domingo, 28 de febrero de 2021

Andalucía 2021, horizonte federal

Por Colectivo Andalucía y Democracia

El 28 de febrero de 1980 el pueblo andaluz, que se constituyó como tal en las calles el 4 de diciembre de 1977, ejerció el derecho a decidir en la etapa democrática abierta con la Constitución de 1978. Hace cuarenta y un años de aquel referéndum en el que logramos colectivamente que Andalucía fuese nacionalidad histórica, siguiendo el procedimiento de su artículo 151. Nuestra capacidad de autogobierno, nuestro patrimonio constitucional, es fruto de una épica política popular y pacífica que vinculó derechos y libertades con la idea de progreso colectivo.

Nadie como Carlos Cano condensó mejor el significado de la autonomía para el pueblo andaluz. La murga de los currelantes dejó en los aires de Andalucia los motivos por los que el viento ondea la verdiblanca: “María, coge la rienda la autonomía, Marcelo, que los paraos quieren currelo… El mecanismo tira p´alante de la manera más bonita y popular, s´acabe el paro y haiga trabajo, escuela gratis, medicina y hospital, pan y alegría nunca nos farten, que vuelvan pronto los emigrantes, haya cultura y prosperiá.”

La derecha que se opuso al referéndum pidió el no, para evitar que Andalucía aspirase a ser como la que más en el marco constitucional de lo que vino a llamarse estado autonómico, lo hizo con el lema “Andaluz, este no es tu referéndum”. Los herederos ideológicos de aquella derecha gobiernan hoy Andalucía, con el apoyo de la herencia de la dictadura genocida franquista que hizo de lo andaluz un esperpento servil. El pueblo que no defiende su libertad, su capacidad de gobierno, acaba esclavizado.

Vivimos otros tiempos. La crisis de 2008 se cebó en Andalucía con mayor virulencia que en el resto de comunidades autónomas destapando, por un lado, los defectos estructurales de nuestro sistema económico y, por otro, nuestra subalternidad política de decisiones tomadas por el poder central y las instituciones europeas en lo que llamaríamos etapa neoliberal de recentralización y concentración del poder.

De repente, con la crisis metabólica mundial del sistema capitalista, manifestada por el derrumbe financiero rescatado por el estado sobre las espaldas del mundo del trabajo y la reducción de la calidad de los servicios púbicos, Andalucía comprobó que una economía basada en el turismo de masas y la construcción, con sus consiguientes daños ambientales, territoriales y sociales, empleo precario, escasa industria, agricultura extensiva, extractiva y medioambientalmente insostenible, es altamente sensible a las crisis sistémicas.

Dos son a nuestro entender las causas históricamente próximas de la reducción de la autonomía andaluza a la dependencia política respecto de los gobiernos del estado y respecto de las políticas neoliberales europeas. Por un lado el proceso de recentralización intenso de las decisiones políticas sufrido a raíz de la crisis de 2008. Un proceso que impuso las reformas laborales lesivas para el mundo del trabajo, la práctica desaparición de la banca privada o pública anclada sobre intereses de los actores sociales y económicos de raíz andaluza, la legislación fruto de la reforma del artículo 135 de la CE pactada a espaldas del debate por las cúpulas del PSOE y del PP, que limitó la autonomía municipal y la soberanía autonómica tanto en políticas fiscales como en políticas económicas e inversoras. Por otro, la docilidad con la que tanto los gobiernos anteriores del PSOE, especialmente el último con el apoyo de Ciudadanos, aceptaron la desgracia diferencial de Andalucía en todos los indicadores sociales y económicos respecto de del resto de comunidades del estado y Europa. Bajo la expresión “lealtad institucional” se ha escondido en Andalucía el sometimiento del poder político andaluz a poderes centralistas residenciados en Madrid, poderes que ven Andalucía como un territorio colonial del que extraer plusvalías destruyendo territorio, medio ambiente, servicios públicos (privatizaciones) e inversiones sin retorno, ni fiscal ni inversor, hacia nuestro pueblo.

