Un estado sin control de su política monetaria, es un estado alicorto. El tratado de Mastrich supuso una entrega de soberanía monetaria tan substancial como antidemocrática. El BCE actúa como instrumento de defensa de los intereses del capital frente a los intereses de las mayorías sociales, incluidos los de PYMES y personas autónomas. La crisis de 2008 mostró descarnada esta realidad. El PSOE de Zapatero se plegó entonces a reformar el artículo 135 de la Constitución Española para consagrar la entrega de soberanía democrática a los grandes capitales privados.
La crisis del COVID-19 evidencia que sin estado somos como sociedad muerte andante, zombis. El estado democrático de derecho es el único refugio de los débiles frente a los fuertes. El COVID-19 certifica que el espectro de los débiles es realmente mucho más amplio de lo que parece ser en tiempos normales.
La calidad democrática del estado español no solo está limitada por lo que son algo mas que residuos franquistas en las estructuras moleculares del poder. El histórico de privatizaciones de los grandes sectores públicos, como el energético o el de la telefonía, la desindustrialización sistemática y la liquidación de cualquier atisbo de banca pública, desde nuestra entrada en la UE, dan significado a la palabra 'patria' pronunciada por labios bipartidistas desde Felipe González hasta Mariano Rajoy.
Sin control de la política monetaria, sin banca pública y sin tejido empresarial industrial que responda a los intereses de la comunidad democrática, el estado está maniatadoen su capacidad de dirección de la política económica, cualquiera que sean sus objetivos. Un estado reducido a la súplica a los poderosos y la coerción a los débiles no es un estado auténticamente democrático.
Si el PSOE en el Gobierno de coalición fuerza la aprobación de la absorción de Bankia por CaixaBank, limitará su capacidad para afrontar los grandes problemas del país. Si decide que Bankia sea banco público, la democracia española se fortalecerá, se podrán afrontar desde el interés común los problemas del tejido empresarial, el cambio del modelo productivo y energético, el fortalecimiento de los servicios públicos y, como derivadas esenciales, la reducción de la precariedad, la pobreza laboral, el desempleo, la desigualdad y el cambio climático.
No es verdad que en Europa no haya bancas públicas, pueden comprobarlo en este artículo de Bruno Estrada de 2015 publicado en el blog Economistas frente a la crisis: “La banca pública que no existe en Europa”. El estado alemán es el paradigma de las bancas públicas.
Agentes sociales, sindicatos, organizaciones de autónomos y PYMES deberían generar un frente común contra la absorción CaixaBank/Bankia y exigir un instrumento financiero público de carácter estatal. El dinero es la sangre de la economía, el oligopolio financiero un vampiro dispuesto a chupar la vida en común. Bankia debe ser banca pública. Se puede.