Desde Antonio Jara, que en el 79, sin ser cabeza de la lista que quedó tercera, alcanzó el poder con tan sólo seis concejales por la carambola de su partido y la traición del PSA que cambió, sin más, la alcaldía de Sevilla por la de Granada, hasta José Torres Hurtado, maestro en obras en general y aparcamientos subterráneos y soterramientos en particular, pasando por los transitorios Jesús Quero, señor del palacio de congresos y del hormigonado del Genil, y Gabriel Díaz Berbel, maestro en pilonas y en “caotizar” el tráfico para que el coche huya más por aburrimiento que por peatonalización, o Pepe Moratalla del que no se recuerda ni que fue alcalde ni qué hizo ni qué no hizo, no ha tenido Granada un sólo alcalde que pueda ser reconocido como el gran prócer de la etapa democrática. Esa personalidad que, tras su trayectoria pública, logra el consenso universal de amistades y enemistades promovido por el pueblo.
No, no hemos logrado en Granada un sólo alcalde, ni creo que un sólo político en el que podamos resumir las bondades de la época fruto de la “modélica transición”, y le concedamos el adjetivo egregio de la honorabilidad.
El primero, Jara, acabó de presidente de la Caja General que acabó en manos externas, no ya a las y los granadinos sino a Andalucía. Manos que para nada son Nostrum como el Mare. El último, ha acabado como ustedes ya saben que ha acabado, declarando ante la justicia de un modesto juzgado de instrucción granadino.
Así podría resumirse esta etapa municipal que, al convertirse en época anuncia su fin, con esa famosa grouchada marxiana: “hemos surgido de la nada para llegar a las más altas cuotas de la miseria.” Me parece que la causa de este desperdicio democrático es el dominio que el sector de la construcción ha tenido sobre la ciudad. Aquellos Osunas y Ávilas Rojas vinieron a ser sustituidos por Garcías Arrabales, Josés Julianes y otros, para que plantar ladrillos en el territorio sea por siempre la materia de nuestros sueños forjada en los despachos municipales.
Estos días vivimos en Granada uno de nuestros particulares episodios del fin de época. Francisco Cuenca puede encontrarse de alcalde el día 5 de mayo con tan sólo ocho concejales propios, dos más que aquel Antonio Jara del 1979 pero seis menos de los que otorgan mando por mayoría absoluta, y parece que también por mor de acuerdos lejanos en la ciudad de Sevilla entre la Presidenta de la Junta y su grupo de apoyo externo, el Ciudadanos, liderado por Pepe Marín. Ello da una idea de nuestra secular subalternidad en las cuestiones del poder al tiempo que de la escasez de autonomía de nuestros liderazgos. De Sevilla vendrán quienes te pondrán y te quitarán.
Va a vivir Francisco Cuenca, si es que a su ex compañero Ciudadano mayor de Granada, Luis Salvador, no le cambian el gusto de aquí al 5 por orden de arriba, un proceso como el de aquella reacción físico química a la que llamaron “Fusión Fría”.
Será alcalde con el apoyo imprescindible de cuatro concejales de ciudadanos que le quieren menos a él que tocar nuestro desastroso “modelo de ciudad”. Será alcalde de una ciudad líder en oscurantismo administrativo y económicamente en crack. Tal es así que ya nos advierten del hedor de los cajones municipales del poder.
Será alcalde sin que lo desee “Vamos Granada”, ya saben, la marca blanca de Podemos, aun siendo la única que le pone condiciones de las que aquí nadie está acostumbrado a cumplir: transparencia, participación, igualdad, lucha contra la exclusión y, ¡ay!, “modelo de ciudad.”
Será alcalde, eso sí, con el apoyo desinteresado de la IU de Francisco Puentedura, artífice de la denuncia del caso Serrallo que finalmente devino en la operación nazarí. Desinteresado a la fuerza. Porque, de momento, no puede ser concejal de gobierno por el veto del Salvador de Ciudadanos.
Será Francisco Cuenca alcalde de Granada por medio de la fusión fría que le ha preparado el alquimista de Ciudadanos. Pero los químicos sabemos que la fusión fría no existe, la fusión o es caliente o no es fusión. La fusión fría fue mecanismo que la ciencia con sus procedimientos de reproducción y falsación demostró fraudulento.
Veremos a ver cuánto dura Francisco Cuenca de alcalde, si viene para quedarse al menos hasta 2019 o, vía censura, no dura ni una retrasmisión semanasantera de TG7.
¡Suerte Granada!
Publicado en El Independiente de Granada