Es indudable que el poder en España está híper dimiensionado en Madrid, una provincia con verdadera independencia política por efecto de la capitalidad y la concentración de domicilios fiscales, dada la proximidad de sus cenáculos a la redacción del Boletín Oficial del Estado. Es indudable que España tiene varios problemas graves de carácter territorial, el centralismo aludido, la tensión de las ansias de soberanía del pueblo catalán, la España vaciada fruto de los agujeros negros extractivos de capital económico, natural y humano de la capital del estado y de las capitales autonómicas, la desigualdad territorial señalada por todos los indicadores de empleo, pobreza e industrialización que se ha visto ampliada por la crisis de 2008 y, este último año, por la crisis de la pandenia, y, por último pero no menos importante, una desigualdad fruto de una concepción radial del estado que concentra el peso de todos los poderes en el centro. Un centro, que sin ser el único, se ha convertido en el mayor foco de corrupción empresarial, institucional y mediática de España.

La crisis de la pandemia ha cogido al pueblo andaluz en una clara posición de debilidad política. Sabemos que aquel andalucismo transversal de finales de los  años 70 y principios de los años 80, que logró situar la cultura andaluz, el acento andaluz, como palanca de progreso sigue ahí, se empieza a llamar tercera ola andalucista. No hay más que ver, oír y sentir la pujanza de nuestras manifestaciones creativas, cine, ciencia, arte, cante, copla, pensamiento, literatura, teatro, rap, rock, o flamenco gozan en Andalucía de la misma o más potencialidad expansiva que entonces. También sabemos que Andalucía no es su gobierno, ni necesariamente sus organizaciones políticas, mucho menos aquellas que intentan enterrar la bandera andaluza para enterrar su significado. La sociedad civil organizada en asociaciones, plataformas, fundaciones, grupos de interés, el sindicalismo y el empresariado andaluz, el feminismo y el ecologismo, las organizaciones agrarias, tienen, tomadas una a una, potencia y ganas de trabajar por Andalucía, de hacer que desde sus raíces en pueblos, ciudades y comarcas, crezcan iniciativas productivas que apalanquen la economía al territorio, que cuiden el medio ambiente, que sean igualitarias entre mujeres y hombres, y que den trabajo aquí para que nadie se tenga que ir.

Tarde o temprano el Estado español avanzará hacia un modelo federal que incrementará la soberanía de aquellos territorios que estén dispuestos a ser dueños de su futuro en el marco de acuerdos federales. El federalismo es la síntesis contingente histórica de soberanía y cooperación. El federalismo es la distribución del poder entre el pueblo y entre los pueblos. Andalucía no puede quedarse atrás en esta evolución política que necesariamente va a vivir España si es que de verdad se piensa que podemos vivir juntos y juntas en la diversidad democrática. El 28F de 1980 nos iban en el sí a la autonomía las libertades, el pan, el trabajo, la salud y la educación, la cultura popular y la vuelta de las y los emigrantes que quisiesen regresar.

En estos tiempos nos va lo mismo, ahora para ser soberanos y soberanas de nuestras potencialidades productivas fijadas al territorio. Sin federalismo hacia afuera y sin federalismo dentro, los motivos para la indignación y la lucha fragmentada se incrementarán. Esos motivos pueden convertirse en una pelea interna entre intereses andaluces, que nos hagan perder fuerza colectiva si no se articula un proyecto de país andaluz. Jaén, y Linares, están en lucha por el hastío y el abandono de los poderes políticos, Cádiz y Sevilla en riesgo de seguir perdiendo industria y multinacionales como ABENGOA, Almería necesita un plan para hacer compatible la agricultura con el medio ambiente ganando valor añadido, Granada no puede sufrir más expolios de órganos y poderes centralizando en Sevilla las decisiones y la gestión, Málaga necesita diversificación económica, Huelva reconversión industrial sin destrucción de empleo, Córdoba un fuerte mercado interno andaluz para su industria agroalimentaria y una apuesta por la producción ecológica. Y todas las provincias y comarcas andaluzas necesitan verse incardinadas con justicia y equidad en un proyecto de ámbito andaluz.

