Basta ver como ha quedado el arco del Parlament para comprobar que lo que más se parece a España es Cataluña. En el legislativo catalán se sentará la diversidad ideológica, la diversidad cultural identitaria, la plurinacionalidad, la concepción de una Cataluña y una España mayoritariamente democrática e, incluso, la tradición nacionalcatólica franquista. El Parlament es la Cataluña actual donde hay una mayoría que se parece mucho a la única España democrática posible, la plurinacional progresista que mira hacia la izquierda y que es mayoritaria dentro y fuera de Cataluña.
Dicen la mayoría de los grandes medios de comunicación que las elecciones catalanas las ha ganado el bloque independentista frente al bloque no independentista, al aumentar el número de escaños pasando de los 70 de 2017 a los 74 de 2021. No es así, en Cataluña no ha ganado el independentismo, ha ganado el soberanismo.
El matiz es muy relevante. ERC ha superado a Junts per Cataluña a pesar de sus posiciones de superación del procés unilateral, incluso podía haber superado al PSC del efecto Illa si no cae, por miedo escénico, en la trampa que le tendieron al final de campaña los postconvergentes con apoyo de la CUP. Entre las fuerzas independentistas gana la que más ha apostado desde que se formó el gobierno de coalición en España por la vía dialogada. Esperemos que ERC tome nota de que el camino del diálogo y la superación del unilateralismo le va bien y no le tiemblen las piernas para separarse de sus, hasta la semana pasada, socios de derechas herederos del Pujolismo.
JxCat se va a la tercera posición del pañuelo de cabeza debido a que sus escisiones, que también intentaban una salida dialogada no unilateral para volver a los viejos tiempos, PNC y PDCat, le ha hurtado el voto que daba a JxCat la victoria.
Salvador Illa, PSOE/PSC viene de un gobierno que acaba de aprobar unos PGE apoyándose en una amplia mayoría progresista, de izquierdas y plurinacional, un gobierno que defiende una salida política dialogada para Cataluña. En Comú Podem, quienes desde el no independentismo han defendido con más fuerza la vía del diálogo y el voto, no se desgastan ni por la acción del gobierno en España ni por el efecto Illa, ni por la subida de la CUP, ni por la relativa moderación independentista de ERC. La campaña de su candidata Jessica Albiach ha revelado que ésta, en el actual contexto y sumada a la credibilidad de Ada Colau y de Jaume Asens, es oro molido para los tiempos venideros. Albiach tiene por delante además de la tarea parlamentaria o de gobierno, según acaben las negociaciones, construir la organización territorial de la que carecen los Comunes fuera de Barcelona.
El bloque del mal llamado constitucionalismo ha salido muy mal parado, Vox a pasado por encima del PP de Pablo Casado y del Ciudadanos de Inés Arrimadas, metiendo a la derecha española en una profunda crisis existencial, no menor por anunciada. Como ha repetido en muchas ocasiones Pablo Iglesias, mientras Vox sea el director de orquesta de la derecha española, la derecha no gobernará España porque no hay mayoría posible que fuerce un modelo de España centralista que anule las múltiples diferencias culturales, ideológicas e identitarias que la pueblan.
Lo que nos dicen las elecciones catalanas es que la España democrática es muy parecida a Cataluña y poco parecida al Madrid de Ayuso, Almeida y Casado por muchas banderas de España que lo inunden. Lo que nos dicen las elecciones catalanas es que gana el soberanismo, el pactismo, el “parlant la gent s'entén”.
Y, algo más, como escribo desde Andalucía, diré que no habrá elecciones anticipadas aquí consecuencia de los resultados de la derecha en Cataluña. Es verdad que el PSOE todavía no ha hecho aquí su particular operación Illa, la hará, pero Moreno Bonilla no va a arriesgar su gobierno con el PP hecho trizas en España, Ciudadanos desmoronado y Vox exultante. Los sucesos de Linares y la protesta de Jaén indican que Andalucía no tiene proyecto de país, el PSOE destruyó cualquier posibilidad de que lo tuviésemos. Una tierra tan grande y tan multipolar como Andalucía, sostenida culturalmente sobre redes de comarcas y municipios no puede permitirse no tener proyecto de país; sin proyecto en común aflorarán con más fuerza los agravios entre municipios y entre provincias alimentados por la actual estrategia madrileñista con sede institucional en Sevilla. Construir un proyecto de país articulado por la sociedad civil, el empresariado productivo y los sindicatos es el primer paso para que Andalucía tome la palabra como la está tomando Cataluña.