lunes, 4 de abril de 2022

Feijóo usa la palanca andaluza


Ignorar una comunidad de tamaño territorial y poblacional equiparable a Austria o Portugal, con sensibilidad histórica electoral progresista, al contrario que Castilla y León, es tácticamente falta de ambición de victoria, estratégicamente carencia de proyecto de país. Andalucía con más del triple de población que Galicia, aporta al Congreso sesenta y un representantes, Galicia veintitrés.

Alberto Núñez Feijóo no ignora Andalucía, se apoya en Juan Manuel Moreno Bonilla, oculta el España es Madrid de Isabel Díaz Ayuso, y marca distancia con Vox afirmando la diversidad del estado de las autonomías. En el XX Congreso Nacional Extraordinario del PP, celebrado este pasado fin de semana en Sevilla, Feijóo se definió en la España que dibujó Andalucía en la constitución de 1978 y ratificó en referéndum el 28 de febrero de 1980. El nuevo presidente Popular busca gobernar España algún día abriendo la posibilidad de apoyo al PNV y a la derecha catalana, algo imposible con un PP montaraz que siguiese la estela de Vox.

Pedro Sánchez ignora Andalucía. Al contrario que en Cataluña, donde depositó todo su potencial con el exministro Salvador Illa, el PSOE en el sur es la continuidad de Susana Díaz sin Susana Díaz. El mismo que agarró la bandera de España contra Cataluña alineado con el discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017, el que abrió la cancela a los dóberman de Vox. Antes había olvidado la bandera andaluza de los derechos sociales, deteriorado el Servicio Andaluz de Salud y la educación pública, y aplicado los recortes de Rajoy con disciplinada “lealtad institucional”. El candidato, desconocido fuera de Sevilla, Juan Espadas, parece menos autonomista que el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, menos que el Núñez Feijóo del discurso del sábado, 2 de abril, en la capital andaluza.

Feijóo intentará recuperar el gobierno del estado para la derecha trazando un mapa estratégico conservador con línea de fuerza atlántica, Andalucía-Madrid-Galicia. Sobre ese eje fortalecerá el conservadurismo hispano e intentará reducir el campo dóberman. Si la fiscalía europea tira de la manta de los contratos pandémicos de Madrid, le será de utilidad para debilitar el voxismo liderado por Díaz Ayuso y su apoyo mediático madrileño. El eje conservador atlántico es el pasado, el mismo pasado que el PSOE añora cuando tira del freno de mano de los avances sociales, ambientales, de género y democráticos dentro y fuera del gobierno de coalición.

La confrontación estratégica para el avance progresista democratizador pasa por el empuje de la línea mediterránea europeista: Andalucía-País Valencià-Cataluña. Como dice Enric Juliana: mapas, mapas, mapas. El proyecto estratégico de estado federal es la idea fuerza del progresismo democrático en España. Andalucía, por su peso, inclinará la balanza hacia el eje atlántico o hacia el mediterráneo. Al bipartidismo conservador puede enfrentarse un proyecto de bloque histórico democrático con voluntad de poder, voluntad de gobierno de estado, defendido sobre un contrafuerte de federal. El PSOE tendrá que decidir pasado o futuro; Feijó le tenderá trampas bajo el epígrafe de pactos de estado.

Al PP le ha salido bien su XX Congreso celebrado en Andalucía. No sería raro que el presidente andaluz convocase elecciones para junio. ¿Para qué esperar más en tiempos políticos tan convulsos pudiendo surfear con Feijóo la estela de la “moderación”? Sin oposición auténtica por parte del PSOE, la urgencia en la izquierda andaluza cobra intensidad. Se requiere un proyecto estratégico electoral federal que apunte al futuro. Sin liderazgo aún definido en Andalucía, su fuerte identidad cultural y progresista vería con buenos ojos que el potente liderazgo estatal de Yolanda Díaz, demostrada su capacidad de gestión, ayudase en el sur.

Lo importante no es las sumas de siglas, aunque sea bienvenida. Demasiada mitología mediática interesada en amplificar la idea de división de la izquierda andaluza, como si Andalucía fuese Sevilla. Lo relevante es un proyecto propio que afronte los problemas estructurales de la tierra que dibujó el mapa autonómico del estado. Partimos de un sistema de salud pública debilitado, un sistema educativo en estado crítico, mucha precariedad laboral y desempleo, desindustrialización, desarticulación territorial por ausencia de ferrocarril, centralismo de poder capitalino, deterioro de las condiciones de vida en el campo, y de una economía que, a pesar de nuestro potencial renovable, está enchufada a los fósiles.

Los marcos progresistas de la justicia federal, la auténtica bandera blanquiverde, están en los campos semánticos de la ecología y el feminismo bajo el paraguas de defensa y reivindicación de derechos sociales y democráticos. Soberanía, con voluntad de tener peso en la transformación del estado, con voluntad de poder, voluntad, no de Pepito Grillo, sino de gobernar dentro y fuera de Andalucía.

El campo democrático progresista necesita la fuerza de Andalucía para tener fuerza en el resto de España. La Andalucía progresista, construyendo su futuro, puede ayudar estratégicamente a construir el del estado. Núñez Feijóo y Moreno Bonilla no ignoran Andalucía, por eso se disponen a usar la palanca andaluza para afianzar su conservadurismo. Pedro Sánchez y Juan  Espadas, si lo saben lo ignoran. La izquierda progresista, feminista y verde ni debe ni puede desconocer el peso del sur.

Publicado en La Última Hora