miércoles, 27 de abril de 2022

Que Andalucía vote por Andalucía

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha convocado elecciones arrastrando los pies. Toda la legislatura agradecido, en la práctica, al legado de Susana Díaz. Ninguna iniciativa política en defensa de intereses transversales del sistema productivo andaluz. Continuidad. Andalucía sufre un gobierno mortecino, dependiente de los intereses partidistas del PP con sede en la capital del reino.

Si la autonomía andaluza, conseguida mediante la movilización, 4D de 1977, y el ejercicio del derecho a decidir, 28F de 1980, se relaciona con la educación y la sanidad pública, el retorno de la emigración, la asunción de la cultura propia como elemento de identidad universal y con la prosperidad transversal y su distribución territorial, el presidente andaluz es antiandalucista, tanto como el nacionalismo español de Ciudadanos o Vox.

Todo lo que simbólicamente representa la bandera de Andalucía va en retroceso. El gobierno del PP y Ciudadanos ha ignorado derechos sociales, ambientales, laborales, de género, de memoria histórica, y culturales. Un imposible retorno al pasado de la economía del crédito y la especulación urbanística. Desarrollo agrario, industrial y tecnológico, cero. Desempleo estructural, emigración cualificada, escasez de oferta pública de empleo y precariedad laboral, mil. Privatizaciones, adelante España.

El bloque de dirección de estado, en definición estratégica de Pablo Iglesias, es plurinacional. Sin reconocimiento de la plurinacionalidad es imposible tener fuerza de cambio progresista. El PSOE juega en el pliegue entre España entendida como un corsé centralista monárquico limitante de derechos, lo que asume como partido del régimen, y la España plurinacional, mosaico con características políticas, económicas y culturales diversas, obligado por los números parlamentarios.

El neoliberalismo busca la anulación de los poderes territoriales para reducir la complejidad de sus relaciones de fuerza. El federalismo republicano, confederalismo si quieren, es el marco político más potente para enfrentarse al proyecto de la derecha de poner el estado al completo servicio de las elites globales. Ignorar políticamente la potencia política y cultural de Andalucía, como elemento decisivo en el avance hacia la democratización del estado, es dejar las puertas abiertas para la expansión de la ultraderecha. Lo que hizo el PSOE susanista hasta que las elecciones de 2018 lo extrajeran del poder.

El presidente andaluz colocó en su solapa la corona real sobre el escudo de Andalucía. Vasallaje. Un proyecto andaluz que aspire a gobernar de verdad democratizando las relaciones de poder, debe poner en el centro el republicanismo federal. Las elecciones andaluzas del 19 de junio las convoca un presidente que arrastra los pies para eludir los debates que a Andalucía importan. El frente progresista, con voluntad de poder, conformado en torno a Podemos Andalucía e IU-A, ha de activar la esperanza instigando que Andalucía vote por Andalucía.

domingo, 10 de abril de 2022

Andalucía, la bandera es nuestra esperanza

Se aproximan las elecciones andaluzas. Toni Valero, líder de IU Andalucía, reflexionaba en Córdoba sobre el frente amplio andaluz. Su discurso definía un amplio marco progresista para cultivar la esperanza: el andalucismo de izquierdas federal y republicano, clave de bóveda para que Andalucía se defienda a sí misma y sume en un estado plurinacional justo. Ese marco trazado con los vectores del feminismo, el ecologismo y el socialismo es la puerta de la esperanza en Andalucía.

Que el PP está maniatado por Vox es una realidad tangible. Imposible un PP centrado, europeísta y democrático por mucho que Feijóo se empeñe y Sánchez ayude. Da lo mismo que sea estrategia de comunicación o trasunto veraz, la moderación práctica del proyecto conservador español es, hoy por hoy, una ilusión óptica. El PP, tres veces condenado por corrupción, lleva en su cogote el rugido neofascista. Si fiscalía y justicia investigan en serio el latrocinio comisionistade Ayuso y Almeida, consumado mientras morían ancianos abandonados en las residencias y circulaban fakes con ataúdes en la Gran Vía, se limitará el campo de reconversión del voxificado PP, al tiempo que se fortalecerá, por desplazamiento espectral, el espacio de ultraderecha.

