lunes, 18 de abril de 2016

Convulsión y corrupción

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El principal diario papel de Granada titulaba, el 14 de abril, con una sola palabra a cinco columnas la operación de registro, detenciones e interrogatorios del pasado 13 de abril, C O N V U L S I O N.

El diario IDEAL, cuya línea editorial ha apoyado siempre a la derecha granadina dando permanente cancha, comprensión y ensalzamiento al modo de entender el mundo desde una perspectiva monopartidista con concesiones medidas politeístas para guardar las apariencias, acertó plenamente al utilizar la palabra convulsión para definir el estado de shock que “el todo Granada” del Partido Popular, su corte de aduladores y su gran electorado aún hegemónico en la ciudad, debieron sentir al oír, ver y leer en los noticiarios del 13 de abril de 2016 que su popular y “campechano” alcalde era arrestado en su registrado domicilio para declarar por una investigación/imputación de un buen puñado de delitos.
Corrupción y convulsión son miméticas en su agudeza y sus vocales. Mientras la primera representa el proceso degenerativo de lo orgánico muerto, la segunda anuncia espasmos mortales en lo vivo. Corrupción es indicador de muerte; convulsión, indicador de grave enfermedad.

El diario de referencia acierta porque se dirige al público, que el mismo ha contribuido a crear y mantener vivo, para solidarizarse sintomáticamente con su enfermedad. Podía haber elegido la palabra C O R R U P C I Ó N, pero esa elección lo hubiese situado en el lugar del certificado de defunción política del alcalde de la ciudad señalando la culpa sobre el partido de pertenencia, y hasta ahí no iba a llegar.

Sabíamos, y más que nadie el ecologismo sabía, que vivíamos (vivimos) con una enfermedad social creada y retro alimentada por sus productos metabólicos. Las obras daban trabajo al tiempo que destruían ciudad (suelo, árboles, aire, paisaje, campo, patrimonio), generaban residuos (ruido, gases malignos, basura, atascos, contaminación) y fomentaban el crédito que nos llevó al desastre. Sabíamos que vivíamos parásitos de un cadáver que se corrompía con cada operación urbanística y esa corrupción alimentaba el delirio del voto, a más corrupción más voto para los muertos corruptos y más delirio para los vivos convulsos.

El 13 de abril de 2016, la Granada que aún vivía su delirio bailando sobre el cadáver económico de la crisis de 2008, sufrió una convulsión por causa de la corrupción, fue un espasmo tectónico, un terremoto que duró toda la mañana, y habrá réplicas, un latigazo terrenal que abrió el suelo bajo los pies de quienes siendo de ley, orden y misa comprobaron cómo el partido que los representa estaba, aquí también, siendo llamado a purgar sus pecados.

Publicado en EL INDEPENDIENTE DE GRANADA