viernes, 29 de mayo de 2020

Hechos probados: en Andalucía nadie sigue la pista del dinero


El buen político debe saber leer las señales que emiten los diversos poderes institucionales de acá y de acullá, el resto de fuerzas políticas, la sociedad civil, los agentes sociales y la diversidad de poderes económicos en España, en Europa y en el mundo. Si no se ven las señales o no se interpretan a la luz de los contextos la incapacidad para la acción y la propuesta se manifiesta en ir por detrás de los acontecimientos.

Vivimos una pandemia que ha descorrido de un tirón la cortina que ocultaba la destrucción de lo público con la sanidad como símbolo. Son hechos probados. Hechos probados son que vivimos en una Europa desindustrializada con incapacidad productiva de material sanitario en abundancia. No digamos en España, dedicada al turismo y el ladrillo por orden una integración en la UE que nos desposeyó de la economía productiva industrial, y que por el arte del birlibirloque felipista/aznariano entregó las joyas de la corona públicas (telefónía, banca pública, empresas de combustibles y suministro eléctrico) a manos privadas con residencia en el IBEX35. ¿En Andalucía? Multipliquen por cuatro y sumen el expolio de capital humano, capital natural y capital monetario, no nos queda ni un solo instrumento financiero de carácter público.

Hechos probados también con tinte de drama en España, de tragedia en Andalucía, que la desindustrialización, que fabriquen otros, junto con los monocultivos del turismo low cost, la construcción desaforada para vender pisos en las playas, la conversión de los centros urbanos patrimoniales e históricos en parques de atracciones con bares, restaurantes y tiendas de souvenirs made in China o India, la promoción de las grandes superficies comerciales, la inmensa mayoría de capital extraño a nuestra tierra, ha provocado un éxodo de cerebros formados en nuestros institutos y universidades directamente proporcional a la precariedad laboral de cajeras, reponedoras, camareros, kellys, repartidores, albañiles y toda clase de trabajadores de la madera, el metal o los servicios públicos en un sentido amplio, desde sanitarios hasta educativos. Hechos probados.

Hechos probados que la pandemia de la covid-19 es como si sobre Andalucía hubiese caído una bomba de neutrones. Todo sigue en pie pero huele a vacío y cerrado.

Hechos probados que tenemos un gobierno andaluz que no ventea en el aire los nuevos tiempos para los que la Comisión Europea parece estar dispuesta a inyectar euros en las economías nacionales. Su ceguera olfativa es notoria. Durante el estado de alarma ha aprobado por la puerta de atrás, en la diputación permanente de la cámara andaluza (con los votos de PP/Ciudadanos y Vox), un decreto ley que bajo el eufemismo de Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva lo que propone es volver al país de Jauja que hizo que la crisis de 2008 la sufriéramos como nadie y que, aún sin recuperarnos, la crisis del covid-19 haya dejado aquí el doble de paro y desolación que en resto de España. Exactamente lo mismo que pretende otra ley de mentiroso nombre, como la que se va a tramitar por la vía urgente, para hurtar una vez más el debate social y parlamentario, llamada “de Impulso a la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía.” Hechos y ceguera olfativa que hacen que la política andaluza sea despreciada en los debates de estado.

Cuando el consejero andaluz de economía, Rogelio Velasco, el que dijo recién nombrado que los 600.000 empleos prometidos por el PP era “una forma de expresarse durante una campaña electoral”, ha visto en la prensa que, contra lo votado por su partido y Vox en el parlamento europeo, la Comisión Europea prepara un presupuesto de 750.000 millones de euros, la mayor parte de inversión directa y en su totalidad de procedencia mancomunada, de los cuales 140.000 millones corresponderían a España, levantó la mano en la prensa pidiendo la parte que le corresponde para Andalucía. Ocupados el presidente Moreno y el vicepresidente Marín en gestionar miseria económica presupuestaria con grandilocuencia mediática, y en regalar a Vox la presidencia de la mesa de reconstrucción en el parlamento andaluz, para reventarla en su primer acto, no olfatean, como no lo hace su consejero Velasco las moléculas de la condicionalidad que ya se insinúan en las inversiones europeas que sustentarán los acuerdos de reconstrucción. Moléculas que son inmiscibles con sus renovadas ilusiones de turismo y ladrillo para volver a las andadas y volver a lastrar con monodependencia la economía andaluza.

Si bien es verdad que las condiciones asociadas a los futuros fondos de transferencia europea no están decididas absolutamente, los mensajes directos y las entrelíneas están definiendo ya el campo de juego europeo. El campo de juego va a tener, tiene el color blanco del sector sanitario, el verde de la transformación del modelo productivo y contra el cambio climático, el metalizado de la industria y el gris cerebral de la economía y el conocimiento. No verlo, como no lo ve el gobierno andaluz (ni la oposición andaluza que vive entre sí de espaldas, PSOE y AA no comparten ni pasillos, ni escaleras, ni ascensor), es no ver que las claves de las inyecciones de dinero fresco de fabricación europea son más sanidad, más economía verde, más industrialización estratégica, menos cambio climático, más economía productiva territorializada y menos economía especulativa, menos turismo desaforado y menos construcción sobre territorio intacto.