Está en manos de las y los andaluces, de la sociedad civil y de las organizaciones políticas, sindicales y empresariales, ayudar y cooperar para construir un proyecto federal para Andalucía capaz de defender nuestros intereses territoriales en el estado y en Europa. Los fondos de nueva generación europea han de servir a nuestra tierra para, sin alimentar crack sistémicos, hacer reformas estructurales de fondo en nuestro modelo productivo. La administraciones autonómicas y municipales han de potenciar los servicio públicos y el empleo de calidad en ellos; no hay pueblo político sin una buena administración de estado. Las inversiones públicas han de convertir los gastos de los servicios públicos en motores de la economía productiva fijada al territorio, bajo parámetros ecológicos, sociales y de igualdad de género. Si es preciso introduciendo participación pública en empresas privadas o directamente mediante empresas públicas.

Pensamos en líneas fuerza para preparar el futuro de Andalucía, que nada tiene que ver con insistir en el turismo y la construcción tal y como los conocemos. Pensamos en reindustrialización verde y tecnológica, pensamos en la producción de valor añadido con el conocimiento acumulado en nuestras universidades, pensamos en la vinculación entre de salud y ecología, con producción agroganadera e industria agroalimentaria, pensamos en la desconexión progresiva de los combustibles fósiles y la conexión al sol facilitando cluster tecnológicos de fabricación de componentes para la producción, distribución y comercialización endógena de energías renovables con capacidad de exportación de excedentes. Pensamos en la potenciación de la industria cultural andaluza en todas sus variantes y manifestaciones. Pensamos en inversiones para la rehabilitación patrimonial y energética de infraestructuras y núcleos urbanos. Pensamos en redes de ferrocarril que comuniquen nuestras ciudades y comarcas. Pensamos en la economía de los cuidados. Pensamos en que el valor añadido se reinserte en Andalucía con una fiscalidad adecuada y una primacía de las empresas radicadas en nuestro territorio.

El gobierno de la Junta de Andalucía y el parlamento andaluz, sede de nuestra soberanía popular, han de dejar de ser un gobierno gestor para pasar a ser un gobierno impulsor político interno y externo de estos cambios imprescindibles. Al igual que en la transición a la democracia la demanda de autonomía era imagen de libertades, derechos y progreso, la demanda federal ahora es símbolo de una Andalucía posible menos dependiente de avatares externos sobrevenidos. No caigamos en más trampas como la del “a por ellos”. Por sí, por Andalucía, es preciso que las y los andaluces nos arremanguemos para construir un horizonte popular sobre la base de un republicanismo cívico y democrático. Ese horizonte no puede ser más que un horizonte federal.

Colectivo Andalucía y Democracia

domingo, 21 de febrero de 2021

Contra infundio, perseverancia


Borrasca es un viejo tema recuperado por el malagueño Toni Zenet que comienza así: Cuando se nuble nuestro limpio cielo, cuando aparezca en nuestro amor borrasca, hay que salvar la tempestad, y entonces esperar a que una nueva paz renazca. Cuando empecemos a sentir cansancio, y se confundan dicha y sentimiento, lo conveniente es meditar, no sea que después lloremos de arrepentimiento. Pueden oírlo entero aquí. Borrasca podía haber sido el título de este artículo.

La cabezonería de la que tachaba la ministra de hacienda María Jesús Montero al vicepresidente Pablo Iglesias nos es otra cosa que perseverancia. Perseverar tiene una etimología latina que tiene que ver con mantener en tensión la búsqueda de la verdad. Ser perseverante requiere convicción. La convicción de Pablo Iglesias en el liderazgo de Podemos, refrendado masivamente en todos y cada uno de los procesos internos y en todas y cada una de las decisiones importantes, llevó a Unidas Podemos al Gobierno de España. Un bien preciado después de un año de pandemia si se constata que todas y cada una de las medidas de protección social y empresarial han llegado hasta donde han llegado gracias al empuje, perseverancia, del socio minoritario de la coalición de gobierno. Que era y es necesario ir a más, por supuesto, para eso se está en el Gobierno y se empuja desde fuera del Gobierno. Perseverancia.