Los medios de comunicación españoles, domiciliados en Madrid, han construido un fortín ultra. Las elecciones andaluzas revelarán si los grandes grupos de comunicación están dispuestos a achicar el espacio de Vox o a sostenerlo. Andalucía no tiene ecosistema mediático propio. La prensa y las televisiones hechas desde Madrid despacharon a Albert Rivera en tres semanas, a Pablo Casado en tres días. ¿Derribarán a Vox? No está en sus planes. Ese es el gran problema de la supuesta estrategia de moderación de Núñez Feijóo y Moreno Bonilla.

El presidente andaluz del PP pedirá el voto útil del PSOE con el argumento de que así anulará su dependencia de Vox. Pretende capturar el voto del hundimiento de Ciudadanos y aumentar el espacio por el llamado “centro izquierda”. Tiene sentido, la marca PSOE-A es una vieja conserva en la despensa de parte de su electorado más derechizada. Los dóberman se soltaron contra Cataluña, ladran en Madrid y campean en Andalucía. Si le dan los números Juan Manuel Moreno Bonilla gobernará con Vox.

La izquierda andaluza aventura la construcción estratégica de la esperanza. Pensar en términos electorales hoy es pensar más allá de los resultados en las elecciones andaluzas. La ambición política requiere activar un proyecto andaluz engarzado en un proyecto democratizador de estado. Sumar es responsabilidad y lealtad, la unidad basada en puestos en listas es trágica. La esperanza andaluza la cantó Carlos Cano“Amo mi tierra, lucho por ella, mi esperanza es su bandera, verde, blanca y verde”. Las banderas, como las palabras, tienen semántica y etimología. La andaluza es pueblo cultural e histórico, federal y republicano, es democracia y derechos. Lo que Toni Valero expuso como elementos sonoros constitutivos del frente amplio andaluz. La verdiblanca debe ocupar lugar privilegiado en ese proyecto federal de la izquierda andaluza. La bandera es su esperanza, la esperanza es nuestra bandera.

lunes, 4 de abril de 2022

Feijóo usa la palanca andaluza


Ignorar una comunidad de tamaño territorial y poblacional equiparable a Austria o Portugal, con sensibilidad histórica electoral progresista, al contrario que Castilla y León, es tácticamente falta de ambición de victoria, estratégicamente carencia de proyecto de país. Andalucía con más del triple de población que Galicia, aporta al Congreso sesenta y un representantes, Galicia veintitrés.

Alberto Núñez Feijóo no ignora Andalucía, se apoya en Juan Manuel Moreno Bonilla, oculta el España es Madrid de Isabel Díaz Ayuso, y marca distancia con Vox afirmando la diversidad del estado de las autonomías. En el XX Congreso Nacional Extraordinario del PP, celebrado este pasado fin de semana en Sevilla, Feijóo se definió en la España que dibujó Andalucía en la constitución de 1978 y ratificó en referéndum el 28 de febrero de 1980. El nuevo presidente Popular busca gobernar España algún día abriendo la posibilidad de apoyo al PNV y a la derecha catalana, algo imposible con un PP montaraz que siguiese la estela de Vox.

Pedro Sánchez ignora Andalucía. Al contrario que en Cataluña, donde depositó todo su potencial con el exministro Salvador Illa, el PSOE en el sur es la continuidad de Susana Díaz sin Susana Díaz. El mismo que agarró la bandera de España contra Cataluña alineado con el discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017, el que abrió la cancela a los dóberman de Vox. Antes había olvidado la bandera andaluza de los derechos sociales, deteriorado el Servicio Andaluz de Salud y la educación pública, y aplicado los recortes de Rajoy con disciplinada “lealtad institucional”. El candidato, desconocido fuera de Sevilla, Juan Espadas, parece menos autonomista que el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, menos que el Núñez Feijóo del discurso del sábado, 2 de abril, en la capital andaluza.

