miércoles, 13 de mayo de 2020

La nueva ventana de oportunidad


En términos sociopolíticos lo que va a acompañar la “nueva normalidad,” esa que, de momento, no sabemos de verdad qué será sino solo por intuiciones imprecisas más personales que colectivas, es una nueva ventana de oportunidad.

Quienes, interesados siempre por los acontecimientos, no sabíamos lo que era la esencia teórica del populismo hicimos, tras la irrupción de Podemos en las elecciones europeas de mayo de 2014, un cursillo acelerado de Laclau para comprender la aplicación práctica que había pergeñado un grupo de jóvenes de la Complutense. Durante un tiempo, hasta el inicio del cierre de la ventana de oportunidad, cuando el sorpaso fue imposible en la forzada repetición electoral de junio 2016 (parece que hubiese pasado un siglo), las gafas del populismo fueron el instrumento óptico que ofrecía la interpretación más nítida de lo que ocurría, de la cual podían derivarse con más probabilidad de acierto las estrategias y las tácticas políticas de movimientos de ruptura con lo preexistente que aspirasen a ser mayoritarios.

Por aquella ventana de oportunidad, abierta por el 15M en el castillo del entonces llamado régimen 78, hacia la que escalaba Podemos, no pasó el empuje social que hizo temblar las estructuras de poder roídas por decenios de podredumbre y agrietadas por el impacto de la crisis financiera global contra la burbuja bancaria y de la construcción en la que habitaba España. La soberana carga bipartidista, franquista y elitista heredada de la transición resistió a un Podemos al que las encuestas dieron en algún momento por ganador electoral.

Hay quienes achacan el “fracaso” del sorpaso a errores propios de las dirigencias de Podemos. Bueno, algunos hubo, pero no creo que fueran determinantes. Cuatro operaciones políticas de régimen, planificadas y ejecutadas en el ambiente generado por las cloacas policiales y mediáticas con sus conexiones institucionales, y una quinta operación de la burguesía catalana dirigente de CIU, que hasta la crisis de 2008 había sido sostén y parte del mismo régimen del 78, para zafarse de su pasado de corrupción abrazando la causa independentista como modo de expiar sus pecados, facilitada políticamente por la sentencia del TC de 2010 que invalidó el nuevo Estatut aprobado en un proceso institucional estatuario y constitucional impecable, y refrendado por el pueblo catalán, lograron primero, contener la escalada podemita, y después cerrar la ventana de oportunidad populista por la que aspiraba a colarse un viento democrático de progreso.

Me refiero, secuencialmente, a: primero, la abdicación del actualmente investigado por la justicia Suiza, rey Juan Carlos I en la figura de su retoño Felipe VI. Los poderes del régimen sacrificaron, tan solo un mes después de la irrupción de Podemos en el parlamento europeo, junio de 2015, la figura que más representaba la herencia de la transición. Segundo, la traslación urgente de un partido de raíz catalana, Ciudadanos, surgido para confrontar con la deriva independentista, a la política española. Su líder Albert Rivera pasó a ser la gran esperanza blanca del régimen para recoger el desmoronamiento de voto del bipartidismo español, aupado por los poderes económicos y mediáticos de la ciudad estado de Madrid en una operación que arranca también en junio de 2014, cuando el presidente del Banco Sabadell propone crear “una especie de Podemos de derechas”. Tercero, la convocatoria de elecciones anticipadas en Andalucía en marzo 2015. La intención de la entonces presidenta andaluza Susana Díaz, al servicio de las elites del poder en España (todas, no solo las económicas), era parar a Podemos en el campo de batalla electoral que se le presumía mas complicado, Andalucía, dado que siempre había gobernado el PSOE y nunca había gobernado la derecha. Tres años y ocho meses después la coronel Susan Díaz Pacheco contemplaría como la consecuencia de onda larga de ese movimiento, que la condujo a una posterior alianza de gobierno andaluz con Ciudadanos, era su desalojo del poder, las las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, por lo que después vendría a llamarse trío de Colón (PP/Ciudadanos + Vox). Y Cuarto, la defenestración de Pedro Sánchez en aquel comité federal del PSOE de 1 de octubre de 2016, comandada también por la mismísima coronel Díaz Pacheco, para, meses después, entregado el poder al PP tan de la Gürtel como de Rajoy, ver como el hoy presidente Sánchez le ganaba las primarias con un discurso podemita y plurinacional.