Desde el origen de Podemos, la perseverancia ha tenido como principal opositor al infundio. Infundio tiene una etimología latina que tiene que ver con lo que no tiene fundamento. El infundo es una mentira, una patraña, una calumnia. El infundio es lo que no está fundamentado por mucha alegoría investigadora que haga la policía o la justicia, y por mucha primera plana de los medios de comunicación en poder de quienes les interesa que se fabriquen los infundios. Si la perseverancia es el empuje de la verdad, el infundio es su freno.

Sin perseverancia de Podemos, el PSOE liderado por Pedro Sánchez en 2016 hubiese pactado con Albert Rivera, entrando en la misma espiral autodestructiva a la que llevó Susana Díaz al PSOE andaluz. Sin perseverancia de Pablo Iglesias al no permitir que Pedro Sánchez gobernase con Ciudadanos y al mostrarle el espejo en el que las bases orgánicas del partido querían mirarse, el espejo del podemismo, el actual presidente del Gobierno no le hubiese dicho a Jordi Évole lo que le dijo en aquella, ya histórica, entrevista. Sin ese espejo perseverante, Sánchez nunca hubiese ganado a Díaz.

Con perseverancia, en medio de un océano de infundios desde 2014, en medio de fuertes marejadas internas provocadas por quienes no admitían su derrota en procesos internos y no conocían la virtud de la paciencia, en medio del acoso personal y familiar, Unidas Podemos, con el liderazgo de Pablo Iglesias, articuló una mayoría para la moción de censura que expulsó a Rajoy tras la sentencia de la Gürtel en 2018, una mayoría en la que no creía el PSOE de Pedro Sánchez.

La misma perseverancia que demostró, tras la repetición electoral de las elecciones de abril de 2019 en noviembre del mismo año, que “con Rivera no” era solo posible porque a Pedro Sánchez no le dieron los números con Ciudadanos. La misma perseverancia que ha permitido sumar una increíble mayoría para aprobar los Presupuestos Generales del Estado articulados sobre la España progresista, de izquierdas y plurinacional.

Y si perseverancia es empeñarse en la verdad, esa perseverancia permitió a En Comú Podem unos relativamente buenos resultados en Cataluña. Resultados que, dada la coherencia en la defensa de una salida de la crisis por la izquierda con derechos democráticos fortalecidos y una salida dialogada no unilateral del conflicto territorial, evitando los vetos cruzados, convierten a En Común Podem en objeto del deseo de todas las partes que pueden formar gobierno. Es la perseverancia que denunció en plena campaña electoral catalana que la democracia española está alejada de los referentes de normalidad de la Unión Europea. Anormalidad que en esos mismos días vino a certificar la orden de entrada en prisión de un rapero por unas letras y un puñado de tuits.

Perseverancia que volvió a manifestarse en todo su esplendor en el discurso de vicepresidente Iglesias en la sede de la soberanía popular española cuando dibujó la verdad del poder de los medios de comunicación en España, el poder de los ricos para manipular la opinión pública y conformar la opinión de la gente común. Las declaraciones de Pablo Iglesias sobre la plena normalidad democrática y su discurso sobre el poder mediático, en el contexto histórico de detenciones, condenas y multas por ejercer la libertad de expresión, ha tocado el hueso franquista de la democracia española. Ahí dueleContra infundio, perseverancia.

Pero el infundio no da tregua a la perseverancia. El último infundio es que los liderazgos de Unidas Podemos no condenan la violencia en las protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. Falso, condenan toda forma de violencia venga de donde venga, destruya ojos de manifestantes o rompa escaparates, dispare con fuego real, apalee sin miramiento ni razón, o queme contenedores. No hay caminos para la paz, la paz es el camino debería estar escrito en el frontispicio de todas las movilizaciones y en el casco de quienes en los últimos diez años han sido educados bajo el lema del “a por ellos”.