Feijóo intentará recuperar el gobierno del estado para la derecha trazando un mapa estratégico conservador con línea de fuerza atlántica, Andalucía-Madrid-Galicia. Sobre ese eje fortalecerá el conservadurismo hispano e intentará reducir el campo dóberman. Si la fiscalía europea tira de la manta de los contratos pandémicos de Madrid, le será de utilidad para debilitar el voxismo liderado por Díaz Ayuso y su apoyo mediático madrileño. El eje conservador atlántico es el pasado, el mismo pasado que el PSOE añora cuando tira del freno de mano de los avances sociales, ambientales, de género y democráticos dentro y fuera del gobierno de coalición.

La confrontación estratégica para el avance progresista democratizador pasa por el empuje de la línea mediterránea europeista: Andalucía-País Valencià-Cataluña. Como dice Enric Juliana: mapas, mapas, mapas. El proyecto estratégico de estado federal es la idea fuerza del progresismo democrático en España. Andalucía, por su peso, inclinará la balanza hacia el eje atlántico o hacia el mediterráneo. Al bipartidismo conservador puede enfrentarse un proyecto de bloque histórico democrático con voluntad de poder, voluntad de gobierno de estado, defendido sobre un contrafuerte de federal. El PSOE tendrá que decidir pasado o futuro; Feijó le tenderá trampas bajo el epígrafe de pactos de estado.

Al PP le ha salido bien su XX Congreso celebrado en Andalucía. No sería raro que el presidente andaluz convocase elecciones para junio. ¿Para qué esperar más en tiempos políticos tan convulsos pudiendo surfear con Feijóo la estela de la “moderación”? Sin oposición auténtica por parte del PSOE, la urgencia en la izquierda andaluza cobra intensidad. Se requiere un proyecto estratégico electoral federal que apunte al futuro. Sin liderazgo aún definido en Andalucía, su fuerte identidad cultural y progresista vería con buenos ojos que el potente liderazgo estatal de Yolanda Díaz, demostrada su capacidad de gestión, ayudase en el sur.

Lo importante no es las sumas de siglas, aunque sea bienvenida. Demasiada mitología mediática interesada en amplificar la idea de división de la izquierda andaluza, como si Andalucía fuese Sevilla. Lo relevante es un proyecto propio que afronte los problemas estructurales de la tierra que dibujó el mapa autonómico del estado. Partimos de un sistema de salud pública debilitado, un sistema educativo en estado crítico, mucha precariedad laboral y desempleo, desindustrialización, desarticulación territorial por ausencia de ferrocarril, centralismo de poder capitalino, deterioro de las condiciones de vida en el campo, y de una economía que, a pesar de nuestro potencial renovable, está enchufada a los fósiles.

Los marcos progresistas de la justicia federal, la auténtica bandera blanquiverde, están en los campos semánticos de la ecología y el feminismo bajo el paraguas de defensa y reivindicación de derechos sociales y democráticos. Soberanía, con voluntad de tener peso en la transformación del estado, con voluntad de poder, voluntad, no de Pepito Grillo, sino de gobernar dentro y fuera de Andalucía.

El campo democrático progresista necesita la fuerza de Andalucía para tener fuerza en el resto de España. La Andalucía progresista, construyendo su futuro, puede ayudar estratégicamente a construir el del estado. Núñez Feijóo y Moreno Bonilla no ignoran Andalucía, por eso se disponen a usar la palanca andaluza para afianzar su conservadurismo. Pedro Sánchez y Juan  Espadas, si lo saben lo ignoran. La izquierda progresista, feminista y verde ni debe ni puede desconocer el peso del sur.

Publicado en La Última Hora