viernes, 7 de febrero de 2020

Senderos de esperanza o tambores de guerra en Podemos Andalucía


El votante andaluz de izquierdas y progresista, que mayoritariamente ve con esperanza al gobierno de coalición en España no puede más que preocuparse de la fractura existente entre las actuales direcciones políticas de Podemos en Madrid y de Podemos Andalucía, sendas legitimadas por los respectivas asambleas celebradas en el pasado y llamadas a la renovación orgánica y estratégica a partir de los procesos internos que abrirá Vistalegre III, o como quiera que se vaya a llamar la asamblea de Podemos convocada para el mes de marzo. No digamos la desazón de las decenas de miles de personas inscritas en Podemos Andalucía, que junto con otros liderazgos sociales, son formadoras de opinión en una infinidad de familias o grupos de amistades y laborales.

Por las noticias que circulan en la prensa, incluido este medio que el viernes 6 de febrero tituló “Guerra en Podemos Andalucía: Iglesias prepara una “alternativa” a Rodríguez para liderar el partido”, la sensación en el espectro progresista y de izquierdas andaluz más comprometido no puede ser más que de desasosiego.

Si bien es cierto que la política democrática es siempre el debate entre posiciones legítimas, también lo es tanto dentro de los propios partidos, como con agentes sociales, sociedad civil y con otros partidos diferentes, la capacidad de llegar a acuerdos que no dañen los objetivos centrales de la propia formación en beneficio de los intereses que defiende, en el caso que nos ocupa mejorar la vida de los millones de personas que conforman el pueblo andaluz.

Sería lamentable, quiero pensar que no, que se use Andalucía como campo de batalla para definir el control central orgánico de Podemos, el principal espacio político de partido capaz de tensar a los gobiernos, principalmente los que tienen como elemento mayoritario al PSOE hacia las posiciones más democráticas, justas y progresistas, más feministas y ecologistas, como se ha demostrado en la exitosa estrategia de Pablo Iglesias para conseguir un gobierno en España de coalición con un programa que tan solo hace unos meses ni podíamos imaginar y unas altas expectativas de cumplimiento del mismo, al tiempo que se dulcifica y democratiza la manera de afrontar el conflicto político catalán.

Igualmente, sin mirar al pasado, sería lamentable que la actual dirección política de Podemos Andalucía no sea capaz de ver que su oposición a la estrategia de búsqueda de gobierno de coalición ha sido rechazada por las y los inscritos andaluces, las bases activas de Podemos Andalucía, de manera muy contundente al apoyar con un 94,6% la formación del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Lo que implica una profunda deslegitimación interna que daña el proyecto andaluz al debilitarlo como pieza mayoritaria y fundamental en Adelante Andalucía para que sea capaz de crecer rompiendo los límites estructurales electorales de IU y el Andalucismo histórico. No vendría mal un ejercicio de reconocimiento al menos de esa importante derrota democrática.

El asunto no tendría la mayor importancia si no fuese porque Andalucía tiene una potente identidad cultural que ha inundado España, incluida Cataluña, ocho millones y medio de habitantes, la segunda en extensión geográfica, y la tercera en PIB después de Madrid y Cataluña, al tiempo que tiene unas de las peores cifras de indicadores relacionados con la desigualdad, el empleo, la precariedad o la pobreza de España y Europa. Un cóctel que si la izquierda progresista no lo tiene en cuenta es estiércol alimenticio para que la derecha española, la derecha montaraz y la derecha en caída libre haga crecer la hidra del “a por ellos”, que no es más que un a por todas, todos y todo. De hecho por causa de un PSOE susanista derechizado, el neofascismo comenzó a prender en España en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018 al entrar 12 de Vox en el parlamento andaluz. Si alguien en la izquierda quiere mas pruebas del riesgo de jugar a despreciar Andalucía ahí las tiene. O Andalucía hegemoniza una voz de igualdad, justicia social y federalista, articulada desde la izquierda y cargada de andalucismo, como ocurrió en la transición, o será usada de ariete y muro para impedir que el actual gobierno de coalición concluya una solución dialogada a las crisis y al conflicto territorial catalán.

Las direcciones políticas andaluza y central de Podemos juegan, ahora, con fuego. Si se defiende el diálogo entre Sánchez y Torra, si se clama hablemos y parlem, si se dice que hay que hablar con todo el mundo en el día a día de la política, es imposible comprender porqué son incapaces de hablar y pactar entre gentes de un, hasta ahora, mismo proyecto de cambio. El mayor espacio de consolidación y expansión de un proyecto democrático emancipador y cooperativo de España está en Andalucía, es una cuestión de tamaño e historia, el PSOE siempre lo supo, lo sabe ahora que su secretaría general andaluza está en interinidad y actuará en consecuencia. Debería saberlo también la inteligencia colectiva del Podemos central.

Sendas direcciones habrán de decidir si quieren trazar senderos de esperanza para Andalucía y España o prefieren los tambores de guerra. Lo primero abre el espacio y lo amplía, lo segundo lo fracciona y lo condiciona a los viejos límites estructurales de la izquierda andaluza siempre dependiente in extremis del PSOE. Elijan y asuman su responsabilidad: Teresa, Pablo, equipos, dialoguen, el asunto no es menor, el asunto andaluz es el asunto, lo irán comprobando cada vez con más claridad.