Hay borrasca sobre la coalición de gobierno. Es preciso salvar la tempestad con perseverancia y convicción. Habrá ley trans, habrá ley para regular el precio del alquiler, habrá desactivación completa de las reformas laborales de Zapatero y Rajoy, habrá desmontaje de la ley mordaza, habrá eliminación del código penal de los tipos delictivos que cohíben y encarcelan la libertad de expresión, habrá gobierno en Cataluña, indultos y salida democrática dialogada, habrá todo eso y más porque hay un actor perseverante central que a pesar de los infundios mantiene al PSOE atado por la izquierda y a ERC atada a la salida dialogada.

Contra infundio, perseverancia; aguantar en el Gobierno hasta que la borrasca pase. ¿Tiene Sánchez otra salida sin llevarse por delante al PSOE en un momento en que no hay horizonte de gobierno alternativo por la derecha? No la tiene. Contra infundio, perseverancia.

lunes, 15 de febrero de 2021

Madrid no es España, España es Cataluña

Basta ver como ha quedado el arco del Parlament para comprobar que lo que más se parece a España es Cataluña. En el legislativo catalán se sentará la diversidad ideológica, la diversidad cultural identitaria, la plurinacionalidad, la concepción de una Cataluña y una España mayoritariamente democrática e, incluso, la tradición nacionalcatólica franquista. El Parlament es la Cataluña actual donde hay una mayoría que se parece mucho a la única España democrática posible, la plurinacional progresista que mira hacia la izquierda y que es mayoritaria dentro y fuera de Cataluña.

Dicen la mayoría de los grandes medios de comunicación que las elecciones catalanas las ha ganado el bloque independentista frente al bloque no independentista, al aumentar el número de escaños pasando de los 70 de 2017 a los 74 de 2021. No es así, en Cataluña no ha ganado el independentismo, ha ganado el soberanismo.

El matiz es muy relevante. ERC ha superado a Junts per Cataluña a pesar de sus posiciones de superación del procés unilateral, incluso podía haber superado al PSC del efecto Illa si no cae, por miedo escénico, en la trampa que le tendieron al final de campaña los postconvergentes con apoyo de la CUP. Entre las fuerzas independentistas gana la que más ha apostado desde que se formó el gobierno de coalición en España por la vía dialogada. Esperemos que ERC tome nota de que el camino del diálogo y la superación del unilateralismo le va bien y no le tiemblen las piernas para separarse de sus, hasta la semana pasada, socios de derechas herederos del Pujolismo.

JxCat se va a la tercera posición del pañuelo de cabeza debido a que sus escisiones, que también intentaban una salida dialogada no unilateral para volver a los viejos tiempos, PNC y PDCat, le ha hurtado el voto que daba a JxCat la victoria.

Salvador Illa, PSOE/PSC viene de un gobierno que acaba de aprobar unos PGE apoyándose en una amplia mayoría progresista, de izquierdas y plurinacional, un gobierno que defiende una salida política dialogada para Cataluña. En Comú Podem, quienes desde el no independentismo han defendido con más fuerza la vía del diálogo y el voto, no se desgastan ni por la acción del gobierno en España ni por el efecto Illa, ni por la subida de la CUP, ni por la relativa moderación independentista de ERC. La campaña de su candidata Jessica Albiach ha revelado que ésta, en el actual contexto y sumada a la credibilidad de Ada Colau y de Jaume Asens, es oro molido para los tiempos venideros. Albiach tiene por delante además de la tarea parlamentaria o de gobierno, según acaben las negociaciones, construir la organización territorial de la que carecen los Comunes fuera de Barcelona.

El bloque del mal llamado constitucionalismo ha salido muy mal parado, Vox a pasado por encima del PP de Pablo Casado y del Ciudadanos de Inés Arrimadas, metiendo a la derecha española en una profunda crisis existencial, no menor por anunciada. Como ha repetido en muchas ocasiones Pablo Iglesias, mientras Vox sea el director de orquesta de la derecha española, la derecha no gobernará España porque no hay mayoría posible que fuerce un modelo de España centralista que anule las múltiples diferencias culturales, ideológicas e identitarias que la pueblan.

