Se aproximan las elecciones andaluzas. Toni Valero, líder de IU Andalucía, reflexionaba en Córdoba sobre el frente amplio andaluz. Su discurso definía un amplio marco progresista para cultivar la esperanza: el andalucismo de izquierdas federal y republicano, clave de bóveda para que Andalucía se defienda a sí misma y sume en un estado plurinacional justo. Ese marco trazado con los vectores del feminismo, el ecologismo y el socialismo es la puerta de la esperanza en Andalucía.
Que el PP está maniatado por Vox es una realidad tangible. Imposible un PP centrado, europeísta y democrático por mucho que Feijóo se empeñe y Sánchez ayude. Da lo mismo que sea estrategia de comunicación o trasunto veraz, la moderación práctica del proyecto conservador español es, hoy por hoy, una ilusión óptica. El PP, tres veces condenado por corrupción, lleva en su cogote el rugido neofascista. Si fiscalía y justicia investigan en serio el latrocinio comisionistade Ayuso y Almeida, consumado mientras morían ancianos abandonados en las residencias y circulaban fakes con ataúdes en la Gran Vía, se limitará el campo de reconversión del voxificado PP, al tiempo que se fortalecerá, por desplazamiento espectral, el espacio de ultraderecha.
Los medios de comunicación españoles, domiciliados en Madrid, han construido un fortín ultra. Las elecciones andaluzas revelarán si los grandes grupos de comunicación están dispuestos a achicar el espacio de Vox o a sostenerlo. Andalucía no tiene ecosistema mediático propio. La prensa y las televisiones hechas desde Madrid despacharon a Albert Rivera en tres semanas, a Pablo Casado en tres días. ¿Derribarán a Vox? No está en sus planes. Ese es el gran problema de la supuesta estrategia de moderación de Núñez Feijóo y Moreno Bonilla.
El presidente andaluz del PP pedirá el voto útil del PSOE con el argumento de que así anulará su dependencia de Vox. Pretende capturar el voto del hundimiento de Ciudadanos y aumentar el espacio por el llamado “centro izquierda”. Tiene sentido, la marca PSOE-A es una vieja conserva en la despensa de parte de su electorado más derechizada. Los dóberman se soltaron contra Cataluña, ladran en Madrid y campean en Andalucía. Si le dan los números Juan Manuel Moreno Bonilla gobernará con Vox.
La izquierda andaluza aventura la construcción estratégica de la esperanza. Pensar en términos electorales hoy es pensar más allá de los resultados en las elecciones andaluzas. La ambición política requiere activar un proyecto andaluz engarzado en un proyecto democratizador de estado. Sumar es responsabilidad y lealtad, la unidad basada en puestos en listas es trágica. La esperanza andaluza la cantó Carlos Cano: “Amo mi tierra, lucho por ella, mi esperanza es su bandera, verde, blanca y verde”. Las banderas, como las palabras, tienen semántica y etimología. La andaluza es pueblo cultural e histórico, federal y republicano, es democracia y derechos. Lo que Toni Valero expuso como elementos sonoros constitutivos del frente amplio andaluz. La verdiblanca debe ocupar lugar privilegiado en ese proyecto federal de la izquierda andaluza. La bandera es su esperanza, la esperanza es nuestra bandera.