Y así estamos en Andalucía, como decía la letrilla flamenca, “sentaito en la escalera, esperando el porvenir, y el porvenir nunca llega”. En Madrid la derecha vocifera y da la espantá, mientras en Andalucía gobierna liquidando leyes y creando nuevas para intentar volver a las andadas: turismo, ladrillo, economía extractiva/destructiva y precariedad. Torpeza descomunal que dejará a Andalucía sin infraestructura jurídica para acceder a los dineros de nueva fabricación europea que podrían ir dirigidos condicionalmente a las grandes potencialidades andaluzas de reindustrialización, modelo energético renovable, construcción sostenible, recuperación y rehabilitación de entornos urbanos, viviendas y barrios, movilidad eléctrica y un largo etcétera de potencialidades ignoradas para las que la sociedad andaluza está, es evidente, más capacitada que sus representantes políticos. Hechos probados: “En Andalucía nadie sigue la pista del dinero europeo”. Así nos va.

jueves, 21 de mayo de 2020

El pacto con Bildu muestra un Congreso con geometría fractal


La crisis de 2008 trajo en un movimiento de onda media que anunció el 15M de 2011, sin que la mayoría nos diésemos cuenta hasta que llegó Podemos en 2014, el fin del bipartidismo. O sea el fin de las mayorías absolutas de rodillo. También acabó con el bipartidismo PSOE/PP que prefería pactar con el nacionalismo catalán de derechas o con el nacionalismo vasco del PNV, menos de derechas, para defender sus intereses de clase comunes con las elites residentes o afincadas en la ciudad estado de Madrid.

El fin de ese bipartidismo que sostenía las estructuras corroídas del régimen del 78 no quiso ser asumido por el PSOE. Para ello aspiró a que Ciudadanos substituyese a los partidos nacionalistas, pero el roto en el R78 era tal que nunca dieron los números. De ahí su ilusión de aspirar a una geometría variable, gobernar solo apoyado en Unidas Podemos para la legislación progresista y en Ciudadanos para la legislación neoliberal o liberal, laboral, económica o fiscal. Nunca le dieron los números para ello.

El arrojo de la estrategia podemita de aguantar cloacas, desprecios y malas artes de todo el arco bipartidista, aspirando a gobernar sin subalternidad, es lo que llevó definitivamente a Pedro Sánchez, en su último intento de sujetar al PSOE sobre Ciudadanos, a forzar la última repetición electoral. No le salió bien, los números solo daban con una España progresista, de izquierdas y plurinacional. Esa fue la mayoría de la investidura de esta legislatura que dio paso al primer gobierno de coalición de la democracia.

Con un congreso fragmentado como nunca, ya no se puede comprender lo que ocurre en las votaciones legislativas con las gafas del bipartidismo o de la geometría variable. Las votaciones sobre la ampliación del estado de alarma lo están reflejando en un continuum cinematográfico con giros de guión. Ni apisonadora bipartidista, ni geometría variable, geometría fractal o reordenamiento caleidoscópico en cada momento. Es otra forma de orden, para verlo hay que ampliar el campo de observación.

La prensa, comentaristas de campo ideológico variado, se alertan y alertan de la debilidad del gobierno y de lo que llaman metedura de pata y error grave del PSOE y Unidas Podemos al pactar con Bildu su abstención y enfadar a todo el mundo. No lo veo así, creo que son amplificadores de ruido. El ruido real es minoritario y de cacerola, este finde cogerá el coche para hacer bulto y ruido, cuando los dejen ir a disfrutar de su segunda, tercera o cuarta residencia se atenuará. Nadie con inteligencia en Europa o en España quiere que el ruido real de las cacerolas se amplifique. Ni el mundo del trabajo, ni el de las y los autónomos, ni el de las Pymes, ni siquiera importantes intereses del Ibex 35 desean cacerolas. Mucho menos Merkel que sabe que Alemania se juega su futuro si deja pasar por el sur las cacerolas bárbaras. Europa está por sostener el gasto en España, en Italia y en Francia, de una manera o de otra, o de las dos: dinero fresco y deuda a distancia larga. Lo iremos viendo piano piano.

Hubo lío en el congreso. Pero salió una mayoría con 177. El gobierno, España ante el mundo, no podía permitirse no sacar adelante la prórroga, por eso utilizó sus grupos parlamentarios para hacer la pirueta con Bildu, para que una espantada en el último momento de Ciudadanos y la estupidez de ERC no le chafaran la votación. Las mayorías posibles ahora son muy variables, se alteran según la evolución de los acontecimientos, las coyunturas y los intereses que cada quien representa. ERC es quien más está metiendo las patas con la geometría fractal del Congreso.

Una pata en la alcantarilla catalana, al no considerar la templanza que demanda mayoritariamente el pueblo catalán y su empresariado. Observemos el movimiento de fractura en Junts per Cataluña para crear el Partido Nacionalista Catalán, un PNV a la catalana. Templanza pide la sociedad catalana para salir del riesgo de la pandemia. Meter por tanto una mesa de diálogo ya pactada en la negociación de las prórrogas es mezclar aceite y agua, ERC yerra. Así que ERC tiene las dos patas en las alcantarillas. La otra pata en la alcantarilla de España, votando No con las ultraderechas españolas y con sus socios/adversarios en Cataluña se suma a una pinza contra el único gobierno con el que puede dialogar para convertirse en partido que aspire a presidir Cataluña. Podía haberse comportado al estilo PNV, intentando ampliar su espacio electoral para buscar presidir la Generalitat. O rectifica pronto o lo pagará.

ERC es la principal perjudicada de la última mayoría fractal para aprobar la continuidad del estado de alarma. Todo va a estar sesgado en este final del estado de alarma de 15 días o un mes, por las elecciones vascas y gallegas. En Cataluña Torra tienen el control de la fecha de las elecciones catalanas mientras espera la sentencia del supremo sobre su inhabilitación (apuesto que saldrá inhabilitado, no está el Supremo para estudiar matemáticas fractales, sigue con la tabla de multiplicar cantada en la fría escuela franquista), entre tanto JxCat va a llevar a ERC por la calle de la amargura esperando que cuanto peor mejor con la pinza con la ultraderecha española a la que estúpidamente se ha sumado ERC.