Lo que nos dicen las elecciones catalanas es que la España democrática es muy parecida a Cataluña y poco parecida al Madrid de Ayuso, Almeida y Casado por muchas banderas de España que lo inunden. Lo que nos dicen las elecciones catalanas es que gana el soberanismo, el pactismo, el “parlant la gent s'entén”.

Y, algo más, como escribo desde Andalucía, diré que no habrá elecciones anticipadas aquí consecuencia de los resultados de la derecha en Cataluña. Es verdad que el PSOE todavía no ha hecho aquí su particular operación Illa, la hará, pero Moreno Bonilla no va a arriesgar su gobierno con el PP hecho trizas en España, Ciudadanos desmoronado y Vox exultante. Los sucesos de Linares y la protesta de Jaén indican que Andalucía no tiene proyecto de país, el PSOE destruyó cualquier posibilidad de que lo tuviésemos. Una tierra tan grande y tan multipolar como Andalucía, sostenida culturalmente sobre redes de comarcas y municipios no puede permitirse no tener proyecto de país; sin proyecto en común aflorarán con más fuerza los agravios entre municipios y entre provincias alimentados por la actual estrategia madrileñista con sede institucional en Sevilla. Construir un proyecto de país articulado por la sociedad civil, el empresariado productivo y los sindicatos es el primer paso para que Andalucía tome la palabra como la está tomando Cataluña.

martes, 9 de febrero de 2021

Cataluña, seny, coherencia y honestidad


En PSOE de Sánchez, al igual que en el PSC de Iceta que representa electoralmente el exministro Illa, aún habita, esperando una nueva oportunidad el PSOE que dejó gobernar a Rajoy hasta la sentencia de la Gurtel,
 el mismo PSOE que asintió dócil cuando Zapatero modificó con Rajoy el artículo 135 de la CE para primar los intereses de la banca frente a los de la gente, y el que se sumó al toque de corneta de Felipe VI para consumar la aplicación de artículo 155 de la CE en Cataluña.

Al igual que las bases orgánicas del PSOE y el electorado más comprometido electoralmente con el PSOE y el PSC son más de Sánchez e Illa que de Susana Díaz, García Page, Lambán o Fernández Vara, dentro del consejo de gobierno de España hay una serie de ministros y ministras más proclives al cumplimiento del pacto del gobierno de coalición con Unidas Podemos frente a otros ministerios que parecen añorar al viejo PSOE de González, Guerra, Ibarra o Borrell.

Hay un PSOE/PSC que va a las elecciones por la izquierda, hablando de diálogo y consenso con sinceridad, pero luego hay otro que, si no tiene contrapeso en la sociedad civil o incluso dentro de un posible gobierno de coalición, se olvida del proyecto con el que se presenta a las elecciones y se deja llevar por los poderes económicos o, en Cataluña, por los poderes guardianes del centralismo radicado en Madrid.

Si no fuese porque Unidas Podemos está en el gobierno de España los ERTES por la pandemia no hubiesen sido masivos, el IMV, aún con su problemática, no se hubiese aprobado, las pensiones no se habrían indexado al IPC y el riesgo de que para calcularlas se utilizaran 35 años de cotización sería inminente, el SMI seguiría siendo muy miserables, la deconstrucción de la reforma laboral del PP, prometida por el PSOE en campaña, no se haría, los desahucios sin alternativa habitacional no estarían prohibidos, los cortes de suministro durante el estado de alarma tampoco, y así muchas cosas más que tienen que ver con derechos económicos, sociales, ambientales y de los consumidores. Tampoco la superación del problema político territorial catalán mediante el diálogo frente a la represión o la imposición seria una alternativa real a la vista de los vetos cruzados del PSC y ERC.