Esas cuatro operaciones, más la operación de camuflaje de la derecha catalana, que dio oxígeno a ERC, cierran la ventana de oportunidad por la que Podemos quiso entrar y convertirse en un partido de estado hegemónico entre el electorado progresista y de izquierdas.

La anterior y la nueva ventana de oportunidad que se abre tienen en común la causa profunda que las origina, un sistema económico global que ignora nuestra dependencia como especie de las condiciones biofísicas terrestres. Un invisible bit informático pudo pinchar la burbuja especulativa financiera a la que jugaba la banca desde decenios sin correspondencia con la economía productiva real, al igual que un invisible virus biológico ha puesto de manifiesto nuestra radical dependencia de la naturaleza y del Estado.

En esta crisis sanitaria y socioeconómica llueve sobre mojado. Las políticas austericidas y de despojo de las soberanías locales, regionales y estatales, para mejor imponerlas, se manifestaban exterminadoras de derechos, aniquiladoras de democracia y alimentadoras de desigualdad y violencia. Hoy, en Europa y el mundo desarrollado, se han revelado asesinas al comprobar mayoritariamente la población el daño causado por el abandono, privatización y recortes en sistemas tan esenciales como el sanitario o el de las residencias.

Por tanto, lo que hay de novedad en esta nueva ventana de oportunidad, es que no se está poniendo en cuestión el sistema de partidos, sino el hecho de que el deterioro del Estado, sus instituciones, sus servicios y competencias esenciales, como elemento imprescindible para la defensa de lo común a la hora de proteger nuestras vidas y garantizar un futuro, tiene consecuencia letales. Esa ventana de oportunidad no se expresa en el “no nos representan”. No solo las tradicionales voces que claman, normalmente desde posiciones de izquierdas, por políticas de estado que protejan a la población contra la enfermedad y la desigualdad, demandan estos días ayudas públicas; autónomos, PYMES y el gran empresariado que precisa de la economía territorializada (no especulativa o financiera) para mantener su actividad productiva, vuelven la cara hacia el Estado pidiendo también ayuda urgente.

En esta suma de intereses, más transversales que de clase, que miran el estado como salvaguarda imprescindible para su futuro, hay que entender el hecho de que el Ingreso Mínimo Vital esté siendo apoyado, aun con carácter temporal, por conocidos adalides de la austeridad, las privatizaciones y los recortes de derechos. En esta suma de intereses hay que entender que, mientras el PP y Vox hacen oposición despiadada y salvaje durante la pandemia al gobierno de coalición, las organizaciones empresariales y de autónomos, pactan políticas laborales y de ayudas con el mismo gobierno. En esta suma de intereses se entienden posiciones del empresariado ante la necesidad de las inversiones con fondos europeos más parecidas a las que defiende en Europa el gobierno de coalición con los votos en contra de la derecha española. En esta suma de intereses puede entenderse el viraje de Ciudadanos saliendo de la foto de Colón para representar a esos sectores del empresariado que saben ahora que sin estado no son nada en la jungla mundial dominada por los fondos buitre y la economía especulativa. En esta suma de intereses es justo donde se abre una nueva ventana de oportunidad para avanzar en más Estado, más protección de la sanidad y educación públicas, más economía de los cuidados, menos dependencia de avatares externos, mas necesidad de independencia industrial e independencia energética, más cooperación y menos himnos y banderas.

De momento, pese a las dificultades causadas por la feroz oposición y el independentismo heredero del procés que será sobrepasado por los hechos, el gobierno de coalición está aprovechando día tras día, con los vaivenes propios de la incertidumbre en las medidas para la resolución de la pandemia y  la lentitud de los poderes económicos europeos para abordar una salida inversora y financiera inteligente de la crisis, para ofrecer el Estado como garantía de futuro, no solo a las personas, también a las empresas.

Cuando termino de escribir este artículo veo la encuesta del gabinete Sináptica para Público y pienso que si dos de cada tres españoles piden más impuestos a los ricos y el Ingreso Mínimo Vital, y el 86% está a favor de invertir más en Sanidad es un dato más para reforzar la hipótesis de que hay un espacio social que trasciende la división entre clases que es favorable a políticas claramente ideologizadas hacia el las propuestas progresistas y de izquierda. Y si la ventana de oportunidad está, un gobierno inteligente podrá aprovecharla para impulsar las grandes transformaciones estructurales que necesitamos sobre la base de la territorialidad, la ecología, el feminismo, los cuidados, lo común, la justicia fiscal y la economía productiva cuanto mas en proximidad y menos dependiente de fuentes energéticas externas mejor.