Todo voto aspira a ser voto útil. La abstención es una moneda con dos caras, la de la ignorancia y la del desencanto. Entre el “todos van a lo suyo” y el “votar no sirve para nada”, hay un espacio neuronal ideológico, alimentado por los medios de comunicación, que busca que quien más necesita a la izquierda ni siquiera vote. Así se contiene el voto progresista en los barrios más desfavorecidos.
Cuando se decide votar se quiere que el voto sirva. El votante progresista andaluz tiene que hacer un poco de memoria para situar en una flecha histórica el grado de utilidad de sus opciones de voto. La estrategia discursiva de la derecha busca anular la memoria. El anticatalanismo, el uso fantasmal de ETA, o el señalamiento de falsos enemigos como la inmigración, la ocupación de viviendas o el señalamiento de las mujeres con el calificativo de feminazis, promocionan el alzhéimer político.
Para decidir la utilidad del voto en estas municipales es precisa la memoria reciente. Recordar lo conseguido en el primer Gobierno de coalición de la democracia. Desde la subida del SMI y las pensiones hasta los derechos feministas, desde la forma de afrontar la pandemia hasta la recuperación de derechos laborales, desde la ley contra los falsos autónomos hasta la de vivienda, desde el Ingreso Mínimo Vital hasta la ley de familias, desde la ley de eutanasia hasta la de los derechos de los animales, suma y sigue. Logros conseguidos con un esfuerzo político casi sobrehumano, forzando al PSOE para que avance y soportando la violencia política de la derecha feroz.
Un gobierno de España al que se llega manteniendo la determinación frente a opiniones de grupos aliados que quisieron en distintos momentos dejar pasar al PSOE con Ciudadanos o en solitario, y de otros grupos cercanos que defendieron que gobernar con el el PSOE era mancharse de sus traiciones y de sus connivencias con la derecha económica. Difícil comprender que en la izquierda no se tenga voluntad de poder, a la espera de un momento electoral insurgente que ni se intuye lejano. Es necesario que esa indolencia para querer poder real en los gobiernos, que en Andalucía luce intenso andalucismo ideológico, cuando hasta Bildu o ERC están participando de la dirección de estado cooperando con Podemos, recomponga su posición en un momento histórico mundial crítico.
Podemos, con sus aciertos y sus errores, algunos producto de la generosidad política desde la que nace, ha demostrado que entrar en los gobiernos es condición de posibilidad para que muchas cosas cambien. Es la razón por la que sigue siendo el principal enemigo de la derecha y el principal adversario político del PSOE. Querer convertir el espacio electoral progresista en un espacio que demande avances de profundización democrática, que sea intensamente feminista o que trabaje por un proyecto de estado plurinacional, es una ambición revolucionaria que la Andalucía considerada por la derecha y el PSOE territorio colonial debería usar como palanca para rompa la situación de desigualdad estructural en la que se encuentra.
Publicado en La Voz del Sur