El veto de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias en un gobierno de España tenía como objetivo dinamitar los puentes de entendimiento entre el aparato del PSOE y Unidas Podemos. Cargar sobre el personaje y símbolo Pablo Iglesias las culpas de una repetición electoral que ya habían decidido los poderes económicos españoles, y así triturar y arrojar definitivamente al basurero del bipartidismo los más de seis millones de votos que un día sumaron Podemos e IU.
Un movimiento de cambio se debilita si se acaba con sus representaciones simbólicas. No cabe duda que Pablo Iglesias, persona y personaje, es el símbolo que contiene el sentido de un movimiento que busca fortalecer la democracia. La finalidad de las cloacas y sus interacciones mediáticas era ese, destruir al símbolo Pablo Iglesias para destruir el significado histórico de Podemos. Democracia o barbarie.
En los dos debates televisados de las elecciones de abril y sus consecuencias en votos se demostró la fuerza simbólica de la que hablo. Pablo Iglesias fue el mejor valorado por votantes de las cuatro opciones que participaron. No le ganó por KO a Pedro Sánchez porque dedicó el esfuerzo a visibilizar la necesidad de un entendimiento pasadas las elecciones. No hay política sin pensamiento simbólico porque no hay sociedad humana sin interacciones simbólicas. Pablo Iglesias volvió a demostrar ante millones de telespectadores la fuerza de su representación simbólica.
Cuando Pablo Iglesias acepta el veto para echar agua a la dinamita del PSOE evitando una guerra abierta y anteponiendo los intereses de la mayoría de las y los españoles, once millones de los cuales habían sido votantes de las dos opciones, el PSOE se ve obligado a una maniobra de repliegue y a teatralizar la posibilidad de un acuerdo de gobierno de coalición cuarenta y ocho horas antes de la sesión de investidura. Todo era mentira como se vio durante el verano agosteño en Doñana y en la entrevista de Ferreras en la que el presidente en funciones dijo que no podría dormir con Unidas Podemos en el gobierno. No dormiría bien con el agente político que le hizo presidente para echar al PP corrupto de la Moncloa.
La esencia del fraude de Pedro Sánchez es esta, entre democracia y barbarie ha elegido barbarie. Se ha alineado con la derecha anti diálogo no solo para el asunto catalán. Quiere gobernar solo sin tener la mayoría absoluta, quiere ser presidente mirando a la izquierda para mantenerla lejos, apoyado por los grandes poderes económicos españoles y extranjeros a quienes sirve. No quiere cumplir el programa electoral con el que se presentó el 28 de abril y por eso no quiso gobierno de coalición con Unidas Podemos, porque estando en el gobierno gente de Unidas Podemos estaría obligado a hacer políticas serias sociales, económicas, feministas y ecologistas tras derogar la ley mordaza y la reforma laboral, indexar las pensiones por ley al IPC, subir el salario mínimo a mil doscientos euros, publicar la lista de los amnistiados fiscales, bajar el precio del alquiler, la vivienda y la factura de la luz, eliminar los desahucios por causas sociales, o venerar a las víctimas del franquismo eliminando las condecoraciones a torturadores y santificando por ley la memoria histórica, la verdad, la justicia y la reparación como asignatura pendiente tras cuarenta y un años de constitución democrática del 78 con el franquismo incrustado.
Pedro Sánchez se ha sumado a las claras a la derecha y a los poderes económicos que no pagan a hacienda lo que deben por justicia y consideran España una propiedad exclusiva de los ricos del mundo, con el mismo el objetivo de triturar a Pablo Iglesias, Unidas Podemos y millones de votos de conciencia demócrata, que tienen el IBEX 35, el Santander, Florentino Pérez o las cloacas.
Si el objetivo de Pedro Sánchez es liquidar al símbolo Pablo Iglesias el objetivo del electorado demócrata, progresistas, feminista, ecologista, más o menos de izquierdas debería ser apuntalarlo con más fuerza para que desde dentro del gobierno de España Unidas Podemos impulse la mejora de la vida de las y los millones que somos.
Estas elecciones del 10 de noviembre no son las de todos contra Pedro Sánchez, son todos contra Pablo Iglesias, es por eso que debemos cambiar vetos por votos porque si no el PSOE va a seguir cambiando votos por vetos. Coerción, recortes y desprecio a la gente corriente por democracia, derechos, vida y solidaridad.
Democracia o barbarie. Elijamos.