Lo del acuerdo PSOE-Podemos-Bildu para derogar la reforma laboral del PP, que es el motivo de este análisis, no introduce nada nuevo, era lo pactado para la investidura, pero hace ver a la gente en Cataluña que el Gobierno es capaz de pactar con los nacionalismos sin problemas. ERC pierde credibilidad. Lo demás es ruido de fondo amplificado. Ni PNV, verdadero tercer pilar estable de sustento parlamentario del gobierno de coalición, se va a echar al monte, ni Ciudadanos, que hace el juego a Patricia Botín y sus intereses europeos para los que necesita un Gobierno español que aguante y negocie dignamente en Europa, se va a salir ahora del marco centrado. Lo de la patronal es pose de un día o dos, tampoco tiene interés en más desestabilización ni en dar alas a Vox y a un PP voxerizado, hay muchos intereses en juego debidos al destrozo que la pandemia está haciendo en las empresas de la economía productiva.

Enric Juliana hablaba en uno de sus últimos artículos en La Vanguardia de acuerdo barroco. Bueno, si es barroco italiano a lo mejor vamos por ahí, Creo que es geometría fractal o caleidoscópica, si alejamos el punto de vista vemos el orden, si nos acercamos la apariencia es ruido y desorden.

Sigue habiendo gobierno de coalición para rato.

martes, 19 de mayo de 2020

Fernando Simón, un médico que duda


El pensamiento científico y racional es el reino de la duda. No hay nada que haya hecho tanto bien a la humanidad como dudar para producir conocimiento y tomar decisiones. La duda es pensar, analizar, observar, concluir y probar para volver a pensar, analizar, observar, concluir y volver a pensar. Así es como la humanidad avanza, así es como la ciencia entierra certezas para que nazcan nuevas verdades dispuestas a ser enterradas. Así tenemos la aspirina y las vacunas, así ya no nos enfrentamos a las pandemia rezando, fustigándonos la espalda o inyectándonos lejía para curar los males.

La duda junto con el método científico, que es su herramienta más eficaz, han sido los grandes aliados de la vida fuera de la naturaleza y del ADN. Por eso las ideologías de la vida miran y buscan sustentarse en la ciencia y sus procedimientos y las ideologías de la muerte usan las creencias para sus fines.

Cuando las derechas montaraces y los gerifaltes religiosos al servicio de los intereses del poder del dinero, se alían, se alían contra la duda. Esgrimen certezas que no han sido nunca probadas. Más al contrario, cuando esas certezas se han aplicado han resultado refutadas por los hechos. Los hechos son muy tozudos. Cuando estos personajes dicen con seguridad que hacen políticas para mejorar tu vida, da por hecho que la empeorará. Nunca se ha demostrado lo contrario. Hechos.

Recordemos al Prestige (2002). Recordemos que el equipo de Mariano Rajoy con Aznar de presidente largó el petrolero a alta mar con la certeza de que se quitarían de en medio el problema. Si hubiesen dudado, si hubiesen tenido en cuenta la ciencia, su método y su conocimiento acumulado (olas, mareas, corrientes, vientos…), hoy la mayoría no conoceríamos la palabra chapapote.

Recordemos el Yak-42 (2003). la ocultación de las pruebas para saber la verdad de los porqués del accidente aéreo, con la superior ignominia de entregar a los familiares los cuerpos que no eran, provocó la duda de los primeros que destapó la mentira de aquel gobierno infame también presidido por Aznar.

Recordemos los terroríficos atentados del 11M en Madrid (2004). La certeza religiosa de Aznar para contar la mentira de que la autoría era de ETA por puro interés electoral y personal, porque fue su soberbia y sus ganas de hacerse riquísimo con la elite estadounidense la que llevó a España a la guerra en Irak, fue refutada electoralmente por la duda que se apoderó del sentido común del pueblo español.

Hay más ejemplos, basten estos tres para intuir el papel sanador de la duda frente al papel dañino de las verdades absolutas o las certezas interesadas.

Observando las ruedas de prensa del científico médico epidemiólogo Fernando Simón, quienes pensamos que la ciencia con su duda y con su método, siempre acaba triunfando sobre las tinieblas oscurantistas, no podemos por más que sonreír, reír y hasta soltar alguna carcajada cuando listillos periodistas le hacen preguntas pretendidamente incómodas o capciosas para pillarlo o para poner en cuestión su tarea y la tarea del gobierno frente a la pandemia.

La labor pedagógica científica de Fernando Simón en sus comparecencias públicas ha dejado un sustrato profundo que deja a la ciencia con sus dudas en una posición de superioridad moral, ideológica y política (porque manque le pese a la derecha esas ruedas de prensa son políticas, diría que las más políticas), ante una oposición y unas arremetidas, ya independentistas ya de algunas presidencias autonómicas, cuya ineficacia es del mismo tamaño que la eficacia sanitaria de los procedimientos para acometer la pandemia desde que se declaró el estado de alarma. La prueba está en la curva ya prácticamente aplanada (recordemos el gesto con la mano que en aquellos días iniciales hacía Fernando Simón aplanando la curva).

La duda, las dudas y el método, representado como no podíamos imaginar quienes preferimos un medico que dude a uno que lo sepa todo, está triunfando sobre la estulticia. La ciencia que duda es la que nos está sacando de la pandemia poco a poco. Esa es su superioridad moral ante los másteres de harvaravaca, las declaraciones inconsistentes de los y las lideresas de la derecha madrileña, y los palos de golf y descapotables de las concentraciones berlanguianas de la calle Núñez de Balboa.

miércoles, 13 de mayo de 2020

La nueva ventana de oportunidad


En términos sociopolíticos lo que va a acompañar la “nueva normalidad,” esa que, de momento, no sabemos de verdad qué será sino solo por intuiciones imprecisas más personales que colectivas, es una nueva ventana de oportunidad.

