El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha convocado elecciones arrastrando los pies. Toda la legislatura agradecido, en la práctica, al legado de Susana Díaz. Ninguna iniciativa política en defensa de intereses transversales del sistema productivo andaluz. Continuidad. Andalucía sufre un gobierno mortecino, dependiente de los intereses partidistas del PP con sede en la capital del reino.
Si la autonomía andaluza, conseguida mediante la movilización, 4D de 1977, y el ejercicio del derecho a decidir, 28F de 1980, se relaciona con la educación y la sanidad pública, el retorno de la emigración, la asunción de la cultura propia como elemento de identidad universal y con la prosperidad transversal y su distribución territorial, el presidente andaluz es antiandalucista, tanto como el nacionalismo español de Ciudadanos o Vox.
Todo lo que simbólicamente representa la bandera de Andalucía va en retroceso. El gobierno del PP y Ciudadanos ha ignorado derechos sociales, ambientales, laborales, de género, de memoria histórica, y culturales. Un imposible retorno al pasado de la economía del crédito y la especulación urbanística. Desarrollo agrario, industrial y tecnológico, cero. Desempleo estructural, emigración cualificada, escasez de oferta pública de empleo y precariedad laboral, mil. Privatizaciones, adelante España.
El bloque de dirección de estado, en definición estratégica de Pablo Iglesias, es plurinacional. Sin reconocimiento de la plurinacionalidad es imposible tener fuerza de cambio progresista. El PSOE juega en el pliegue entre España entendida como un corsé centralista monárquico limitante de derechos, lo que asume como partido del régimen, y la España plurinacional, mosaico con características políticas, económicas y culturales diversas, obligado por los números parlamentarios.
El neoliberalismo busca la anulación de los poderes territoriales para reducir la complejidad de sus relaciones de fuerza. El federalismo republicano, confederalismo si quieren, es el marco político más potente para enfrentarse al proyecto de la derecha de poner el estado al completo servicio de las elites globales. Ignorar políticamente la potencia política y cultural de Andalucía, como elemento decisivo en el avance hacia la democratización del estado, es dejar las puertas abiertas para la expansión de la ultraderecha. Lo que hizo el PSOE susanista hasta que las elecciones de 2018 lo extrajeran del poder.
El presidente andaluz colocó en su solapa la corona real sobre el escudo de Andalucía. Vasallaje. Un proyecto andaluz que aspire a gobernar de verdad democratizando las relaciones de poder, debe poner en el centro el republicanismo federal. Las elecciones andaluzas del 19 de junio las convoca un presidente que arrastra los pies para eludir los debates que a Andalucía importan. El frente progresista, con voluntad de poder, conformado en torno a Podemos Andalucía e IU-A, ha de activar la esperanza instigando que Andalucía vote por Andalucía.