Sánchez e Illa tienen que entenderse internamente con el PSOE de Borrell, Calviño, Robles, Calvo o Marlaska. Por eso si no tienen una buena tensión por la izquierda, ni habrá diálogo serio en Cataluña para salir del callejón sin salida de la vía unilateral, ni el dinero de next generation europeo llegaría a las PYMES, autónomos y mundo del trabajo como deberá llegar, ni se actuaría legislativamente contra las cloacas, ni se avanzaría en leyes de igualdad y trans, ni se acabaría con la ley mordaza, ni iría en serio la modificación del código penal para eliminar o reformular los delitos de rebelión y sedición para que no puedan ser utilizados contra actos políticos, sin valor jurídico, bien de autoridades o bien de la sociedad civil, ni estaría sobre la mesa la posibilidad real del indulto a los presos políticos catalanes. Basta ver los debates y tensiones para que se cumpla el acuerdo de gobierno de coalición en España, para hacerse una idea de quienes quieren cumplir de verdad y quienes andan, unas veces por A y otras por B, frenando la acción de gobierno para que se cumpla el pacto.

Las elecciones catalanas son clave para España, y la fortaleza con la que salga En Comú Podem aún más relevante para Cataluña. En Comú Podem es la única fuerza política que no ha ocultado nunca sus cartas, al igual que Unidas Podemos, la única que es capaz de impulsar un acuerdo político que supere la unilaterialidad del independentismo y el españolismo irredento del que también ha formado parte el PSC junto con PP, Ciudadanos y Vox. Todas las demás fuerzas que se dicen, y se reconocen como progresistas por el electorado catalán, han actuado sin coherencia, más en función del momento y de intereses partidistas que de lo que conviene al pueblo catalán. ERC ha obstruido en más de una ocasión la salida dialogada, igual que el PSOE/PSC de Illa, Calvo y Robles; la CUP ha preferido a la derecha catalana partícipe de la corrupción del 78 antes que un consenso político de izquierdas para el diálogo territorial sin que pierdan las mayorías sociales del pueblo catalán al que dicen defender.

Si los parámetros para decidir el voto en Cataluña del votante progresista y de izquierdas, catalanista a tope o con matices, fuesen la solidaridad, la libertad, la coherencia y la honestidad discursiva, nos cabe duda que En Comú Podem sería la opción. La campaña sensata, el seny catalán que está defendiendo Jessica Albiach cuadra con el comportamiento histórico de Ada Colau en Barcelona y con las posiciones absolutamente democráticas de Pablo Iglesias en el estado y en el gobierno de España. Yo no lo dudaría, Albiach está haciendo una gran y sincera campaña electoral.

sábado, 6 de febrero de 2021

Rusia y China van a vacunar a la humanidad


El debate no es sobre si son mejores los 
estados democráticos que respetan los derechos humanos o los estados totalitarios que no respetan los derechos humanos. La historia de la humanidad demuestra que la democracia no tiene adversarios en materia de calidad política y humana.

El debate es sobre si debemos seguir consintiendo el vaciamiento del estado, la restricción de su soberanía, para poner el poder, todo el poder, en manos de los fondos financieros.

Rusia y China son estados fuertes de escasos o nulos niveles democráticos . ¿Acaso EE.UU es mucho  más democrático que Rusia? ¿Acaso la UE con Merkel de líder del capitalismo alemán fue democrática respecto de GreciaPortugalItalia España en la crisis de 2008?.

Rusia y China están demostrando que no hay nada como un estado verdaderamente soberano para afrontar situaciones críticas como las de esta pandemia. Rusia y China van a liderar la vacunación mundial porque las vacunas son propiedad de los estados ruso y chino. Esto no pasa en la Unión Europea ni en EE.UU, porque las vacunas son propiedad de los fondos de inversión que, en este caso, toman la forma de oligopolios farmacéuticos.

Al igual que no hay nada mejor que un buen sistema de salud público como ha puesto de manifiesto la pandemia, no hay nada mejor que un estado competente y soberano en sectores y asuntos estratégicos. Energía, alimentación, agua, vivienda, educación, medicina, farmacia, cuidados, movilidad, investigación, protección ambiental, obra pública, entre otros, son sectores en los que el estado debería tener siempre capacidad empresarial propia.