Quienes, interesados siempre por los acontecimientos, no sabíamos lo que era la esencia teórica del populismo hicimos, tras la irrupción de Podemos en las elecciones europeas de mayo de 2014, un cursillo acelerado de Laclau para comprender la aplicación práctica que había pergeñado un grupo de jóvenes de la Complutense. Durante un tiempo, hasta el inicio del cierre de la ventana de oportunidad, cuando el sorpaso fue imposible en la forzada repetición electoral de junio 2016 (parece que hubiese pasado un siglo), las gafas del populismo fueron el instrumento óptico que ofrecía la interpretación más nítida de lo que ocurría, de la cual podían derivarse con más probabilidad de acierto las estrategias y las tácticas políticas de movimientos de ruptura con lo preexistente que aspirasen a ser mayoritarios.

Por aquella ventana de oportunidad, abierta por el 15M en el castillo del entonces llamado régimen 78, hacia la que escalaba Podemos, no pasó el empuje social que hizo temblar las estructuras de poder roídas por decenios de podredumbre y agrietadas por el impacto de la crisis financiera global contra la burbuja bancaria y de la construcción en la que habitaba España. La soberana carga bipartidista, franquista y elitista heredada de la transición resistió a un Podemos al que las encuestas dieron en algún momento por ganador electoral.

Hay quienes achacan el “fracaso” del sorpaso a errores propios de las dirigencias de Podemos. Bueno, algunos hubo, pero no creo que fueran determinantes. Cuatro operaciones políticas de régimen, planificadas y ejecutadas en el ambiente generado por las cloacas policiales y mediáticas con sus conexiones institucionales, y una quinta operación de la burguesía catalana dirigente de CIU, que hasta la crisis de 2008 había sido sostén y parte del mismo régimen del 78, para zafarse de su pasado de corrupción abrazando la causa independentista como modo de expiar sus pecados, facilitada políticamente por la sentencia del TC de 2010 que invalidó el nuevo Estatut aprobado en un proceso institucional estatuario y constitucional impecable, y refrendado por el pueblo catalán, lograron primero, contener la escalada podemita, y después cerrar la ventana de oportunidad populista por la que aspiraba a colarse un viento democrático de progreso.

Me refiero, secuencialmente, a: primero, la abdicación del actualmente investigado por la justicia Suiza, rey Juan Carlos I en la figura de su retoño Felipe VI. Los poderes del régimen sacrificaron, tan solo un mes después de la irrupción de Podemos en el parlamento europeo, junio de 2015, la figura que más representaba la herencia de la transición. Segundo, la traslación urgente de un partido de raíz catalana, Ciudadanos, surgido para confrontar con la deriva independentista, a la política española. Su líder Albert Rivera pasó a ser la gran esperanza blanca del régimen para recoger el desmoronamiento de voto del bipartidismo español, aupado por los poderes económicos y mediáticos de la ciudad estado de Madrid en una operación que arranca también en junio de 2014, cuando el presidente del Banco Sabadell propone crear “una especie de Podemos de derechas”. Tercero, la convocatoria de elecciones anticipadas en Andalucía en marzo 2015. La intención de la entonces presidenta andaluza Susana Díaz, al servicio de las elites del poder en España (todas, no solo las económicas), era parar a Podemos en el campo de batalla electoral que se le presumía mas complicado, Andalucía, dado que siempre había gobernado el PSOE y nunca había gobernado la derecha. Tres años y ocho meses después la coronel Susan Díaz Pacheco contemplaría como la consecuencia de onda larga de ese movimiento, que la condujo a una posterior alianza de gobierno andaluz con Ciudadanos, era su desalojo del poder, las las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, por lo que después vendría a llamarse trío de Colón (PP/Ciudadanos + Vox). Y Cuarto, la defenestración de Pedro Sánchez en aquel comité federal del PSOE de 1 de octubre de 2016, comandada también por la mismísima coronel Díaz Pacheco, para, meses después, entregado el poder al PP tan de la Gürtel como de Rajoy, ver como el hoy presidente Sánchez le ganaba las primarias con un discurso podemita y plurinacional.

Esas cuatro operaciones, más la operación de camuflaje de la derecha catalana, que dio oxígeno a ERC, cierran la ventana de oportunidad por la que Podemos quiso entrar y convertirse en un partido de estado hegemónico entre el electorado progresista y de izquierdas.

La anterior y la nueva ventana de oportunidad que se abre tienen en común la causa profunda que las origina, un sistema económico global que ignora nuestra dependencia como especie de las condiciones biofísicas terrestres. Un invisible bit informático pudo pinchar la burbuja especulativa financiera a la que jugaba la banca desde decenios sin correspondencia con la economía productiva real, al igual que un invisible virus biológico ha puesto de manifiesto nuestra radical dependencia de la naturaleza y del Estado.

En esta crisis sanitaria y socioeconómica llueve sobre mojado. Las políticas austericidas y de despojo de las soberanías locales, regionales y estatales, para mejor imponerlas, se manifestaban exterminadoras de derechos, aniquiladoras de democracia y alimentadoras de desigualdad y violencia. Hoy, en Europa y el mundo desarrollado, se han revelado asesinas al comprobar mayoritariamente la población el daño causado por el abandono, privatización y recortes en sistemas tan esenciales como el sanitario o el de las residencias.

