lunes, 19 de noviembre de 2012

Andalucía, de la resistencia a la contraofensiva


La sociedad andaluza está especializada en la solidaridad compartida. Una forma de justicia social marginal que aplican las clases populares cuando las instituciones (la Unión Europea, el Estado y la propia Junta de Andalucía) abandonan a su suerte a la ciudadanía, fuerzan o limitan sus funciones redistributivas y de corrección de las desigualdades, y rompen a diario los principios constitucionales del Estado social y de derecho.
Las redes familiares, amistosas, los y las mayores con sus paguitas de jubilación, el sueldecito del chaval o chavala, de la tía o el tío, el vecindario, presta una ayuda solidaria para la comida, los calcetines del bebe o el material de escuela de la niña. Y lo hace respetando la dignidad de la pobreza, lo hace bajo la apariencia del regalito, del detalle circunstancial, de la invitación casual o premeditada.

Así se teje una red de resistencia primaria. Y así podemos explicar porqué, según los datos oficiales, no hay más delincuencia como consecuencia de la crisis, pese a que la derecha y su prensa se empeñen en mentir al respecto y criminalizar todo lo que se mueve. Lo que no implica, y también es demostrable empíricamente, que no exista más dolor social, más suicidios, más tristeza familiar, más depresiones, más estrés, más enfermedad, más demanda en los comedores sociales o educativos, en definitiva más miseria.
De otro lado, una forma de resistencia encubierta, de la que el empresariado se aprovecha indignamente, es el incremento de la economía sumergida, del trapicheo, y del trabajillo esporádico. Lo que amplifica el efecto demoledor de las reformas antisociales del gobierno del Partido Popular, convirtiendo a la población laboral en esclava sin futuro.
Añadamos la huida como forma de resistencia de numerosas personas jóvenes y menos jóvenes a la búsqueda de “paraísos” laborales extranjeros. Falsos y artificiales. Recientemente hemos tenido noticia que en la “solidaria” Alemania proliferan los pisos patera para jóvenes del sur formados en ingenierías, sanidad o informática.
Por su parte el Gobierno andaluz, medio ajeno a la sangrienta situación, ha decidido situarse en la resistencia de trinchera, resistir como puede la ofensiva del centralismo nacional-católico neoliberal maniobrando sobre un presupuesto mermado y en cierto modo ficticio. El mensaje que trasmiten es “hacemos lo que podemos, gestionamos la austeridad de la manera más social posible, la culpa es de los recortes de Rajoy”. Y sí, es verdad, pero esto sólo les conduce, al PSOE e IU, a ser los brazos ejecutores de las políticas de la derecha en Andalucía. Una situación que según van a venir las cosas, a peor como ha dicho el propio Griñán, llevará a la ciudadanía andaluza a culpar al propio gobierno andaluz de inactivo y dócil. El tiempo corre en su contra.
De momento estás formas de resistencia ciudadana o institucional están evitando que del estado de emergencia social pasemos a una situación políticamente explosiva. Los datos de desempleo, desigualdad y pobreza ya son lo suficientemente dramáticos como para levantar una legión de damnificados contra las instituciones forjadas en la transición. La indignación callejera circula por cauces de expresión democrática a pesar de la dureza policial (ya conceptualmente fascista).
¿Cuanto tiempo podemos seguir así? No sabemos, porque desconocemos el lugar de la chispa que puede producir el incendio social. Y si esto ocurre el Gobierno andaluz, el PSOE e IU, no estará exento de responsabilidad.
Viene todo lo anterior a cuento de que antes de que la emergencia social se transforme en explosión social, es necesario articular una contraofensiva social y política organizada. Los enemigos están determinados es la derecha española nacionalcatólica, el neoliberalismo y la troika (BM, BCE, Comisión Europea).
Los sindicatos, UGT y CC.OO, han articulado ya un espacio de unidad estratégica contra los enemigos, la plataforma de Organizaciones Sociales por el Progreso de Andalucía, aquí en nuestra tierra. Un instrumento que está demostrando su capacidad de respuesta, de integración estratégica en defensa de las clases populares, las pymes y los autónomos. El potente éxito de la huelga del 14N así lo demuestra, la protesta está canalizada democráticamente y llena masivamente las calles. Esta contraofensiva está debilitando la hegemonía ideológica de la derecha y ampliando la base social de la izquierda.
Pero la derecha seguirá gobernando a golpe de reales decretos leyes y ganando elecciones (Galicia, País Vasco y ahora Cataluña) si la contraofensiva política de izquierdas sigue ausente. Resistir es una forma de morir.
Con el actual reparto del poder institucional, no habrá gobiernos de izquierdas, al menos nominalmente, salvo en Asturias y Andalucía. Si, como todo apunta, el PSC se derrumba en las elecciones catalanas, nos vamos a encontrar en una situación en la que las políticas neoliberales actuarán como hasta ahora de manera implacable. El nacionalcatolicismo español representado por el Partido Popular no tendrá enemigo electoral que amenace su pervivencia por muchos años en el centro del poder español. Ganada la hegemonía social con la esencial contribución de los sindicatos y las plataformas sociales, está no tendrá traducción política y electoral si el PSOE sigue su deriva incierta, y sobre todo si Andalucía como Pueblo no toma la iniciativa política frente a las tensiones soberanistas que alimentan las derechas en beneficio propio.
Es absolutamente imprescindible que la comunidad política más poblada del Estado, con un voto mayoritario de valores progresistas y de izquierdas entre en la escena demandando ya ser dueña de su propio futuro para recomponer todo lo que la derecha, y la última etapa de Zapatero, han destruido, y avanzar hacia más democracia, más igualdad y más sustentabilidad ecológica.
La esencia de la democracia, la faceta social de la Constitución y nuestro Estatuto, las políticas fiscal, financiera, laboral, energética, agraria, cultural, territorial, urbanística, de turismo, movilidad, industrial, de consumo y comercio, etc., piezas clave para la metamorfosis del actual y destructivo modelo económico, tienen que pasar sin intersecciones a manos de Andalucía para evitar el bloqueo de la derecha española.
Todas estas políticas tienen salidas por la izquierda, la ecología y el andalucismo. Y no pueden ejercerse en la actualidad con los actuales límites constitucionales. El gobierno andaluz ha chocado ya, y seguirá chocando con esos límites que utiliza la derecha para seguir con su ofensiva a favor de la desigualdad.
Es imprescindible una alianza política del gobierno andaluz con la base social que está reconstruyendo con éxito la plataforma de Organizaciones Sociales por el Progreso de Andalucía. Es imprescindible una contraofensiva federalista, es imprescindible, una vez más, que el Pueblo andaluz rompa sus cadenas y tome las riendas de su futuro plantando cara, en alianza con las izquierdas plurales, ante el centralismo español y el neoliberalismo europeo.
Ojalá el 4D comience la contraofensiva andaluza.
Publicado en Paralelo 36 Andalucía el 18 de noviembre de 2012