controladas desde fuera de Andalucía, Unicaja se ha salvado por los pelos. Pero nos queda la Política.
El gobierno central de Partido Popular ha bloqueado en el Tribunal Constitucional las oposiciones para obtener empleo en la educación pública y la regulación andaluza de la adquisición de medicamentos, y amenaza con obligar a llevar al Constitucional la aplicación de la Disposición Adicional Tercera del Estatuto andaluz, con el fin de no aprobar unos presupuestos que tengan en cuenta la inversión y las transferencias en función del porcentaje de población (algo que ya de hecho se queda corto). Tal y como está hoy la justicia esto es de alto riesgo, ya nos pasó con la gestión del Guadalquivir. Lo que ha pedido Andalucía (4.800 millones de euros aproximadamente) al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) no es un rescate, ni puede ser tratado así, la deuda legal del Estado con Andalucía supera los 4.000 millones de euros, a la que hay que sumar el déficit en inversiones. Si una vez nos pagaron la deuda histórica en solares (ZP lo hizo) ahora niegan lo que es nuestro por ley de rango constitucional y laminan las inversiones en políticas activas de empleo, servicios sociales, igualdad, infraestructuras, etc.
Pero hay más, el gobierno central plantea una modificación de la ley de costas que afecta especial y negativamente a Andalucía, el gobierno central autoriza concesiones para la exploración destructiva de hidrocarburos en nuestro interior y nuestro litoral poniendo en riesgo nuestras principales fuentes de ingresos (turismo y agricultura), el gobierno central sube el IVA de la cultura (y eso en Andalucía importa mucho), el gobierno central negocia en Europa la Política Agraria Comunitaria entregando Andalucía (la comunidad más afectada) a los depredadores, el gobierno central prepara una ley de unidad de mercado que bloqueará cualquier perspectiva de cambio de modelo productivo en Andalucía y forzará la política económica, fiscal y de empleo del gobierno andaluz. Suma y sigue.
Mientras los narcóticos del “España va bien” y “Andalucía imparable” se sustentaban sobre el modelo de la construcción, la obra pública megalómana, el turismo insostenible, la agricultura intensiva bajo plástico, el crédito fácil vendido en packs basura externos a los especuladores y las migajas del modelo se repartían para sustentar el poder clientelar de alcaldes variopintos y gobierno andaluz socialdemócrata liberal, los límites competenciales, las leyes marco y las competencias constitucionalmente compartidas no eran ningún problema. Pero ahora hemos chocado con todos los límites, los ecológicos, los financieros y los políticos.
En la etapa anterior al ladrillismo y el empacho crediticio del sector privado se había avanzado en profundidad en la construcción de sistemas, manifiestamente mejorables, pero comparativamente muy buenos, de sanidad y educación pública. Todas las noticias que inundan los mass media (incardinados ya sin excepción en posiciones de derechas) que atacan la calidad de ambos servicios esenciales con titulares de dudosa factura, pretenden el deterioro y desprestigio de su imagen pública para darles un golpe definitivo y continuar hacia modelos de caridad y de pago (según quien seas). Con esto quiero decir que no todo en el pasado, tras la transición y el logro de nuestra autonomía política, ha sido malo, más al contrario la autonomía andaluza ganada en la calle por la población comprometida con la igualdad, consiguió sacar a Andalucía del atraso endémico en la que la sitúo el franquismo en alianza fáctica con la iglesia católica y la oligarquía terrateniente andaluza.
Estamos en un momento histórico donde la incertidumbre económica arrecia, no percibimos la llegada del momento el que el sistema se desmorone y cambie de estado. El símil sería el de esas reacciones químicas que cambian la acidez de un estado en un instante tras un proceso de adición progresiva de un producto reactivo (recortes y ataques a la democracia), si disponemos de un indicador cromático, observamos que el cambio de color se produce en un tris, sin previo aviso. Desconocemos la circunstancia, el hecho, que provoque el cambio radical y desconocemos el sentido del cambio. La primavera árabe es un ejemplo de un acontecimiento imprevisto, el 15M también.
Por eso, precisamente por eso, la izquierda, la izquierda andaluza en particular, tiene que preparar las condiciones (el programa y el horizonte político) que permita actuar en el momento preciso.
Una de esas condiciones es, como ya he dicho en otra ocasión, la recuperación y rearme ideológico de la izquierda. Solo desde el terreno de las ideas puede proponerse un nuevo modelo emancipador e igualitario. Tras las elecciones del 25N hemos vuelto a comprobar que el sustrato de la izquierda sigue vivo en Andalucía. El riesgo del gobierno de coalición es envenenar ese sustrato si sólo se plantea como objetivo la gestión de la escasez y los recortes impuestos. El riesgo es alto porque la confianza otorgada por el pueblo andaluz puede revertirse hacia el populismo en un efecto péndulo muy peligroso.
Si lo que está en juego es la democracia, la demanda de más democracia en Andalucía pasa por la demanda de que quienes nos representan y han sido elegidos electoralmente para ello, tengan capacidad real de ejecutar políticas diferentes a las impuestas por el gobierno central. Necesitamos más autogobierno, necesitamos un estado federal que, en el marco europeo y global, nos permita ofrecer al pueblo andaluz una salida distinta a la del productivismo y el consumismo.
Necesitamos un instrumento financiero propio que permita al poder político andaluz intervenir sobre el territorio y la comunidad política que lo habita. Necesitamos una fiscalidad propia que permita actuar sobre las grandes empresas, los oligopolios, las rentas altas, el IVA, y la creación, sin riesgo de recurso constitucional, de una nueva fiscalidad ecológica y social.
Necesitamos más autogobierno para no depender de leyes estatales que bloqueen nuestra capacidad como pueblo de salir de la crisis sin expolios, sin recortes antosociales, sin pérdida de derechos, por nuestros propios medios y basándonos en la explotación sostenible de nuestros recursos y el avance hacia un modelo industrial verde que cierre los ciclos de producción y consumo.
Lo necesitamos para gestionar con más fuerza nuestra voz en España, en Europa y en el mundo. Y para demandar una Europa federal y constitucional donde el poder sea democrático, electivo y político, y no financiero.
Esto sólo se puede conseguir plantando en Andalucía un frente federalista de izquierdas, que apague el griterío de las derechas que son adláteres del capital, residan donde residan. Este frente federalista debe oponerse con total contundencia a las asimetrías en derechos esenciales y a un tiempo exigir que se aplique el principio se subsidiariedad por el que las competencias se ejercen sin duplicidades y la solidaridad se aplica en función de los indicadores objetivos de desigualdad.
Lo dicho, la única salida política para Andalucía desde la perspectiva de un proyecto de izquierda es una salida federal, sin ella estaremos atados, como pueblo, de pies y manos, tal y como se encuentra el actual gobierno andaluz.