Por tanto, lo que hay de novedad en esta nueva ventana de oportunidad, es que no se está poniendo en cuestión el sistema de partidos, sino el hecho de que el deterioro del Estado, sus instituciones, sus servicios y competencias esenciales, como elemento imprescindible para la defensa de lo común a la hora de proteger nuestras vidas y garantizar un futuro, tiene consecuencia letales. Esa ventana de oportunidad no se expresa en el “no nos representan”. No solo las tradicionales voces que claman, normalmente desde posiciones de izquierdas, por políticas de estado que protejan a la población contra la enfermedad y la desigualdad, demandan estos días ayudas públicas; autónomos, PYMES y el gran empresariado que precisa de la economía territorializada (no especulativa o financiera) para mantener su actividad productiva, vuelven la cara hacia el Estado pidiendo también ayuda urgente.

En esta suma de intereses, más transversales que de clase, que miran el estado como salvaguarda imprescindible para su futuro, hay que entender el hecho de que el Ingreso Mínimo Vital esté siendo apoyado, aun con carácter temporal, por conocidos adalides de la austeridad, las privatizaciones y los recortes de derechos. En esta suma de intereses hay que entender que, mientras el PP y Vox hacen oposición despiadada y salvaje durante la pandemia al gobierno de coalición, las organizaciones empresariales y de autónomos, pactan políticas laborales y de ayudas con el mismo gobierno. En esta suma de intereses se entienden posiciones del empresariado ante la necesidad de las inversiones con fondos europeos más parecidas a las que defiende en Europa el gobierno de coalición con los votos en contra de la derecha española. En esta suma de intereses puede entenderse el viraje de Ciudadanos saliendo de la foto de Colón para representar a esos sectores del empresariado que saben ahora que sin estado no son nada en la jungla mundial dominada por los fondos buitre y la economía especulativa. En esta suma de intereses es justo donde se abre una nueva ventana de oportunidad para avanzar en más Estado, más protección de la sanidad y educación públicas, más economía de los cuidados, menos dependencia de avatares externos, mas necesidad de independencia industrial e independencia energética, más cooperación y menos himnos y banderas.

De momento, pese a las dificultades causadas por la feroz oposición y el independentismo heredero del procés que será sobrepasado por los hechos, el gobierno de coalición está aprovechando día tras día, con los vaivenes propios de la incertidumbre en las medidas para la resolución de la pandemia y  la lentitud de los poderes económicos europeos para abordar una salida inversora y financiera inteligente de la crisis, para ofrecer el Estado como garantía de futuro, no solo a las personas, también a las empresas.

Cuando termino de escribir este artículo veo la encuesta del gabinete Sináptica para Público y pienso que si dos de cada tres españoles piden más impuestos a los ricos y el Ingreso Mínimo Vital, y el 86% está a favor de invertir más en Sanidad es un dato más para reforzar la hipótesis de que hay un espacio social que trasciende la división entre clases que es favorable a políticas claramente ideologizadas hacia el las propuestas progresistas y de izquierda. Y si la ventana de oportunidad está, un gobierno inteligente podrá aprovecharla para impulsar las grandes transformaciones estructurales que necesitamos sobre la base de la territorialidad, la ecología, el feminismo, los cuidados, lo común, la justicia fiscal y la economía productiva cuanto mas en proximidad y menos dependiente de fuentes energéticas externas mejor.

martes, 5 de mayo de 2020

La inteligencia y coherencia de dos partidos de estado, Unidas Podemos y PNV


En mi último artículo en este medio conté porqué cada vez que Pedro Sánchez en su comparecencia pública del miércoles pronunciaba la palabra provincia yo pensaba “tú verás”. Y no es porque le tenga aversión emocional a lo provincial, es porque detrás de esa insistencia, estaba seguro y hoy lo estoy del todo, se manifiestan las disonancias de la constitución del 78 en lo que se refiere a asuntos territoriales.

España no es un estado federal, mucho menos más federal que Alemania, como se nos ha insistido desde siempre. Es un estado a medio camino entre el centralismo y el federalismo, más tirando hacia lo primero, consiguientemente siempre hay conflictos de competencias, tensiones territoriales y avisperos para llegar a acuerdos. La historia reciente desde la sentencia del TC de 2010 que liquidó el estatuto catalán (un golpe de estado constitucional en palabras de jurista Javier Pérez Royo) tras haber sido consensuado en Cataluña, aprobado por el Parlament, limado en las Cortes españolas y, finalmente, refrendado y aprobado por el pueblo Catalán en un proceso constitucional impecable, ha sido la historia de la centralización del poder en la Ciudad Estado de Madrid (no me voy a cansar de usar la espléndida metáfora de Enric Juliana), aumentada por las directrices neoliberales que modificaron el 135 de la CE para anclar los recortes, el salvamento de la banca y el pago de la deuda en detrimento del bienestar de gentes, familias, autónomos y empresas. Desde entonces ninguna comunidad autónoma o municipio puede mover un pelo presupuestario sin la tutela vigilante de la tijera central. La lealtad institucional al centralismo se ha llamado en este país recortes y deterioro de lo público. Donde los gobiernos se aplicaron con más saña, más deterioro. Véase estos días las consecuencias trágicas del estado en que dejaron la sanidad pública los gobiernos de derechas Madrileño y Catalán.

El déficit federal de España, una España en la que solo puede caber todo el mundo democráticamente si se reconoce su diversidad, su plurinacionalidad y la libertad de los pueblos (que como tal quieran constituirse) para decidir sobre su destino, se acentúa en los momentos críticos. Este de la pandemia y el estado de alarma es el más crítico vivido con la constitución del 78 en vigor, más que el del referéndum del 1 de octubre de 2017, que aún teniendo una fuerte carga civil democrática solo fue eso, sin valor jurídico, constitucional o estatutario alguno. La pandemia es más crítica porque hay vidas que se están perdiendo, porque sigue habiendo riesgo para la salud y la vida de las personas y porque la crisis socioeconómica será descomunal e imprevisible.

Pareciera que mientras la ciudadanía se comporta con civismo y cooperación inusitada (la inmensísima mayoría), mientras las y los trabajadores de la salud, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, del mundo agrario, alimentario y del resto de los servicios esenciales, desde las tiendas y supermercados hasta la limpieza, contribuyen sin chistar y haciendo más de lo que pueden para que sigamos vivos con esperanza en el futuro, algunos grupos políticos que por su importancia deberían tener sentido de estado, se dedican a jugar la pelota en corto a ver si marcan un gol para arrancar unos aplausos, porque votos votos solo están previstos para pronto en Euskadi, Galicia y Cataluña.

Hay un alma en el PSOE que parece no entender que un mando único no puede ser un único mando en un estado como España. Tener en un comité de decisión a las comunidades autónomas al menos desde la segunda prórroga del estado de alarma se está manifestando decisivo para la eficiencia práctica en los resultados y su aceptación institucional en el estado constitucional autonómico que es España. Cosa que la provincia no representa para nada, más allá del debate de si esa es la unidad epidemiológica o sanitaria adecuada. Dialogar y pactar las características de esta nueva prórroga que se dispone a solicitar el gobierno con los agentes políticos de peso y de gobierno en cada comunidad autónoma habría de haberse planteado desde muy atrás y no con la dinámica de la cita de los domingos y su recurrente esto es lo que hay. No se pueden, ni se deben, ignorar a los poderes territoriales ni a los partidos que representan amplias capas de población en las comunidades autónomas, mucho menos a los que facilitaron la investidura y el consecuente gobierno de coalición. Espero que ese alma no se lleve el gato al agua buscando un triunfo en corto, porque está poniendo en juego el futuro del gobierno progresista en España y su fortaleza en Europa.

Peor es lo que está haciendo Pablo Casado con el PP, un partido que cuando gobierna dice “el estado soy yo” y cuando no gobierna pretende llevar el caos al estado como estrategia electoral permanente. Esto es lo que está haciendo Casado y su corte desde el inicio del estado de alarma, al enturbiar permanentemente con digos y diegos la gestión del gobierno, sin perjuicio de que cuando todo esto pase haga las críticas pertinentes, sumándose a la estela de la irresponsabilidad dislocada de Vox. Lo hace además votando en Europa contra los intereses de las y los españoles al alinearse con los países del norte para dificultar el acceso a inversiones e inyecciones de euros que no repercutan directamente en la deuda y el déficit. No parece muy patriota.

Aún peor les lo que hace ERC, que además puede salirle mal en Cataluña. Se comporta estos días como un partido que parece no defender aquello con lo que más se le llena la boca, el pueblo catalán. Hagamos memoria, fue Gabriel Rufián, en octubre de 2017, al acusar a Puigdemont de venderse por treinta monedas, quien provocó la ruptura del acuerdo que Rajoy y el entonces presidente de Cataluña tenían (con la mediación del PNV) para que el presidente catalán convocase elecciones, intentando superar así el acantilado que había generado el referéndum del 1 de octubre. Fue ERC en el Congreso, con Gabriel Rufián de portavoz parlamentario quien obligó a Sánchez, en los primeros meses de 2019, a convocar elecciones anticipadas al no permitir aprobar unos presupuestos, muy sociales, que había pactado con Unidas Podemos y que podían haber pactado con ERC. Estos días, tal vez estas horas, es ERC quien se muestra incapaz de negociar con el gobierno de coalición para continuar el estado de alarma que demanda la mayoría del pueblo de Cataluña porque padece el mismo síndrome de dependencia respecto de Torra y Junts per Cataluña que Pablo Casado de Vox. Un partido incapaz de entender el momento tan crítico para la salud, la economía y nuestras relaciones en Europa (que afectan a Cataluña en primer plano) no es un partido que dé, una vez más, seguridad al pueblo de Cataluña. Esperemos que cambie su aptitud, hasta el momento del voto en el Congreso hay tiempo.

Al otro lado de la locura, sin entrar a analizar la posición de partidos de menor tamaño regionalizados, la evidencia es palpable en estas dos últimas semanas de estado de alarma. Solo el PNV y Unidas Podemos están demostrando un amplio sentido de estado. El primero sabe que no puede poner en juego los intereses de Euskadi porque esos intereses están trabados en España y en Europa. El PNV pide negociación, acuerdo y respeto y aplicación de la CE y el Estatuto de Guernika. Sánchez no pude seguir despreciando al principal artífice externo de su investidura (y también de haberlo llevado junto con Podemos a la presidencia del gobierno mediante la moción de censura a Rajoy). El segundo, Unidas Podemos, porque contando con la fuerza que cuenta, 35 diputadas y cinco ministerios, está siendo capaz de que las medidas para afrontar la crisis desde lo económico y los social no dejen a nadie atrás, condicionando la tarea del gobierno hacia la protección de familias, autónomos y empresas y mirando haca el futuro apoyando la propuesta de acuerdo de reconstrucción. Desde el 3 de mayo hasta el momento en que escribo Pablo Iglesias está en silencio público, estoy seguro que sigue trabajando a tope para que lo avanzado en protección de la gente no se vaya al traste por el intento plenipotenciario del alma centralista del PSOE.

Este comienzo de semana hemos comprobado que hay dos partidos que se dicen de estado pero que actúan en más ocasiones de lo conveniente sin reconocer las características territoriales, constitucionales y políticas del estado del que dicen ser. También que hay en Cataluña unos partidos independentistas que ignoran que ante una pandemia no se puede ser independiente de nada y se dedican a tensar para prepararse para las elecciones catalanas más que a proteger la salud y seguridad del pueblo catalán. Y dos partidos, a los que nadie reconoce como de estado, pero que son los únicos que actúan como si fuesen de estado y de más allá del estado, pareciera que la inteligencia y la coherencia política tienen el nombre del PNV y de Unidas Podemos.

Si una vez más se prorroga el estado de alarma la sociedad española habrá de agradecerles su capacidad de cesión y negociación en tiempos tan duros. Ojalá eso fuese lo contagioso y no el virus.

viernes, 1 de mayo de 2020

Una ventana de oportunidad para un gobierno inteligente


Cada vez que Sánchez decía en su comparecencia de la tarde del pasado miércoles para anunciar las fases de la desescalada que la unidad territorial de la misma sería la provincia, yo pensaba “tú verás”. Mis temores no tardaron en manifestarse en los medios de comunicación. Tanto el presidente (lehendakari) del País Vasco, Íñigo Urkullu, como el presidente del Euskadi Buru Batzar y portavoz parlamentario del PNV, Andoni Ortuzar, declararon al día siguiente que si el gobierno no negociaba con el PNV, por un lado, y el gobierno vasco por otro, los procedimientos y características territorializadas de la desescalada, perdería su apoyo parlamentario para continuar con el estado de alarma.

Antes, en sede parlamentaria y por motivos idénticos a los del PNV, Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso, preguntaba a los socios de coalición de Gobierno si de verdad querían continuar con la legislatura, cuando estaban ignorando en la gestión del estado de alarma a las comunidades autónomas, a Cataluña y a una formación clave como Esquerra para sostener parlamentariamente el Gobierno.

Pero no sólo desde los sectores nacionalistas e independentistas, aliados estratégicos del Gobierno para poder avanzar la legislatura y finalizarla, arreciaron las críticas. El presidente valenciano, Ximo Puig, del PSOE, que gobierna en coalición con y Compromís y Podemos la comunidad valenciana, planteó críticas en los mismos términos que el PNV o ERC. Las comunidades autónomas estaban siendo ignoradas y recurrir a las provincias como ente territorial sin negociarlo con ellas era, es, saltarse uno de los pilares de la constitución territorial, los gobiernos y los parlamentos autonómicos.

Los presidentes andaluz y gallego, junto con otros menos preocupados por la provincia, plantearon críticas sobre la falta de comunicación, cooperación y negociación leal con las comunidades autónomas. Consiguientemente de la transversalidad de la crítica de ignorar a las autonomías no se debe deducir directamente que es asunto de gentes nacionalistas e independentistas (aunque sean los más beligerantes en el asunto) sino que se ignora de hecho la constitución territorial escrita en la Constitución de 1978.

Personas, periodistas y políticos, nada sospechosos de nacionalistas, autonomistas, mucho menos independentistas o de izquierdas, decían en la SER de Granada que eso de la provincia no era lo más adecuado, que casi todas las comarcas granadinas, menos el área metropolitana, ya cumplían para pasar a la fase 1. Que por qué habían de esperar. Es la complejidad con la que debemos acostumbrarnos a trabajar quienes pensamos que frenar al neoliberalismo y la derecha pasa por la territorialización y el reparto cooperativo de soberanías. A la Guardia Civil y las policías locales les da igual controlar el cumplimiento de las restricciones de movilidad a nivel provincial que a niveles comarcales o de áreas sanitarias.

Espero que el Gobierno rectifique ya porque creo que pone en juego la mayoría de la investidura, el propio pacto de reconstrucción y los presupuestos. Es una torpeza gubernamental típica del poder, da igual por la izquierda que por la derecha, con residencia de muchos años en la Ciudad Estado de Madrid (en metáfora acertadísima de Enric Juliana). Las comunidades autónomas existen y están en la Constitución. La plurinacionalidad es consustancial a cualquier idea de una España democrática. No haber metido a PNV y ERC en los intríngulis de la definición de los estados de alarma no ha estado bien. Podía haberse hecho desde el principio sin muchos aspavientos. Ya es tarde para la discreción. Lo de la provincia como unidad para saltarse los poderes territoriaizados reconocidos en la Constitución y los estatutos es asunto muy serio. Estoy seguro que este gobierno que está demostrando inteligencia sobrada en la gestión de esta crisis sanitaria y su consecuencias socioeconómicas sobrevenidas, no dejará pasar más tiempo el asunto de la coordinación, la cooperación y el acuerdo efectivo, tanto con las comunidades autónomas como con, al menos, los partidos que contribuyeron de alguna manera a su formación previa investidura de Pedro Sánchez como presidente.

Desearía que ya esté habiendo movimientos dentro del Gobierno para pactar con PNV, ERC, Ximo Puig, Juanma Moreno, Feijó, etc, con objeto de cooperar y compartir responsabilidades. La unidad epidemiológica no es la provincia, la provincia es una unidad administrativa que puede servir a la guardia civil para controlar el trafico, pero no necesariamente, la provincia es herencia franquista de procedencia decimonónica absolutista y centralista. Lo que más se parece a una unidad sanitaria, y así lo podemos comprobar en Andalucía porque a ello se ha llegado por la vía de hecho en la planificación de la asistencia sanitaria desde que somos autonomía, y se ha llegado ahí por evidentes razones de coherencia geográfica, cultural y relaciones socioeconómicas entre municipios, es la comarca.

Está muy bien establecer una serie de marcadores a cumplir para ir desdescalando, es una cuestión científico técnica que habrán de cumplir todas las unidades territoriales definidas y pactadas con las comunidades autónomas, y es sencillamente un pacto necesario porque las autonomías y las nacionalidades existen y son competentes en materia de salud. El Gobierno debe ser flexible en la definición de las unidades territoriales, dar cancha y acordar con las comunidades autónomas e imponer con claridad los marcadores a cumplir antes de desescalar por cada unidad territorial. Las comunidades autónomas son las que conocen a la perfección sus territorios. Espero que ya se esté trabajando en ello, de un gobierno que ha sido tan inteligente hasta ahora en unos días tan difíciles, con menos de cien días de vida, no espero otra cosa.

El PNV es clave para el futuro del gobierno, ERC también, necesitamos que se fortalezca en ERC su faceta pactista para limitar a un Quim Torra y un Junts per Cataluña que van a salir absolutamente desprestigiados de la pandemia (son sus recortes sanitarios allí, como los del Madrid de la familia política de Ayuso, los que han agravado en sendas autonomías los daños de la pandemia). Como en el yudo, los movimientos en contra hay que aprovecharlos a favor, en este caso a favor del proyecto civilizatorio común que puede formarse con los grupos de la investidura y amplios sectores sociales y empresariales. No me cabe duda que Pablo Iglesias y su equipo, tan finos en el pasado para el análisis, estarán viendo la panorámica y el riesgo.

Mi intuición me decía que el Gobierno, con sus aciertos y errores iba a salir reforzado de esta pandemia trágica porque la ha abordado poniendo por delante la salud, intentando evitar el colapso del sistema sanitario, y actuando sobre tres asuntos esenciales: 1. Defender a personas, familias, autónomos y empresas con hechos nunca imaginados, dinero, prohibiciones de despidos, desahucios y cortes de suministro; cuando llegue este mes el Ingreso Mínimo Vital, podremos decir a lo grande que este gobierno se ha hecho lo nunca visto por el bien común. 2. Proponer un gran acuerdo de país (el nombre es lo de menos). Y 3. Afrontar bien la negociación en Europa con la fuerza disponible.

Por eso, sería una lástima por una cosa como la provincia (léase metafóricamente), perder el terreno ganado. Hay una Constitución española territorial, como la hay social, en esa Constitución territorial hay tensiones no resueltas desde el origen. Las menos resueltas y más graves están condicionando los últimos lustros de política en España. El gobierno se conformó con el compromiso de abordarlas desde el diálogo y la democracia. La tensión que introduce en el estado autonómico la provincia (impuesta entre otras cosas para una definición de circunscripción electoral que favoreciese a la derecha y el bipartidismo centralista), ha sido considerada menor, pero en momentos como este suma con las más graves.

La cooperación con los aliados estratégicos para sostener el gobierno (PNV y ERC fundamentalmente) y para eliminar cualquier duda de que se imponen sin diálogo las medidas, los tiempos y las definiciones territoriales de la desescalada a las comunidades autónomas ha devenido, en estos momentos de la gestión de la crisis, una cuestión esencial. Jesús Maraña, en un magnífico artículo titulado Muertos, mentiras y votos, explica muy bien cómo y para qué es la estrategia de Casado/Abascal y porqué el Gobierno necesita no debilitar sus alianzas para tener tiempo de negociar en Europa y avanzar en su proyecto democrático. El PNV ha sido y será fundamental para sostener al gobierno de coalición, porque siempre ha sido un mediador con el empresariado español inteligente y con el independentismo Catalán, al tiempo que muy pragmático en los acuerdos para beneficiar los intereses que defiende, no se le debe ningunear. A ERC tampoco, hay que permitirle espacio para que venza su lado pactista y pueda adelantar a un Junts per Cataluña enrocado buscando el conflicto y el desastre.

Este corte del artículo que he mencionado es suficientemente elocuente para lo que intento exponer: “Lo que difícilmente se le perdonará al Gobierno es que cometa errores clamorosos o vanidosos en el plan de desescalada. Más vale que comparta objetivos, criterios y decisiones con el resto de los actores políticos y administrativos. Muy especialmente con sus hasta ahora aliados parlamentarios o con quien pueda sumarse. No tiene sentido presumir de mando estatal y centralizado cuando los datos que maneja y el cumplimiento de los criterios científicos dependen de los niveles autonómicos y municipales. Más vale buscar el consenso y pensarlo tres veces antes de actuar. Aquí no hay medallas que repartir”.

La pandemia ha puesto de manifiesto como una suerte de revelaciones todo lo que se ha hecho mal en el pasado, que somos sociedades culturales en las que habitan nuestras individualidades y no al revés, que debemos cooperar y no competir. Que no se puede dejar en manos del mercado ni la salud ni nada que sea esencial para la protección como sociedad. Que el mando único, no es un único mando al que aspira el neoliberalismo y las 200 familias más ricas del mundo para controlarlo todo en su beneficio. Que el mando único ha de ser un mando democrático, pluridiverso, cooperativo y pactado libremente. Si esta crisis nos dice que necesitamos más inversión en salud, más estado y más políticas de estado, menos dependencia externa y más cooperación, entonces, lo que nos está diciendo también es que necesitamos más federalismo y no menos.

El siguiente paso del Gobierno en los estado de alarma no puede estar al albedrío del PP con Pablo Casado al frente. A la derecha española no le importa ni España ni los españoles, tiéndasele la mano pero impídase que la muerdan. Los aliados, para luchar contra la pandemia están en otros lugares, son los de la moción de censura a Rajoy y los de la investidura de Sanchez. Téngalo en cuenta el gobierno de coalición, aunque solo sea porque le va en ello su supervivencia, se ha abierto una ventana de oportunidad para un Gobierno inteligente. Que entre el aire y salgan los virus.